Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


forum_mundial_de_la_cultura_taurina

Toros en Islas Azores

IV Fórum Mundial de la Cultura Taurina

La Tertulia Tauromáquica Terceirense organizó el IV Fórum de Cultura Taurina en Angra do Heroísmo, en las Islas Azores, celebrado entre el 24 al 26 de enero de 2025 con el objetivo de intercambiar ideas y propuestas para la defensa de la Fiesta Brava, con 250 participantes de los países taurinos, algunos de ellos destacados en diversas áreas de la tauromaqquia como que el ganadero Joaquim Grave, el matador de toros Miguel Ángel Perera, Lorenzo Clemente, presidente de la comisión jurídica de la Fundación del Toro de Lidia, la profesora Araceli Guillaume o el periodista Chapu Apaolaza.

La temática de esta nueva edición del Fórum, que retomó su actividad después de diez años, estuvo centrada en la defensa y el futuro de la fiesta de los toros. El evento reunió a representantes de los ocho países taurinos, toreros, ganaderos, veterinarios, periodistas y personalidades del mundo del toro. Con un enfoque en la defensa, proyección y futuro de la tauromaquia, el Fórum se estructuró en tres intensas jornadas en las que se trataron temas clave como la unidad global del sector, el toro del futuro, la comunicación en la era digital y la defensa legal de esta tradición cultural. En una de las jornadas se proyectó la película Tardes de Soledad, de Albert Serra, como prólogo a una mesa redonda sobre la comunicación taurina: los periodistas y expertos concluyeron que el sector necesita estrategias globales y cohesionadas para adaptarse a los tiempos digitales, sin perder la profundidad y el rigor de los medios clásicos.

La inauguración del Fórum tuvo lugar en el Centro Cultural de Angra do Heroísmo, con la participación de autoridades locales como el alcalde de Angra, Álamo Meneses, y el Consejero de Agricultura de las Azores, Antonio Ventura, quienes destacaron la importancia cultural y económica de la tauromaquia en la región.

Retorno a las Azores. Por una tauromaquia inclusiva. Por Araceli Guillaume

El pasado 26 de enero se clausuró en Angra do Heroismo el IV Fórum Mundial da Cultura Taurina, organizado por la Tertulia Tauromáquica Terceirense, con el patrocinio de las autoridades locales, tanto municipales como regionales, que confirmaron su compromiso con la tauromaquia asistiendo a los actos. Durante tres días, unos treinta ponentes a menudo acompañados, procedentes de una amplia geografía, convivimos con nuestros anfitriones y un nutrido grupo de aficionados locales.

Desde entonces, la actualidad del planeta taurino ha acelerado su curso en Europa, sobre todo en España, aunque no sólo. Ha habido esa habitual efervescencia de finales de enero y febrero que anticipa la primavera: presentación de carteles de ferias importantes, celebración de festivales como el de Mourão y el de Sanlúcar de Barrameda, del primer ciclo taurino en Valdemorillo… mientras la temporada americana seguía su curso. Unos y otros hemos vuelto a nuestras actividades y a la actualidad, impacientes ante la llegada inminente de las primeras ferias. No obstante, en lo que a mí respecta, las recientes vivencias de las Azores me dejaron sensaciones muy bonitas – como suelen decir los toreros – reactivadas por algún acontecimiento de estos últimos días. Por eso, se me ocurre compartir con vosotros – sobre todo con los que asististeis al encuentro completo – algunas reflexiones al hilo de lo que allí vivimos, evocando aquellos días que no dudo en calificar de excepcionales.

Lo excepcional ya lo suscitaban el marco y las circunstancias: una isla en medio de un archipiélago, en pleno océano, casi equidistante entre Europa y América, en pleno invierno, con forasteros numerosos, procedentes de los ocho países taurinos que se sumaban a los aficionados locales, más numerosos todavía, formando un conjunto de gente muy diversa. Hubo momentos en que el público rebasó los doscientos asistentes.

Un ambiente cordial reinó en todo instante – un buen rollo – como si las rivalidades y las diferencias no hubieran embarcado en ningún vuelo. Disfrutamos con grandes intervenciones sobre el presente de la tauromaquia y aportaciones apasionantes en conferencias y mesas redondas, muy aplaudidas, que la prensa ha difundido y alabado acorde a la calidad de lo allí tratado. En medio de un programa denso, hubo análisis del presente y propuestas sobre las perspectivas de futuro, que a veces quedaron por profundizar por falta de tiempo. Las comidas y las pausas cafeteras fueron un privilegiado espacio de tertulia.

Creo que fuimos conscientes de vivir un lapso de tiempo fuera del tiempo, en un lugar insólito cuyo acceso dificultaban las condiciones climáticas. A la unidad de tiempo y de lugar se sumaba una unidad de acción ya que, aparte de hablar de toros durante tres días con sus noches ¿qué otra cosa podíamos hacer? Y, de todas maneras ¿de qué si no, hablamos los aficionados a los toros cundo se nos deja solos? Aquello era como un cónclave, pero en clave taurina: del desayuno a la cena, del café a media mañana a las copas de sobremesa, todo era hablar de la Fiesta y su circunstancia. Nadie escapaba.

La afición a los toros allí reunida cubría un espectro social y cultural tan amplio como variopinto. Gente del mundo rural se codeaba con urbanitos impenitentes y otro tanto hacían los actores de la tauromaquia con los meros aficionados. En suma, mundos muy diferentes y una amplia diversidad social, entre autóctonos y forasteros. Todo ello muy integrador. También había hombres y mujeres, aunque como casi siempre en el ámbito taurino dominaban numéricamente los primeros. Era de criticar – y lo hice – que entre los conferenciantes sólo hubiera hombres y entre los contertulios tan sólo dos mujeres: Verónica Gutiérrez como ganadera y una servidora. No me guía ningún ánimo de polemizar ya que los organizadores lo hicieron todo de manera tan sobresaliente que sería injusto y una gran descortesía por mi parte. Sólo quiero apuntar que hay que luchar contra la – mala – costumbre taurina de no pensar un poco más en las mujeres porque de torear a hablar, u opinar de toros, va un gran trecho y porque ese trecho es el mismo para unos que para otras. El equilibrio está muy lejos, pero hay que ponerse seriamente a intentarlo: hay un público femenino numerosísimo, magníficas periodistas y también muchas y muy buenas aficionadas, tan buenas o mejores que tantos hombres, aunque se expresen menos… por costumbre. En la Isla Terceira, hubo entre el público una cuantas, reactivas y muy pertinentes cuando intervinieron. Todo llegará pero no nos conformemos.

Y es mi única crítica, ya que a pesar de estos atavismos que desaparecerán la tauromaquia en Angra do Heroísmo se reveló como una fiesta inclusiva desde diferentes puntos de vista. Fue incluyente el tratamiento que se dio a las tauromaquias populares que, en las Azores como en tantos otros lugares, son el fundamento histórico de la tauromaquia en general y el germen de muchas aficiones. Si el hombre medieval no hubiera corrido toros o novillos, ensogados o no, en las fiestas patronales o en las bodas y bautizos, nunca habría surgido un espectáculo urbano en coso. Nos lo dicen los documentos de todas las latitudes. Y hoy, sin esos enfrentamientos en apariencia desordenados de las calles entre hombres valientes y toros bravos, careceríamos de muchos argumentos para defender la corrida de toros regulada y codificada que tenemos en las plazas. Si el toreo ha evolucionado en las plazas, también lo han hecho las fiestas de las calles, despertando en muchos una afición común y manteniendo en un amplio territorio la proximidad de la población con el toro, un toro serio, con otra funcionalidad que la de la plaza pero que contribuye a mantener su crianza. No sólo de corridas de toros viven los ganaderos de bravo y lo sabemos bien. Esa diversidad taurina responde además a la realidad cultural de las Azores donde hay un altísimo número de festejos populares que se suman a las corridas de toros, de rejones y a los forcados.

La dimensión integradora de la Fiesta de los toros quedó de manifiesto igualmente en Angra do Heroísmo en un terreno mucho más resbaladizo e inusual: el político. Nuestros anfitriones portugueses habían previsto que cada cual se expresara en su idioma, sin dar al español la prevalencia de que suele gozar en otros encuentros. Ello implicaba una traducción de gran nivel en ambos sentidos, lo que se cumplió con creces. El francés también tuvo una presencia testimonial. Utilizar todas las lenguas taurinas es reivindicar la tauromaquia como rasgo cultural propio de cada país taurino, es abrir el abanico de las identidades marcadas por la cultura del toro. También en esto fue incluyente el encuentro en la Isla Terceira.

En cuanto a la política en el sentido más común, hoy en España se da por hecho que los toros son cosa de la derecha, aunque todos los votantes de derechas no sean aficionados a los toros y algunos ni siquiera simpatizantes. Esto se debe a la dejación por la izquierda del espacio taurino, cuando no es claramente hostilidad y aversión declarada. Y sin embargo hay muchos votantes de izquierdas aficionados a los toros, también en España.

Seguramente, el ancestral complejo a no querer ser diferentes, ya desde épocas remotas, lleve al votante español de izquierdas a no decirlo, a vivir en las catacumbas, para remedar una expresión de Rubén Amón. Si el aficionado taurino español de izquierdas no quiere que la derecha instrumentalice políticamente los toros, como ya lo hizo en tiempos pasados y lo hace de nuevo, va a tener que afrontar su convicción y salir del armario. En política, todo espacio que se deja vacante lo ocupa el otro. Los toros no atentan en nada a la dignidad del hombre, como diría François Zumbiehl con la vista puesta en la Unesco, ni tampoco contradicen las aspiraciones en materia de justicia, y de progreso social, como recordaba recientemente Francis Wolff y, por lo tanto, no están reñidos con lo que se denomina progresismo político. Ya sabemos que en la Francia taurina las cosas son diferentes y que hay incluso una derecha animalista, tremendamente anti-taurina. En cualquier caso, en Francia, la dicotomía no la ha marcado la política sino la región y la sensibilidad. En España, para evitar debates, se suele decir que la tauromaquia no es ni de izquierdas, ni de derechas (y se ha repetido estos últimos días) pero como Chapu Apaolaza prefiero afirmar que es precisamente lo contrario: los toros son de derechas y de izquierdas, son antiguos y modernos, son siempre actuales y siempre rompedores, transgresores. Están fuera de la temporalidad ordinaria y de los tópicos al uso. Y sí, son y han sido siempre políticos: “con permiso de la Autoridad y si el tiempo lo permite…” O que se lo pregunten a nuestros amigos americanos, con situaciones tan diferentes de unos países a otros como tan bien lo explicaron… y en cada lugar, en razón de las circunstancias políticas.

En lo relativo a Portugal, la duda la despejó muy rápidamente desde el público Daniel Oliveira (periodista y comentador), tomando la iniciativa de declarar, antes de que se produjera la más mínima afirmación de lo contrario, que la polarización política española no se cumplía de ninguna manera en el caso portugués y que no había que dejarla infiltrarse. Dio el ejemplo de varias regiones taurinas – entre ellas el Alentejo – que son tradicionalmente de izquierdas. Este pronunciamiento, corroborado después en la mesa redonda dedicada a la “Afición en primera persona” y acompañado de otros, se hizo sin la más mínima alteración de la armonía reinante y no provocó ninguna controversia, dándose por hecho que aquel señor en su país democrático votaba lo que le parecía oportuno y que otro tanto hacía cada uno de los allí presentes en los suyos respectivos. Él dio por sentado, y otros lo hicimos con él, que nuestras convicciones políticas no interferían en nuestra pasión por los toros, que nuestra pasión compartida e indiscutible era totalmente intocable y que ningún partido la puede prohibir ni – añado – apropiársela. Pero, claro, en España de momento hay mucha catacumba entre espectadores y políticos aficionados a los toros, principalmente de sensibilidad progresista, que silencian su afición taurina, o que han renunciado a ella engañados por la etiqueta de “incorrecta” que le aplican sus detractores. La recuperación puede ser ardua.

En cualquier caso, volví de la Azores con la impresión de que aquel encuentro había sido diferente de los demás, probablemente porque analizando el presente, se miró más al futuro que al pasado. La cuestión no fue el toro de ayer, ni el toreo de ayer, ni el público de ayer, ni la nostalgia tan humana del pasado, sino todo aquello de hoy que nos permite mirar al mañana con la ilusión y la esperanza de legar la tauromaquia a las generaciones venidera.

En Angra do Heroísmo, pudimos comprobar que la riqueza intrínseca de la tauromaquia hace de nosotros, los aficionados a los toros, una categoría de gente singular, apasionados valedores de una filosofía de vida que, cara a los que no la comparten, defendemos en nombre del derecho a la pluralidad cultural, a la diferencia y que incluso, llegado el caso, exigiremos ejercer como expresión de una minoría. Y que esa filosofía la comparte gente muy diversa, de variados horizontes culturales, sociales y políticos porque en sí la tauromaquia es inclusiva. Muchas épocas pasadas y varias regiones del mundo lo ilustran. Y la tauromaquia solo permanecerá si es inclusiva. Me parece una evidencia.

Con un sincero agradecimiento y enhorabuena a mis amigos Arlindo Teles, José Parreira, Francisco Aguado Montero y a todos los organizadores Araceli Guillaume-Alonso París, 25 de febrero de 2025


forum_mundial_de_la_cultura_taurina.txt · Última modificación: 2025/02/28 00:02 por paco