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Plaza de toros de Las Ventas

Sábado , 6 de octubre de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: .Toros de Miura (2º y 5º), Ángel Sánchez y Sánchez (1º y 4º), y María Guiomar Cortés de Moura (3º y 6º). El lidiado en 6º lugar de nombre “Rinconado”, de 550 kgs, negro bragado corrido de capa, nacido en marzo 2014 de la ganadería de María Guiomar cortés de Moura fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre- desiguales de presentación y juego, destacó el lote de María Guiomar Cortés de Moura sobre todo e gran sexto - (noble pero falto de fuerzas el primero, deslucido y apagado el segundo, con transmisión el tercero, deslucido y de corto viaje el cuarto, a menos el quinto y encastado, de infinita transmisión y a más el sexto

Diestros:

Diego Ventura: ovación, silencio, ovación, palmas, oreja y dos orejas, sale a hombros.

Entrada: 21722 espectadores.

Imágenes: https://www.facebook.com/PlazaLasVentas/photos/?tab=album&album_id=1832913486804755

Video: https://twitter.com/i/status/1048656462099218432

Crónicas de la prensa

Portal Taurino

Por Alberto Bautista. La decimoséptima llegó sobre la bocina

El sevillano se coronó como el Rey del rejoneo en Madrid, en una encerrona a contracorriente donde el mal uso de los aceros le privó de un triunfo mayor. La apoteosis llegó con el sexto, un gran toro de Guiomar Cortés de Moura al que desorejó, siendo el primer ejemplar premiado con la vuelta al ruedo en un festejo de rejones en Las Ventas.

Diego Ventura, volvió a ser dueño y señor del rejoneo en Las Ventas. La decimoséptima se abrió de par en par, en un tarde heroica del caballero de La Puebla del Río. La encerrona arrancó con una calurosa ovación cuando Ventura hizo el paseíllo acompañado por la cuadra de caballos escogidos sigilosamente para la cita. Pudo ser una tarde inefable, pero acabó siendo heroica por el lidiado en sexto lugar, un gran toro de Cortés de Moura, que fue premiado con la vuelta al ruedo; deleitándose Ventura cuajar la faena que estaba soñando. Lo recibió con Bombón a la garrocha, con Sueño que regresaba tras una temporada en el dique seco emocionó a la parroquia venteña con un gran tercio de banderillas. Los quiebros sobre ambas manos, las batidas y el galope a dos pistas pusieron en ebullición Madrid, y aunque le faltó coronar de una mejor forma con el rejón de muerte, no le impidió pasear las dos orejas con petición de rabo. También el tercero de Moura le permitió hacer el toreo que llevaba dentro. Lo mejor vino montando a Fino en banderillas clavando al quiebro y cabalgando a dos pistas. Con Gitano recuperó la suerte del violín, pero el fallo repetido con los aceros le privó de tocar pelo, y fue silenciado.

El lote de Miura no le permitió muchas florituras, sobre todo el deslucido segundo que brindó a Fermín Bohórquez no dejándole a Ventura apostar ni un momento, ya que el toro se salía de las suertes y buscaba de manera incansable las tablas. Rajadito, fue construyendo Ventura una faena resolutiva a la que le faltó de transmisión. El rejón cayó caído y trasero, siendo silenciado. Al quinto le cortó la primera oreja de la tarde, en una labor que brindó a Pablo Lozano firmando una meritoria faena sobre Nazarí con el que galopó haciendo quiebros imposible, y batidas inalcanzables. El Miura no terminó de romper pero Ventura le supo hacer faena que caló en los tendidos.

Los que menos opciones le dieron fue el lote de Ángel Sánchez y Sánchez, un primero colaborador pero falto de transmisión no le acompañó en una labor donde lo más estimable vino en el tercio de banderillas. Saludó una ovación. Con el cuarto invitó al sobresaliente, Juan Manuel Munera quién dejó su impronta en banderillas en una perfecta batida e inmejorable ejecución. Hubo pares imposibles, frente a otro toro apagado y pegado a las tablas. La tarde del centauro Ventura terminó enloquecida con el sexto, saliendo a hombros en su decimoséptima puerta grande de manera magistral, tras hacer el toreo a caballo de un genio en nuestro tiempo.

ABC

Por Andrés Amorós. Feria de Otoño: Diego Ventura engrandece el rejoneo

Apoteosis total de Diego Ventura: en su apuesta más arriesgada, llena Las Ventas, mata seis toros (dos de ellos, de Miura), es la vez número 17 que abre esta Puerta Grande. Es el primer rejoneador que ha indultado un toro; también ha cortado un rabo, en Madrid. En una tarde histórica, se confirma plenamente como el número uno. Y no ha sido fácil porque, por las dificultades de los toros y su fallos, al matar, no ha cortado trofeos hasta los dos últimos.

Desde hace años, Ventura pelea por el liderazgo con Hermoso de Mendoza; pelea a distancia, porque el navarro no acepta torear con él en una gran Feria, con televisión. Es lógico: Pablo vive su última etapa; Diego, su plenitud. Por denunciar esto, a Ventura se le cierran muchas Plazas del norte. Es el único que busca lidiar toros con más movilidad y emoción: hace poco, de Partido de Resina; esta tarde, miuras. ¿Qué aficionado podría reprochárselo?

El primero, de Sánchez, mansea y se para. Diego arriesga, en tablas y mata bien: sólo por ser el primero, no le dan la oreja, que merecía. Recibe a portagayola con la garrocha al miura segundo, que transmite emoción pero no es fácil: la faena tiene mucho mérito pero el rejón cae bajo. En el tercero, de Cortés, noble, se luce a dos pistas, con arriesgados «muletazos» por dentro y quebrando por el lado contrario: una faena completa, de dos orejas, pero mata a la tercera. El cuarto, de Sánchez, huye a tablas, deslucido: comparte la lidia con Munera, el sobresaliente. En el quinto, de Miura, codicioso, que galopa, aguanta arreones, quiebra espectacular y mata bien: oreja. En el último, de Cortés, muy noble, se desencadena la apoteosis: lo lleva prendido a la cola, a dos pistas; el quiebro, aguantando hacia atrás, es un «Sueño»; pone al público en pie al clavar a dos manos, sin bridas: dos merecidas orejas y vuelta al gran toro.

Han acudido esta tarde a Las Ventas muchos niños; para algunos habrá sido su primera corrida: no la olvidarán. El gran pintor Eduardo Arroyo, aficionado cabal, pintó el cartel de este festejo: es aficionado cabal. He recordado su frase: «Es responsabilidad nuestra, de los aficionados, sacar a los toros del hoyo en que han caído». Cuando la escuchó Ventura, hace cinco días, en Sevilla, se apresuró a decir: «Yo quiero sacar al rejoneo del hoyo en que ha caído, engrandecerlo». Busca recuperar la emoción, lidiando toros de otros encastes. En el toreo, las apuestas se mantienen en el ruedo: esta tarde, Diego Ventura lo ha hecho, engrandeciendo el rejoneo.

Postdata. En el fallecimiento de Montserrat Caballé, cito literalmente su rotunda opinión: «A mí me gustan los toros. Mi padre me llevaba a verlos desde pequeña. No me gusta que se prohíban, porque en Cataluña hay mucha gente a la que le gustaría ir a ver una corrida y ahora se sienten frustrados. Creo en la libertad de poder ir a ver una corrida de toros. El toreo es un arte maravilloso. Estoy en contra de su prohibición». Va unida a su patriotismo: «Soy española de pura cepa, pese a quien pese. La lengua de España es la española. Siempre incluyo música española porque me entusiasma y porque el publico se vuelve loco, sea del continente que sea». La recordaré siempre, cantando uno de sus grandes éxitos: «De España vengo, soy española…»

El MUndo

Por vicente Zabala.

Ventura corona el 'Sueño' de su gesta sobre la campana

El rejoneador de La Puebla remonta una tarde cuesta arriba y conquista su decimoséptima Puerta Grande de Las Ventas con una magistral faena al último toro, un extraordinario ejemplar de María Guiomar Cortés de Moura premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre

Diego Ventura conquistó Madrid desde el momento en que llenó la plaza. Fuera de abono ya era un éxito monumental. Pero no fue fácil el triunfo. En absoluto. Una angustiosa guerra. Los veinte caballos de su cuadra le hicieron el pasillo en el paseíllo. A modo de homenaje por el gesto que le convertía en el primer rejoneador de la historia en encerrarse con seis toros en Las Ventas. Donde su currículo bate todos los récords del toreo ecuestre: 16 Puertas Grandes y un rabo que nunca nadie ha cortado; 17 con la de este sábado. Nazarí, Bombón, Lambrusco, Bronce, Guadalquivir, Fino, Lío, Champán, Quillas, Gitano, Remate, Prestigio, Dólar, Sueño, tuvieron mucho que lidiar. No ayudaban los toros y el cálido ambiente festivo se enfriaba. La encerrona se torcía por momentos.

Al cuajado toro de Ángel Sánchez le faltó ritmo y celo. Remataba arriba las embestidas. Con Bombón trató de hilvanarlo. Y con Lío batió quiebros exagerados. Ventura ponía ardor en una faena de recursos escénicos. Algo atacado por el compromiso y los deseos. Sobre Colombo vino lo más brillante: una reunión sensacional. A lomos de Toronjo brindó al cielo de Ángel Peralta las rosas. Ni por la florida triada remontó: el murube aplomado ponía cada vez menos de su parte desde hacía tiempo. La petición no cuajó.Había expectación por ver al toro de Miura. Pero el miura tenía más de novillo que de toro. Estrecho y sin presencia. Y, además, desarrolló muchas complicaciones. El caballero de La Puebla lo esperó a portagayola con la garrocha. No quiso juegos camperos el de Zahariche. Que arreó cuando sintió los hierros. En arreones, valga la redundancia. Y se cruzaba por delante. Por los pechos de Nazarí y Quillas. Labor lidiadora ahora. Recibida con frialdad en los tendidos. Las cortas sobre Remate fueron el punto final.

La obra con el ejemplar de María Guiomar Cortés de Moura creció en intensidad. De menos a más. Hasta con tres rejones castigó al toro. Que adelantaba una barbaridad. Sobre Jaguar y Fino se empleó a fondo. Pero la locura se desató con Gitano y sus quiebros al violín. Repondió Madrid con la misma entrega ante la suerte inverosímil. De nuevo, más violines, con las cortas ahora, sobre Remate. Se presentía la gloria perseguida. Pero Ventura pinchó. La tarde se ponía más cuesta arriba aún.

No regaló nada el fuerte cuarto por su mansedumbre. De Ángel Sánchez. El jinete solitario cambió de chaquetilla y sacó al sobresaliente. Como detalle y ayuda. En collera con Juan Manuel Munera alternaron en los terrenos de las querencias del manso. Que por dentro se prestaba. ¿De quién sería la oreja en el caso de cortarla? ¿Partida como en los viejos tiempos? No hubo caso tras echar Diego pie a tierra para descabellar en dos ocasiones.Ventura no se aburrió nunca. Ni desesperó. Tampoco con el largo tren de Miura que hacía quinto, el padre de su hermano anterior. Otro aire y otro ritmo, pero dificultoso en los embroques. DV alineó toda la artillería: Nazarí, Lío, Bronce… Desprendía cada suerte un mérito enorme. Un trabajo de raza contra el reloj y los elementos. Caló en el público el cuerpo a cuerpo, la lucha de poder a poder. Los quiebros apuradísimos, la batalla febril. No lo puso fácil el miureño a la hora de matar. Cuando el rejón se hundió, la pañolada se convirtió en una marea blanca. La ansiada oreja era una rayo de esperanzadora luz.

Sobre la campana, apareció el toro de mejores hechuras de la corrida: el de María Guiomar traía una maravillosa perfección de líneas. Y un fondo extraordinario. Ventura desató su genio. Lo recibió con la garrocha en la puerta de toriles. Tan campero otra vez. La reaparición de Sueño obró el milagro: qué berraquera de quiebros. Dejándose llegar el toro, marcha atrás, sin espacios, enfrontilado. Rugía, por fin, Madrid. Aquello fue el cenit. La pureza extrema. A dos pistas ya lo había bordado, por dentro. Morante brilló entre locos bocados y Dólar colocó la guinda: el par a dos manos, sin cabezada, gobernado el caballo con las piernas, avivó el incendio. Sólo faltaba la rúbrica de Remate: el rejón se hundió defectuoso, sólo a medias. Los pañuelos, las voces, exigían las dos orejas. El presidente Justo Polo, que se lo pensó, calibró el peso de la obra, el esfuerzo biblíco de la tarde, el gesto, la gesta y la apuesta. E hizo honor a su nombre. También al toro de Guiomar, premiado con la vuelta al ruedo. Tan cara para los toros de lidia a pie.

La Puerta Grande entronizaba al Rey de los caballeros.

El País

Por Antonio Lorca. ‘Sueño’ reapareció y subió a la gloria

La gloria se abrió paso al final, justo a tiempo para evitar que el espectáculo quedara hecho añicos en el fondo del precipicio por donde comenzó a despeñarse desde que el primer toro pisó el ruedo de Las Ventas. Y fue ‘Sueño’, un caballo lusitano de siete años, que reaparecía tras un año lesionado, el que protagonizó el ‘quite del perdón’, un espectacular y grandioso tercio de banderillas ante el sexto toro, que reconcilió a Ventura con la plaza y devolvió al caballero la confianza que había ido perdiendo a lo largo del plúmbeo festejo.

El toro demostró de salida su codicia al perseguir a galope en la suerte de la garrocha, y la calidad de su embestida contribuyó a la resurrección de ‘Sueño’, que se lució esplendorosamente templando a dos bandas, con los pitones pegados al pecho; después, tres pares de banderillas, los dos últimos inenarrables, con el caballo yendo hacia atrás mientras el toro acudía a su jurisdicción y acababan ambos en un quiebro imposible que hizo saltar a la gente de sus asientos.

A continuación, salió para esta única ocasión ‘Morante’, el caballo que se hizo famoso por morder a los toros, y el colofón lo puso ‘Dólar’, con el que Ventura clavó un par a dos manos sin la cabezada.

La plaza ardía, con razón, enfervorizada, pero un desgraciado bajonazo echó un jarro de agua fría al emocionantísimo espectáculo que se acababa de vivir. A pesar de todo, se le concedieron dos orejas, un premio excesivo, y al toro se le concedió la vuelta al ruedo, galardón también exagerado.

Diego Ventura había paseado otro trofeo en el quinto y salió a hombros por la puerta grande por décimo séptima vez, pero su actuación en solitario no alcanzó la meta propuesta: dar un serio aldabonazo como el gran revolucionario del rejoneo moderno que ya se le considera. Apostó fuerte y sus ganancias han sido muy pobres en función de lo invertido.

Hasta que salió el sexto toro, Diego Ventura no tuvo su tarde. No fue un rejoneador en plenitud, ni un torero a caballo desbordante de recursos, ni resucitó suertes antiguas, ni protagonizó una faena redonda, ni un tercio deslumbrante, ni entusiasmó ni electrizó a un respetable tan triunfalista como generoso.

No le ayudaron los toros, es verdad; ni los de Miura, sardinas agalgadas, -mejor el quinto-, ni los sosos y mansos de Sánchez y Cortés de Moura, a excepción del codicioso y encastado sexto, que permitió el gran triunfo de la tarde.

No hubo toros, es verdad, pero tampoco apareció en el ruedo el caballero consumado que todos esperaban. Le pudo, quizá, la presión de una tarde cargada de responsabilidad, y transmitió al tendido una inseguridad inusual en él.

Para empezar, falló en el primer rejón de castigo de la tarde, lo que no fue más que un mal augurio; y volvió a fallar al clavar una rosa, y ambos descuidos destacaron sobre los quiebros de ‘Lío’ y la torería de ‘Colombo’.

Esperó al primer miura a porta gayola con la garrocha, y el impresentable novillete se quedó parado y deslució la suerte. Fue un animal distraído y descastado con el que tampoco Ventura anduvo fino a la hora de clavar banderillas.

Falló con el rejón de muerte en el tercero y se olvidaron los sorprendentes quiebros al violín con ‘Gitano’ y el temple de ‘Fino’. Muy manso y acobardado se comportó el cuarto, lo que no evitó que Ventura y el sobresaliente Juan Manuel Munera protagonizaran un torerísimo tercio de banderillas, en el que destacó la buena técnica del rejoneador albaceteño.

Un pavo y dos gallos recogió Ventura en la vuelta al ruedo tras la muerte del quinto. Con el pavo entre las manos saludó al respetable, y estaba el animal tan mosqueado como el propio caballero, consciente de que la oreja no era merecida, pues un par de fallos con las banderillas deslucieron una actuación que no pasó de correcta.

Quedaba el sexto, y pasó lo que ya se sabe. Reapareció ‘Sueño’ y Ventura pudo tocar la gloria que se le había negado en la tarde más importante de su vida.

No fue, ni mucho menos, un espectáculo redondo, pero hay que reconocerle al rejoneador que hizo una apuesta fuerte, muy fuerte, de las que solo hacen los grandes. La plaza casi se llenó, -este festejo no era obligatorio en el abono de la feria-, lo que es ya un éxito incontestable, y el paseíllo, con los veinte caballos de su cuadra en la arena, un bello espectáculo nada habitual.

Pero, ya se sabe: a veces, se gana, y otras se pierde…

Madrid Temporada 2018.

madrid_061018.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:11 (editor externo)