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28_septiembre_21_sevilla

REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Feria Extraordinaria de San Miguel

Martes 28 de septiembre

Corrida de novillos

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Toros de Rocío de la Cámara y Cortijo de la Sierra (3º y 4º) (correctamente presentados, mansos y descastados, pitados en el arrastre; algunos, con peligro).

Diestros:

Juan Pedro García Calerito: Pinchazo, estocada baja, descabello (saludos); casi entera atravesada, aviso, descabello (vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja)

Manuel Diosleguarde: Pinchazo, estocada en su sitio (saludos); meteysaca, estocada entera (silencio).

Jorge Martínez: Pinchazo que escupe, pinchazo hondo, tres descabellos (saludos); estocada baja, cuatro descabellos (saludos de despedida). Debutaba en plaza.

Incidencias: el novillero Jorge Martínez sufrió contusión y varetazo (pronóstico leve). Y Juan Rojas, de la cuadrilla de Jorge Martínez, pasó a la enfermería tras sufrir varetazo corrido en la ingle (pronóstico leve).

Presidente: Gabriel Fernández Rey.

Tiempo: soleado, caluroso al principio.

Entrada: menos media plaza.

Imágenes

Video resumen, AQUí

Lo mejor, lo peor

Por Antonio de los Reyes

Lo mejor. Calerito destaca dejando los momentos más lucidos de la tarde. Juan Pedro supo medir y llevar templado la embestida deslucida y de poca humillación de su lote, mejor en el segundo, estando muy firme y demostrando una vez más sus grandes cualidades.

Lo peor. Tarde de sustos, de compromiso y peligro para los novilleros que se toparon con el mal juego de los novillos de Rocío de la Cámara. Calerito, Diosleguarde y Jorge Martínez se las vieron con animales descastados, peligrosos y que no terminaron de pasar por la muleta con fijeza y humillación.

Crónicas de la prensa

Por Andrés Amorós. ABC. Los novilleros no pudieron revalidar su triunfo

En la novillada que abre la segunda semana de la Feria, actúan los considerados por la empresa triunfadores de la temporada, en esta plaza. El muy deslucido juego de las reses de Rocío de la Cámara impide que esta tarde revaliden sus éxitos. Calerito roza el trofeo, luce su oficio y entrega; Diosleguarde, su fácil manejo de los trastos; Jorge Martínez, su valor. En el último novillo, es herido el banderillero Juan Rojas: pasa a la enfermería, donde es atendido de una contusión en el muslo derecho y un varetazo en el izquierdo. También sufre un varetazo Jorge Martínez.

Abre cartel Juan Pedro García 'Calerito': no tiene nada que ver con el valiente matador cordobés de los años cincuenta, que eligió el apodo Calerito por su apellido (Calero). Este Calerito es de Aznalcóllar, fue niño prodigio en la Escuela de Espartinas, pasó luego a la de Sevilla. En la anterior Feria de San Miguel, hace dos años, sufrió una cornada en la axila. En el primero, un bonito sardo (de tres colores: blanco, negro y colorado), que embiste rebrincado, a media altura, resuelve la papeleta con firmeza y oficio pero sin brillo; mata a la segunda. Acude a portagayola en el tercero, calienta al público enlazando valientes verónicas y chicuelinas. Después de ser arrollado, al comienzo de la faena, Calerito logra por primera vez que suene la música, con templadas series de mano baja, que acepta el novillo, distraído. Remata con ayudados y mata atravesado, perdiendo el posible trofeo: petición y vuelta.

Manuel Diosleguarde toma su nombre torero de su pueblo salmantino, con poco más de cien habitantes. (Según la leyenda, eso se le deseaba a los que se aventuraban en un bosque con muchos lobos, antes de que este gobierno los considerara especie protegida). Lo he visto bien en Salamanca y en Gijón. Acaba de cortar un trofeo en Madrid. El segundo no humilla y arrolla dos veces en el quite a Jorge Martínez, por anticipar el lance. Diosleguarde traza templados muletazos, llevándolo hasta detrás de la cadera, cuando el novillo obedece, que no es siempre. Logra una gran estocada a la segunda. Con buenas maneras, intenta el toreo clásico en el quinto, flojo, soso y parado, que no aporta nada al lucimiento. De nuevo logra la buena estocada después de un pinchazo.

Jorge Martínez, de Totana, formado en Almería, ha triunfado en el Certamen Andaluz de novilladas. El tercero sale feamente del caballo, se desentiende de la muleta, acaba rajado en tablas. Jorge, muy firme, aguanta coladas, sufre otra voltereta. No cabe pedirle más, salvo con los aceros. El último se llama ‘Moranco’ pero no se ofenderán los excelentes humoristas Jorge y César Cadaval (éste, gran aficionado, padre de torero). Nada tienen que ver con cierta alcaldesa. Más que gracia, este novillo tiene guasa, embiste a oleadas: hiere en banderillas a Juan Rojas. Es la nota negra que faltaba en la tarde. Brinda Jorge al periodista Emilio Trigo, pasa momentos de mucho apuro, lo único bueno es que se libra del percance. Mata caído. Dentro de la mala novillada, ha tenido el peor lote.

El 28 de septiembre de 1921, hace exactamente cien años, tomó la alternativa en esta plaza de los toros sevillana, de manos de Juan Belmonte, el maestro Marcial Lalanda: 'el más grande', según el pasodoble. Insistía en que los novilleros deben formarse poco a poco: ahora, no es fácil. Me resumió su visión en una frase: «Con un toro auténtico y un torero clásico, nuestra Fiesta no tiene comparación con ninguna de las que existen en el mundo». Como siempre, Marcial tenía toda la razón

Posdata. En el reciente libro 'Sevilla sin mapa', de Fernando Iwasaki, leo que a Thomas Mann le fascinaron, en esta plaza, el dorado albero y el vuelo oportuno de un capote, en el quite. Hasta un alemán tan intelectual tuvo la sensibilidad estética que le falta, por ejemplo, a la alcaldesa socialista de Gijón.

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Correo de Andalucía. Capitanes intrépidos

¿Qué habría pasado si la primera novillada –la de El Parralejo- hubiera caído en las manos de Calerito, Diosleguarde y Jorge Martínez? Pero la cuestión se afila si nos preguntamos qué habría sido de algunos novilleros de la semana pasada en caso de haber tenido que pechar con los utreros de Rocío de la Cámara, que no tuvo esta vez su tarde en Sevilla… Dejémoslo ahí. El caso es que la novillada que se había programado como podio de triunfadores se acabó convirtiendo en una auténtica prueba de fuego para una terna que dio todo lo que tenía dentro para sobreponerse a las circunstancias. En otro tiempo, con otra sensibilidad, habrían merecido dar una vuelta al ruedo postrera los tres. Dieron la barba; fueron tres tíos. Enhorabuena.

El más antiguo del cartel era Calerito. Los buenos aficionados recordaban nítidamente el excelente nivel de sus actuaciones en la plaza de la Maestranza –también pagó con sangre- antes de que la expansión de la pandemia volara todo por los aires. Su inclusión en el cartel era más que justa pero es que el joven novillero de Aznalcóllar se encargó de despejar cualquier duda con una excelente actuación global que habría merecido esa oreja que el palco, equivocada y cicateramente, se empeñó en negar. Juan Pedro ya había toreado mejor de lo que merecía al bellísimo pero manso sardo que rompió plaza. Fue un animal bronco y descompuesto que acabó embistiendo como un buey de rodeo. Mantener la compostura ya era una hazaña.

Pero lo mejor estaba por venir con un cuarto vacío de todo al que recibió a portagayola y acabó lanceando animoso por verónicas y sedosas chicuelinas. El bicho tampoco negó su condición de manso: barbeando tablas, buscando el campo al primer picotazo… Pero Calerito, que sufrió una fea cogida al segundo doblón, supo entenderlo en una faena tan bien hecha como bien dicha que comenzó con naturales y se lanzó sobre la mano derecha, toreando con poso y pulso en una labor llena de ritmo en la que no faltaron detalles de verdadera torería. Hubo un trincherazo de foto, ayudados de excelente trazo y, finalmente, muletazos con la izquierda dichos de uno en uno que suplieron la escasez de contenido del novillo. La estocada fue corta y necesitó el refrendo del descabello. Había merecido la oreja con creces.

El segundo turno era para el salmantino Manuel Diosleguarde que entendió a la perfección la incierta embestida del segundo. Fue un ejemplar un punto abecerrado y escurrido que propinó dos feas volteretas al almeriense Jorge Martínez en su turno de quites. No anunciaba cosas buenas en la lidia pero el novillero charro supo extraer lo que tenía en una faena muy bien planteada, perfectamente calibrada en las distancias y las alturas que le permitió relajarse en un puñado de muletazos de hombros descolgados y trazo líquido que revelaron su auténtica y atractiva personalidad torera. Por el izquierdo fue mucho más difícil: el animal miraba por encima del palillo de la muleta buscando la puerta de salida pero la faena aún volvería a subir de tono por la otra mano antes de que pasaportara al bicho de pinchazo y estocada. Con el quinto, un auténtico marmolillo, no iba a barajar más opciones que mostrar solvencia y compostura a riesgo de pasarse de rosca. Deja el cartel alto.

El tercero, por fin, era Jorge Martínez que había entrado en el cartel desde su condición de ganador del Circuito Andaluz de Novilladas. El almeriense llegó a la Maestranza –en la que debutaba- dispuesto a darlo todo desde el primer lance. Así lo demostró con un tercero tan manso como sus hermanos pero mucho más descompuesto y orientado. Era muy difícil estar delante pero Martínez se puso allí de verdad, sorteando tarascadas, aguantando miradas tremendas que resolvió con quietud y auténtica firmeza. El bicho –nunca mejor dicho- se acabó orientando hasta buscarle y echarle mano. No importó: siguió jugándosela de verdad hasta que el novillo cantó la gallina y buscó las tablas. A eso se llama estar bien… Pero es que el sexto, que envió al banderillero Juan Rojas a la enfermería después de colgarlo de un pitón, iba a ser mucho peor. Cada cite implicaba ponerse en el filo de la navaja. Le buscaba con saña detrás de la muleta. Era un auténtico marrajo. Sólo restaba matarlo y salir andando. Fueron tres capitanes intrépidos…

Por Toromedia. Calerito da la única vuelta al ruedo en la segunda novillada del abono sevillano

El primero de la tarde embistió con la cara alta de salida y no permitió el lucimiento a Calerito. Manseó en el caballo y también en banderillas. El novillero de Aznalcóllar fue capaz de amarrarlo a la muleta con oficio pero sin poder construir faena por la nula transmisión de un novillo que embestía con la cara alta y no se empleaba. Mató de pinchazo, estocada y descabello.

En el cuarto, Calerito se fue a portagayola y protagonizó un variado y vibrante recibo de capa. Este fue otro novillo que no perdonaba errores, llegando a voltear al torero en el arranque de faena con la diestra. Cambió a la mano izquierda y el novillo pareció templarse más. Poco a poco, con paciencia y oficio, fue metiéndolo y logró también templar con la derecha, haciendo sonar la música por primera vez en la tarde. La faena siguió creciendo en la siguiente serie diestra y también al natural. Destacaron bonitos cambios de mano. Labor de buen oficio no exenta de buen gusto. Media atravesada y descabello y petición de oreja no atendida por el palco. Vuelta al ruedo.

Manuel Diosleguarde lanceó ganando terreno al segundo de la tarde. Después del segundo puyazo intentó el quite por dos veces Jorge Martínez y fue arrollado en las dos ocasiones, por fortuna sin consecuencias. En el comienzo de faena se vio que el novillo embestía mejor por el derecho, por donde compuso muy bien Diosleguarde. En el inicio de la segunda serie fue desarmado y parecía que el novillo había cambiado a peor, pero supo meterlo en la muleta y elevar de nuevo el tono de la faena. Por el lado izquierdo se metía pero el novillero no volvió la cara. Al coger de nuevo la derecha, dio una nueva tanda ligada antes de matar de pinchazos y estocada.

Diosleguarde se encontró en quinto lugar con un novillo con poco empuje. El salmantino le hizo todo con compostura pero el animal no transmitía nada, embistiendo al paso. Estuvo por encima el torero, dejando entrever sus buenas formas pero sin poder emocionar por la falta de enemigo. Mató de metisaca y estocada efectiva.

Tampoco se empleó de salida el tercero de la tarde, que no permitió lucirse a Jorge Martínez. Manseó en varas y en la muleta comenzó pegando tornillazos sin ninguna entrega. Difícil papeleta para el novillero, que tragó parones y miradas en una labor de entrega y valor en la que se jugó la cornada. El novillo llegó a hacer presa pero por fortuna no hirió. El novillero volvió a la cara y siguió jugándosela. Mató de pinchazo, otro hondo y tres descabellos.

El sexto embistió con violencia en el capote y puso en apuros a Jorge Martínez. En banderillas cogió al banderillero Juan Rojas, que pasó a la enfermería, y en la muleta no tuvo ni uno, poniendo al torero en peligro en cada embestida. Lo intentó Martínez pero tuvo que optar por la brevedad dada la complicación de su enemigo. Mató de estocada y descabello.

EFE La Razón. La terna de novilleros impone su verdad y su entrega a una peligrosa mansada en Sevilla

Los tres novilleros que hoy hicieron el paseíllo en la Maestranza de Sevilla -Calerito, Diosleguarde y Jorge Martínez- se impusieron con entrega y sin tomarse una sola ventaja a una mansa y, por momentos, peligrosa novillada de Rocío de la Cámara.

Esa sinceridad, esa voluntad de la terna para ponerse con verdad frente a los pitones y afrontar así los muchos problemas que planteó el encierro fue, más allá de premios contables, la nota más reseñable de sus actuaciones, sobre todo en tiempos en que se canta y se potencia en los noveles una “técnica” más defensiva que honesta.

Y así se mostraron los tres, con una desnuda voluntad de hacer el toreo por derecho a unos novillos claramente contraindicados, en tanto que embistieron, sin excepción, con la cara por las nubes, sacando los pitones por encima del palillo de las muletas, acusando la querencia de tablas y de toriles como destino para rajarse y, en ocasiones, buscando directamente el pecho de los toreros.

En ese sentido, los dos primeros fueron algo más “pacíficos”, pues pasaron por allí, sin emplearse apenas, siempre y cuando no se les molestara ni se les exigiera en exceso, tal y como lo entendió perfectamente Calerito para sacar al que abrió plaza la decena de pases que tuvo hasta desfondarse.

Ante el segundo, un novillo flacón y zancudo en tipo “villamarta”, también acertó pronto con esas claves Manuel Diosleguarde, a pesar de las dudas que debió suscitarle la manera en que el animal se coló y volteó en dos ocasiones consecutivas a Jorge Martínez cuando intentaba el quite.

Pero no dudó el salmantino, quien, en el aire de los buenos muleteros de su tierra, le cogió pronto la media altura y un templado compás para, con alguna que otra fea colada más, instrumentarle varias tandas de muletazos ligadas, lentas y de excelente trazo, que se quedaron sin premio por un pinchazo previo y por la inexplicable frialdad del tendido.

El tercero ya mostró ese peligro de forma más descarada, primero ciñéndose por los dos pitones al menor descuido, después desparramando avisamente la vista y, finalmente, soltando una seca y súbita puñalada en dirección al corbatín de Jorge Martínez, que ni así se arredró ni le volvió la cara, dentro de su firmísimo planteamiento.

Volvió a “dejarse” también el cuarto, que humilló de salida, pero pronto pasó a desentenderse de la pelea, incluso frente al suave y preciso capote de brega de Antonio Chacón. Y si fue a mejor se debió también al inteligente y sincero oficio de Calerito, que le esperó en todo momento a que metiera la cara en un engaño que mantuvo siempre a la altura debida.

Fue así como el sevillano logró cuajar la faena más redonda de la tarde, con un ritmo pausado, sin alterarse ante las informalidades del mansito y llevándolo empapado en pases de largo y ajustado recorrido que, por fin, caldearon a los tendidos y a la banda de música.

Era faena de oreja, y de las de peso, pero el único que no lo entendió así fue un presidente insensible que se acabó llevando una fuerte bronca antes de que el vacío quinto y un sexto de creciente sentido no dejaran redondear la tarde a los otros dos componentes de la valiente y sincera terna que hoy, orgullosamente, salió de la plaza con la cabeza más alta que la de sus novillos.

Por Jesús Bayort. ABC. Cuando te obligan a vivir entre lodos

Aún no había nacido cuando el lodo ya estaba expandido. Llegó con un Guadiamar tan zaino como el toro que le pudo allanar el camino. ‘Atónito’ no tenía ni cobre, ni plomo, ni zinc; pero Calerito, de cuna minera, vino a picar piedra como si no hubiese fin.

Necesito que me ayuden. Que me ayuden a enseñarle a un hombre descorazonado a empatizar con un chiquillo. Que me ayuden a explicarle a un huérfano de sensibilidad cuánto sufre un novillero. Y que me ayuden a enseñarle a un ávido de protagonismo por qué es mejor pasar desapercibido.

Veintitrés años después, la gente de Aznalcóllar volvió a sufrir otra catástrofe en sus carnes. Los vecinos volvían a echarse las manos a la cabeza, mientras las mulillas arrastraban al utrero con la oreja colgando. Y Calerito sin dar crédito, sabedor de lo que esto significaba: otra vez a partir desde cero.

Otro invierno sin saber cuándo, cómo y dónde comenzará a torear. Otro año sin que los ganaderos le encierren un pitón. Otra vez preso de una tapia discriminatoria que juzga más por quién eres que por cómo eres. Otra vez relegado a vivir entre lodos, y sin tener a un Boliden al que denunciar o echarle la culpa.

La Plaza de Toros de Sevilla merece un palco impregnado de afición y sensibilidad. Que sepa juzgar y medir. Que si se opone a concederle una oreja a un chiquillo también lo haga a conceder una Puerta del Príncipe con un rejonazo en los ijares. Y que sepa definir al 'toro sevillano'. Que para algo los llevan al campo, aunque alguno se piense que va de excursión.

Por cómo se estaba desarrollando la tarde, Calerito merecía la oreja. Y porque la plaza así lo pidió. Una plaza santa, que calló ante un tostón de novillada, anunciada como de «triunfadores de la temporada». Imaginamos que eso no iría por la ganadería, que paradójicamente ha echado su peor campaña de los últimos años. Un hierro al que le recordamos estupendísimos novillos en las últimas temporadas, pero que ha naufragado en 2021. Hasta tal punto que el ‘sobrino’ se la quitó hace un mes en tierras segovianas. Suponemos que el brindis del pasado sábado suavizaría las aguas. Aguas que vuelven a intoxicarse por los lodos de la incomprensión.

Fotografías: Arjona/Toromedia.

28_septiembre_21_sevilla.txt · Última modificación: 2021/09/29 08:08 por paco