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Adrián Gómez

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Madrid (Carabanchel), 24 de noviembre de 1966

Novillero: Tras estar en la escuela de Madrid, comenzó en los ochenta aunque no destacó ni pudo presentarse en Madtid.

Banderillero: Tras pasarse a los de plata fue un excelente peón, en especial a las órdenes de El Fundi, aunque iba también con muchos novilleros a los que trataba de ayudar.

Cogida a la postre mortal: el 23 de junio de 2008 actuaba a las órdenes del novillero Miguel Luque, cuando el quinto novillo de Antonio San Román le dio una voltereta. Ese percance le causó una tetraplejia severa.

Festival homenaje: José Pedro Prados El Fundi y José Miguel Arroyo Joselito, amigo desde la infancia, con el rejoneador Diego Ventura y los matadores Enrique Ponce, Julián López El Juli y Morante de la Puebla torearon en Vistalegre 1 de marzo de 2009 un festival en su homenaje y beneficio que aunque televisado, fue de “no hay billetes”.

Falleció: Tras una dura rehabilitación en el hospital de Parapléjicos de Toledo, el hombre de plata comenzaba a recuperar cierta sensibilidad en un brazo y el cuello, pero una neumonía acabó con su vida la madrugada del lunes, 1 de noviembre de 2010, en el Hospital 12 de Octubre de Madrid.


“Adrián Gómez es el toreo”

Antonio Burgos, ABC, 29/06/09

Adrián Gómez era uno de los miles de muchachos que sueñan con ser toreros. Se apuntó de alumno en la Escuela de Tauromaquia «Marcial Lalanda». Adivino ahora las ilusiones por llegar y por ser figura de aquel muchacho de Casarrubios del Monte que vivía en Villaverde o en Carabanchel, por ahí por las islas adyacentes de Madrid. Me imagino que su familia tendría que pasar muchas fatiguitas para poner y que lo pusieran. Porque fue novillero. Colijo que se le acabó pasando la ilusión y la edad. Y que como estaba muy bien con el capote y no se le daban mal los palos, acabó encontrando acomodo laboral como banderillero.

Como algo muy triste y oscuro que hay en los alamares de la profesión taurina, por lo que no protestan los sindicatos ni los que tanto se ocupan de los derechos de los trabajadores: ir de suelto con una cuadrilla. Sueltos van los temporeros de la gloria, los jornaleros de plata, los banderilleros que al no tener cuadrilla fija, por media pringá han de ir buscando los cupones de la Seguridad Social domingo a domingo, feria a feria, fracaso a fracaso, miedo a miedo, por esas portátiles de polvo y borrachera y por las abandonadas plazas de las ferias de los pueblos donde crecen en el ruedo no los triunfos, sino los jaramagos, parando y pareando zambombos y moruchos.

Adrián Gómez, que es el toreo, que es la triste realidad de la verdad sociológica y mayoritaria del toreo, encontró por fin acomodo en la cuadrilla de El Fundi. A sus 41 años iba de tercero con El Fundi. Yo lo vi torear esta Feria en Sevilla. Quizá fuera su soñado debú en la Maestranza. No estaba mal con el capote ni con los palos. Sabía andar delante del toro. El matador estaba muy contento con él. Pero, como suelto, seguía haciendo sus cositas por los pueblos, buscándose la vida como tercero con novilleros que tenían ahora sus sueños de entonces.

Fue el domingo pasado. En Torrejón de Ardoz. Adrián Gómez iba de tercero con Ismael López.En las catacumbas informativas de «Clarín» de Radio 5, el breve telegrama hubiera dicho del festejo: «Torrejón de Ardoz, Tercera de Feria. Tres cuartos de entrada. Novillos de Antonio San Román correctos de presentación y de poco juego, salvo el noble 3º. Ismael López, saludos tras aviso y silencio tras aviso. Miguel Luque, silencio tras aviso y vuelta tras aviso. Rubén Pinar, dos orejas y silencio». Pero no dijeron eso. Dijeron que al salir de un par de banderillas, el quinto novillo le pegó un volteretón impresionante a Adrián Gómez, que cayó de cabeza, sobre las cervicales, muy malamente.

Como sobre el recuerdo de Antonio Bienvenida. Adrián Gómez, de azabache y verde oscuro, quedó inerte en la arena, a merced del novillo burraco de San Román. Enfermería de la plaza. No movía ni las piernas ni los brazos. Traslado al Hospital 12 de Octubre. En la madrugada de la terrible verdad del toreo, en la soledad del cloroformo donde los chuflones no van a lucirse, la frialdad de un parte facultativo: «Triple fractura cervical y posible disección de la médula espinal». Luego, las lágrimas de la familia: «Los médicos nos han dicho que quedará inválido». Cuando escribo este dolor no sé si a Adrián Gómez se lo han llevado ya para operarlo a un hospital cuyo solo nombre da pavor: Centro Nacional de Parapléjicos de Toledo.

Enterarme de todo esto me ha costado mucho trabajo. No vienen páginas y páginas en los diarios. Los portales de peaje no han dicho ni palabra. Nada ha salido en el telediario. Ni de Adrián Gómez, ni de su mujer, ni de sus hijos, han dicho una palabra los programas del corazón. Porque nadie pagó miles de euros en la reventa por estar allí. Con Adrián Gómez no se puede presumir por ahí de aficionado, sino considerar la terrible verdad del toreo. Los Adrianes Gómez sí que son el toreo. El toreo puro y absoluto de la verdad de la vida y de la muerte, de la que no hablan los periódicos. Adrián Gómez, que no cobra millones ni está rico podrido, sí que ha salvado, con su propia vida, la verdad de la Fiesta. Aseguran que quedará tetrapléjico.


Fallece el banderillero Adrián Gómez

El Mundo, 4/11/10

El banderillero Adrián Gómez ha fallecido esta madrugada en el Hospital 12 de Octubre de Madrid tras no superar una neumonía que arrastraba desde hace unos días y por la que fue ingresado en estado grave el pasado sábado. Adrián Gómez quedó tetrapléjico a causa de la cogida sufrida el pasado 23 de junio de 2008 en Torrejón de Ardoz, cuando, a la salida de un par de banderillas, fue prendido por el quinto novillo de Antonio San Román y cayó al suelo de mala manera, golpeándose en la cabeza y quedando sin movilidad.

Tras una compleja operación, se confirmó la disección de la médula espinal y tras pasar unos días en el Hospital 12 de Octubre de Madrid al Hospital, pasó al Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde inició su rehabilitación. La noticia tiñe de negro al mundo del toro, que le rindió un sentido homenaje en un festival celebrado el pasado 1 de marzo de 2009 en el que acturaron, en el Palacio Vistalegre de Madrid, diestro de la talla de Diego Ventura, José Miguel Arroyo 'Joselito', Enrique Ponce, Julián López 'El Juli', Morante de la Puebla y El Fundi.


Adrián Gómez, un subalterno de lujo

El País, 3/11/10

No se esperaba el fatal desenlace, tampoco que una voltereta en una novillada sin responsabilidad en Torrejón de Ardoz fuese a dejar al torero en una silla de ruedas. Fue el 23 de junio de 2008, día en que el banderillero Adrián Gómez actuaba a las órdenes del novillero Miguel Luque, cuando el quinto novillo de Antonio San Román le dio una voltereta. Ese percance le causó una tetraplejia severa. Tras una dura rehabilitación en el hospital de Parapléjicos de Toledo, el hombre de plata comenzaba a recuperar cierta sensibilidad en un brazo y el cuello. Triste mejoría para un cuerpo maltrecho y una moral con demasiados altibajos. Una neumonía acabó con su vida la madrugada del lunes, 1 de noviembre, en el Hospital 12 de Octubre de Madrid. El 24 de noviembre habría cumplido 44 años.

Adrián Gómez, nacido en 1996 en el barrio madrileño de Carabanchel, fue alumno de las primeras hornadas de la Escuela Taurina de Madrid. No tuvo suerte con estoque y muleta y decidió tomar los palos, como tantos otros que prueban suerte con el traje de luces y cambian las salidas a hombros por la brega y las banderillas. Encontró un hueco y un medio de vida en la cuadrilla de su compañero de juventud José Pedro Prados El Fundi, labor que compaginó con las tardes ayudando a chavales en novilladas, como la del accidente que le dejó inútil para el toreo. Fue precisamente su matador José Pedro Prados El Fundi y José Miguel Arroyo Joselito, amigo desde la infancia, quienes se vistieron de corto y convencieron a figuras como el rejoneador Diego Ventura y los matadores Enrique Ponce, Julián López El Juli y Morante de la Puebla para torear en el Palacio de Vistalegre el pasado 1 de marzo de 2009. El festejo, aun televisado, puso el cartel de “no hay billetes”.

Durante sus días de lucha en rehabilitación recibió innumerables visitas y muestras de cariño por parte de ganaderos, subalternos, mozos de espadas y matadores. José Tomás, que no tiene por costumbre actuar en festivales, quiso ir a verle y hacerle entrega, en la intimidad, de sus emolumentos de una corrida de toros. Un detalle de figura antigua para que le ayudase a sacar adelante la vida de su mujer e hijo. Sus restos mortales serán incinerados hoy a las once de la mañana en el cementerio de La Almudena en Madrid.


Muere Adrián Goméz, la verdad del toreo

ABC, 2/11/10

Adrián Gómez representaba la verdad del toreo, el más auténtico. Era la realidad de la Fiesta, de ésa en la que un pelotón de chavales se embarcan en la aventura de ser figuras, pero que al final cambian el oro por la plata. Pese a enfundarse el terno argénteo, era un hombre de corazón áureo. Su entrega en los ruedos desembocó en el mar de la inmovilidad, que era un lento morir, aunque él se aferraba a la vida en busca de un objetivo: «Quiero abrazar a mi mujer y a mi hijo», confesó en una entrevista a ABC. Sandra, su inseparable compañera, y su pequeño Adrián le inyectaban ánimo en los momentos lúgubres. Después de enfrentarse a fieras de todo tipo de divisas, le asustaba sobremanera el cielo zaino. «A veces el ánimo flojea en la noche. Aquí pasamos todos miedo, los de arte y los de valor».

El dolor de sus ojos se reflejaba como el de una pintura de Bacon, pero siempre triunfaba el espíritu del guerrero que bombeaba en su interior. Se sometió a una intensa rehabilitación en el Hospital de Tetrapléjicos de Toledo, donde los médicos contemplaban asombrados su sorprendente evolución. Aunque a veces se desvanecía, enseguida se crecía. Adrián, la cara más cruel de la Tauromaquia, estaba acostumbrado a hablar de tú a tú a la muerte: en la soledad de la habitación del hotel, en el patio de cuadrillas, frente a toros de inmenso trapío… Y al evocar la imagen del drama: en el coso madrileño de Torrejón de Ardoz, cuando actuaba a las órdenes del novillero Miguel Luque, un novillo de Sanromán lo prendió mientras intentaba saltar al callejón a la salida de un par de banderillas. «Nada más caer al ruedo, sabía que el toro me había roto. No movía nada. Fue un momento muy duro», relató en una entrevista a este periódico. Aquella crudeza que nublaba su rostro daba paso a una sonrisa sthendaliana con los juegos de su hijo. «Quiero rodearlo con mis brazos», repetía y repetía…

Adrián recibió el abrazo de todo el toreo con el magno festival que su jefe de filas, El Fundi, organizó en la primavera de 2009 en Vistalegre y en el que ABC participó como entidad colaboradora. El Palacio de Carabanchel, el barrio en el que se forjó su sueño torero y pintó sus primeras verónicas, colgó el cartel de «no hay billetes». Joselito, El Fundi, Enrique Ponce, Morante de la Puebla, El Juli, el rejoneador Diego Ventura y el novillero Christian Escribano regalaron faenas de aromático sentimiento.

Todos quisieron arropar a Adrián Gómez, quien hizo el paseíllo con sus compañeros en una escena eclipsada por el llanto unamuniano, sombrío y negro, que regó la la arena. La emoción desatada trepó por los tendidos y cruzó la cúpula hasta recorrer toda la piel de toro. Pocas veces una ovación habrá estallado con tanta fuerza. «Me hubiese gustado mover los brazos para saludar y expresar mi agradecimiento», dijo entonces. Pocos días atrás, antes de agravarse su estado, aún brotaban sus elogios hacia el toreo, su pasión ilimitada. En declaraciones a burladero.com agradecía el apoyo de los toreros, como José Tomás, con quien recientemente compartió una jornada campera: «Los que no le conocen no saben hasta dónde llega la bondad de ese hombre…» Un reflejo más de la generosidad de esa gran familia que forman cuadrillas y matadores.

«Todos podemos aportar nuestro granito de arena. Aquí no es todo fama y oropel. En esta profesión tan maravillosa también ocurren estas desgracias». Son palabras de Joselito, su compañero de la Escuela Marcial Lalanda, la universidad de los miedos y los sueños. Allí bautizaron al subalterno cariñosamente «El Pesetas». En el Batán fantaseó faenas y puertas grandes. Hace dos largos años, en una imagen que evocó la de Julio Robles, los pitones del horror vadearon el camino de Adrián Gómez. Era la cruz del toreo. La realidad de la Fiesta. Una verdad de nombre Adrián.

adrian_gomez.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:21 (editor externo)