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GREGORIO CORROCHANO

Talavera de la Reina, 8 de abril de 1882

Procedente de una familia de agricultores y ganaderos, Gregorio Corrochano inició en Madrid estudios de Ingeniería de Caminos, que abandonó pronto por la práctica del periodismo.

Corrochano ejerció como corresponsal de guerra durante el conflicto del Rif. Posteriormente, en 1936, recibe el encargo del Alto Comisario español en Marruecos, su amigo Juan Beigbeder, de crear un periódico en Tánger, que ya había sido ideado por Ceballos y Coello con el objetivo de apoyar desde Tánger el movimiento golpista de Francisco Franco. Fue el Diario España. (Desde 1950 -año en que se inauguró la plaza de Tánger- hasta 1967 fue su redactor taurino Antonio Colón, padre del periodista e historiador sevillano Carlos Colón, especialista en cine y gran aficionado taurino.) Corrochano fue también gran impulsor de la plaza de Melilla, coso que bautizó como la Mezquita del Toreo. En el Diario España trabajó y publicó el escritor Ángel Vázquez, llamado en realidad Antonio Vázquez aunque decidió cambiar su nombre para no ser confundido con el entonces muy popular hermano de los Vazquez.

El 1957 Corrochano vendió la Editoria Maroquí, SA, propietaria del diario, a Luis Zarraluqui, quien creó un renovado Diario España, símbolo de la prensa liberal en la España franquista.

Pero la fama de Gregorio Corrochano se la debe a sus crónicas taurinas, realizadas sobre todo en el diario ABC. Él pertenece a una segunda generación de críticos taurinos que empezaron a realizar crónicas con estilo literario, que incluían juicios técnicos, pero también estéticos y subjetivos. Antes, en el siglo XIX, las crónicas taurinas eran muy escuetas, y se limitaban a dar datos objetivos de cada toro (puyazos, caballos derribados o muertos, etc.). Presenció la mortal cogida de José Gómez Joselito el Gallo, que puso fin a la llamada Edad de Oro del toreo. Su rendida admiración por el menor de los Gallo, a pesar de sus campañas periódisticas orquestadas contra el torero por su proyectada Plaza Monumental de Sevilla, y el recuerdo dolorido de su cogida marcó muchas de sus crónicas posteriores: «¿Qué es torear? Yo no lo sé. Creí que lo sabía Joselito el Gallo y vi cómo lo mató un toro». Vivió también en primer plano la llamada «edad de plata» (década de 1920 y 1930), a la que él dio nombre con su obra La edad de plata del toreo. En 1955 obtuvo el premio Castillo de Chirel, que otorga la Real Academia Española, y en 1956 el premio Mariano de Cavia.

Corrochano fue muy respetado por todos, incluidos los profesionales del toreo, ya que aunaba su calidad literaria con un profundo conocimiento del arte de torear. Historiadores taurinos de la relevancia de José María de Cossío, ensalzaron su importancia: «Corrochano sigue la manera de las crónicas impresionistas y sabe ver el suceso, a veces el detalle o matiz característico,que ha de servirle de tema de su crónica. Creo que es la figura moderna del revisterismo de mayor relieve y personalidad». Bien es verdad que junto a las luces existieron sombras, posiblemente llevado por su personal vehemencia al negar méritos a toreros que no eran de su cuerda. Así, se recuerda sus disputas con Manuel Bienvenida, de quien “ocultó” en su crítica el rabo cortado en la plaza de Madrid el 19 de mayo de 1935. El torero dicen que dijo: Si usted quiere acabar conmigo, yo acabaré antes con usted. Y Corrochano dejó de escribir de toros en ABC.

Su hijo, Alfredo Corrochano, fue matador de toros, pupilo de Ignacio Sánchez Mejías. Gregorio Corrochano murió en Toledo el 19 de octubre de 1961.


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gregorio_corrochano.txt · Última modificación: 2020/07/09 12:32 por Editor