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Plaza de toros de Badajoz

Lunes 25 de junio de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: toros de Domingo Hernández y Garcigrande (bien presentados y de juego desigual).

Juan José Padilla. Silencio y oreja.

José Tomás. Oreja y dos orejas.

El Juli. Dos orejas y dos orejas.

Entrada: Lleno.

Crónicas de la prensa:

ABC

Por Rosario Pérez. José Tomás y El Juli, en carne viva

Miradas afiladas en el patio de cuadrillas. José Tomás y El Juli, frente a frente. El estreno del torero de Galapagar convirtió las calles pacenses en el metro neoyorquino en hora punta. La alfombra roja se desplegó en Badajoz desde pensiones, hostales y hoteles de cinco estrellas para inyectar más euros en un día que una película de Oscar. Compartía cartelera con un actor de máximo nivel, Julián López, y otro que no quiso ejercer de secundario, Juan José Padilla.

Los ojos de los rebosantes tendidos filmaron cada uno de los pasos del fenómeno de Galapagar. Espigado como un junco en el interior de su terno cobalto y oro, con el pelo encenizado y alguna tibia sonrisa dentro de su curtido rostro, saludó una grandiosa ovación junto a sus compañeros al desperezarse el paseíllo. Era el primero de su microtemporada de solo tres corridas. Zurdazos del Prado

Nueve meses después de su (pen)último paseíllo en Barcelona, sus telas parieron un espectáculo excepcional. Bestial la serie de broche. Al natural. Zurdazos antológicos, dignos de enmarcar en el mismísimo Museo del Prado. Como cantó Moratín a Belmonte, ofrece arrogante el corazón que hiera, tirando de la embestida con una pureza cristalina, sin trampa ni cartón.

Antes había toreado sobre ambos pitones con la verdad por delante, siempre por encima de un toro con el que todo lo hizo el fenómeno madrileño. De aperitivo había trasladado el runrún a los tendidos cuando se echó el capote a la espalda y quitó por gaoneras de infarto. La espada, pese a caer algo desprendida, desató la pañolada y dio una apoteósica vuelta al ruedo con el doble trofeo. El acabóse, a cámara lenta

Una oreja había paseado ya en su primero. José Tomás traía en este tardío arranque de temporada (demasiado breve) una lentitud pasmosa. Los antiguos decían «ars longa, vita brevis». Si el buen amor y el ritmo de las buenas cosechas es lento, el torero siguió la máxima a rajatabla. ¡No se puede torear más despacio! Si la arena de los relojes dejó de deslizarse con el capote en ese quite en el que combinó un mixto de chicuelinas y delantales, con estatuarios de idéntico corte aquello fue el acabóse. Todo a cámara lenta. Brotaron luego los derechazos con la muleta adelantada -algunos con ella más retrasadita-, conduciéndolos hasta la cadera o hasta donde el toro permitía, que no era ningún dechado de bravura precisamente. A izquierdas también se recreó hasta acabar con derechazos a pies juntos, engarzado a una espaldina y un pase de pecho de pitón a rabo. Regaló su cuerpo en la manoletinas, mientras escarbaba «Lechuguero», que no sirvió para sembrar una gran faena pero sí para ver la dimensión de este torero. Arde la plaza

Si las miradas estaban centradas en JT, El Juli demostró por qué es máxima figura del toreo. Mucho mérito tenía torear con su grave lesión en el hombro. Igual le dio que los médicos desaconsejasen el esfuerzo, este héroe tiene raza para eso y más. Hasta con el brazo en cabestrillo hubiese toreado.

En medio del calor africano, ardió la plaza con chicuelinas de mano baja y ceñidísimas. Abelmontados molinetes nada efectistas y de toreo auténtico, en el prólogo de una importantísima faena. Midió a la perfección tiempos y distancias. Largo y profundo llevó el toro a derechas. «Tripulante» embestía con un ritmo excepcional y Julián lo toreó a la perfección. Todo por abajo, con poder y variedad. Las dos orejas fueron incontestables. El graderío, blanca sábana

Si el madrileño encandiló con el bueno, también dio una lección con el más remiso a perseguir los engaños. Se puso en el sitio y con asombrosa técnica cuajó una faena rubricada con un volapié. El graderío se tornó en una blanca sábana y le recompensaron con otras dos orejas.

Un premio se llevó Juan José Padilla del cuarto, con el que se resarció tras la insulsa labor al primero, que humilló en el capote y cumplió en el caballo, pero luego se quedó cortito. Pisó más el acelerador con «Jaranero», al que recibió con vibrantes verónicas y frente al que arriesgó en banderillas. Qué mérito tiene medir las distancias con un parche en el ojo. El público agradeció el esfuerzo del Ciclón de Jerez, un auténtico tornado con muletazos rodilla en tierra y desplantes encorajinados en un capítulo que se convirtió en un largometraje.

Por la puerta grande se marcharon José Tomás y El Juli tras brindar una tarde de toreo auténtico, de toreo de ayer, de hoy y de siempre, en carne viva, de ese toreo doliente que desgarra las almas pero que da significado a la vida. Vivir sin torear no es vivir.

COPE

Por Sixto Naranjo. José Tomás y El Juli salen a hombros en Badajoz

SEXTO TORO. Otra gran faena de El Juli y dos nuevas orejas. El madrileño estuvo siempre por encima de su toro, al que exprimió por ambos pitones y mató de forma contundente

Badajoz se convierte este lunes en el centro del mundo taurino. Sus empresarios, José Cutiño y Joaquín Domínguez, consiguieron reunir en un mismo cartel lo que tantos y tantos aficionados llevaban soñando durante un lustro. Volver a ver reunidos en un mismo cartel a los dos grandes toreros de este comienzo de siglo XXI.

Tras los años 1999 y 2000, donde torearon en bastantes ocasiones en un mismo cartel, José Tomás y El Juli dejaron de anunciarse juntos en España con la misma frecuencia en los años siguientes. En 2001, seis tardes entre las que destacó la Puerta del Príncipe de Tomás el Domingo de Resurrección en Sevilla o un doble duelo en Barcelona que se saldó con un triunfo a partes iguales. En 2002, el año del adiós temporal a los ruedos del de Galapagar, fueron otras seis corridas en las que coincidieron. Hasta 2007 no volvería a cruzarse en el camino. Fue en Ávila, en su Corrida de Beneficencia de la que se cayó a última hora Enrique Ponce del cartel. Festejo a beneficio de la Plataforma para la Promoción y Difusión de la Fiesta que se llevó Julián al cortar dos orejas por una de José Tomás. Y hasta hoy… Trece festejos en más de una década.

El duelo servirá para observar a dos toreros que comenzaron con conceptos opuestos en su puesta en escena y planteamientos de la Tauromaquia, pero que el tiempo los ha ido acercando y aproximando. Sobre todo en la evolución del concepto de El Juli, tanto dentro como fuera del ruedo, ya muy cercano al de José Tomás. El toreo de Julián se ha ido cimentando en la senda de la profundidad que ha caracterizado el de JT. El Juli, también, de ser uno de los toreros más televisados, ha pasado a asumir las teorías que defendió su ‘alter ego’ hace años y que le dejaron fuera de las grandes ferias, tal y como le ha sucedido a El Juli esta temporada.

José Tomás arranca hoy su temporada. Un año que tendrá sólo tres citas para los aficionados. Badajoz, Huelva y Nimes. Tres festejos, tres intrahistorias. La de hoy, en terna con Padilla y El Juli, enfrentándose a su rival más poderoso. En Huelva en un mano a mano con Morante. Otro duelo en la cumbre en la que la pureza será el común denominador del concepto de ambos diestros. Y para finalizar, seis toros y encerrona en Nimes. José Tomás pondrá punto y final a su mini temporada estoqueando seis toros en solitario en una prueba de fuego para cualquier diestro.

Y El Juli, el gran damnificado de las guerras televisivas de comienzos de año. Su liderazgo dentro y fuera de los ruedos sirvió para que se convirtiera en cabeza de turco de los empresarios al querer remover las actuales estructuras de los derechos televisivos, tan beneficiosos para las empresas y tan perjudiciales para los toreros. Sin Valencia, Sevilla y Madrid, la temporada de Julián sin embargo ha sido de una exigencia brutal. Tanto es así que ha sufrido fortísimas volteretas en tardes como las de Aranjuez o Granada. En esta última sufrió una dolorosísima fisura en la clavícula que le ha mantenido alejado de los ruedos hasta esta tarde. Sin estar restablecido al cien por cien, y desoyendo el consejo de los médicos, El Juli ha forzado su recuperación para no perderse el duelo del año. Y de muchos años…

EFE

Cumbres de José Tomás y El Juli

Tercera de feria. “No hay billetes”. Toros de Garcigrande -segundo y tercero con el hierro de Domingo Hernández, bien presentados y nobles aunque si dar facilidades. Sólo el tercero tuvo verdadera importancia. Al resto les faltó entrega. Juan José Padilla, silencio y oreja tras aviso. José Tomás, oreja tras aviso y dos orejas. Julián López “El Juli”, cuatro orejas.

Marca

Por Carlos Ilián. José Tomás y El Juli en hombros

Lleno hasta la bandera, calor sahariano de 42 grados, ambiente de triunfalismo y perigrinación de toda España para ver la primera de las tres tardes de José Tomás este año. La gente sigue con devoción al fenómeno y hasta le perdonan el infierno que soportaron en una plaza que era una caldera. Luego le vitorearon con clamor cuando salió en hombros junto a El juli. A propósito ¡vaya par! Pusieron a Badajoz en un clamor.

Pero lo que de verdad tiene enorme mérito por parte de las legiones de seguidores de JT es que le disculpen que se ponga delante de unas borregas infames. Su enorme figura no hacía juego con la endeblez, la poca presencia y la poquísima casta de los de Garcigrande. Lo mismo digo de El Juli. Dos figurones ante cuatro bochornosas borregas. Es como si la seleccion española juega contra un equipo de colegio de EGB.

Borregas aparte habrá que poner el acento en las cosas que le vimos a JT en Badajoz. Y de entre todo, sin olvidar unos lances infinitos con el capote a su primero, los muletazos en un palmo de terreno y de perfecta arquitectura en ambos toros, yo me descubro ante esos tres naturales al quinto toro, cuando ya había recogido la espada de matar y la faena estaba más que rematada. Pues miren por donde Tomás se planta a centímetros de los pitones y en vez de ahogar la casi nula embestida del toro hace una auténtica antología del natural en tres muletazos grandiosos. Esos tres naturales valen una tarde. Y me valen la corta temporada de Tomás. El toreo grande no se vende al por mayor. No, con los tres naturales de José Tomás se escribe una tauromaquia.

JT alternó con El Juli que regresaba después de su cogida en Aranjnuez. Y salió doblemente motivado, con la espina de su ausencia en Valencia, Sevilla y Madrid todavía clavada muy adentro. Y con José Tomás enfrente. El Juli salió en tromba. A veces le pudo la ansiedad, pero cuando se pasó a sus dos toros por la faja, especialmente en los derechazos profundos, hizo crujir la plaza. Una actuación explosiva de El Juli, que cuando somete por bajo le dobla el espinazo a los toros y pone a la gente a mil. No fueron dos faenas bellas, por la izquierda estuvo espeso, pero sí que vimos dos faenas de poder, de furia, de torero con casta. Y casta le echó a la suerte de matar para asegurar el triunfo.

Este Juli va a convertirse en gran protagonista del resto de la temporada porque esta rabioso y en plenitud. Seguro que en Pamplona la va a montar y de ahí hasta octubre. Qué desperdicio no verle otra vez junto a José Tomás este año. Esta sí que es una pareja para la pasión y para darle al toreo esa grandeza de la rivalidad tan ausente en estos tiempos.

Juan Jose Padilla que sigue disfrutando de los carteles de lujo, cumplió con decoro y entre su labor de Badajoz quedó algún muletazo estimable y una entrega innegable. No era fácil para él la confrontación con José Tomás y El Juli.

El Mundo

El Juli se cuela en la fiesta de José Tomás

No fue una corrida habitual por las connotaciones mediáticas que la rodeaban. El hecho de estar José Tomás influyó mucho en la manera de plantearla, en su desarrollo y en la forma de verla.

Para empezar, la gente que llenaba la plaza como pocas veces se ha visto el coso de Badajoz desde su inauguración hace 45 años, había venido fundamentalmente por José Tomás. Todo estuvo, por tanto, en función de las evoluciones del mítico torero.

A Padilla le apremió el público en su primero para que abreviara en vista de que el toro no daba mucho de sí. Toro, sin embargo, que apuntó calidad, pero con el que se cebó el picador en el caballo. Un desmedido castigo que se acusó en la muleta.

El toro quería ir por abajo, pero quedándose corto y apagándose enseguida. Padilla no tuvo más remedio que aligerar su labor después de tres tandas por la derecha que no pasaron de lo superficial.

Muy motivado por el triunfo que llevaban ya los compañeros, en el cuarto salió Padilla a “revientacalderas” con larga cambiada en tablas y lances de mucha vehemencia. Esta vez puso tres pares de banderillas en ambiente de clamor.

La faena de muleta, con el toro a menos, sin embargo, mantuvo buen nivel, toreando con cadencia, pasándoselo muy cerca, sobre todo en el parón final. Hubo también desplante y espaldinas de rodillas. Lo que se dice Padilla en estado puro. De ahí la oreja pese al pinchazo que precedió a la estocada.

El primero de José Tomás salió corretón, abanto y yéndose suelto, hasta que lo pudo fijar el torero en el mismo platillo, con una especie de medias chicuelinas, de manos bajas, de poco ajuste y mucho gusto.

El picador midió mucho el castigo en varas, y aún así flojeó a la salida del puyazo y hubo protestas, aunque más que blando lo que pasaba es que el animal andaba descompasado. Un toro con muy pocas fuerzas

Tomás abrió faena de muleta con tres estatuarios y un recorte con fondo de olés. En las primeras series a derechas el toro perdía las manos por abajo y protestaba por arriba. Así que no apretó Tomás en las dos tandas siguientes.

El toreo fue ligado y limpio, pero todavía de poco ajuste. Toro sin ritmo, de poca clase, sin ninguna transmisión, embistiendo de puro trámite. Daba la sensación de que faltaba astado cuando el que 'se apretó' fue el torero, pegándose un arrimón de mucha quietud y despaciosidad.

Toreo en las cercanías a base de muñeca. Dos tandas, una por cada pitón, y las manoletinas finales fueron definitivas para poner ambiente de triunfo. A pesar de que la colocación del estoque no fue buena hubo mayoría de pañuelos para la oreja que paseó.

Pero lo importante de Tomás vino en el quinto, y no sólo por el doble trofeo que logró. Tomás fue la elegancia, la suavidad y el temple, la tranquilidad y, al tiempo, la temeridad. La única manera de cortarle las dos orejas a un toro tan molesto como éste fue esta perfecta conjunción de valores.

Bonitos lances en el saludo y quite por gaoneras como él acostumbra, impávido, vertical y ceñidísimo. Dicho está que el toro no acompañó por su sosería, falta de codicia, por la embestida descompuesta y frenada que tenía y por un desconcertante calamocheo. Aquello parecía imposible.

El mérito del torero fue aguantar en grado superlativo hasta conseguir la continuidad en los viajes. Inmensa torería, con tanto aplomo y lentitud hasta conseguir meter al toro en el canasto. Los derechazos fueron de aquella manera, los naturales, aún de uno en uno, sencillamente inenarrables. Las dos orejas fueron muy celebradas por el torero y su gente, sabedores de que lo de hoy fue algo importante. La hora de Julián López

El Juli se lució en su primero con el capote en las verónicas de recibo y en un quite por chicuelinas muy bonito, muy enroscados toro y torero.

La faena de muleta fue sobre todo de arrebato, de más entrega que torería. El toro, codicioso, incansable en la embestida, aportó lo suyo. El Juli le pegó pases y pases en cadena dejando un poco a lado la elegancia, pero poniendo mucha emoción.

Lo más artístico, los pases de pecho, de mucha usía, echándose el toro por delante de pitón a rabo. Por eso en el inevitable agravio comparativo con Tomás, hubo pañuelos más que suficientes para darle las dos orejas.

El sexto fue toro con muchas teclas, pensándoselo mucho a la hora de tomar la muleta y seguirla. Juli recurrió a la raza, a la suya, se entiende, en una faena de mucho esfuerzo en la que hubo sobre todo alardes muy cerca de los pitones.

Faltó limpieza, pero la pasión en el tendido fue total. El estoconazo fue definitivo y así cayeron las dos últimas orejas de la tarde.

El País

Por Antonio Lorca. Un rescatador para la crisis

Las plazas hoteleras, agotadas; los restaurantes, a rebosar; los tendidos, hasta la bandera. Badajoz, capital del turismo nacional por un día. Y todo, por un torero que, sin pretenderlo, se ha convertido en el regenerador económico que necesita este país.

Tanta incertidumbre, tanto desánimo, tan oscuro el túnel en el horizonte, y resulta que la solución a la crisis podría estar en un torero que dinamiza el consumo, revitaliza la economía local, revoluciona las ferias, se garantiza una buena caja para sí y hace ganar dinero a todos. Tanto es así que un profesor de Teoría Económica de la Universidad de Extremadura, Juan Medina, ha hecho sus cálculos y afirma que la presencia de José Tomás en Badajoz supone un montante de 2,4 millones de euros para la ciudad. Y eso que el experto no contaba con el calor infernal que ayer cayó sobre esta ciudad -realmente insoportable para el ciudadano moderno- que hizo que se agotaran todas las existencias de líquido fresquito existentes en la comarca.

Todo esto ocurrió ayer en esta muy calurosa Badajoz, que no se ha visto en otra dese hace años. Un éxito para el empresario, para el Ayuntamiento y para la fiesta. Badajoz, ciudad taurina nacional.

¿Quién dijo crisis? El rescatador tiene nombre y se llama José Tomás. Urge, pues, que se convoque una reunión urgente con quien corresponda a fin de que el torero recapacite y se anuncie por toda España. Se acabarían las penas, se dispararía el consumo y la crisis pasaría a la historia en un plis plas.

Pero, además del dinero contante y sonante que se embolsaron los pacenses y el torero, hubo toreo, que es lo más importante. Téngase en cuenta que esta es plaza de segunda, que el público es del mismo tenor, que el toro es a modo de la plaza y el público, y que José Tomás se anunció en este lugar por su propia voluntad. Pero no decepcionó, esa es la verdad. Se le nota, como no podía ser de otro modo, que hace tiempo que no torea; que ha perdido, por el momento, ese mítico heroísmo que lo convirtió en leyenda, pero llegó dispuesto a no decepcionar; y puso para ello todo el pundonor del que fue capaz para demostrar ante el quinto de la tarde que tuvo, retuvo y, seguramente, guardará para la vejez. Mantiene esa planta de torero que asombra, reparte calidad a espuertas cuando dice aquí estoy yo, y se midió con ese toro hasta dominarlo de principio a fin, haciendo gala del valor seco y sin mácula que lo catapultó a la fama. La faena de muleta tuvo pasajes excelsos por su cercanía, su dominio y la calidad de algunos naturales que recordaron al Tomás de sus mejores tiempos.

Blando y descastado fue el segundo, bonancible como todos, con el que construyó una faena de la nada. De entrada, esbozó unas chicuelinas muy lentas, una media y una revolera, sin embraguetarse, pero preñadas de sabor torero. Con la muleta en las manos, tres derechazos largos supieron a gloria, y acabó con unas manoletinas que mantuvieron los ánimos que no pudo sostener la mirada bondadosa del bendito borrego. En fin, que era tan bueno el animal que lo que transmitía era afecto más que respeto.

En honor a la verdad, quien estuvo bien fue El Juli, torero poderoso donde los haya, que, con estos toretes pacenses, se entrenó, divirtió y se emborrachó de dominio. Su momento es sencillamente extraordinario; y así lo demostró con el repetidor tercero, al que realizó una faena de figura cuajada y deslumbrante. Más parado resultó el último, pero el poderío de este torero parece no conocer los límites y enloqueció a la concurrencia con esa pasmosa facilidad que transmiten los grandes. Había venido a Badajoz sin el consentimiento de los médicos tras su último percance en Granada, pero no se le notaron las secuelas; por el contrario, se ganó a pulso los gritos de ‘torero, torero’ que le dedicó la concurrencia.

No fue Padilla un convidado de piedra, todo corazón y esfuerzo por estar a la altura de las circunstancias, pero su toreo bullanguero y de escasa calidad no alcanzó el relieve deseado.

José Tomás y El Juli salieron a hombros. El público se lo pasó de miedo. La tarde fue de sofocante calor -hasta el veterinario que asesoraba al presidente sufrió un desvanecimiento-, pero ha quedado ya para los anales de esta ciudad que, desde hace años, no se ha visto en otra.

La Razón

Por Patricia Navarro. José Tomás y El Juli convulsionan Badajoz

Era un duelo abierto. A fuego. Contra todo. José Tomás hacía el primer paseíllo de esta temporada planificada en versión minimalista. Tres festejos tres. El de ayer fue un duelo encubierto con la presencia de Padilla, aunque en José Tomás y El Juli estaba presa la última palabra. Y ni uno ni otro cedió un milímetro. La emoción trepó por los tendidos, cautiva Badajoz, 13.000 personas extasiadas. Toreo más toreo. Con mayúsculas. El sentido más hondo de la Fiesta a los ojos de todos, o de unos pocos. Un acontecimiento histórico difícil de arrasar por el tiempo, la huella es imborrable. Ni hoy ni mañana ni pasado. Los años darán poso a una tarde sufrida a más de cuarenta grados y vivida en comunión directa con el alma. Con la raza de los toreros, pura ambición, que volaba al tendido. Brutales emociones. Desgarradoras. Los ojos como platos, ni pestañear se podía. Ardía ell duelo. El gran duelo que hace, con tardes como ésta, que la Fiesta sea ese maravilloso espectáculo que nace y muere al instante, y se graba en las retinas por siempre.

José Tomás pisó plaza ante una expectación que a día de hoy sólo él levanta. Más allá del lleno, el clamor, la ilusión. La corrida de Garcigrande, con toros notables e importantes, estuvo a la contra del diestro de Galapagar. Contra viento y marea, puso José Tomás cuerpo y alma a merced del toreo. Un mago que se sacó de la chistera dos toros. Hubo pitos en el arrastre para el quinto, dos trofeos unánimes y con fuerza para el torero de Galapagar. Las cuentas caen de pie. Fue faena para no creyentes. Repartía el toro sus arrancadas entre caídas y desigualdades, una vez sí, tres no. Paradote, midiendo, entre listo y agarrado al piso. No veíamos fondo, ni manera. De cómo empezó la faena a cómo la acabamos hubo una línea sublime que atravesó José Tomás en el ruedo y conquistó los tendidos. Tomás inmerso en el clima que vive él y transmite, se entretuvo en transitar el peligro con pasmosa tranquilidad, invadió el terreno del toro, tan cerca que le lamía la taleguilla con los pitones una y otra vez. Plasticidad al filo de la navaja, emoción y toreo. Los muletazos fueron soberbios. Grandiosa tarde. Su primer toro se cruzó en el camino desde que salió de toriles. Suelto, sin entrega, pareció que acusaba un defecto en la vista; hacía extraños en el encuentro de terrenos. José Tomás aprovechó, regalo al paso, las idas y venidas para cuajar chicuelinas a cámara lenta. Apartando de la mente el miedo, ¿quién dijo miedo? las cosas feas que había hecho el toro se fue casi al centro, inquebrantable en los estatuarios, convencido, auténtico. Nada servía el animal, sin humillar, descastado, desententido al final del muletazo… ¿Y? Nada importó. De insistir e insistir y hacer las cosas con el mismo aplomo que si fuera un toro de bandera fue logrando meterle en vereda. El precio: alguna parada en el viaje, miraditas… Indiferencia. La Fiesta más allá de las circunstancias.

El Juli forzó la máquina hasta ponerla al límite. Dos semanas atrás un toro en Granada le hizo una luxación de clavícula para quitarte del toreo unos meses. Como una fiera salió al ruedo, casi en versión novillero de jugarse el todo, de acelerar, de asegurar triunfo en temporada determinada por una apuesta que le ha pasado factura. Juli sacó el repertorio y un decálogo entero de cómo torear con las manos bajas, a rastras. Primero por verónicas, preciosas, intensas, arrebatadas y después un quite por chicuelinas de contoneo, de sobrarle todo, hartarse de toro como si ahí justo en ese instante se le fuera la vida. La vida, quizá no, pero la ambición salía a borbotones. Se salió del guión Juli en los comienzos: una trinchera y un rosario de molinetes, pero de los que van muy toreados, delimitando el espacio. Dio paso al grueso del trasteo. Se atemperó el toro, gran toro de Domingo Hernández, y cosió Juli una tanda de derechazos buena, cambió de mano la muleta y el natural le salió tan largo como hondo. Arrebatado Juli por momentos resolvió la embestida al natural, menos larga, adornándose con remates. Se tiró a matar, con la derecha a pesar de la lesión, y la espada, trasera, entró sin otra opción. Un cañón sin alternativa. Y dos orejas que le aseguraban la salida a hombros. El sexto lo tuvo todo de irregular, informal en el viaje, una vez cogía de miedo la muleta y otra se paraba sin dejar ligar. El Juli se sobrepuso, se colocó en el sitio, apuró terrenos, derramó raza, la suya y fue sacando poco a poco muletazos de mucho mérito. De mucha expresión, fuerza, la plaza estaba loca.

Padilla cortó una oreja del buen tercero con una faena con su sello y anduvo correcto con su primero, paradote pero con buen fondo que acusó el paso por el caballo. Sólo una cosa. Más tardes así, por favor. ¿Y si todo fue un sueño?

©Imagen: José Tomas y El Juli salieron a hombros. | RTVE

Badajoz Temporada 2012.

badajoz_250612.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:21 (editor externo)