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Plaza de toros de Badajoz

Martes 26 de junio de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: toros de Zalduendo (terciados y de justísimo trapío. De juego descastado aunque manejable en el último tercio.).

Morante de la Puebla. Saludos y pitos.

José María Manzanares. Oreja en ambos. Sale a hombros.

Alejandro Talavante. Oreja y dos orejas. Sale a hombros.

Entrada: Media.

Crónicas de la prensa:

HOY

Por Estefanía Zarallo. Y en el sexto toro… llegó Alejandro Talavante

Desde primera hora de la tarde se intuía que el calor iba a querer robarle protagonismo a Morante, Manzanares y Talavante en el coso de Pardaleras. El calor sofocante acompañó toda la corrida y cuando finalizó, a las diez de la noche, los termómetros marcaban aún 40 grados de temperatura. Aún así, muchos aficionados no quisieron perderse el cartel de la corrida de la Beneficencia de Las Ventas en esta ocasión en Badajoz, aunque los toros eran de la ganadería de Zalduendo.

Por desgracia volvieron a ser protagonistas de la tarde. En primer lugar por su escasa presencia, muy anovillados en su conjunto, sobre todo el último, de 445 kilos y gachos, con pobres caras. Las comparaciones dicen que son odiosas, sobre todo si se recuerdan los 'victorinos' del domingo o los de Garcigrande del lunes. La corrida bajó en cuanto a presentación un punto el nivel de exigencia de la plaza. En comportamiento no fueron mucho mejores. Muy parados, justos de fuerzas, descastados, y con una nobleza excesiva, de toro bobalicón. Algunos se asemejaron más al concepto de carretón que de bravura. Y con esto y el calor, hubo momentos en los que los minutos parecía que sumaban para atrás.

Al menos en el sexto apareció un Alejandro Talavante inspirado en su tierra que quiso que sus paisanos despertasen de su letargo y se inventó una faena a ese toro al que incluso llegó a banderillear con palos adornados con los colores de la bandera de Extremadura. Formó un lío en la plaza y cortó las dos orejas que, sumadas a la que se había llevado del primero de su lote, le aseguraban la salida a hombros junto a su compañero José María Manzanares.

En esta ocasión, las orejas no cotizaron tan caras como el pasado domingo. Ni el cronómetro fue tan riguroso. El alicantino se llevó dos regalos en forma de apéndices y, en el lote, una inmerecida puerta grande. Hubo algunas pinceladas sueltas de Manzanares, pero no petición mayoritaria para la concesión de trofeos, ni una faena que quede para el recuerdo de los aficionados. El nivel de exigencia que se marcó el palco en la encerrona de Antonio Ferrera no se mantuvo el resto de la feria. Y los avisos que escucharon los novilleros no los oyeron las figuras del toreo.

No se puede decir que Morante de la Puebla no tenga seguidores. Una legión de aficionados le siguen allá por donde va y sienten auténtica devoción por él. Desde la faena de 2010 al toro 'Voy o no' de la ganadería de Juan Pedro Domecq en la plaza de Badajoz muchos esperan que vuelva a repetirse para deleite de los aficionados y beneficio de la fiesta. Ayer tampoco pudo ser y el de la Puebla del Río se marchó con una fuerte bronca. A su primero lo recibió con discretas verónicas y ligó muletazos sueltos de los que salía con la cara alta. Probó por el pitón izquierdo, aunque el astado perdió un par de veces las manos y volvió a tomar la muleta con la diestra. Pinchó y el animal salió huyendo a los toriles, dejando clara su condición de manso. Mató de estocada entera delantera. Pitos al arrastre para el toro y ovación para el torero.

Poco se puede decir de 'Refrito', el segundo de Morante, que cortó mucho en banderillas y puso en algún que otro aprieto a la cuadrilla del sevillano. Acabó pronto con él, pues apenas pudo hacer nada. Se llevó, como era previsible, una bronca del respetable.

A veces dio la sensación de que José María Manzanares venía a cumplir un trámite con Badajoz. No se le vio entregado y, aunque hubo detalles de calidad, en su conjunto sus faenas de ayer no pasarán a los anales de la historia del toreo. Siempre con la pierna atrás, jugando mucho con los vuelos de la muleta, encontró un palco generoso que le premió con las dos orejas. Aunque el resultado haya sido el mismo, no son comparables los trofeos obtenidos por él y por Alejandro Talavante.

El alicantino recibió a su primero por delantales, con una media de remate. Muy anovillado su oponente, se estrelló contra el caballo de picar y cobró un buen puyazo. Buenos los pares de Curro Javier, en especial el tercero. Destacó la lidia por la mano derecha, aunque hubo un par desarmes en los que el toro, se quedó parado en el sitio sin inmutarse. Pinchó al matar recibiendo y después dejó una estocada trasera, también recibiendo, que resultó efectiva. Oreja.

Al quinto le hizo una faena sin demasiada ligazón que se hizo interminable por momentos. Oreja tras algún derechazo bueno, pero no en conjunto.

Del capote de Alejandro Talavante en su primero destacó un quite por chicuelinas rematado con una revolera. El toro tenía fijeza pero no repetía y tuvo que ponerlo todo el torero para hacerle faena. Lo lidió por ambos pitones pero sin demasiada transmisión y se llevó una oreja.

La tarde se puso tediosa y Talavante quiso despertar a sus paisanos de ese letargo, formándole un lío al que cerró plaza. Un 'Proletario' de 445 kilos al que recibió por verónicas y chicuelinas. Se animó a banderillear y destacó el tercero de los pares, al quiebro junto a tablas. Gustó mucho su actitud en los tendidos. Brindó al público y comenzó por estatuarios en una tanda en la que también hubo una giraldilla, con los pies clavados en la arena. Lo lidió por ambos pitones, dándole mucho tiempo al toro y cuidándolo, pues andaba justo de fuerzas, aunque tenía nobleza. Terminó encajado entre los pitones y con una tanda final de bernardinas cobró una estocada entera y fue prendido de mala manera aunque quedó en un susto. Menos mal. Paseó las dos orejas.

La tarde de toros fue contemplada por un matador al que hubiese gustado ver de luces en esta feria: Javier Solís que disfrutó de la tarde junto al novillero Tulio Salguero. También se acercó Victorino Martín (hijo), el ganadero de Zalduendo Fernando Domecq o 'El Juli'. Detrás del objetivo ha contemplado la fotógrafa alemana Anya Bartels la feria de San Juan. Y también hubo grandes aficionados en los tendidos, como Álvaro Duque, miembro de la peña taurina de Brozas o Pepe 'Marchivirito' y Carmen.

De esta manera terminó la feria de San Juan que ha tenido cinco tardes de toros y cinco salidas a hombros. Hay cosas que quedarán para siempre en la retina de los aficionados, momentos irrepetibles que hacen que se añore ya la feria cuando apenas han pasado unas horas desde su final. La entrega de los novilleros, la magia y el sentimiento de la encerrona de Antonio Ferrera, el poderío de 'El Juli', la verdad de José Tomás y la inspiración de Alejandro Talavante. El regreso de los 'victorinos' a Badajoz o la calidad del sexto novillo de Píriz.

Cada uno de los aficionados que ha disfrutado de la feria de San Juan 2012 tendrá esos momentos especiales guardados en su memoria y acudirá a ellos cada vez que su afición se tambalee. Porque hay veces en las que la fiesta de los toros pesa y es en esas ocasiones cuando hay que recordar que un hombre se enfrenta a un animal bravo con un trozo de franela en sus manos para lidiarle en un ritual que no es más que un reflejo de la propia vida.

COPE

Por Sixto Naranjo. Talavante contra la resaca en Badajoz

De las apreturas, del lleno, del bullicio que se había vivido en el coso de Las Pardaleras el lunes se pasó a la calma chicha, a la ‘otra Fiesta’, la del medio toro, la de la ‘pata atrás’ y el escaso compromiso. Luego dirán algunos, porque las comparaciones son odiosas casi siempre. Pero lo vivido este martes en poco se parece a las pasiones sentidas apenas veinticuatro horas antes. Y buen culpa de ello la tuvo un pajuno encierro de Zalduendo, de paupérrima presencia y descastada condición. Toros a la medida de las figuras, cuasi domésticos, que en la mayoría de las veces provocan más lástima que temor.

Pero de entre la vulgaridad asomó un Alejandro Talavante que ve toro por todas partes. El extremeño continuó su racha de triunfos cortando un total de tres orejas. La primera por una faena mejor resulta al natural al tercer toro. Sin embargo, la locura llegó en el sexto, al que Talavante banderilleó con desigualdad en los dos primeros pares. Pero cerró el tercio jugándosela en un par al quiebro por los adentros. El torete de Zalduendo tuvo cierta movilidad en el primer tramo de faena, lo que aprovechó el torero para trenzar un trasteo limpio y ligado, sobre todo en un final en las cercanías de los pitones del toro, exprimiendo hasta la última embestida. Se tiró con todo Talavante para matar resultando prendido por la taleguilla en unos segundos angustiosos colgado del pitón. Con la banda del traje hecho girones pero sin herida, Talavante recogió el doble trofeo antes de su salida a hombros.

Por la puerta grande también abandonó el coso pacense José María Manzanares. Mucha estética pero poco ajuste en los embroques. Así se desarrolló la primera de las faenas del alicantino. La oreja supo a poco. Como la que paseó del quinto tras un trasteo con intermitencias en la que poco a poco fue haciendo romper a un toro que tendía a quedarse en mitad de las suertes en el comienzo de faena. La estocada, trasera pero efectiva, ayudó a la concesión del apéndice.

Y Morante, que se las vio con el lote más deslucido. Su primero, de embastecidas hechuras, se paró rápido y sólo hubo esbozos del toreo del sevillano. Menos opciones dio el deslucido cuarto, con el que no se anduvo con miramientos y lo pasaportó con prontitud.

EFE

Por Juan Miguel Núñez. Apoteosis de Talavante, a hombros con un Manzanares que no le hace ni sombra

La vuelta a la normalidad, un día después del gran acontecimiento de José Tomás potenciado con el triunfo también del “Juli”, pasa también por la apoteosis de Alejandro Talavante, que sumó tres orejas en una tarde muy importante para él.

Un Talavante lucido con el capote en su primero, en el recibo a la verónica y en quite por chicuelinas. Muy quieto desde el principio el torero, consiguió dominar al animal, que pegaba un incómodo tornillacito al final de los pases.

Faena claramente a más en la que predominó la firmeza y el mando, primero para limar asperezas y después para torear en lo fundamental muy relajado y con gusto, amén de pasárselo siempre muy cerca. Paseó también un apéndice.

Pero donde realmente se apretó Talavante para poner el festejo en categoría fue en el sexto. Emocionante recibo intercalando verónicas y chicuelinas.

Talavante tomó sorpresivamente las banderillas, un regalo en su tierra, con los colores de la bandera de Extremadura. Naturalmente contó más que nada el detalle, aún dejando los seis “palos” en el toro, además de que el tercer par en quiebro por los adentros tuvo también su aquel.

Y luego, el lío. Desde cuatro estatuarios en el mismo centro del redondel, con cambio por detrás, molinete invertido y el de pecho, sin rectificar. Y de ahí en adelante por la derecha intercalando “talavantinas”, que son como pases de las flores por detrás, y recortes, en un espacio mínimo. La plaza, boca abajo.

Al natural también siguió muy reunido con el toro. Temple y mando, todo de una estética inmaculada, y con el aderezo de la emoción. Más allá de alardes, el planteamiento de Talavante fue de absoluta seriedad y entrega. Torería y valor al cincuenta por ciento.

Bernadinas en el final y emoción desbordada en la estocada, al entregarse tanto que salió por los aires, prendido durante un tiempo, por fortuna sin consecuencias. Necesitó de un descabello, pero ni qué decir que la petición del doble trofeo fue unánime. Una salida a hombros con todo merecimiento, a lo grande.

Manzanares estuvo elegante, estético, pero sin entrar en profundidades con su primero, toro poca cosa de apariencia y muy colaborador. La faena tuvo suavidad y gusto, a base de cintura y muñeca, pero arrimándose poco.

Y un inconveniente, la falta de fuerza para agarrar el estaquillador, pues llegó a perder la muleta dos veces, primero en un cambio por delante y posteriormente en un natural, que quiere decir que fue faena en dos tramos. Así y todo, y con el pinchazo antes de la estocada, le dieron una oreja barata.

Tampoco ahondó mucho Manzanares en el quinto, toro que llevaba la cara suelta, con el que fue difícil centrarse en los primeros compases. Manzanares lo toreó mucho sobre la derecha, hasta seis tandas. Hubo limpieza pero no hilván.

Lo bueno vino al cambiar de mano, en la segunda tanda al natural. Ahí tomó altura la faena, lástima que estaba ya en el tramo final. Pero todavía se recreó en dos “cositas” sandungueras, definitivas para que, tras la estocada, paseara otra oreja, salvoconducto para la salida a hombros.

“Morante” no se centró con el toro que abrió plaza, blando y bajito también de raza, pero que a la salida del caballo se vio como iba largo y por abajo.

Hasta bien avanzada la faena de muleta no se decidió “Morante” a ponérsela de verdad. Ni un pase limpio, ni dos seguidos. Aún así le jaleó el público cuando se compuso en unos pretendidos pases sueltos, de uno en uno. Nada del otro mundo. El silencio final tras el arrastre también lo dice todo.

El cuarto, de poca raza y menos fuerzas, para terminar de arreglarlo se pegó un volatín que terminaría de quebrantarlo por completo. “Morante” hizo como que quería con la muleta, pero perfilero, poniéndose por fuera.

Fue simulacro de toreo, en media tanda al natural y otra media por la derecha. Y cuando menos se esperaba se puso a tocarle las orejas, cortándole el viaje. “Morante” se fue a por la espada en medio de una fuerte pitada.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Manzanares y un gran Talavante, a hombros

Del 'no hay billetes' del día anterior se pasó a la media entrada de este martes con tres figuras en el cartel. De ellas, dos salieron por la puerta grande, Manzanares y Talavante, que cortaron dos y tres orejas respectivamente.

Lo nunca visto llegó en el sexto cuando Alejandro Talavante cogió las banderillas Al quiebro se resarció de los pares al cuarteo. Un quiebro por los adentros. Pero donde de verdad Talavante provocó la emoción fue en la ligazón, en los tramos ojedistas de una faena a golpe de corazón, desaparecidas las distancias. Se tiró a matar con rectitud y el toro lo prendió por la ingle. Fea la voltereta por la zona. Afortunadamente sin consecuencias. Un descabello y dos orejas, que se sumaban a la conseguida del tercero.

El segundo de Zalduendo expuso una clase superior. Pero la estética de José María Manzanares se queda cada vez más hueca sin el mínimo ajuste. El alicantino arrebañó una oreja a un toro de dos. Otra paseó del quinto, con el que se aferró a la puerta grande gracias a la estocada.

Morante sorteó el peor lote. Manso, frenado y bastorro el primero que se fue a morir a la puerta de toriles. Descalzo el genio, quiso más que pudo desde la pala. Y el cuarto fue imposible.

La Razón

Por Patricia Navarro. El arrebato de Talavante le abre la puerta grande

Los abanicos no daban abasto para atemperar aunque fuera un poco las brasas del ambiente. Un infierno en la tierra, que alivió Manzanares, en parte con dos faenas de depurado temple, sin angostura en los espacios, pero pulcro de técnica y de lentitud en el trazo. Y eso hizo que los derrotes del precioso quinto, que tenía fijeza y obedecía al toque, acabaran por disiparse ante la suavidad del engaño. Un viaje que iba limpio, ni una vez le tropezó la muleta. Metió la espada y sumó la oreja que necesitaba para abrir la puerta grande.

En primer lugar se llevó el toro más suavón de toda la corrida. Era el festejo del día después. José Tomás- Juli, dos gallos de pelea que convirtieron el esperado espectáculo en un volcán de emociones. La dulzura del segundo la vislumbramos desde que pisó plaza, ya en el capote ralentizado de José Mari. Despaciosos lances, milimétricos encuentros, calidad del Zalduendo en la muleta. Manzanares envolvió la faena de principio a fin. Bonita. Sedosa. Imaginable. La revolución llegó en el sexto. Animado Talavante con el capote, chicuelinas casi de saludo y tres pares de banderillas. Sí. Banderillas con las que logró poner a la gente en pie, sobre todo el último par de encontronazo. Al quiebro, en las tablas, peligroso y forzado envite. Ya había metido al público de lleno. Expectante. Buen toro el Zalduendo, de un conjunto muy manejable y de buen son, enigmático el torero. Sorprendente. Variado, pero sin renunciar al toreo fundamental. Cosió muletazos por ambos pitones, noble toro… Cuando la mecha se apagó tiró Talavante de valor para pasárselo muy cerca, al paso, muy despacio. Poderoso. Solvente. Ambicioso. Con las bernadinas llegó al final, sólo la espada le separaba de lo que había perseguido con ahínco: la puerta grande. Se tiró con todo y con todo el ímpetu le agarró el toro por la ingle y le dejó colgado del pitón. Pavor. Se recompuso, de milagro, y cortó dos orejas con fuerza y pasión. Reconquistábamos con Talavante algunas de las emociones vividas el día anterior.

Con el desigual pero manejable tercero regaló Talavante su toreo bueno y centrado en dos macizas tandas de naturales. Y en lo demás, intervalos de interés.

Morante nos dejó fríos, bueno eso resultaba imposible, pero sí con las ganas de verle. Hubo muletazos sueltos de calidad con su primero, que humillaba aunque le costaba arrancar y no se complicó con el cuarto, sin entrega.

A hombros se fueron dos toreros. Dos versiones distintas. Talavante abrió la puerta grande a golpes. Y qué mérito el público, sofocante e inolvidable calor.

Marca

Por Carlos Ilián. A Talavante sólo le faltó hacer de picador

Después de la tarde redonda de José Tomás y El Juli, ante una corridita casi insignificante de Garcigrande, pero donde, al menos, vimos el toreo de la mejor escuela, hemos pasado a un festival de luces, donde el toreo ha sido de tono menor y el toro no ha existido. Una becerrada incalificable de Zalduendo.

Para tener una idea cabal del tipo de espectáculo que vimos en Badajoz hay que ver cómo salió Alejandro Talavante para lidiar al sexto, un auténtico novillote de 445 kilos y presencia ideal para un festival benéfico. A Talavante sólo le faltó picar aquel perrillo con dos pitoncitos. Y digo que sólo le faltó picarlo porque hasta puso tres pares de banderillas. A propósito a toro pasado en el cuarteo y mucho mejor al quiebro. Ya había toreado con primor en los lances de capa, especialmente unas chicuelinas de pintura.

En la muleta vimos de todo: cambios de mano, arrucinas, pedresinas, derechazos ramplones, nautrales citando a distancia sideral y otros de su mejor cosecha. No faltaron las socorridas bernardinas y por fin una estocada atracándose de toro y saliendo cogido, afortundamente sin otro daño aparente que la rotura de la talaguiila. No hace falta contarles que cortó las dos orejas y salió en hombros. Ya había cortado otro apéndice en el tercer toro, al que toreó con ventaja, colocado a distancia. Pero ayer valía todo.

José María Manzanares también sacó partido de aquel festival de luces, sin toro, y con el minimo esfuerzo. Su primer animalito infundía menos respeto que el coderito de Norit. José Mari hizo lo suyo, sus derechazos detrás de la pala del pitón y más despegado todavía en los naturales. Mató en la suerte de recibir y le obsequiaron una oreja. Y otra más le regalaron en el quinto, otro ejemplar de becerrada de fin de curso.

Morante ligó lo más serio al único ejemplar de cierta entidad, el primero. Fue una tanda de derechazos. En el cuarto se debió avergonzar de lo que tenía delante y prefirió acabar pronto con el bochornoso espectáculo. Claro que a la gente no le gustó nada la actitud de Morante y le pitaron con fuerza. A ellos no les importaba que el toro estuviera ausente y que fuera reemplazado por un remedo de lo que es un ejemplar de lidia, un toro bravo de verdad.

©Imagen: Alejandro Talavante. | CADENA COPE.

Badajoz Temporada 2012.

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