Feria Real 2022
Miércoles 22 de junio. Novillada sin picadores para seis futuras promesas. Novillos de Torrealta, bien presentados y de buen juego en general, para SERGIO MARCHANTE, vuelta al tras aviso; GONZALO CAPDEVILA, dos orejas; MARTÍN MORILLA, oreja; PABLO LOZANO, oreja, petición de segunda y dos vueltas; ANTONIO SANTANA, ovación tras aviso; LUCAS ROJAS “El GAMBOA”, vuelta al ruedo. Algo más de un cuarto de plaza en tarde de fuertes rachas de viento.
Jueves 23 de junio. Toros de El Torero para los diestros Morante de la Puebla, palmas y orejas, Alejandro Talavante, ovación y oreja, y David Galván, ovación y oreja. Video resumen AQUí
Viernes 24 de junio. Toros de Santiago Domecq para El Juli palmas y ovación, Juan Ortega Pardo silencio y oreja y Andrés Roca Rey silencio y oreja. AQUí
Sábado 25 de junio. Toros de Victorino Martín, que volvía a la plaza de toros de Algeciras tras más de una década de ausencia, para Antonio Ferrera, dos orejas, Octavio Chacón, dos orejas, y López Simón, dos orejas. Video, AQUí.
Orejas para el buen gusto de Ortega y el poderío de Roca Rey
Viernes, 24 de junio. “Escrupuloso” abrió plaza. Un toro montado, alto de cruz, limpio de cabos, que se movió con buen ‘aire’ en el primer tercio. Julián lo saludó con garbosidad a la verónica imprimiendo gusto al lance. Una vara sin demasiada ímpetus y a cambiar el tercio. El Juli comenzó genuflexo, llevándolo, abriendo caminos y mostrando sus portentosos argumentos. Las tandas sucesivas fueron para convencer a su oponte a tirar “pa’lante” y cogerla con obediencia lo que hizo el de Santiago Domécq con alguna protesta por su justeza de poder pero siempre con la voluntad de quererlo hacer. Faena limpia -muy profesional- que exprimió a su astado hasta la suerte suprema. Dos inoportunos pinchazos restaron el más que merecido trofeo. Ovación.
“Juglero” hizo segundo -primero del lote- del sevillano. Un hermano del anterior de hechuras similares que no ayudó al lucimiento con el percal. Se movió empujando para adentro y algo cruzado. Juan lo amarró con solvencia andándole en torero y saliéndose con él para afuera. Tras salir de la única vara destapó falta de humillación y apretó mucho a la salida del par del Algabeño y Perico. Sacó una actitud defensiva por su falta de clase. Así llegó a la muleta donde Ortega puso ilusión y fibra pero con nula colaboración de su atado que tiraba la cara arriba en cada muletazo. Una pena, se estrelló. Silencio.
“Delicado” tercero, un castaño, bajo y muy bien hecho. Este acometió con pies al percal de Roca Rey y en el epílogo del recibo salió lastimado de manos o menos eso nos hizo pensar. Se tambaleó varias veces en la lidia y por eso se cuidó en el peto. Después cambió y se recuperó con brío en los palos sacando disparo en la galopada a Antonio Chacón. Bien Javier Ambel en la lidia. Andrés Roca Rey lo dejó que fuera y viniera en la tanda inicial sin exigirle para que no protestara de inicio y así no atosigarle. Un toro brusco con genio y muy informal en sus arrancadas -ni una igual- que pareció mejor por todo lo que le tapó Roca Rey. El hispanoperuano le tragó su enfado permanente y le crujió una tanda de súper poderes dentro de una labor técnicamente impecable. Faena interior de figura comprometida y muy autoritaria por su enorme capacidad de criterio. Los pinchazos no hicieron justicia a lo realizado. Silencio.
“Diestro” un colorado que saltó en cuarto lugar y que pareció tener algo en la vista nada más recibirlo Julián con la tela rosa. Un par de zigzagueos desconectaron el saludo. Lo acusó más de lejos y lo peor fue que tampoco tenía nada dentro en la faena de El Juli. Toro vacío de todo que el madrileño despachó pronto. Ovación cariñosa que recogió desde el interior del burladero.
El sobrero quinto bis, de la misma ganadería, “Dormidito”. Un bastote cortito de manos que tampoco ayudó al lucimiento inicial con la capa. La cosa no se levantó tras la vara y los ánimos seguían contrariados al doblegarse en un par de veces el sobrero durante la lidia. Brindis al respetable con la respuesta de los pitos desde arriba. Tuvo mucha torería el inicio con doblones por abajo genuflexo. Juan Ortega tuvo el acierto y la virtud de plantearle un trasteo como si fuera bueno. Y por eso, le sacó varios muletazos con alma y muy exigentes a derechas, además de un abanico de naturales de mucho gusto. A medida que transcurrió el muletear del sevillano la gente se metió más y pasó del enfado a la entrega. Una labor que finalizó Juan en cercanías -ofreció y tiró de raza- y la moneda también, consciente que en cualquier momento le podía echar mano. Todo lo hizo por debajo de la pala del pitón para que las protestas del quinto no toparan con la pañosa. Muy resistente en todo momento y aderezando su enrazada obra con una exquisita torería. Estocada y oreja de mucho peso.
“Maderero” el cierraplaza, uno que salió distraído y algo a la retranca sin querer llegar a los burladeros. Un tanteo capotero con más solvencia que pavoneo. Andrés Roca Rey se impuso con una técnica muy depurada y un valor desmedido al sexto de Santiago Domecq. “Maderero” fue un toro complicado, mirón y reservón que hizo desplegar al peruano todo su oficio. Le tragó parones y miradas amenazantes que hacían presagiar la voltereta. No fue así y el peruano se atribuyó. Firmeza, toques precisos y mano baja poderosa. Le pudo definitivamente al natural en las postrimerías de la faena. A partir de ahí, hizo lo que quiso con él, hasta llegar al arrimón final con varios circulares por la espalda dejándose llegar los pitones a la barriga y poniendo al público en pie. Otra enorme obra de Roca Rey. Pinchazo, estocada y oreja maciza.
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Por Gloria Sánchez-Grande. Grupo Joly, 24/06/2022. Ni el luto empaña a Morante en una faena singular
Que Morante estaba de luto sólo podía saberse por el bordado nazareno de su terno y el capote de paseo catafalco con el que ha atravesado el ruedo de Las Palomas este jueves tres días después del fallecimiento de su padre, Rafael. Si los toreros valoran de un modo especial la vida es porque conocen de cerca el peso de la muerte. Y así, con la pena íntimamente agarrada a las entrañas, bajo la tarde luminosa, Morante ha honrado a su padre en una faena singular.
Empezó torerísimo, con la espalda pegada a tablas. El cuarto de El Torero cruzaba un poco la vista, quizá de ahí la colada que casi se lleva por delante al de la Puebla. Se recompuso pronto el diestro con el ejemplar huidizo que le había tocado en suerte, como la mayoría de los toros antiguos. Decidió entonces tirar de oficio, conocimiento e imaginación. También de un valor sin alharacas. Arrebujado y ceñido, le fue ganando pasos hasta que el toro empezó a recular ante tanto poderío. Fue la lucha garbosa ante un manso. Los ayudados por bajo recordaban a aquellos de Paco Camino a los berrendos de Santo Domingo en México. Las improvisadas espaldinas parecían un tributo al maestro de la tierra, “Miguelín”. La distinción de Morante era, a la vez, un cordel que hilvanaba media historia de la tauromaquia. Pocos padres tuvieron un hijo tan torero. Un pinchazo y una estocada entera dejaron una faena de dos orejas en una.
Por orden de importancia, el segundo hecho reseñable de esta primera corrida de la feria fue un toro extraordinario de nombre Adulzado, número 98, ovacionado en el arrastre. Además de un regalo por su embestida noble y alegre, el de El Torero era una pintura: fino de cabos, estrecho de sienes y abrochadito. Le correspondió su lidia al diestro de la tierra, David Galván, quien empezó a ajustarse a partir de la tercera serie, sobre todo en un larguísimo pase de pecho hasta la hombrera contraria. No se le puede reprochar nada a Galván, quien durante toda la tarde ha tenido una actitud irreprochable, de quien quiere comerse el mundo, pero falto de oficio ante un toro de tanta clase. Desde el callejón, Morante y Talavante se merendaban a Adulzado con los ojos durante la emotiva faena de su compañero, que no redonda.
Cierto sector del público enloqueció pidiendo el indulto del toro, que al final de la faena ya amagaba con rajarse. Una lacra esta del indulto por sistema, como si perdonando la muerte del toro en público el aficionado taurino fuera más amable y humano. Cuando, en realidad, pocas cosas existen más emocionantes que la muerte cabal de un toro en la plaza. Pero no se puede luchar contra el signo de los tiempos.
Se desquitó Galván ante el rajado sexto, al que le cortó una oreja. El animal cantó la gallina a las primeras de cambio, en cuanto le apretaron. A pesar de sus protestas, lo persiguió arrebatado el gaditano por medio ruedo, improvisando muletazos de todo tipo, incluidos rodilla en tierra. Embestía más el torero que el toro.
Alejandro Talavante ha pechado, tal vez, con el peor lote. Su primero, descarado de cara y enseñando las puntas, tuvo una embestida anovillada. El extremeño le brindó a Morante una faena que cogió más vuelo al natural. El quinto, en cambio, era un castaño precioso de hechuras; de comportamiento noble, aunque soso y que no tragaba por alto. Talavante exhibió ante él su muñecazo inverosímil en muletazos rematados hasta detrás de la cadera, con la mano tan baja que parecía muerta. Lo que le faltaba al toro, lo puso él con su clase. Cerró por manoletinas y una estocada por derecho, al ralentí, algo trasera. Cortó una oreja.
Por contarlo todo, el que abrió plaza fue el único cinqueño del encierro que El Torero ha traído a Algeciras. Fue un toro encastado y violento, que no humillaba. Morante tuvo que vérselas con él y con el viento de poniente que zarandeaba su muleta a pesar de haberla empapado con agua del botijo.
Preocupante la entrada, que rozaba la media plaza. Si un cartel como el de este jueves no atrae a más público a los tendidos, algo falla. Agradecer que, a pesar de la merienda, la función ha durado dos horas y media merced a la ligereza y efectividad de los hombres de plata. Los festejos de tres horas se vuelven insorportables. Por cierto, bonito y torero el gesto de Morante desde la mañana, cuando alguien de su cuadrilla sacó a ondear, como una bandera orgullosa, el capote de brega del maestro en uno de los balcones del Hotel Reina Cristina. “Aquí se aloja un torero”, parecía decir.
Entre el público, esta tarde se encontraban los espadas Francisco Ruiz Miguel y Alberto López Simón, quien hace el paseíllo el sábado, por primera vez en su carrera, ante Victorinos. También el jugador de fútbol del Real Madrid y amigo personal de Talavante, Nacho Fernández. Antes, la feria continúa este viernes con una corrida de Santiago Domecq para los diestros Julián López “El Juli”, Juan Ortega y Andrés Roca Rey. Veremos si mejora la afluencia de público o, de lo contrario, pronto habrá que lamentar la viabilidad empresarial de Las Palomas. Tristemente otro signo de los tiempos.