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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

Feria Extraordinaria de San Miguel

Domingo 3 de octubre de 2021

Corrida de toros

Ficha técnica del festejo

Ganadería: Toros de Miura (desigualmente presentados, con diferente juego; el mejor, el 2º; el 4º fue devuelto a corrales por debilidad manifiesta: 4º-bis, de Virgen María, manso; infumables 3º y 6º).

Diestros:

Morante de la Puebla: Media estocada atravesada, tres descabellos (saludos desde el tercio); estocada recibiendo, baja y tendida (saludos desde el tercio).

Manuel Escribano: Estocada entera y en su sitio (dos orejas); estocada casi entera recibiendo; descabello, aviso, descabello (saludos desde el tercio).

Pepe Moral: Pinchazo, estocada tendida aunque efectiva (saludos desde el tercio); tres pinchazos, estocada casi entera tendida, dos descabellos, aviso, tres descabellos (silencio).

Banderillero que saludó: destacó Manuel Escribano con los palos en el 2º.

Presidente: José Luque Teruel.

Tiempo: soleado, temperatura agradable. Algo de viento.

Entrada: lleno de no hay billetes.

Imágenes

Video resumen AQUí

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver Escribano vuelve a triunfar con Miura

La expectación era máxima y esta vez no se frustró del todo, porque, al menos, podremos contar a nuestros nietos que vimos a Morante de la Puebla torear un Miura. La mayoría de los del escalafón actual, entre ellos todas las figuras, no han visto un miura ni en pintura, ni lo verán, sólo torean los de un encaste y algunos sólo una ganadería. Recuerden que las figuras de todos los tiempos, desde Cúchares a Pepe Luis, pasando por Belmonte, Gallito y Manolete, los toreaban todos los días. Morante quiso hacerlo en un festival y se lo cambiaron y hoy hasta le cambiaron el 2º, pero el primero sí era un Miura enorme y lo lanceó con su gusto particular y después lo lidió y mató con facilidad. Manuel Escribano volvió a triunfar con los de Zahariche, le salió un extraordinario 2º que aprovechó para desorejarlo y un 5º imposible que le impidió la Puerta del Príncipe. A los dos los recibió a portagayola y banderilleó con eficacia. El palaciego Pepe Moral, otro especialista en las duras, pechó con el lote peor. Escribano yo diría que se merece que en la próxima Feria lo pongan con las duras pero que también le den alguna de las más fáciles para que obtenga el premio gordo de la Maestranza.

Lo mejor, lo peor

Por Antonio de los Reyes

Lo mejor. La faena completa y lucida de Manuel Escribano a un buen segundo de Miura. Toreo de raza y valor el de Manuel que consiguió sacar lo mejor de un toro con clase de Miura al que se le hicieron las cosas muy bien en todos los tercios de la lidia. Escribano no quiso pasar desapercibido y se fue a portagayola hasta en dos ocasiones destacando con el capote y llevando largo y templado la embestida del animal en la muleta.

Lo peor. Quizás muchas personas que presenciaron la corrida no se percataron de lo sucedido en la petición de oreja al presidente en la faena de Manuel Escribano una vez finalizada la lidia y muerte al segundo Miura de la tarde. El presidente sacó el primer pañuelo y lo escondió demasiado pronto creando confusión cuando aún habían aficionados pidiendo la primera oreja y que pensaban que no se le estaba otorgando, por lo que la petición mayoritaria continuó apretando en la plaza hasta que de nuevo se asomó el pañuelo con la segunda oreja concedida. No todos lo vieron así, pero si una gran mayoría. En conclusiones, la faena fue meritoria de una oreja con peso si, y porqué no una segunda, pero la confusión se creó y se palpó en gran parte de los tendidos de la plaza.

Crónicas de la prensa

Por Patricia Navarro. La Razón. La clase de Morante con la de Miura el día de los dos trofeos de Escribano

Sería poco decir que Morante y Urdiales han robado el corazón de Sevilla. Sería quedarse corto porque más allá de lo que pasó (mucho) hay una lectura más profunda e interesante: el toreo bueno está de moda, agarra las emociones y triunfa. Bye Bye tiralíneas. O eso pensábamos al comenzar el festejo. Morante, después de su propia catarsis, regresaba a la Maestranza, pero esta vez con la gesta de hacerlo con la corrida de Miura. Hacía muchísimo que esto no ocurría, pero no por Morante sino por una figura del toreo. El toro que le tocó en suerte, destartalado de pitones y con sus 606 kilos, daba la sensación de que le cabían más en la enormidad de caja que tienen estos toros. Lo que no le cabe a Morante es más torería.

No humilló el toro, también marca de la casa, pero no le importó al de La Puebla para esbozar alguna verónica en el saludo de capa y bordarlo en la media. ¡Qué manera de arrebujarse, de borrar las distancias y reunirse con el toro! Por chicuelinas lo llevó al caballo mientras dejaba que el Miura llevara a la altura de la cadera los pitones. Y ya después vino el toreo redondo con el capote que abrochó a una escandalosa media. Morante se supera y lo borda con el toro entregado o el que no humilla. Le buscó las vueltas después, sin prisa y le robó alguna trinchera para el recuerdo.

Su segundo fue demasiado anovillado y para remate reventado de atrás. Volvió a corrales y salió un sobrero de Virgen María, que tuvo en su viaje tanta codicia como informalidad. El comienzo de faena de Morante resultó apoteósico. Para verlo mil veces. La faena contó con las mismas irregularidades que el toro, pero salpicada de muletazos extraordinarios y esos aderezos del de La Puebla que son oro puro. Espectacular fue el cierre y sorprendente la estocada recibiendo. Lástima que cayera abajo. Se pidió trofeo y se le sacó a saludar queriendo que diera la vuelta. Pero no quiso. No tenía necesidad.

Escribano volvió al mismo lugar de siempre y recibió a portagayola al segundo. Se llevó sin duda un buen toro de Miura, que embistió largo y con repetición. Escribano puso toda la carne el asador, sobre todo por la derecha. Más templado y ligado, aunque todo tendiera a ir por fuera. Por el zurdo fue menos claro y también menos contundente el sevillano. Ya casi al final resultó cogido de manera espectacular. Muy violento. Cambió la espada y mató a la primera y en el fervor de la gente le premiaron con el doble trofeo. ¿Algo que se le parezca a la faena de Diego o Morante en días anteriores? No. Tuvo un gran toro y faltó peso para la rotundidad de un doble premio en Sevilla.

Se puso de nuevo a portagayola en el quinto y en verdad eso fue lo más explosivo de la faena. Después el toro llegó a la defensiva y con media arrancada. Lo único que se podía llevar era un disgusto. Grisura.

Pepe Moral solventó con un tercero, noble y de poco gas, que no dejaba gran margen para jugarse la vida ni para que aquello transmitiera. Y algo similar le ocurrió con el que cerró plaza, iba y venía sin ninguna entrega ni emoción. Lo intentó Moral, caía la noche, se apagaban las luces de Sevilla.

Por Álvaro Rodríguez del Moral. El Correo de Andalucía. Una faena de Morante, dos orejas de Escribano y una miurada declinante

Se ha acabado la Feria de San Miguel. Ha sido un largo ciclo forzado por las circunstancias que quedará en los anales del propio coso maestrante por su propia excepcionalidad. No es el momento de ponerse a hacer resúmenes o a sacar conclusiones de un extenso serial que será desmenuzado en la web de El Correo este mismo lunes, fecha en la que también se reúne el jurado de los premios de la Real Maestranza para otorgar unos galardones que cambian de fecha pero no de categoría. Ya se lo contaremos. El caso es que la ‘miurada’ de cierre había despertado una inusitada expectación gracias al momento excepcional que atraviesa Morante de la Puebla, que había escogido los temidos toros de Zahariche para cerrar la aplazadad Feria de Abril primero –ya sabemos cómo acabó aquello- y para clausurar este inédito abono otoñal finalmente.

Y Morante volvió a agotar el papel. El dato es importante: el diestro de La Puebla, en el mejor momento de su vida, ha sido el definitivo responsable de colgar el ansiado cartelito de ‘no hay billetes’ en sus cuatro comparecencias. El matador cigarrero, además, volvía a pisar el ruedo maestrante después de la enorme conmoción del pasado viernes, auténtica cima de esta sanmiguelada en la que hay que anotar otras cumbres.

Pues vamos al turrón: Morante, vestido con un traje de golpes añejos y aire decimonónico, había hecho el paseíllo visiblemente molesto por el estado del ruedo. Los operarios no habían sacado la manga pensando, seguramente, que el chaparrón del mediodía había bastado para asentar el albero. ¡Hay que regar! exclamó el de La Puebla, que pechó en primer lugar con un ejemplar engallado y de impronta arqueológica –sin remate a pesar de sus 600 kilos- al que cuajó un enorme quite por verónicas después del primer puyazo. La faena, queriendo siempre, comenzó con muletazos ayudados por alto y por bajo pero la embestida, cortísima, no era apta para demasiadas florituras. A pesar de todo se puso allí de verdad, mostrando una encomiable actitud. El diestro cigarrero que se marchó a por la espada después de un desarme. Le anduvo con la cara con sabor antiguo antes de dejar medio espadazo que tuvo que ser refrendado con un descabello.

Los hados del destino quisieron, una vez más, que Morante se quedara sin poder lidiar un toro de Miura en la plaza de la Maestranza. Un sobrero de Virgen María tuvo que sustituir al titular, abecerrado e inválido. Morante, disgustado en su fuero interno, venía dispuesto a torear. Y así lo hizo desde el primer muletazo, sacando al toro –manso y aquerenciado- más allá de las rayas con un puñado de muletazos que fueron carteles de toros de una taberna antigua. No era fácil el empeño pero el matador cigarrero se acabó imponiendo a esa embestida incómoda en una faena que siempre fue a más y que rompió definitivamente en un grandioso pase de pecho. Dueño de la escena, tomó un sombrero que le había arrojado desde el tendido para adornarse mientras lo cuajaba por el lado derecho. Para entonces, el toro ya había cantado definitivamente la gallina pero el torero amarró el asunto con un puñado de ayudados por alto y un molinete invertido. La estocada, al encuentro, no cayó en buen sitio y se enfrió el asunto. Habría merecido la oreja pero el propio matador hizo gestos al tendido y la presidencia de que no había hecho méritos para ello. La ovación fue de gala. La feria que ha echado Morante, para enmarcar.

Pero hubo un triunfador contante y sonante en esta miurada declinante, con enormes lagunas de presentación para la plaza de la Maestranza. Fue Manuel Escribano que se llevó la única bola premiada del envío. Fue un toro boyante, pronto y noble al que recibió a portagayola y lanceó animoso antes de emplearse en un notable tercio de banderillas. Manuel entendió a la perfección al animal en una faena basada sobre el pitón derecho que tuvo la virtud de exprimir la embestida con muletazos hondos, largos y rematados por abajo.

El ritmo del trasteo iba a más pero experimentó un indeseado bajón por el pitón izquierdo. Por ese lado no fue igual el bicho y además apretó ese viento incierto que flameaba el estandarte de los maestrantes y traía prendida la otoñada. Lo arregló volviendo al otro lado mientras escuchaba la guasa de un imbécil del tendido cuestionando la fiereza del ‘miura’. Una tremenda voltereta sirvió de respuesta al indocumentado y seguramente también para espolear al público que pidió la segunda oreja después de la estocada. El palco tampoco se lo pensó demasiado. Escribano volvió a repetir idéntico esquema con el quinto, un animal muy mal presentado y deslucido al que costó matar. Se había truncado el sueño de abrir la Puerta del Príncipe.

Pepe Moral, finalmente, barajó escasísimas opciones para salir rebotado de Sevilla y revalorizar la próxima encerrona que protagonizará en Osuna en la festividad de El Pilar. Al tercero, que fue y vino sin emplearse nunca de verdad, lo toreó apoyado en la voz sin sacar nada en claro. El sexto fue aún peor. Se había acabado la miurada y con ella este ciclo de San Miguel que ha condensado una atípica temporada. Un año más –en 2020 no pudo ser- ha sido un placer.

Por Antonio Lorca. El País. Desconocido Morante ante los miuras

El triunfador fue Manuel Escribano, que paseó dos orejas, excesivas ciertamente, del bravo y noble segundo toro de la tarde. Pero la noticia residía en Morante de la Puebla, que se anunciaba por vez primera con los legendarios miuras, y en él estaban concentradas todas las miradas. De hecho, se acabó el papel en la taquilla con el reclamo de su presencia en el cartel.

Y no defraudó. Es más, demostró con creces que su supuesta gesta no era un farol. Es verdad que está en racha, y con la actitud de un torero principiante ansioso de triunfos. Pero no hizo el paseíllo para cubrir el expediente, sino para confirmar que está en el mejor momento de su carrera, y es el torero más en forma de toda la temporada.

Se presentó vestido de tabaco e hilo blanco, con medias de este color y chaleco dorado; finalizado el paseíllo puso mala cara cuando comprobó que el albero estaba suelto y se presagiaba una polvareda, como así ocurrió. Pero en cuanto salió el primer miura, de gran alzada, abierto de pitones, suelto y distraído, se puso a torear a sus artísticas maneras. Dos verónicas para abrir boca, un singularísimo galleo por chicuelinas al final del cual se desplomó el toro; una media de cartel cuando lo llevaba por segunda vez al caballo, y un quite posterior de cuatro verónicas y media extraordinarias. Ahí quedó eso.

El animal acudió al piquero con la cara alta, se dolió en banderillas y llegó al tercio final sin fuerzas, sin clase y sin casta, lo que no impidió que Morante se luciera en unos ayudados iniciales, una trincherilla y un elegante remate al tiempo que el toro volvía a mostrar sus flaquezas. Lo intentó con afanosa voluntad, y aún brotó algún detalle para firmar una muy digna actuación en su primer encuentro con la mítica ganadería.

El cuarto volvió a los corrales por su manifiesta invalidez, y fue sustituido por un manso y complicado toro de Virgen María. No se arredró Morante ante tal circunstancia, y aunque no pudo destacar con el capote, exprimió la torpe embestida con una disposición encomiable. Inició su labor en el último tercio con una rodilla en tierra para dibujar unos ayudados por bajo, un molinete, un remate y un cambio de manos que hicieron albergar los mejores augurios. Redondos largos y muy sentidos con la mano derecha —el animal soltaba la cara por el lado contrario— a fuerza de una voluntariosa porfía; una tanda más, la mejor, por el mismo lado, con el adorno de llevar en su mano izquierda un sombrero de ala ancha que estaba en la arena, y una estocada baja de rápido efecto. A pesar del reconocimiento del público, que pedía la oreja, hizo gestos al presidente de que no la concediera y se negó a dar la vuelta al ruedo, que se le requería con insistencia.

El triunfador, no obstante, fue Escribano, que ofreció toda una lección de pundonor y compromiso. Recibió a sus dos toros de rodillas en los medios, pasó dos malos ratos porque ambos se pararon poco antes de aceptar la larga cambiada, y a los dos veroniqueó con soltura y vistosidad. Le tocó el mejor toro de la tarde, el segundo, bravo en el caballo, largo en banderillas y noble y repetidor en la muleta. Y estuvo a la altura de las condiciones del animal con un toreo templado, largo y hondo, sobre todo por el lado derecho. No hubo pasión, ni ese punto de entrega entre toro, torero y público, pero su faena fue meritoria y jaleada por los tendidos. Mató de una fulminante estocada y paseó dos orejas que se antojan excesivas.

Al quinto lo banderilleó con la misma escasa brillantez que ya lo hizo en su primero, y solo pudo mostrar deseos de agradar, pues el toro, insípido y descastado, no permitió atisbo alguno de lucimiento.

Y Pepe Moral tuvo peor suerte. El lote más infumable, sin clase alguna el tercero e imposible el sexto, fue el suyo. Quizá se le vio desvaído y vencido, pero lo cierto es que los toros no le permitieron confianza alguna.

Por Andrés Amorós. ABC. Manuel Escribano corta las orejas al mejor Miura

Hace un par de años, en Utrera, Escribano logró indultar un toro de Miura (el primero, en su centenaria historia). Esta tarde, recibe a porta gayola a sus dos enemigos. Lidia bien al segundo, pone banderillas con facilidad y facultades; al final, juguetea con el toro con gran espectacularidad. Desde el centro, comienza con dos muletazos cambiados. Dando distancia, aprovecha las bonancibles embestidas del Miura para ligar derechazos mandones. Al ver las nobles embestidas, grita un patoso: «¿Dónde están los toros de Miura?» Le responde ‘Cuajadito’, echándose a los lomos al diestro, al intentar los naturales de frente. La buena estocada, de rápido efecto, le hace ganar las dos orejas, exigidas por todos. En el quinto, le bastaría una oreja para abrir la Puerta del Príncipe y Manuel no regatea entrega: porta gayola, verónicas, banderillas (falla cuando el toro se le abre, en el peligroso par por los adentros). En la muleta, el animal sale con la cara alta, sin entregarse, no le da opción alguna, y se pone difícil, para cuadrarlo. Lo caza con habilidad a la segunda. Tendrá que esperar a otra ocasión. Si no se aflige, Pepe Moral sabe conducir con longitud y temple las embestidas de los toros duros. Al tercero, manejable, lo recibe de rodillas, veroniquea abriendo mucho el compás, traza muletazos largos. El toro se queda a mitad y la faena, lo mismo. En el último, que empuja en el caballo y arrea en banderillas, logra algún derechazo; por la izquierda, el toro se queda corto. Se justifica Moral por su voluntad, no más, y mata mal.

Y el foco de la tarde, Morante, con su singular vestido y medias blancas. No quiere limitarse a la etiqueta de ‘artista’, se apunta a los Miuras sin necesitarlo, cuando está en el momento más alto de toda su carrera. El primero parece flaco pero pesa más de 600 kilos; asoma la cabeza muy por encima del burladero. Según viene, le enjareta una verónica con arte; gallea por salerosas chicuelinas, que entusiasman. En el quite, cuatro verónicas suavísimas levantan un clamor. Comienza por hermosos ayudados por alto. Cuando el toro no pasa al natural, le saca unas preciosas trincherillas. Al ver que no tiene recorrido, machetea a dos manos, como se debe. Mata de pinchazo hondo. Todo lo ha hecho bien, salvo el descabello, suerte de matarifes. Devuelto el cuarto por cojo, con la lógica decepción, sale un sobrero de la Virgen María, encaste Domecq, muy diferente en todo. Creíamos que no iba a valer… y nos equivocábamos. Después de un torerísimo comienzo, rodilla en tierra, logra Morante dormirlo en la muleta, con naturalidad, gusto, mando: gran toreo. Le tiran un sombrero de ala ancha y lo recoge: da nuevos derechazos con el sombrero en la mano izquierda. Sólo le ha faltado adornarse, colocándolo en el pitón del toro, como hacía Domingo Ortega. Cuando el toro se acaba, cita al encuentro, como suele, pero la espada queda baja. Muchos piden la oreja pero Morante hace gestos claros de que no la merece y se niega también a dar la vuelta al ruedo. Aunque sea algo insólito, me parece un gesto muy torero, lo contrario de mendigar aplausos. No ha triunfado pero ha mantenido su gran cartel.

Concluyen la corrida y la Feria. Con inevitable melancolía, salgo a la bellísima terraza, sobre el río que separa –y une– las dos orillas. Recuerdo a Antonio Murciano: «Corazón mío, / de Sevilla a Triana / no hay más que un río». En ese agua veía Joaquín Romero Murube «rosas amarillas, jazmines celestes, sedas escarlatas». Y va a dar en la mar, como todos nosotros. Me consuelo saboreando la belleza que hemos vivido. (Una vocecita interior me repite: ‘Y Morante’). Me ilusiona pensar que, el año próximo, habrá otra vez Semana Santa, en Sevilla, y habrá Feria de Abril, en abril. Si Dios quiere, aquí estaremos.

Por Luis Carlos Peris. Diario de Sevilla. Otra vez Escribano con 'Datilero'

Siempre hay un señuelo que nos atrae para ir a los toros y en esta ocasión se llamaba Morante de La Puebla y la verdad es que no defraudó, pero íbamos a encontrarnos con el grato suceso de que Manuel Escribano se reencontraría en su primero con aquel Datilero del mismo hierro que lo catapultó en la Feria de 2013. Ocho años después, Manuel encontraba en Cuajarito lo que su antepasado le dio y eso nos encontramos. Como en la Feria de toda la vida, este ciclo sanmigueleño remata en tablas con la corrida de Miura. Y como en tiempos muy pretéritos, en el cartel está la gran figura del toreo actual y que se reafirmó en la tarde gloriosa del viernes elevando a la cima más alta su nombre en diálogo apasionado con un juampedro. Y como las grandes figuras de antaño, José Antonio Morante se anuncia con la de Miura.

Y con el orfebre cigarrero hacen el paseo dos toreros muy cualificados en este apartado de vérselas con los que pastan en Zahariche. Son el gerenense Manuel Escribano, que se relanzó al toreo con aquel Datilero por la vía de la sustitución al Juli, y el palaciego Pepe Moral, un especialista en corridas de este tipo y un artífice con la mano izquierda para componer uno de los vértices de la temporada, que es el de cerrar la Feria con la corrida de Miura. Se trata de una clausura ciertamente sentimental y muy de agradecer a ese José Antonio Morante Camacho que tan alto va dejando el pabellón del toreo, pero la tarde nos guardaba sorpresas.

Morante llegaba luciendo un precioso y original vestido con la novedad de lucir medias blancas. Recibido con una ovación clamorosa que compartió con sus compañeros, el cigarrero anduvo con el primer miura como si no fuese de ese hierro. Lidió con el capote y galleó por chicuelinas. Andaba a gorrazos con el morlaco, lo toreó sin probarlo, dando los pases de uno en uno, léase ayudados, trincherillas, de pecho, pero aquello duró lo que duró el toro, se demoró con el descabello y todo quedó en saludos. El cuarto fue sustituido por un toro de la ganadería Virgen María, que tiene procedencia mayoritaria de Victoriano del Río, y ahí inventó una faena made in Morante llena de singularidades, como la de torear de muleta con un sombrero que le habían arrojado en la otra mano o lo de hacer gestos ostensibles al público de que no le pidiesen la oreja, negándose a dar la vuelta que el público pedía. Él había llegado para matar una de Miura y ese toro cuarto no venía de Zahariche.

Morante aparte, el triunfo se lo llevó Manuel Escribano en el segundo de la tarde. A los dos de su lote los recibió a portagayola, banderilleó a ambos y estuvo cumbre con Cuajarito. El animal tenía un gran pitón derecho y lo exprimió, pero al intentar el natural cogió espectacularmente a Manuel, mató de un estoconazo sensacional y las dos orejas las paseó tras recibir la felicitación de Morante y luego de Moral. El segundo lo hizo todo con la cara alta y sabiendo dónde estaba el torero en todo momento. Lo mató de pinchazo y estocada a toro arrancado, escuchó un aviso y saludó desde el tercio.

Bailó Pepe Moral con la más fea, con el lote menos colaborador, pero se ganó el respeto de la Maestranza por su insistencia en querer sacar agua de un erial. El primero parecía prometer juego, pero se fue quedando corto y el segundo no bajó la cara en ningún momento. Y ahí se acabó una feria de San Miguel atípica y que dejó cosas muy interesantes junto a una eclosión ocurrida el viernes gracias a los buenos oficios de un mago cigarrero.

Por Álvaro Ochoa. Diario de Sevilla. Sevilla volvió a la normalidad taurina

Se cerraron de nuevo las puertas de la Real Maestranza de Caballería. La Feria de San Miguel ha terminado y es seguro que pasará a la historia del toreo en Sevilla por muchos motivos. El primero, porque fue el regreso tras más de 700 días sin corridas al coso del barrio de El Arenal. Una reanudación de la actividad taurina que fue emocionante el pasado 18 de septiembre, cuando se dio el pistoletazo de salida a 14 festejos en 16 días que acabaron ayer. Lo segundo, porque sobre el albero han ocurrido cosas que difícilmente pasarán desapercibidas en el futuro. Las faenas de Emilio de Justo, Morante de la Puebla, Diego Urdiales y Manuel Escribano, las cuatro premiadas con dos orejas cada una, se unen al triunfo rotundo del joven Guillermo Hermoso de Mendoza sobre el caballo. Y a la regularidad de José María Manzanares, que cortó una oreja en cada una de sus tres tardes.

Pero más allá de las valoraciones artísticas, que traerán en los próximos días una ristra de premios y distinciones, esta intensa y extensa Feria de San Miguel ha sido noticia por haberse podido producir con circunstancias nunca antes vistas en la plaza de toros de Sevilla. El público, que sólo pudo llenar los tendidos al 60% de su capacidad habitual, lo tuvo que hacer portando mascarillas y frotándose las manos con gel hidroalcohólico al entrar. Aparte, no pudo comer ni fumar durante los festejos, limitando la ingesta a botellas de agua. Tanto los puestos de frutos secos y chucherías de los aledaños como las barras de bebidas del coso maestrante habrán notado esta peculiar situación. No parece haber sido así para los hosteleros de las calles cercanas, donde el público ha llenado locales y veladores, recuperándose así el ambiente taurino de antes de la pandemia.

Otro aspecto destacado de este ciclo ha sido el musical. Tanto la banda del Maestro Tejera como los clarineros de la puerta de toriles han sido el centro de las críticas de numerosos aficionados y de algún torero, como fue el caso de Morante de la Puebla. El diestro cigarrero ordenó parar la música en señal de protesta porque no hubiera comenzado antes a sonar. En el caso de los clarines que avisan de los cambios de tercios, las quejas han sido puramente por la falta de afinación en los toques. Otra figura que suele acaparar las iras de los tendidos es el presidente, al que algunos le reclaman aún una oreja para Daniel Luque y otra para Calerito. No es el caso de Macarena Zulueta, nueva alguacililla de la Maestranza. A la que todos dieron la enhorabuena por ser la primer mujer de la historia en ostentar dicho cargo.

En definitiva, detalles que serían imposibles enumerar de una programación ferial sin la distracción de las casetas y los volantes del Real. Todas las miradas, incluidas las de la televisión en la mayoría de días, se dirigieron al redondel de la capital andaluza, donde aficionados hispanohablantes de todo el mundo se dieron cita para ver a casi todas las principales figuras del panorama taurino actual. La siguiente parada será el próximo 12 de octubre, festividad de la Hispanidad, cuando se celebre un festival a beneficio de las hermandades de penitencia de Triana.

Por Jesús Bayort. ABC. El sombrero de Rafael Peralta

Estábamos la fotoperiodista Rocío Ruz y yo, como cada tarde, pasando frente a la Puerta del Príncipe más calor que vigilando un puchero. Durante toda la Feria de San Miguel nos hemos encargado de hacer la fotogalería más popular del serial. El objetivo de mi querida Rocío ha trincado a todo el que por allí ha pasado: toreros, ganaderos, empresarios, políticos, artistas, famosos, famosetes, mujeres guapas, gentelmans… Y hasta algunos que, sin saber bien quiénes eran, tuvimos que meter porque nos habían dado más vueltas que un daltónico a un cubo mágico.

Vayamos al grano: desde lejos divisé llegando a Rafael Peralta Revuelta, que portaba un curtido sombrero de ala ancha con el que conseguía un aspecto señorial. Aunque me sorprendió verlo con él, no le di mayor importancia. Hora y media después, durante la lidia del sobrero de Virgen María al que magistralmente toreó su paisano Morante, me percaté de que el maestro le daba demasiadas consignas a ‘El Lili’. Por los gestos, parecía como si le estuviera pidiendo que le colocaran al toro en los terrenos donde más querencias había marcado durante el inicio. Raro. Y de repente, sin notar cómo caía, apareció el sombrero de Rafael Peralta, sobre la raya de ese tercio. Morante, torero y majestuoso durante toda la corrida, echó mano a mitad de faena de ese curtido sombrero y lo utilizó como adorno en una empacada serie con la diestra.

Todo este rollo que les he contado no deja de ser una simple anécdota, que refleja el interés del genio por preparar y cuidar todos los detalles. Un modo único de engalanar la obra. Aunque algún escéptico se atreverá a catalogarlo como de montaje, yo lo veo desde otro perspectiva: la regresión a la Edad de Oro. La oportunidad para que los retratistas inmortalizaran estampas arcaicas: una forma de vestir que a muchos nos recordó más a Juan que a José; esa confirmación de que a los miuras también se les puede torear, y muy bien, con la capa (¡Qué galleo por chicuelinas!); ese modo de salirse del tercio con la muleta; esos remates por bajo…

Morante nos brindó un retorno al blanco y negro. Y nos dio una lección de decoro cuando insistió en que no le dieran la oreja del toro de Virgen María. El público había venido a verle con Miura y el trofeo minusvaloraría su hazaña.

Capítulo aparte merece la faena al segundo toro de la tarde. Que me perdonen el Manuel Escribano que resurgió con ‘Datilero’ y el Manuel Escribano que se encumbró con ‘Cobradiezmos’, pero yo me tengo que quedar con el Manuel Escribano de ‘Cuajadito’. Les diré, con total convicción, que es ésta la faena más maciza que el de Gerena ha realizado en la Plaza de Toros de Sevilla, pese a que no pudiera recrearse con la zurda.

‘Cuajadito’ tenía frente a él a un maestro plenamente cuajado. Tanto, que no sólo se mostró como el torero poderoso y bullidor que conocíamos, sino que se exhibió, para nuestra sorpresa, con mayor estética y encaje. Estaba entendiendo al milímetro la bravura y emoción del miura, con muletazos largos y limpios, hasta que tuvo que saltar un… ¿me permiten que lo llame tonto? Y metió la pata: «¿Dónde está el toro de Miura?», gritó. Un comentario más que inoportuno, que le acabó salpicando: momentos después ‘Cuajadito’ se echaba al de Gerena a los lomos, dejando una estampa épica con su rostro cubierto de sangre. Los tendidos de sol se volvieron contra el metepatas de la grada del 12. El desahogado se la tuvo que envainar.

Sus formas le habían quitado la razón. En Sevilla, cuando un torero está delante de un toro, no caben gritos ni comentarios desafortunados. Aunque eso sí, después de ver al cuarto (titular), al quinto y al sexto, que habían visto pasar desde muy lejos al hombre del pienso, el inoportuno se armó de argumentos.

Por Toromedia. Dos orejas para Manuel Escribano con la de Miura en el cierre de San Miguel

El primero de la tarde salió manseando en el capote. Morante intentó lucirse pero ni la condición del toro ni el viento le dejaron. Sí se lució en el galleo por chicuelinas para colocar al toro en el caballo. Dio buena media para dejarlo en el segundo puyazo. A la salida hizo un quite de tres verónicas y media excelente, que sorprendió. Comenzó la faena con ayudados y vio el pitón izquierdo, por donde logró dar algunos naturales y adornarse con pinturería. Con la derecha sufrió el efecto del viento pero dejó un par de trincherazos de cartel. Mató de media y dos descabellos. Fue ovacionado.

El cuarto 'miura' fue protestado de salida y devuelto a corrales. Salió un sobrero de Virgen María que no permitió a Morante lucirse de capa. El torero firmó un precioso y variado comienzo de faena con doblones, ayudados, cambios de menos y otras adornos muy toreros. Probó primero por el pitón izquierdo y el toro se mostró áspero. Cambio a la derecha y se gustó en dos series haciendo sonar la música. Intentó volver a la izquierda y constató la dificultad del toro, así que dio una serie con la derecha adornándose con un sombrero que le habían tirado. Y al final hizo un último intento de toreo al natural y concluyó con ayudados, calentando el ambiente. Mató en la suerte de recibir pero la espada se le fue baja, de modo que él mismo pidió al público con gestos que no reclamaran la oreja. Fue ovacionado.

Escribano recibió al segundo a portagayola y después toreó bien a la verónica a un toro que repetía. El de Miura se empleó en los dos puyazos. Pepe Moral hizo un quite con dos verónicas y media. En banderillas Escribano estuvo solvente, destacando el tercer par al violín y al quiebro. Comenzó la faena con un pase cambiado por la espalda. En la primera serie el toro embistió bien y Escribano lo templó, gustándose también en la segunda. Dio distancia y lució al de Miura. La tercera serie fue cadenciosa limpia y ligada. Por el lado izquierdo le molestó el viento y el toro no fue tan claro. Volvió a subir el tono con una última serie diestra de mano baja y temple. Para finalizar, volvió a la zurda y fue cogido por fortuna sin consecuencias. Mató de buena estocada y cortó las dos orejas.

Escribano se volvió a ir a portagayola en el quinto, al que luego toreó a la verónica con oficio. En banderillas no brilló como en su primer toro. El de Miura se defendía mucho en la muleta y embestía por encima del palillo. No era ni por asomo el primero de su lote, desarrollando cada vez más peligro y pegando tornillazos sin parar. Lo tuvo que cazar con la espada.

Pepe Moral dio una larga cambiada en el recibo al cuarto, al que lanceó de forma estimable. Cumplió en el caballo el toro y en la muleta embistió con la cara muy alta, sin emplearse. Moral estuvo firme y templado por ambos pitones en una labor de mérito pero sin tener la colaboración necesaria. No obstante insistió y logró que la faena fuera a más y que los mejores momentos llegaran al final .

El sexto desarmó a Pepe Moral de salida, pero luego se lució en un quite por chicuelinas. Con la muleta lo sacó fuera de las rayas y lo intentó con la derecha ante un toro que no humillaba nada. Por el izquierdo aprendió pronto y Moral llegó a la conclusión de que no había nada que hacer. A pesar de ello lo intentó un poco más sin resultado. Pinchó hasta en tres ocasiones.

Fotografías: Arjona/Toromedia.

3_octubre_21_sevilla.txt · Última modificación: 2021/10/04 22:56 por paco