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Plaza de Toros de Las Ventas

Martes, 8 de mayo de 2018

Corrida de Novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de Guadaira. correctos de presentación, nobles, colaboradores pero de escasas opciones a excepción del segundo, noble el primero, con calidad el segundo, inválido el tercero, deslucido el cuarto, a menos el quinto y desfondado el sexto.

Diestros:

David Garzón: que se presentaba, silencio y silencio.

Carlos Ochoa: silencio y silencio.

Ángel Téllez: silencio y silencio.

Destacaron: Se desmonteró Andrés Revuelta tras parear al segundo, y Juan Navazo tras hacer lo propio en el sexto.

Entrada: Dos tercios, 16.371 espectadores.

Galería: https://www.facebook.com/pg/PlazaLasVentas/photos/?tab=album&album_id=1631784196917686

Video: https://twitter.com/twitter/statuses/993945926128603138

Crónicas de la prensa:

Portal Taurino

Por Alberto Bautista.Seis silencios para abrir boca

Como si de una tradición se tratase la lluvia hizo acto de presencia para comenzar el mes de toros en Las Ventas, y todo ante una novillada de Guadaira deslucida y de poco juego con el que prendió el ciclo isidril, donde lo único destacable fueron los 16.371 estoicos aficionados que se dieron cita en la Monumental, aguantando el chaparrón a la salida del quinto. Insufrible y aburrido fue un encierro, en el que ninguno de los tres novilleros anunciados fueron capaces de sacar rendimiento a tenor de lo vivido.

Carlos Ochoa pechó con el mejor lote, percibiéndosele voluntad y disposición por doquier, tras sortear un segundo pleno de bondad, destacando el pitón derecho por encima de una faena irregular, pero plena de improvisación ante un novillo con recorrido, profundidad y clase. La estocada cayó baja y el público no tuvo en cuenta la disposición del madrileño, no así el juego de “Arinoso” que fue despedido con una sonora ovación. El quinto que fue aplaudido de salida, llegó desfondado a la muleta toda vez que los innumerables capotazos y el puyazo de Marcial Rodríguez hicieron mella en “Engreído”. Además comenzó a llover durante la lidia y todos los esfuerzos fueron en balde, tras por manoletinas y atascarse con los aceros.

Por su parte Ángel Téllez pasó sin pena ni gloria por San Isidro, estrellándose ante dos ejemplares faltos de entrega. Inédito quedó con el tercero, ante un novillo deslucido y de corto viaje. Más de lo mismo con el sexto, donde la mansedumbre se hizo más que patente. Aún así tiró líneas pero la actuación nunca llegó a tomar vuelo. Escuchó silencio en sus dos turnos. Como también oyó silencio en ambos un David Garzón que se presentó en Las Ventas, y que dejó muestras de su escaso oficio y valor. El ecuatoriano descorchó la feria frente a “Lagartillo”, frío de salida pero que metió bien la cara en los viajes. Tras brindar a sus apoderados se le intuyó falto de ideas, y no terminó de verlo claro. Con el cuarto, aunque anduvo con más acople que en su primero se alivió en exceso, hilvanando una faena larga donde la mayoría de los embroques concluían con el novillo en los medios. Tampoco lo arregló con la espada afeando una tarde sin pena ni gloria.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Un buen novillo y seis silencios

No arrancaba San Isidro con una novillada desde 1988. Una de Guadaira inauguró la maratón de 2018. No sucedió nada con el primero. De más movilidad que celo -pasaba por allí- en la muleta lineal de David Garzón. Plano debut del ecuatoriano. Bravo de veras en el caballo fue el utrero de Carlos Ochoa. Un fuerte puyazo lo sangró a modo; más medido el siguiente. Entre sus muchas virtudes -humillación, fijeza, repetición- no estaba salirse de los vuelos. Ochoa brilló por momentos pero no se encontró cómodo. Y le costó un mundo hallar la colocación con tanta reposición. De la ovación en el arrastre para Arinoso, así sin hache, a los pitos para el deslucido tercero. De pobre fuerza, blandos apoyos e informal desplazamiento. Ángel Téllez, prácticamente inédito, al menos lo mató bien. En el nuevo turno de Garzón no mejoraron las cosas para su imagen. Soltó mucho la cara el novillo y el quiteño se comprometió poco. El quinto, un tío, rompía la media por arriba. Su caja, sin embargo, venía vacía. Una nobleza plomiza, sin empuje ni fuelle, con algo más de recorrido por el derecho, sirvió a Ochoa para encajarse. La espada emborronó todo lo que extrajo a pulso. El apretado y serio sexto también venía con el fondo contado. Demasiado poco y ninguna clase. En la tónica de la desigual novillada de Guadaira. Téllez se justificó con tiempo. Los gitanos no quieren buenos principios. No sé si tanto.

El País

Por Antonio Lorca. Necesitaba un favor y le hicieron la pascua

No es normal que un joven y desconocido novillero se presente en Madrid en plena feria de San Isidro. Pues, no, mire usted. O es un fenómeno y la gente está dispuesta a empeñar el colchón para no perdérselo o no tiene una lógica explicación. O sí. Su apoderado, con buena intención, sin duda, habrá removido cielo y tierra para que el muchacho tenga la oportunidad de su vida y demuestre lo que lleva dentro, y resulta que el favor se ha convertido en un regalo envenenado.

Tal es el caso de David Garzón, un novillero sin oficio, con el ánimo corto, el corazón contrito y las ilusiones por las nubes, que ha recibido una buena porción de hiel uno de los días más importantes de una carrera que ojalá sea larga y fructífera.

El compromiso era fuerte y débiles sus aptitudes. La prueba lo superó, y no escuchó ni un ole en toda la tarde. Tuvo dos novillos de triunfo y no pudo aprovechar las buenas condiciones de sus oponentes. Sin duda, no era el día ni la hora del aspirante. Pero, claro, dirá el apoderado, si no lo pongo ahora, que puedo, cuándo…

No pudo ser. Lanceó de salida a su primero con desconfianza y sin lucimiento alguno, y lo muleteó, después, muy despegado y acelerado entre el silencio aburrido del respetable. Metía la cara el ovillo, iba y venía y repetía con dulzura, pero el toreo resultante era mecánico y mudo.

Lo molestó el viento ante el bien presentado cuarto, y confirmó que el toreo de capote no es lo suyo. Tampoco mejoró con la franela ante otro animal que no planteó especiales dificultades.

Y lo peor de todo: David Garzón no dijo en ningún momento que había llegado a Madrid dispuesto a comerse el mundo. Eso es lo grave: que Madrid se lo comió a él.

Con más oficio se presentaron sus compañeros, pero no con más hondura torera. En el fondo, el problema que subyace es el de siempre: hay que torear con el alma, y para ello hay que poseer personalidad.

Ochoa tiene maneras y traza bien los muletazos. Dibujó verónicas bien intencionadas y algunos naturales largos, pero a toda su labor le faltó unidad, poso, sentido… Su primero se apagó pronto y tras una larga faena —como todas— se tiró a matar muy de verdad. Tampoco brilló ante el quinto, más soso y descastado que el anterior, y en este falló con la espada.

Un inválido fue el tercer novillo de la tarde, y Ángel Téllez no pudo explicar su misterio más que en la suerte final, que la hizo con espectacularidad y acierto; poco novillo fue, también, el sexto, y ahí quedaron un par de naturales en un mar de aburrimiento, con un cielo atormentado y lloviznoso, y la esperanza de la tarde ya perdida.

Así las cosas, seis silencios, el más oscuro balance para tres chavales cargados de sueños. Y dos ovaciones para dos hombres de plata: Andrés Revuelta y Juan Navazo, por su torería en el tercio de banderillas.

ABC

Por Andrés Amorós. Comienzo de San Isidro con tormenta

Empieza la Feria de San Isidro en una tarde tormentosa, con novillos de Guadaira (que dejó el encaste Buendía para apuntarse a Jandilla), serios pero deslucidos. Un plomizo silencio ha rematado las seis faenas.

A fines del XIX, el italiano Edmundo de Amicis, el autor del célebre «Corazón», visitó España: «La inauguración de las corridas de toros en Madrid es mucho más importante que un cambio de ministerio; los padres prometen a los hijos estudiosos que les llevarán a la corrida; los amantes lo prometen a las hermosas; millares de personas no hablan de otra cosa». Hoy se habla de los fallos de un árbitro de fútbol pero se forman grandes colas en las taquillas: cerca de 20.000 personas acudirán durante 34 tardes seguidas; con una novillada de cartel sólo discreto, han venido más de 16.000 personas. ¿En qué otro espectáculo sucede algo semejante? Prueben a vender entradas para escuchar a los políticos y verán…

Abre Feria el ecuatoriano David Garzón, residente en España desde chico; lo apoya Caco Senante. El primero protesta en el caballo, queda corto. El diestro se muestra reposado pero no pasa de voluntarioso. No mata bien y todo queda en nada. En el cuarto, brusco, se desata la tormenta, truenos y agua. David no consigue mandar lo suficiente a este «Mandón», en una faena de escaso brillo. Las palmas a la voluntad dan paso a la impaciencia. Pincha sin pericia.

El madrileño Carlos Ochoa ganó el concurso «Camino hacia Las Ventas», es alumno de Rafael de Julia. El segundo sale con pies, embiste con celo en todos los tercios. (Se lucen Iván Vicente, a caballo, y Andrés Revuelta, con los palos). El diestro conecta con el público, manda pero con la postura forzada. Tiene más soltura que naturalidad y cae en «tics» de la actual Tauromaquia, incluida la excesiva duración de la faena. No mata bien. El quinto, aplaudido de salida, pesa 540 kilos, echa la cara arriba, en el caballo. Ochoa vuelve a mostrar facilidad pero el toro se queda corto, se para: sólo puede lucir su oficio. Mata a la cuarta.

Varias veces hemos visto este año a Ángel Téllez: tiene buenas maneras pero le falta un triunfo rotundo. El tercero es noble pero flaquea, después de varas. Apenas le da ocasión de mostrar su estilo, dentro de una línea clásica, buscando el temple. Las repetidas caídas de la res lo deslucen todo. Mata fácil. El sexto, también serio, derriba al caballo pero embiste sin clase. Saluda en banderillas Juan Navazo. Sufre el diestro una colada peligrosa. El buen concepto y la entrega del diestro no logran fruto.

Al final, sale el arco iris: a pesar de la tormenta y de la grisura de la tarde, siguen vivas nuestras ganas de ver buen toreo. En treinta y cuatro tardes, no faltarán ocasiones.

La Razón

Por Patricia Navarro. Arranca la Feria de San Isidro en Las Ventas

alvo memorias privilegiadas, que las hay y pululan por la plaza de Madrid como es el caso de Roberto haciéndonos caer cada tarde en la desmemoria de la mayoría de los mortales, es difícil recordar aquella feria isidril que comenzó con una novillada. Retomamos el pasado con una de Guadaira. Y más nubes que sol. En el cielo y en los tendidos, a pesar de una generosa entrada, cerca de los tres cuartos. Lo que sería un entradón en la mayoría de las plazas. Poníamos el contador a cero. El túnel de San Isidro, en el que nos encerramos durante más de treinta tardes de manera ininterrumpida… Madrid huele a miedo estos días. Y a toro cada tarde al abandonar la plaza por la parte de atrás de la puerta de arrastre, y en el corazón de la ciudad. Madrid pesa en el infierno. En las noches oscuras en busca de tardes en calma. De haberlas. Dicen que no hay gloria sin sufrimiento. Se sufre en el toreo, donde la mentira se vuelve transparente a ojos de todos. Casi al unísono. Una mentira desnuda que despelleja cualquier atisbo de acortar el camino del éxito. El peso de Madrid es una losa. Y un pueblo donde reencontrarnos con los amigos del tendido, las frases hechas y los lugares comunes. Merino, Fran, José María… A Zorro se le espera mañana y Julio hace algún tiempo que se cambió de tendido. Madrid es Madrid por muchos motivos. Tan buenos como malos.

Entre unas cosas y otras, entre el sol, la lluvia y el viento, vino Carlos Ochoa a afianzarse con un quinto, bajo de raza que no quería pasar. Y no pasó. La línea divisoria la atravesó en este caso el novillero madrileño para asegurar su puesta en escena con valor y aplomo. No tenía toro para poder construir una faena mejor. Serio y centrado el novillero.

Sí colocó bien la cara el segundo de la tarde, humillado y repetidor. Si bien no duró mucho la condición del animal fue buena. La faena de Ochoa contó con las intermitencias del que se juega mucho en Madrid y cuando quiso hilvanar la historia se había difuminado, se apagó el novillo. Renovó ilusiones en el quinto.

Ángel Téllez se tiró a matar de verdad y con verdad al tercero. Y en la yema fue. Dejaba atrás una faena firme a un toro flojo y a menos. Le marcó el sexto por el derecho en el muslo y de manera misteriosa le perdonó. No cabe otra. En aquel diálogo cabían muchas dudas. Por el derecho no quería el toro y por el zurdo se abría para irse y sin entrega. Se alargó el novillero en busca de lo que no podía ser.

Estrenábamos la tarde con una presentación, la de Garzón. De grana, con el color de los valientes. No fue la tarde para el recuerdo. Uno de Guadaira, con la virtud de humillar y esperar que todo ocurriera por abajo y con el punto negativo de hacerlo con media arrancada. Faltaba largura en el viaje como al torero le faltaba rodaje para darle longevidad al trance. Cumplió el trasteo y se las vio en cuarto lugar con un astado con movilidad y repetición, no tanta entrega, más bien podía soltar la cara en cuanto no se sintiera sometido.

Y se nos fue la primera. Y se nos fue la tarde. Made in Madrid. Seis silencios como seis losas.

Qué larga se ve así la feria.

madrid_080518.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:14 (editor externo)