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PLAZA DE TOROS DE JEREZ

Tarde del domingo, 17 de mayo de 2009

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Gerardo Ortega, el primero lidiado como sobrero, de aceptable presencia, justos de raza, nobles pero de escasa transmisión. Mansos los lidiados en cuarto, quinto lugares. Manso encastado, el sexto.

Diestros:

Juan Serrano Finito de Córdoba: pinchazo y trasera caída (saludos) y cuatro pinchazos y siete descabellos (silencio tras aviso).

Francisco Rivera Ordóñez: pinchazo y estocada (una oreja) y pinchazo y media baja (silencio).

Alejandro Talavante: pinchazo, media atravesada y dos descabellos (saludos) y dos pinchazos y estocada trasera (saludos).

Tiempo: tarde agradable.

Entrada: Menos de media plaza.

Crónicas de la prensa: Portaltaurino.com, El Mundo y Abc


Portaltaurino.com

Por Inma León. Talavante resucita la última de Jerez

TALAVANTE RESUCITA LA ÚLTIMA DE JEREZ

Después del lío que se formó ayer con Tomás, hoy sería difícil remontar la recta final de la feria, no obstante Alejandro Talavante ante un mansito encastado de Gerardo Ortega ha resucitado la tarde de la última corrida de la Feria del Caballo de Jerez, en la que los ‘Gerardos’ se han dejado, Rivera ha arrancado una oreja del segundo, Finito ha estado en su línea de los últimos años y el público, más pendiente del partido del Xerez que de lo que se cocía en el ruedo. Tras huir el sexto de capotes y petos y ser picado en el sol, el astado se fue largo y se movió en los primeros estatuarios que le propinó el extremeño continuando la faena por el buen pitón izquierdo, por donde humilló y transmitió, y por el que Talavante le pegó una tanda de naturales con mucho empaque. El toro fue a más, sacando toda su casta, y Alejandro también, ya que entendió a la perfección a su enemigo. Tras unos naturales a pies juntos sin rectificar ni para dar el pase de pecho e intercalar algún que otro molinete, realizó una tanda de manoletinas con gusto. Finalmente todo se emborronó con la espada y se quedó en una cariñosa ovación.

Con el tercero de la tarde, noble pero con la embestida algo descompuesta por la falta de fuerza, Talavante estuvo, al igual que el público, frío por gaoneras. Se echó la franela a la izquierda pero la cosa iba de enganchón en enganchón. Por el otro pitón sacó una tanda algo más lúcida, pero la historia no llegó a más. Tampoco estuvo acertado con los aceros.

Rivera Ordóñez comenzó con el soso pero noble segundo con buenos lances por verónicas y con la rodilla en tierra. Puso banderillas a petición del respetable y tras ello creó una faena limpia, pero discreta, por ambos pitones, en la que intercaló algunos derechazos que arrancaron los ‘olés’ y la oreja. El quinto, un manso que cantó la gallina en el primer puyazo y muy parado en banderillas, se movió en la muleta pero desarrollando peligro. Pronto Rivera se fue a por la espada al ver que la cosa no prosperaba.

El primero del Fino de Córdoba se partió el pitón nada más salir al hincar la testuz sobre el albero jerezano. Casi veinte minutos después salió de chiqueros el más fijo y noble de la corrida, al que Finito pegó pases por ambos pitones ‘sin ton ni son’ con una gran distancia entre toro, que terminó humillando, y torero. Esto deslució mucho la faena que podría haber sido de una oreja mínimo.

El cuarto, manso desde que nació, nunca se entregó a la franela del de Córdoba, no obstante Finito se lo llevó a los medios para quitarle la querencia, pero el toro pasaba olímpicamente de Juan Serrano y de la pañosa, lo que provocó el enfado del diestro que quiso sacarle faena, pero el intento se quedó en eso. Con la espada la cosa se puso cuesta arriba e incluso sonó un aviso y algunos pitos.

Todo el mundo hubiera preferido otro broche para esta Feria del Caballo, la cual se recordará sin duda como una fecha en la que un torero de Galapagar hizo historia.


El Mundo

Por Carlos Crivell. Talavante se templa con un manso encastado

El público le volvió la espalda a la corrida final de la Feria de Jerez. Algunos decían que después de las emociones del día anterior, nada podría interesar al aficionado. No es así: siempre que salen seis toros y hay tres toreros en el ruedo se puede producir el milagro. No hubo muchos milagros en esta corrida, salvo el de la lidia del manso encastado sexto que Talavante cuajó con su aplomo y valentía.

La de Gerardo Ortega no fue ni buena ni mala. Algunos toros desarrollaron nobleza; otros fueron mansos; muchos embistieron con nobleza, aunque también con demasiada sosería. También tuvo mala suerte porque cuarto y quinto fueron mansos y bajaron mucho la nota. El sexto fue el toro más vistoso de la tarde por su movilidad.

La terna se contagió de la somnolencia que se apoderó de la tarde. El eternamente esperado Finito pudo estar mejor con el sobrero que abrió plaza. Rivera Ordóñez cumplió con su primer toro y Talavante salvó su tarde en el sexto.

El primero se partió un pitón al hincarlos sobre la arena. El sobrero fue bondadoso. Finito ensayó pases a enorme distancia. Su empaque y elegancia natural son consustanciales. Nadie puede poner en duda esas virtudes de Juan Serrano. Pero al toro hay que torearlo para los adentros, nunca a base de tirones violentos hacia fuera. Y Finito abusó de esos toques que deslucieron un trasteo que pudo llegar a ser y se quedó en casi nada.

El cuarto le salió manso. Fue un manso que cantó su condición después de las banderillas. Parecía bueno el de Ortega, pero en las primeras probaturas de Finto por bajo se rajó de forma escandalosa. Finito tuvo un arranque de casta y quiso enjaretarle faena. Fueron intentos vanos. El final fue el fracaso del torero con la espada en uno de esos conciertos en los que no se tira a matar, sino que más bien huye de la suerte.

Rivera Ordóñez le cortó una oreja al segundo. Buenos los lances rodilla en tierra y una faena limpia, sustentada en muletazos dobre ambos pitones a un animal tan noble como soso. La virtud de Rivera fue superar esa condición anodina con una puesta en escena de ganas y afanes.

El quinto fue de los malos de la corrida. Salió manso y embistió con la cara alta. Rivera no puso los palos y lo trasteó sin estrecheces. Cuando se convenció que todo era inútil se fue por el acero.

El extremeño Alejandro Talavante sorteó uno de los nobles de la tarde, el tercero. El toreo realizado por el diestro fue “guadianesco”. Junto a algunos pases limpios y templados, muy típicos de su tauromaquia, abundaron los enganchones, también propios de su estilo. Fue una faena larga, a veces interesante y otras, descorazonadora.

Acertó a darle sitio y distancia al manso encastado que se lidió en sexto lugar. Fue el toro más vibrante de la tarde. El toro embistió a oleadas, pero Talavante se mostró muy firme en su planteamiento y le enganchó bien para tirar en tandas sobre todo emotivas, la misma que el animal proporcionaba. El final con manoletinas, muy firme y valiente, fue la guinda de su labor. Pero la tarde estaba gafada y falló con la espada.


ABC

Por Fernando Carrasco. Tras la tempestad JT, la calma «chicha»

Después de la hecatombe vivida el día anterior, la corrida que puso punto y final a la Feria del Caballo de Jerez se quedó en calma «chicha». Es lo que tiene el llamado «efecto o síndrome JT», que todo lo arrasa y tiene que suceder algo muy gordo para que la gente, el público, no lo acuse. Ayer, por desgracia, no aconteció y la tarde se fue diluyendo, saldándose con una oreja cortada por Rivera Ordóñez y alguna más que pudo obtener Alejandro Talavante en el sexto si no marra a espadas. Pero en definitiva, pobre balance. Como la entrada que registró el coso de la calle Circo, sobre un tercio de su aforo. Y es que los jerezanos estaban más pendientes de lo que hiciese el Xerez. Que, por cierto, ganó y ya casi acaricia la Primera División del fútbol español. Pero vayamos a los toros, que es lo que nos incumbe. Buena presentación, en tipo, de la corrida de Gerardo Ortega. Y al menos tres astados con posibilidades, caso de los lidiados en primer -sobrero, ya que el titular fue devuelto-, segundo y, sobre todo, sexto, que fue el que tuvo mayor acometividad y vibración en sus embestidas.

Finito de Córdoba, impecablemente vestido, pasó prácticamente de puntillas. Anduvo desconfiado con el primero bis, con el que dio el pasito atrás toreando a la verónica, y luego, con la flámula, si bien empezó empezó doblándose con el de Ortega, luego se dedicó a tirar líneas y torear muy despegado, desplazando siempre hacia afuera las embestidas. El toro repetía y, al menos un servidor, no le veía demasiados problemas. Pero el torero es el que se pone delante y lo sabrá mejor. El caso es que ni fu ni fa. Precavido Finito.

Más enrabietado se mostró con el cuarto, que sin embargo cantó enseguida y dijo que se quería ir cuando salía de la muleta. Juan Serrano le cambió los terrenos y, en esta ocasión lo intentó, dejando algunos muletazos estimables. Pero nada del otro mundo. Con la espada, un auténtico mitin. La única oreja de la tarde la cortó, escrito está más arriba, Rivera Ordóñez. Anduvo aseado con el capote ante su primer enemigo, banderilleando con soltura. Brindó al respetable una faena con altibajos en la que en varias fases de la misma tiró de su enemigo obteniendo muletazos estimables, mientras que en otras retrasó la pañosa en demasía. Se quedó el de Gerardo más por el pitón izquierdo, concluyendo Francisco con un circular de frente. Pinchó antes de la estocada y la oreja se antojó cariñosa.

Un mentiroso fue el quinto, un astado que salió suelto del caballo y que esperó en banderillas. En el tercio final embestía engañando, porque se tragaba algunos muletazos pero sabía lo que se dejaba. Amagaba y las veces que pasaba lo hacía a regañadientes. Ahí estuvo Rivera Ordóñez, que lo despenó de nuevo de un pinchazo y un infame sartenazo.

Empujó el tercero en el caballo y repitió en el tercio final pero con un molesto cabeceo, punteando el engaño a la salida de los muletazos. Antes, Talavante le había dejado un quite por gaoneras. Estuvo mejor toreando en redondo y cuando acortó, avanzada la faena, las distancias, metiéndose entre los pitones y vaciando las embestidas. Ahí llegó al respetable. Mal con la espada. El sexto fue, sin duda alguna, que el con más avidez repitió. Estatuarios en el comienzo de faena para dejarle unas primeras series algo aceleradas. Mejoró Alejandro al torear al natural, donde salieron varios largos, y luego en un par de series diestras ya embarcando mejor a su enemigo, tirando de él y rematando siempre quieta la planta. Una postrera serie al natural a pies junto y citando perfilero, amén de varias manoletinas, encandilaron al respetable. Pero dos pinchazos antes de la estocada diluyeron el premio.

La tarde, en todo caso, estuvo marcada por lo acontecido el día anterior. Y es que ya se sabe, tras la tempestad -y si ésta viene de la muleta de José Tomás- suele llegar la calma «chicha». Postdata: La idea de aumentar una tabla más el callejón ha podido costar algún que otro disgusto a los subalternos esta Feria al tomar el olivo. Las quejas no se han hecho esperar. Que tome nota a quien corresponda esta cuestión.

Jerez Temporada 2009

jerez_170509.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:25 (editor externo)