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PLAZA DE TOROS DE ALICANTE

Miércoles 20 de junio de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: tres toros de Carmen Lorenzo, dos (2º y 4º) de San Pelayo y uno (3º) de San Mateo (desiguales de presencia y juego).

Juan José Padilla. Saludos y oreja.

El Fandi. Saludos tras aviso y oreja tras aviso.

José María Manzanares. Silencio tras aviso y oreja.

Entrada: casi lleno.

Crónicas de la prensa:

ABC

Por Rosario Pérez. Más ruido que nueces en Alicante

Un hombre de cabello espuma de mar, gorrilla blanca y en el umbral de los cien años pisó la arena. Era Francisco Cano «Canito», que recibió el brindis de José María Manzanares mientras Juan José Padilla, con su parche pirata en el ojo, retrataba el abrazo con la cámara del maestro. Fue el momento más emotivo de la tarde, con la plaza en pie en honor del fotógrafo que ha inmortalizado la vida social desde la Segunda Guerra Mundial. Fiel seguidor de Manolete, con su lequia ha paseado por todos los ruedos de España y presume de haber tenido a Ava Gardner entre sus brazos. Ayer salieron toros de Capea guapetes –sobre todo bonachones y aptos para el triunfo–, aunque ningún animal tan bello como la actriz. Palabra de Canito.

«Sardinero» se llamaba el ejemplar de la dedicatoria. Precisamente cuando salió ese tercero, algunos dudaron sobre qué Manzanares aparecería en escena, si José María o su hermano, el rejoneador Manuel… Entró en acción el primero –que ya está escrito–, con bonitos lances. El alicantino estructuró una faena con empaque sobre la diestra, templando y, por momentos, enroscándose al toro con su consabida composición estética.. Ay, si se lo hubiese pasado más cerca… Y si mandara más… Eso sí, «Sardinero» fue a peor, pero se esperaba más de un torero al que en su tierra se le atragantó hasta su arma letal, la espada, tal vez por la lesión en la mano derecha.

Quiso resarcirse en el sexto, al que dio la bienvenida con dos largas de rodillas en un alarde de raza y ¡agarró los palos! Dejó un buen par e invitó a sus compañeros a compartir tercio. Algarabía generalizada con la terna de Matilla. Se rajó «Aguilillo» enseguida y Manzanares se hartó de dar circulares inversos y al natural. Lo mejor: el estoconazo al encuentro. Por sí sola merecía el premio.

Con verónicas y chicuelinas se reencontró Padilla con Alicante, ante un toro de Capea de trote cochinero pero con una nobleza exquisita. El volatín que se pegó «Zaeta» (así, con Z de Zapatero) sirvió de segundo puyazo. El Ciclón de Jerez cogió los rehiletes, y puso el coso en ebullición, sobre todo en el violinazo. Arrancó faena con muletazos por alto para cuidar la poca fortaleza del dulce. Templó a derechas al noblote, en largos redondos, en extensión y lejanía. Lo mismo le daba a los tendidos, encantados con un John que acabó en Padilla total: molinete de rodillas y desplante a cuerpo limpio, con cabezazos en el morrillo. Enardeció el pueblo con el bravo torero, pero el descabello enfrió la petición y lo que pudo ser una oreja quedó en saludos. No importó el bajonazo que propinó al cuarto; como mató a la primera, cayó el trofeo. Fue una labor pulachera, en la que evidenció su disposición y sus complicidades con los tendidos, casi llenos.

Química de El Fandi

El Fandi prendió la mecha desde el saludo capotero, las chicuelinas al paso y el fenomenal quite, con mixto por Chicuelo y Tafalla. En banderillas montó el lío, y eso que hubo más espectacularidad que colocación. Pero cuando agarró cuatro palos para el mismo encuentro y sacó de la manga una parada descomunal, las palmas echaron humo. Química absoluta de Fandila con el gentío. El principio muletero siguió la senda populista: se arrodilló en la arena para luego proseguir erguido fuera de las rayas. «Africano» fue a menos, pero el rey David de Granada sacó uno a uno los muletazos y consiguió con mérito hilvanar alguna serie. Falló a espadas y se quedó sin galardón.

El quinto parecía salido de «La fiesta del chivo»: ¡vaya carita lavada! Pronto se olvidó con las carreras de El Fandi en banderillas, con un fenomenal cuarto par al quiebro. En el mismo platillo se postró de hinojos para arrancar faena, pero «Limeño» cantó rápido la gallina, olisqueando las tablas. Si no las saltó fue porque estaba ya con la fuerzas mermadas. El matador granadino planteó de modo inteligente una obra en las querencias del manso, al que dio fiesta de principio a fin, a su manera… Lo cazó de una estocada desprendida y le pidieron con fuerza las dos orejas, pero el presidente se mantuvo en su sitio y solo le otorgó una. La bronca al usía fue monumental y la vuelta al ruedo apoteósica.

Con una oreja por coleta se marcharon los matadores en una tarde de más ruido que nueces y con pocos pasajes para el recuerdo.

El País

Por Vicente Sobrino. Triunfo en tono menor y reparto de orejas”

El toro que abrió plaza, alto y cómodo de cara, fue abanto de salida. Ni caso a los capotes, hasta que Padilla lo recogió con mimo y le pegó una serie de lances en los que se recreó. Tres pares de Padilla a ese toro: aceptable el primero, deslucido el segundo y un tercero al violín que se celebró en el tendido. Siempre en las rayas, donde toro y torero encontraron el terreno apropiado, la faena tuvo dos series completas con la derecha, las primeras. Ya con el toro a menos, Padilla animó el ambiente con un molinete de rodillas y un desplante, ya todo cuando el toro rendía armas.

El cuarto, muy en el tipo Murube, bien hecho, sufrió un duro castigo en varas. Solo un puyazo, pero en toda regla. Y duradero. Otros tres pares de Padilla a este toro. Desiguales. El primero, de poder a poder, el mejor; el segundo desigual de colocación y cerró de nuevo con el del violín. Mientras tuvo gasolina, ese cuarto fue toro de nota. Pronto, alegre y con fijeza. Padilla lo exprimió. De principio algo aceleradillo, hasta que le encontró el punto al buen toro de Capea. Más centrado, Padilla no dejó escapar la ocasión. La faena tuvo su cumbre en una serie de cinco naturales, largos y hasta con gusto. Lástima que en el remate el toro le arrancara la muleta. Hasta ahí duró el toro; pero no el torero. Visto lo cual, Padilla optó por la traca final: rodillazos y desplantes, ya a toro parado. La estocada, rotunda, fue un buen colofón.

Muy justo de presencia, pero un dije, el segundo de la tarde. Un picotazo y un quite combinado de Fandi por chicuelinas y tafalleras, todo por el mismo precio. Luego, cuatro pares de banderillas. De todo un poco en todos ellos, con ciertas prisas y final desigual. Pero la gente contenta. El toro llegó a la muleta con buen son por el pitón derecho, por donde Fandi se lo pasó tras inicio de hinojos. Pero un conjunto despegado, sin acople, fuera de cacho. Un intento fallido con la izquierda, por donde el toro miraba desconfiado, dejó paso a un escaparate de pases de galería. Dos circulares abrazado al toro entusiasmó a la gente. Pero la espada se le atragantó y la cosa quedó sin premio.

El quinto fue otro toro acaballado, alto y de pocas defensas. Fandi lo saludó con dos largas cambiadas de rodillas, aunque el toro se pegó una vuelta por el ruedo entre una y otra. El primer tercio se saldó con picotazo y a otra cosa mariposa. Y otros cuatro pares de Fandi. Los tres corriendo hacia atrás y de desigual colocación. De los cuatro, el segundo el más logrado y el último, al quiebro, el más llamativo. El tercio acabó con derroche de facultades y juego de piernas ante toro entregado a la suerte. La faena la abrió Fandi con una serie con las dos rodillas en tierra. Prometía más el toro, que de pronto se salió de la suerte y buscó las tablas. Ya no saldría de allí. No le importó a Fandi, que acomodado en los adentros desplegó todo su repertorio populistas. La estocada final desató el entusiasmo en los tendidos. Le pidieron doble premio pero el palco no se dejó llevar por la ola popular.

Sin tanta alzada, pero con la suya, el tercero de la tarde. Ya con poca fuerza de salida, pasó por el primer tercio de puntillas. No había para más. Brindis emotivo de Manzanares al fotógrafo Curro Cano, a punto de cumplir un siglo de vida. Buen toro ese tercero, pero sin chicha ni limoná. Lo ayudó Manzanares en los primeros muletazos, aunque el toro claudicó un par de veces. Se esforzó el torero, que en medio de un querer y no poder sacó una serie con la derecha marca de la casa. Pero no hubo más. Se acabó el toro y la faena. Y a la hora de matar, mitin de un matador consumado. Hasta el mejor estoqueador echa un borrón.

El sexto prometió un fin de fiesta de apoteosis. No fue así. Se dejó en varas, Manzanares invitó a sus compañeros a banderillear. Fue, sin duda, el mejor tercio de la tarde. Tres pares sobrios, pero de impecable ejecución y colocación. Todo preparado para cerrar la corrida a lo grande, pero el toro de Carmen Lorenzo no quiso sumarse del todo a la fiesta. Su alegría en banderillas se esfumó y también, como el anterior, miró de reojo a las tablas antes de tiempo. No se complicó la vida Manzanares, que dejó estar al toro en donde más cómodo se encontraba. Allí, encerrado en tablas y con el pescado vendido, Manzanares solo pudo dejar gotas de calidad. Detalles. Esta vez sí acertó con la espada. Citó a recibir y dejó enterrado el acero.

La Razón

Por Paco Delgado. Orejas de poco peso en el segundo festejo de Hogueras

Se las prometía muy felices la mucha gente que casi llenó la plaza en el segundo festejo del abono de Hogueras pero, como suele suceder, la poca fuerza del ganado echó las ilusiones de todos por tierra. Se lidió un encierro del Niño de la Capea, correctos de presentación, nobles, manejables pero, ay, muy justos de energía, lo que terminó condicionando decisivamente su lidia. Juan José Padilla se las vio con un primer oponente que dejó estar mucho y con el que firmó un trasteo muy asentado y templado antes de los desplantes de rigor. También el cuarto, un precioso ejemplar muy en murube, y Padilla aprovechó para estar otra vez muy compuesto, dejando los mejores muletazos de la tarde ante de entregarse al tremendismo y llevarse una oreja tras una eficaz estocada.

El Fandi,que cumplió con el capote aún sin gran aparato, entusiasmó una vez más con su derroche de facultades físicas en un segundo tercio muy desigual, clavando a toro pasado y no siempre arriba, dejando luego una faena muy larga, efectista y deshilvanada. Estuvo de cara al tendido desde que salió el quinto, otro toro alto y blando y, ademas, manso huyendo a tablas enseguida sin que ello fuera óbice para que el granadino desplegase todo su amplio y habitual repertorio en pos de agradar a un público poco o nada exigente.

Intentó Manzanares ahorrar castigo a su endeble primero y buscó darle aire en el último tercio. Pero ni por esas. El de El Capea no tuvo fuelle y el trasteo del alicantino fue más ganas que otra cosa, tardando, además, un mundo para matar. Largas y bien hilvanadas en un quehacer en el que se le vio disfrutar por momentos pero que no terminó de rematar. Le faltó un punto de intensidad en el tramo final y, sobre todo, acierto con la espada, especialmente con el estoque de cruceta. Y ya con la gente volcada Manzanares, que compartió segundo tercio con sus compañeros, buscó resarcirse con el que cerró plaza, pero solo pudo estar voluntarioso ante otro toro que se rajó a las primeras de cambio.

El Mundo

Por Salvador Ferrer. A oreja por coleta

Aunque la Plaza de Toros de Alicante estrenó el abono y su feria de San Juan el pasado sábado y aunque Sergio Galán salió a hombros el domingo con el maestro de Estella, Pablo I de Navarra, como testigo, las Hogueras 2012 empezaron a prender taurinamente desde ayer con la presencia en los carteles de José Mari Manzanares, que concentraba buena parte de la atención y más toreando en casa, arropado por el Ciclón de Jerez y el Torbellino de Granada: Padilla y Fandi, respectivamente.

Por empezar con el de casa, el alicantino tuvo enfrente un primer toro sin clase al que recibió con mandiles, chicuelina y revolera sabrosa. Con los palos saludaron Curro Javier y Luis Blázquez, casi una rutina. Brindó a Cano, alicantino centenario y legendario y Padilla le hizo el click. Curioso. Después de la foto, tandas cortitas y toreo ligero y superficial. Toro sin clase, faena sin poso. El sainete con la espada, mera anécdota en un estoqueador inmenso. Prueba de ello la rúbrica ante el sexto, del que paseó una oreja en una faena desigual e irregular en todo.

El jerezano Juan José Padilla sorteó un murube clásico por fuera y previsible por dentro. Mermado el brío bovino, Padilla echó mano de los recursos y la variedad. Efectos especiales. Faena de traca pero sin pólvora en la espada. El cuarto, que descolgó mucho, se vino abajo pronto. Torero de rodillas, pues, por estrategia y compensación.

El granadino David Fandila El Fandi anduvo vistoso, que no sedoso, con el percal. En banderillas formó dos líos y llegó a clavar nueve pares. Manzanares invitó a palos en el sexto. Informalote, incómodo el capea en la flámula, la faena no alcanzó los decibelios de los garapullos. Al quinto le pegó muletazos en los medios y en las tablas. Leyó perfecto las querencias del toro. La sensación final es que los pases facturan orejas aunque no coticen en el toreo.

EFE

Por José Ignacio González. Padilla, El Fandi y Manzanares, a oreja por coleta

Con la crisis que todo lo puede asolando a todos los sectores, también al toreo, la primera gran noticia de la tarde fue ver los tendidos del coso de la Plaza de España prácticamente llenos. La terna se impuso con voluntad y por momentos brillantez a una corrida de Capea que lució los tres hierros de la casa y a la que le faltó fondo en líneas generales en el último tercio.

El primero de la tarde fue un toro noble pero con las fuerzas justas. Juan José Padilla anduvo con él bullidor con el capote, alternando verónicas con chicuelinas en el saludo y cuajó un más que aceptable tercio de banderillas, muy celebrado por el público.

La faena estuvo fundamentada sobre el pitón diestro mientras duró el de Carmen Lorenzo, que fue poco. Tras un epílogo más populista, mató el jerezano de media estocada que precisó de un golpe de descabello y saludó una cariñosa ovación de la afición alicantina.

Le faltó entrega y raza al cuarto del maestro Capea, como a casi toda la corrida. Padilla, lejos de resignarse, tiró de actitud y ganas de agradar de nuevo en los tres tercios. La oreja concedida fue el premio al tesón del Ciclón durante todo el festejo.

El Fandi lo dio todo con el segundo, un toro de San Pelayo que se desplazó con cierta boyantía. Muy variado con el capote y arrollador con los palos, colocando hasta cuatro pares, el torero granadino principió su labor de rodillas y fundamentó su trasteo sobre la mano diestra, el pitón de mejor condición del animal.

Contrariamente a lo que es habitual en él, anduvo desacertado con los aceros perdiendo el posible premio.

Cuando arrastraban al quinto, el palco no estimó oportuno que El Fandi abriera la puerta grande. Si el rasero se mantiene durante toda la feria se podría dar por bueno? pero todo apunta a que no va a ser el caso.

La bronca al presidente fue sonora por no conceder la segunda oreja tras una labor en la que el granadino hizo de nuevo de todo y además en esta ocasión mató bien. Largas cambiadas, cuatro pares de banderillas con uno especialmente vibrante al quiebro, un emotivo inicio rodillas en tierra toreando en redondo? y una faena larga -sonó el aviso antes de montar la espada- en la que la mayor virtud fue sujetar al de Capea en su querencia para acabar dándole fiesta por ambos pitones.

Si raro resultaba ver a El Fandi pinchar un toro, más si cabe resultó contemplar a José María Manzanares tan mal con la tizona ante su primero. Pareció resentirse de la lesión que arrastra en el dedo pulgar de la mano derecha.

Fue tras una faena brindada al fotógrafo Canito, que cumplirá un siglo este invierno, y en la que tuvo que medir los tiempos y la exigencia de su labor ante un astado noble pero escaso de fortaleza y en la que dejó muletazos de bella factura y un torero recibo por delantales.

La gran sorpresa de la tarde llegó en el sexto cuando Manzanares pidió un par de banderillas e invitó a sus compañeros de terna a compartir tercio con él. Los tres, incluido el alicantino, parearon con brillantez.

Antes, Manzanares había salido muy arreado recibiendo al astado de Carmen Lorenzo con largas cambiadas en el tercio y un variado saludo capotero. De nuevo el poco fuelle de su antagonista impidió que la faena de muleta fuera rotunda, pero la sensacional estocada en la suerte de recibir en los medios de la plaza valió por sí misma el trofeo concedido.

©Imágenes: 1. Juan José Padilla, en Alicante | COPE / 2. Fandi | EFE / 3. Manzanares | EFE

Alicante Temporada 2012.

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