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De metáfora y oro

<img src="http://resizer.abc.es/resizer/resizer.php?imagen=http://www.abc.es/Media/columnas/burgos2bn--146x110--146x110.jpg&nuevoancho=73&nuevoalto=63&copyright=conCopyright&encrypt=false"/> ¿Habrá algo más bonito que decir que va «de Esperanza y oro» un torero que viste de verde?. Por Antonio Burgos.

ABC, 26/05/2014. COMO a la noche de Ana Belén, se le fue la mano en generosidad el otro día a un jurado presidido por Andrés Amorós y patrocinado por José Moya, el ganadero de El Parralejo, y me dieron el premio de artículos taurinos que recuerda a Manuel Ramírez, el gran cronista del currismo y de la madre que lo parió, Doña Andrea. El artículo no tenía mayor mérito literario que estar escrito en el papel del pescado frito. De ahí su título, «El cartucho de Pepe Luis», aquel Sócrates de San Bernardo que fue al final de su vida un ciego Homero de Nervión lleno de sabiduría, hondura torera, elegancia y bondad. Y por mor del premio me hizo Jesús Alvarez una inteligente entrevista para ABC, en la que me preguntó si existe poesía en el toreo. Aparte de que hubo faenas de Antonio Ordóñez que estaban escritas en octavas reales, miren si no habrá poesía en el toreo que Curro Romero cuajó un toro que se llamaba «Soneto». Y miren si no habrá poesía que los toreros van vestidos de metáfora. De metáfora y oro, de metáfora y azabache, de metáfora y plata, según gustos. La poesía del toreo ha acuñado su propia paleta de colores. Como Adán en el paraíso poniéndoles nombres a las criaturas acabaditas de crear por Dios, así los sastres de toreros, o los profesionales de la Fiesta, o sus novias, o sus poetas, o los guasones con las del Beri le pusieron a cada color un apodo que era poesía pura: una metáfora cromática.

En el toreo no existe el marrón, que suena muy mal, entre escatología y mal trago. Se usa la metáfora cromática del tabaco. Dices «tabaco y oro» y ya estás oyendo a Concha Piquer cantando por Rafael de León. El celeste, el murillesco color litúrgico que Sevilla inventó para la Inmaculada, es el Purísima. El morado es el Nazareno. Y como el amarillo es innombrable, los que se atreven a vestirlo lo llaman caña. ¿Habrá algo más bonito que decir que va «de Esperanza y oro» un torero que viste de verde? Como hay guasa, mucha guasa, el negro es el catafalco, y toquen ustedes madera: «Servisa y oro», vamos.

Y hablando de guasa en la paleta de colores del toreo, un gran poeta y gran crítico taurino, de Vizcaya, Javier de Bengoechea, que fue director del Museo de Bellas Artes de Bilbao e integrante de la cuadrilla lírica de Blas de Otero, Gabriel Celaya y Ángela Figuera, inventaba en cada una de sus crónicas un color para describir los vestidos de torear en plan humorístico. Él, por cierto, firmaba como «Tabaco y Oro». Y con una gracia que yo le hubiera dado el primer premio de letras de chirigotas, si un torero iba de blanco, en aquellos años de tanto anuncio de detergente por televisión decía Bengoechea que el vestido era «Ariel y oro» o «Persil y plata». Hemos dicho lo del «caña», ¿no? Pues en su guasa hubiera sido «Cruzcampo y oro». De un torero que fuese de añil hubiera dicho hoy Bengoechea que iba «de valla electoral de Arias Cañete y oro», o directamente «de pitufo y oro».

Pero esa varonil, recia, lírica, evocadora, creadora paleta de colores toreros se nos ha puesto «sensible», por no decir que se nos ha amariconado. Con los colores toreros de ahora, Rafael de León no sería capaz de escribir no digo ya un «Capote de grana y oro», ¡ni el remite de una carta! Lees el programa de mano cuando vas a la plaza de los toros y te tienes que agarrar a la almohadilla al ver el horror de que un banderillero vaya de «espuma de mar y plata». Y que ese torerito de plastilina tan protegidito y con tanto márquetin al que lleva la propia empresa vista de «palo rosa y oro». ¿Palo? Ni rosa ni de ningún color: de vara de acebuche se lo pegaba yo a quien inventó este color pretendidamente torero. O el aguamarina, o el vainilla (¿Frigo?), o el rioja (y al Ribera que le vayan dando). Aunque, visto por otro lado, los colores están como anda el toreo y quizá sus nombres sean también metáfora certera: blandengues y afectados. Falsos. En esos colores se ve la copla: «Aquí no hay plaza ni nombre/ni traje tabaco y oro». Aquí no hay nada más que márquetin, vetos y comunicados.

de_metafora_y_oro.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:15 (editor externo)