Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


madrid_060512

PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

<img src="http://www.cope.es/file_upload/imagen_noticia/2012/05/287894_1336336467.jpg"/>

Domingo, 6 de mayo de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Cinco toros de Martín Lorca y uno de Escribano Martín (bien presentados aunque desiguales de hechuras. Bajos de casta aunque manejables. Destacó el encastado 4º, ovacionado en el arrastre).

Salvador Vega. Silencio y pitos tras aviso.

Eduardo Gallo. Vuelta tras petición en ambos.

Oliva Soto. Silencio tras aviso y silencio.

Entrada: Un cuarto de entrada.

Crónicas de la prensa: COPE, ABC, El País, La Razón, El Mundo, Marca, EFE.

COPE

Por Sixto Naranjo. Gallo se reivindica y toca las puertas de San Isidro

Con San Isidro a la vuelta de la esquina el próximo jueves, este festejo sonaba a reválida para tres diestros fuera del ciclo madrileño en busca de un puesto de última hora en forma de sustitución. Tres diestros, tres historias, tres pasados y un solo futuro, el que ha conquistado Eduardo Gallo, que se ha ganado con creces volver a pisar el ruedo venteño si existe finalmente ese puesto.

Porque Eduardo Gallo ha puesto toda la carne en el asador, ha estado centradísimo toda la tarde y de su capote y muleta han salido los mejores pasajes de un festejo en el que tanto Salvador Vega como Oliva Soto no han sabido dar ese paso adelante que pedían sus respectivas carreras.

El salmantino les ha ganado por disposición y resolución, y pese a no haber acertado al primer envite con la espada en sus dos faenas, las vueltas al ruedo han tenido sabor a victoria.

A su primero, cinqueño pasado, le saludó en los medios, firme la planta y juntos los pies. Buenas las dos medias y la revolera con las que firmó el saludo. Galleó por chicuelinas para colocar al toro en el caballo y después, muleta en mano, tiró de temple ante un toro al que le costaba tomar el engaño de principio, pero que cuando arrancaba la tomaba hasta el final. Gallo supo tocar la tecla del temple y el pulso para ir desgranando tandas al ralentí, corriendo la mano con mimo y tersura y ramatando muy atrás los muletazos. Resolvió dos tandas con sendos circulares invertidos preñados de suavidad y recorrido largo y abrochó la faena con unos ayudados por bajo que tuvieron sabor. Un pinchazo previo a la estocada dejó el premio reducido a una vuelta al ruedo.

El quinto, bien hecho y de preciosas hechuras, fue otro toro escaso de fondo con el que Eduardo Gallo volvió a estar centradísimo de principio a fin y con las ideas muy claras. El de Martín Lorca fue horriblemente lidiado y llegó al último tercio muy venido a menos. El diestro charro volvió a tirar de temple y colocación para trenzar varias tandas al natural de profundo trazo. No hubo ligazón, pero sí verdad en los naturales que extrajo con sacacorchos, siempre echando los vuelos de la muleta a los hocicos del toro para llevarlo empapado e imantado en el engaño. Pero de nuevo dejó un pinchazo antes de una estocada rinconera que hizo que del palco no asomase el pañuelo para la concesión de una oreja que se pidió desde los tendidos.

Peor cara dejó Salvador Vega en su enésima oportunidad. Al que abrió plaza le recibió con unas toreras verónicas rodilla en tierra para después ir diluyéndose ante un animal manejable que tuvo quince arrancadas aprovechables antes de rajarse y ponerse gazapón. Molestó el viento, pero tampoco fue excusa peregrina.

Donde el malagueño entregó la cuchara fue con el encastado cuarto, un toro de escasa cabeza pero desarrollado cuerpo que se entregó en dos varas, arrancándose y empujando en bravo en la primera y dejándose pegar en la segunda. El toro exigió unos papeles a Salvador Vega que debió olvidárselos en el hotel. El de Martín Lorca tuvo un gran pitón derecho, embistiendo con transmisión y poder. Naufragó Vega en una faena a menos en la que nunca terminó de romper.

Tampoco ha sido la tarde de Oliva Soto en Las Ventas. No supo elegir los terrenos convenientes con el tercero, obcecándose en plantear faena en terrenos del 8, justamente donde más azotaba el Dios Eolo. Estuvo enfibrado el de Camas ante un toro que se movió con brusquedad. Faena larga de metraje que se vivió fríamente desde los tendidos. Abrochó su quehacer con unas ajustadas manoletinas antes de eternizarse con los aceros.

El que cerró plaza fue otro cinqueño serio que se movió aunque le faltó un punto de entrega. Oliva Soto lo toreó sin poder ni ajuste en series resueltas con escaso mando y pulso. De nuevo no lo vio claro con la espada.

ABC

Eduardo Gallo ofreció una importante tarde en Las Ventas y dio una vuelta al ruedo en cada uno de sus toros, después de que el presidente no atendiera la petición de oreja, si bien antes de las estocadas dejó un pinchazo.

El matador salmantino hizo lo más sobresaliente frente a la corrida de Martín Lorca (el tercero con el hierro de Escribano Martín), manejable en conjunto. Salvador Vega —que volvía a Madrid tras cuatro años de ausencia— y Oliva Soto, sin premio, se embolsaron un aviso cada uno.

La Monumental registró un cuarto de entrada en este aperitivo antes de la Feria de San Isidro, que comienza el próximo jueves.

El País

Por Rosa Jiménez Cano. Eduardo Gallo, torería sin premio

Desde hace algunos años la empresa de la plaza, Taurodelta, ha instaurado la costumbre de hacer una corrida con toreros que están a medio camino entre el olvido y la recuperación justo antes de que comience la feria. La tarde tiene el interés de la competencia, de querer destacar, de demostrar que todavía tienen un sitio en la primera línea.

No es que la corrida de Martín Lorca, desigual de juego y presentación fuese un compendio de virtudes, pero tampoco se comió a nadie. Salvo el tercero, más resabiado, tuvo sus posibilidades. Salvador Vega llegó a ser uno de los novilleros que prometían a principios de este siglo. Entonces el malagueño, además de una gran confianza en sí mismo, tenía gusto, empaque y una gracia sobresalientes. El torero que hizo ayer el paseíllo vestido de verda manzana no parecía ni su sombra. Dio sensación de principiante, de estar perdido, huérfano de rumbo y ambición.

Oliva Soto venía de cosechar una buena actuación en Sevilla. Es uno de esos matadores hechos en el Sur, llenos de personalidad, barroquismo y capacidad de improvisación si un toro les da confianza como para inspirarse. No tuvo delante un animal así, pero, al menos, supo justificarse con el primero de su lote, el más complicado del festejo.

Tan solo Eduardo Gallo estuvo no solo por encima de sus oponentes, sino también del palco. Es posible que la oreja del tercero, tras un pinchazo, fuese un premio excesivo. No así la que no cortó en el sexto. El torero salmantino recordó a la tarde de su presentación como novillero en 2004. Volvió a recibir en el tercero con verónicas clásicas, sin adorno, solo dominando la embestida y ganando un paso en cada lance para rematar casi en el centro del ruedo con una media. Gallo atesora un valor natural, un excelente sentido del temple y ese clasicismo, esa desnudez que tienen los toreros charros para citar al toro y rematar la suerte sin más adornos que seguir al ‘abecé’ del toreo.

Un pinchazo al segundo de la tarde le obligó a conformarse con la vuelta al ruedo. No así en el quinto, al que sacó limpios muletazos al abrigo de las tablas y dos templados circulares en una faena de dominio y tesón. Parece que el palco se perdió el episodio de aprender a contar pañuelos en Barrio Sésamo.

Dejemos la casquería al margen. El mejor premio a este torero en franca recuperación sería una sustitución en la feria que comienza este jueves. Lo merece tanto o más que muchos con dos tardes firmadas.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Tarde importante de Eduardo Gallo

Precalentamiento de San Isidro en tarde fría. El viento se llevó la primera faena de Salvador Vega como si no hubiera existido. El toro de Martín Lorca salió al revés, hacia sol. Salvador Vega lo recogió bajo el “9” genuflexo o rodilla en tierra. Tomaba el toro los vuelos de cine, ya especialmente por el izquierdo. Se picó solo en dos puyazos corridos en el “1”. Apretaba hacia los adentros. No paró el tío de moverse, desbordando en toro momento al peón de brega, Raúl Nuñez. Violenta fue la intervención de Gallo por chicuelinas, que dio con los huesos del toro en el ruedo. Recuperó el toro. Bueno pero con un punto gazapón, que se sumó al viento. La defensa por la mano derecha de la ayuda montada equilibraba la muleta. En fin. Ruina. Final de toro rajado con el mismo vicio caminador.

Eduardo Gallo se clavó en los medios con el capote. Sin moverse el saludo. A pies juntos. Inamovible. Y garboso el remate por triplicado. Pero indicador de cómo venía: enseñándonos los espolones. Los del temple principalmente. Y el sitio. Con un toro medio. Noble pero al que le supo medir el terreno y la manera de enganchar los muletazos al mismo hocico. Plantado el salmantino por las dos manos. Libradas un par de tandas con circulares invertidos. Más con menos, imposible. Había que estar así de bien con tan justo fondo. Si lo mata a la primera corta la oreja, pues el cierre por bajo tuvo sabor torero. A torero recuperable. La vuelta al ruedo fue de peso. Ojalá le valga.

Oliva Soto ya se había hecho presente con una media verónica en el quite del toro anterior. El tercero saltó a la arena montado y con las manos por delante en el capote de Soto. Dos puyazos en orden lo bajaron pero no le rebajaron el agrio trallazo violento de su embestida. Mirón también. El de Camas estuvo dispuesto. Enrazado a su manera. Haciendo de tripas corazón hasta las manoletinas finales. Ya con la espada fue otra historia…

En las antípodas de hechuras estaba el bajo y castaño cuarto, muy corto de manos y cara lavada. Apretó en el caballo. Metiendo riñones con fijeza de bravo. Por abajo en la muleta se empleó con buena casta por el pitón derecho. Casta y vibración. Ya ni viento ni gaitas. Que no hay modo con Vega. Para ver el toro en otras manos. Horrible a la hora de matar. Vaya lote el suyo.

Trapío y seriedad de Madrid (y de toro bien hecho a la par) la del quinto, que manseó más de la cuenta aunque derribara con estrépito en el caballo. Gallo ya había lanceado a la verónica templado y en son por el izquierdo. Sangró el toro. No dudo el salmantino en presentarle la izquierda y ponerse de verdad. Como también la derecha. Por ambas tiró a pulso del toro. Al natural y bajo el “7” se ganó el sentir de la plaza. Arrimón de veras. Importante su tarde. Pero la espada no volvió a entrar hasta la segunda. Pero perfecto el volapié. Pudo ser de oreja. Mas no consintió la presidencia. No hubiera chirriado en absoluto. La vuelta sabe a triunfo.

El sexto era un galápago de cinco años y romana. Altón y hondo. De buen fondo como casi toda la corrida de Martín Lorca. Boyancón. Oliva Soto anduvo sin complicaciones.

Marca

Por Carlos Ilián. Eduardo Gallo, muy importante en Madrid

En el aperitivo de San Isidro hemos visto torear a Eduardo Gallo,con el capote y la muleta, como muy pocos lo van a conseguir en la larga feria. Seguro que así será porque Gallo ha merecido el percal con una cadencia y una armonía excepcionales, especialmente en su primer toro. Aquellas veronicas a pié junto y la media de remate, bellísima, se quedan ahí, a ver quien las supera. Pero en el momento de la verdad, cuando se echó la muleta a la mano izquierda, la de verdad, dió todo un recital de pureza, de temple, de hondura.

La faena al quinto, un tpro paradísimo, es un modelo de las cosas bien hechas. Se plantó en el terreno donde embisten los toros y también, ¡ojo!, donde hieren. Con reposo, con parsimonia, muy cruzado y sin aspavientos, Eduardo Gallo fue desgranando los naturales rotundos y los de pecho enormes. Una faena muy importante que remató de un pinchazo volcándose y un estoconazo. Se pidió la oreja de forma más que mayoritaria, pero el palco la negó. ¿Por qué, señor Muñoz Infante?. A ver si mantenemos esta misma politica de puño cerrado cuando lleguen los Manzanares y demás comparas del toro borrego y la engañifa. Usted se ha equivocado y ha demostrado que es muy mal aficionado porque una faena tan rotunda y auténtica a un toro muy serio, a un toro de Madrid, hay que distinguirla para, enrtre otrras cosas, hacer pedagogía taurina y marcar diferencias entre lo im portante y lo superfluo.

En su primer toro Eduardo Gallo había dejado muy clarito que estamos ante un torero que ahora ha dado el paso al frente del que no fue capaz en los momentos aquellos en los cuales andaba por las ferias importantes, de la mano de la casa Chopera. Pero más vale que ese torero rotundo que lleva dentro aflore ahora, cuando hace mucha falta. En efecto la faena al segundo de Martín Lorca tuvo reposo y un temple prodigioso, especialmente sobre la mano derecha. El toro, con clase pero muy poquita fuerza. Gallo consiguió acompasar sus muletazos a la lenta embestida. Era muy difícil llevar con el mismo ritmo la embestida y el muletazo y Gallo lo logró. Ya tenemos pues otro torero recuperado y este si que hace el toreo de temple, hondura y cargando la suerte.

Salvador Vega deja siem pre un toque de torero bueno que nunca consigue rom per. Y esta vez no fue una excepción. Algunos mulpertazos de buen corte al primero, muy blandito, y defintivamente por debajo del cuarto toro, cuyo único defecto es que miraba mucho, pero luego se desplazaba y se empleaba en la muleta. Vega no se aclaró y todo fue derivando entre la mediocridad y no superó ese punto que traspasan los que de verdad pisan fuerte.

Oliva Soto, tan frágil y tan inseguro como lo vim os en Sevilla. Cuando se decidio, en el tercero cubrió con decoro el ytrance, por debajo del toro, pero en el sexto se hundió ante un ejempl,ar tan áspero como blando. El muchacho de Camas no es precisamente un fajador y los embites como el de ayer lo dejan en avidencia. En una palabra, lo desnudan.

En el aperitivo de San Isidro hemos visto torear a Eduardo Gallo,con el capote y la muleta, como muy pocos lo van a conseguir en la larga feria. Seguro que así será porque Gallo ha merecido el percal con una cadencia y una armonía excepcionales, especialmente en su primer toro. Aquellas veronicas a pié junto y la media de remate, bellísima, se quedan ahí, a ver quien las supera. Pero en el momento de la verdad, cuando se echó la muleta a la mano izquierda, la de verdad, dió todo un recital de pureza, de temple, de hondura.

La faena al quinto, un tpro paradísimo, es un modelo de las cosas bien hechas. Se plantó en el terreno donde embisten los toros y también, ¡ojo!, donde hieren. Con reposo, con parsimonia, muy cruzado y sin aspavientos, Eduardo Gallo fue desgranando los naturales rotundos y los de pecho enormes. Una faena muy importante que remató de un pinchazo volcándose y un estoconazo. Se pidió la oreja de forma más que mayoritaria, pero el palco la negó. ¿Por qué, señor Muñoz Infante?. A ver si mantenemos esta misma politica de puño cerrado cuando lleguen los Manzanares y demás comparas del toro borrego y la engañifa. Usted se ha equivocado y ha demostrado que es muy mal aficionado porque una faena tan rotunda y auténtica a un toro muy serio, a un toro de Madrid, hay que distinguirla para, enrtre otrras cosas, hacer pedagogía taurina y marcar diferencias entre lo im portante y lo superfluo.

En su primer toro Eduardo Gallo había dejado muy clarito que estamos ante un torero que ahora ha dado el paso al frente del que no fue capaz en los momentos aquellos en los cuales andaba por las ferias importantes, de la mano de la casa Chopera. Pero más vale que ese torero rotundo que lleva dentro aflore ahora, cuando hace mucha falta. En efecto la faena al segundo de Martín Lorca tuvo reposo y un temple prodigioso, especialmente sobre la mano derecha. El toro, con clase pero muy poquita fuerza. Gallo consiguió acompasar sus muletazos a la lenta embestida. Era muy difícil llevar con el mismo ritmo la embestida y el muletazo y Gallo lo logró. Ya tenemos pues otro torero recuperado y este si que hace el toreo de temple, hondura y cargando la suerte.

Salvador Vega deja siem pre un toque de torero bueno que nunca consigue rom per. Y esta vez no fue una excepción. Algunos mulpertazos de buen corte al primero, muy blandito, y defintivamente por debajo del cuarto toro, cuyo único defecto es que miraba mucho, pero luego se desplazaba y se empleaba en la muleta. Vega no se aclaró y todo fue derivando entre la mediocridad y no superó ese punto que traspasan los que de verdad pisan fuerte.

Oliva Soto, tan frágil y tan inseguro como lo vim os en Sevilla. Cuando se decidio, en el tercero cubrió con decoro el ytrance, por debajo del toro, pero en el sexto se hundió ante un ejempl,ar tan áspero como blando. El muchacho de Camas no es precisamente un fajador y los embites como el de ayer lo dejan en avidencia. En una palabra, lo desnudan.

La Razón

Por Ismael del Prado. Gallo, hambre de sustitución

Con el «tierra a la vista» de San Isidro ya asomando en el horizonte del próximo jueves, Taurodelta programó ayer una corrida de toros de preferia con reses de Martín Lorca que el año anterior, pese a su poca fuerza, permitieron el triunfo de David Mora en la Virgen de la Paloma. Esta vez hubo mayor motor, pero faltó un punto más de casta. Toda la que le sobró a Eduardo Gallo, que demostró madurez y valor. Dio dos vueltas al ruedo y debió pasear al menos un trofeo. Birlado. Hambre de sustitución. Que la empresa tome nota.

El charro advirtió de sus ganas bien pronto. Ya en el saludo al segundo. Lo sacó a los medios a pies juntos. Lances templados cargando la suerte. Hacia delante. Buenas las dos medias y la revolera del remate. Ceñido el galleo por chicuelinas para llevarlo al peto. En el caballo cantó su poca fuerza el de Martín Lorca. Pese a ello, tuvo bondad en la muleta. Gallo lo exprimió al máximo. Series cortas para terminar arrancando todo lo que tenía. Hubo dos series muy despacio en redondo. Al ralentí. Encajado. Girando los riñones. Los naturales, de uno en uno. Limpios. La quietud fue su otra gran virtud. Firme. Asentado. Tragando la parsimoniosa embestida del animal. El recurso de los circulares invertidos, excelente. Mató delantero al segundo viaje. De no mediar el pinchazo inicial, la oreja era segura.

Si mostró poso en el segundo, en el astifino quinto, Gallo estuvo en Gallo. Como tantas y tantas tardes en Madrid, demostró que se siente cómodo entre los pitones. No le aceleran las cercanías. Poco a poco, empujó hacia delante a un animal al que le costaba un mundo cada arrancada. Tiró de él. Muy cruzado y echando la muleta en los naturales. Excelente la colocación. Terminó viendo resbalar los puñales del burel por sus muslos. De nuevo en hueso con la espada, se volcó en la segunda opción y enterró la tizona a cámara lenta. Aún más fuerte se pidió la oreja, arrecieron los pañuelos. A la presidencia rocosa que tenemos este inicio de año volvió a darle igual. Al limbo. Como la de Sergio Flores. O la de Alberto Durán… Incomprensible.

Oliva Soto pechó con el de Escribano Martín que completaba el encierro. Le arrearon de verdad en varas. En la muleta, se acostaba una barbaridad por el derecho. Resistió las coladas el de Camas. Pero el trasteo no cogió vuelo por su escasa casta. Asustó al mismo miedo en las tres manoletinas con las que cerró la faena. Ajustadísimas. A milímetros de la cornada. Mató muy mal. En el sexto, sin clase, lo intentó en un trasteo que en ningún momento caló en el tendido. Se lo quitó de encima con dos pinchazos.

Salvador Vega abrió plaza con un astado aquerenciado al que no le sobraban las fuerzas. El malagueño planteó una faena aseada con limpieza, pero sin apreturas. No sometió al animal y a media altura trató de templar las series. Faltó encaje y mayor entrega del astado. Sin emoción. Eficaz con la espada. Más bríos pareció darse en el cuarto, el de mejor hechuras de la corrida. Fue un espejismo. Corrió la mano en dos series por la derecha. Fin. Con la espada enturbió aún más una actuación espectral. Un abismo con aquel Vega con gusto y argumentos de sus primeros años en el escalafón. Otro aún mayor, con Gallo. De pelea. De sustitución.

EFE

Por J.M. Núñez. Gallo recupera la importancia de la vuelta al ruedo en Las Ventas

El diestro Eduardo Gallo dio dos vueltas al ruedo en Las Ventas, una en el segundo y otra en el quinto, ambas con sabor a triunfo, recuperando así la importancia de la vuelta al ruedo en esta plaza cuando el reconocimiento de las orejas no se materializa por la falta de criterio en el palco.

En juego las posibles sustituciones para la inminente feria de San Isidro, donde no están anunciados ninguno de los tres que toreaban hoy. Muy previsible que Ángel Teruel no pueda acudir a su anunciada confirmación, el día del Patrón, martes, 15, al no estar recuperado de la terrible cornada que sufrió en la cara el pasado 8 de abril en Arles. Sustitución que esta vez se ha ganado a ley Eduardo Gallo.

Por disposición y capacidad en todos los órdenes, la actuación de Gallo debió resolverse en la Puerta Grande. Así como suena. Desde luego si mata a la primera en los dos de su lote, el presidente no hubiera tenido más remedio que darle las orejas de salvoconducto. Así y todo hubo petición más que suficiente en ambos, sobre todo en el quinto.

Pero hay que tomarlo como una cuestión de simples despojos. Lo verdaderamente importante han sido, en su primero, el ramillete de hermosas verónicas a pies juntos, y ya con la muleta, el temple y la formidable compostura en el toreo fundamental. Un toro noblón pero de escaso motor, y ahí estuvo el mérito del salmantino, imprimiendo profundidad a la faena.

En el quinto recetó igualmente Gallo buenos lances en el recibo. El animal, muy aplomado, obligó a un toreo más espaciado, no obstante, de mucho aroma, muy encajada la figura del torero, siempre en terrenos muy comprometidos y sin inmutarse, engánchándole por delante para llevarle muy despacio y hasta muy atrás. El entusiasmo en el tendido fue grande. Y la vuelta al ruedo después del pinchazo previo a la estocada definitiva fue de clamor.

Falló el presidente, sin sensibilidad, queriéndole quitar a Gallo el salvoconducto para San Isidro. Pero ahora tiene la palabra la empresa para arreglar la injusticia. Gallo debe torear la primera sustitución que se produzca en la feria que comienza el jueves.

En situaciones bien distintas quedaron los otros dos alternantes. La primera faena de Vega apenas tuvo eco, y el toro se lo había puesto fácil por fijeza, temple, prontitud y bondad. El cuarto tuvo todo eso y más, repitiendo mucho, dándole más importancia a lo que fuera capaz de hacerle el torero. Y tampoco tomó vuelo la faena.

Oliva Soto, mejor en su primero, centrado y con ánimo, anticipándose siempre a las reacciones del toro, un punto brusquito. Pero en el sexto no fue capaz, sin temple ni colocación, con demasiadas prisas. El toro pedía otra cosa.


©Imagen: Pase de pecho de Eduardo Gallo ante el quinto toro. | EFE

Madrid Temporada 2012.

madrid_060512.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:08 (editor externo)