Por Francisco Javier Quintana Álvarez
Aunque esta tarde calurosa de mayo no tenía yo puesta mi cabeza en cosas de toros, el oportuno mensaje de un amigo (gracias Álvaro) me ha traído los versos modernistas que el malagueño Enrique López Alarcón dedicara a la muerte del Rey de los Toreros,
Esta luna gentil de primavera tranquila, placentera, que reina en el azul ...
y la foto de la Macarena vestida de luto.
Y es que, tal día como hoy hace 98 años Bailaor, un toro que de la viuda de Ortega que se dice era chico y burriciego, mató a José Gómez Ortega en la plaza de toros de Talavera de la Reina. La noticia conmocionó entonces a los españoles como, en cierta forma, sigue impresionando hoy a los que se preocupan por leer con detenimiento la historia de la tauromaquia y llegan a comprender y admirar la dimensión del personaje y las circunstancias en que se fraguo aquella aciaga corrida. No vamos aquí a abundar en algo sobre lo que tenemos poco que decir. Preferimos traer unos recorte de prensa del diario londinese The Times, de los días 18 de mayo y 4 de junio que se hacen eco de la muerte de Joselito. Aparecieron publicadas junto a las noticias internacionales que preocupaban y merecían la atención de los británicos: la guerra civil en Rusia y la invasión bolchevique de Persia, las indemnizaciones impuestas a Alemania tras la Gran Guerra y el auge del socialismo en la nueva república, la creación de las fuerzas armadas de la recién proclamada República de Irlanda, la anexión de Besarabia por Rumanía y otras muchas más referentes al Imperio y el extranjero. Entre toda esta información internacional, la principal y única noticia de España es la muerte de un torero:
La noticia corrió de boca en boca, dice el redactor. Muchos no la creerían o no querrían creerla y esperarían un telegrama que la desmintiera. El materialismo británico resalta la fortuna acumulada por Gallito a lo largo de su corta vida. Obsérvese la aclaración final, la referencia inevitable incluso para la prensa extranjera al Divino Calvo.
Una quincena después, poco más o menos, aparece una nueva noticia sobre el mismo suceso, rodeada de las mismas noticias internacionales y que se hace eco de ciertas coplas que narran las circunstancias de la muerte de José, coplas cantadas por las jóvenes sirvientas cuyos novios deben partir para la guerra de Marruecos y los arrieros que recorren los secos y ardientes campos salpicados de chumberas, coplas y paisajes evocadores de cierta melancolía oriental.
Joselito fue un ídolo para los españoles y su extraordinaria fama tuvo tal repercusión más allá de nuestras fronteras que no sorprende que mereciera aparecer nombrado como matador Gómez en el Ulysses de James Joyce, quien quizá, entre otras fuentes, conociera de su existencia a través de la prensa. Sobre esto hemos escrito algo en comanditas con otro amigo que desde el pasado mes de noviembre conoce ya los secretos de aquella tarde en “the Plaza de Toros at la Linea (Spain), where O´Hara of the Cammerons had slaim a bull” y no queremos repetirnos o mereceríamos su más severa reprimenda.