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Plaza de Toros de Las Ventas

Viernes , 5 de octubre de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Adolfo Martín el quinto, devuelto, bien presentados, malos, descastados, deslucidos y nobles. Sobrero de Conde de Mayalde.

Diestros:

Alejandro Talavante: de verde musgo y oro. Silencio y pitos

Alvaro Lorenzo: de grana y oro. Silencio en ambos

Luis David Adame: de azul marino y oro. Silencio en ambos

Entrada: 23018 aficionados

Imágenes: https://t.co/vD2CptRBGO

Video: http://vdmedia_1.plus.es/topdigitalplus/multimedia/201810/5/20181005210709_1538766546_video_2096.mp4

Crónicas de la prensa

Portal Taurino

Por Alberto Bautista. Una moruchada de Adolfo con la plaza llena

Esta es la crónica de una tarde sin historia, tirada en el rincón más absoluto del olvido. Un auténtico galimatías el qué escribir cuando nada ocurrió en el ruedo. Tan solo un cúmulo de circunstancias en una corrida de Adolfo de irreprochable fachada y pare usted de contar. Porque la de Adolfo se movió cual morucho, pero ninguno de los cinco dijeron nada - el 5º bis fue del Conde de Mayalde. Y todo con 23.018 espectadores que presenciaron una ingrata corrida de Albaserrada.

Talavante que este año hacia la gesta de venir dos tardes en Otoño, toda vez que las contiendas empresariales le regalaron a un segundo plano al triunfador de San isidro, ciertamente le vino grande el envite de abrir plaza en sus dos tardes, y es que ni con Victoriano del Río ni en su última comparecencia con los Adolfos apuntó algo. Aún así, sorprendió a propios y extraños yéndose a chiqueros a recibir al primero “Chaparrito” que solo en el nombre se pareció al lidiado el pasado 8 de junio por Pepe Moral. El de hoy fue una prenda para olvidar. A Trujillo le echó mano en banderillas con una aparatosa cogida sin aparentes consecuencias, y en la muleta solo tuvo arreones de lo que fue, un manso de feo estilo y de corto bagaje. Con el cuarto, otro imposible Adolfo no terminó de humillar y cuando lo hizo sabía lo que se dejaba atrás. Tampoco fue suya la tarde con la espada y pinchó a un lote de matadero.

Álvaro Lorenzo desperdició una ocasión de oro para manifestarse ante la parroquia madrileña con el único potable: el segundo, otro toro de extraordinaria presencia que aunque tuvo escasa duración, pudo hacer algo más que tirar líneas. Solo tres naturales se contaron sobre la zurda entre un mar de pases con sainete incluido con el descabello. Con el quinto bis de Conde de Mayalde se ahogó entre el trapazo y el enganchón volviendo a dejar en evidencia su nulo control de la suerte suprema. Tampoco fue sencillo descabellar y cuando lo hizo fue ya demasiado tarde.

Luis David Adame se topó con otro dos mansos de solemnidad. Con el tercero parado y de corto viaje, expusó sin material frente a un toro que se acabó en el primer puyazo. Con el que cerró función, no terminó de acoplarse en una tarde que dio buena cuenta del sopor más absoluto. ¡Que horror!

ABC

Por Andrés Amorós. El bombo no trajo suerte

Sorprendidos de que no le hayan dado el premio Nobel de la Paz a Puigdemont, ese «héroe», volvemos a Las Ventas. Comienza el segundo fin de semana de la Feria de Otoño con un festejo muy esperado: el encuentro de Talavante, junto a dos jóvenes promesas, con las reses de Adolfo Martín. Dan éstas juego escaso, con poca casta y emoción. Los tres diestros se muestran como auténticos pinchaúvas. Sólo Álvaro Lorenzo logra algún lucimiento pero lo estropea con su pésimo uso del descabello.

El que sale más perjudicado es Talavante, la única figura que se ha apuntado a este sistema del bombo y el único diestro que se anuncia dos tardes. En la primera, no estuvo mal… pero tampoco tan bien como se esperaba. Recibe al primero a portagayola. Trujillo cae en la cara del toro y recibe una paliza. El toro saca dificultades, Talavante no las resuelve y mata mal. El cuarto, pegajosito, blandea en varas. Banderillea bien Trujillo, a pesar de su evidente cojera. En el tercer muletazo, el toro va al suelo. La faena queda en conato y demasiado pronto desiste. Como antes se decía, da un mitin con la espada y vuelven a pitarle. Comenta mi vecino: «No se apunta ya a más sorteos».

El toledano Álvaro Lorenzo alcanzó su cima al abrir la Puerta Grande de Las Ventas, el Domingo de Resurrección. Después, ha mostrado su calidad pero no ha mantenido ese nivel y ha fallado bastante, con la espada. Como un Vinicius cualquiera, todavía está «haciéndose». Después de buenas verónicas, Sergio Aguilar se luce en dos pares magníficos. Aguantando y consintiéndolo, le va sacando naturales muy estimables, en una faena técnica y de mérito. Entra a matar con decisión pero la espada queda vertical y se encasquilla con el descabello. (Muchos jóvenes no dominan esta suerte: ¿será porque no les dejan practicar, como antes, en los mataderos?). La gente, aburrida, pita de salida al quinto, que flaquea, y lo devuelven. El sobrero, de Mayalde, se llama «Atrevido» (como aquél al que Antoñete decía haber amado, más que toreado), es muy serio pero flaquea. Álvaro consigue buenos naturales, deslucidos por las caídas del toro, pero vuelve a fallar con los aceros: es algo que debe remediar porque ha perdido no pocos triunfos por eso.

Luis David –así se anuncia ahora–, el segundo de los Adame, se está abriendo paso, a base de entrega y variedad. La necesidad de triunfar puede alejarle del clasicismo. Recibe con buenas verónicas al tercero. En varas, el toro se para, es reservón y flaquea. Aguanta con valor los parones pero la gente se impacienta. Hace guardia, antes de la estocada. El sexto empuja bien en el caballo, el mejor de la tarde; en la muleta, se cierne, le da un susto, se apaga pronto. Luis David muestra su facilidad y buen oficio, logra muletazos aceptables pero no lo suficiente para levantar una tarde que se ha despeñado ya en la grisura. Vuelve a pinchar y pinchar…

El bombo, esta vez, no trajo suerte. Ha anunciado Simón Casas que quiere usarlo también en San Isidro; pero un sorteo corregido, con tres grupos de ganaderías, según su presunta dificultad… Comprendo la dificultad de hacerlo de verdad pero ese término medio, me temo, no va a contentar a muchos aficionados.

Postdata. Para su nuevo álbum, Andrés Calamaro ha elegido el título «Cargar la suerte», porque «evoca lo auténtico» (algo que no deben olvidar muchos toreros). Es un ejemplo más de la pasión taurina de Calamaro y de la unión de la Tauromaquia con todas las artes, con todos los estilos.

El País

Por Antonio Lorca. Talavante, una caricatura de figura

Alejandro Talavante pisó la arena con ínfulas de figurón del toreo. Cuando se perdían las notas de clarines y timbales, salió del callejón, tomó la montera con la mano derecha y el capote con la zurda, y a paso lento cruzó el diámetro de la plaza entre la ovación del respetable. Se detuvo en los medios, frente a toriles, cubrióse la cabeza, desplegó el engaño y se dejó caer de rodillas. De tan toreras maneras esperó al primero de la tarde entre la expectación general. Salió el animal con prisas y huyó pronto de su sombra; la larga cambiada salió desordenada y ahí se deshizo el encanto.

Fin de la película. Se acabó el figurón del toreo. Todo lo que sucedió después fue un mal sueño, inesperado y real. Permitió Talavante que al toro lo castigaran con fuerza en varas; después, el subalterno Juan José Trujillo resbaló y sufrió un volteretón de miedo que lo tuvo renqueante todo el festejo. Y cuando el jefe de filas tomó la muleta, pocos esperaban un milagro.

El toro era un pájaro —bronco y dificultoso—, pero era un toro, y como tal exigía su lidia; pero no. Talavante olvidó sus ínfulas de figurón, y a punto estuvo de dar la espantá. Preso de una cruel desconfianza y precauciones excesivas, prefirió alargar el brazo para enseñar el engaño a distancia, despegarse de su oponente y ofrecer una pésima imagen de su condición torera. Las moscas le quitó al cuarto, otra prenda, sosísimo y parado, con el que, otra vez, fue incapaz de superar las inclemencias del toro.

En fin, que Alejandro Talavante apostó y perdió; quiso auparse al cetro del figurón de época y se ha debido conformar con seguir siendo figura de la modernidad. Y el sistema, el mando en la sombra del toreo, se lo habrá agradecido. En ese corral donde gobiernan cuatro no son bienvenidos los gallos de pelea. Por eso, el fracaso del torero es su éxito.

La corrida pudo ser un escándalo si se celebra cuando la fiesta de los toros se vivía con pasión. Mal el cabeza de cartel, pésimos los toros de Adolfo Martín, guapitos de cara, pero acongojados, indolentes, flojos, sosos, lacios, marchitos, blanditos, sin nervio, adormilados… Y suspensos los dos jóvenes toreros.

No es de recibo que Lorenzo necesitara diez descabellos para matar a su primer toro y ocho en el segundo. Eso es de clase de primaria. Intolerable en un matador de toros. Toreó siempre al hilo del pitón a su noble primero, y poco pudo hacer ante el mastodonte sobrero.

Tres pinchazos y ocho descabellos necesitó Luis David ante el sexto; otro torero que faltó mucho a clase. Puso empeño en su lote, pero su toreo no emocionó.

Cuando los toreros se encaminaban hacia la puerta de cuadrillas, el público les mostró su respetuoso enfado. Si la corrida se celebra hace unos años, faltan escudos para aguantar las almohadillas…

Madrid Temporada 2018.

madrid_051018.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:17 (editor externo)