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Plaza de Toros de Las Ventas

Viernes , 8 de junio de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Adolfo Martín para

Diestros:

El Cid: de tabaco y oro. Herido en el segundo.

Pepe Moral: de tabaco y oro. En el que mata por El Cid, pinchazo y estocada corta (silencio). En el tercero, buena estocada (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada (oreja).

Ángel Sánchez: que toma la alternativa, de crema y oro. Estocada corta contraria y dos descabellos. Aviso (saludos). En el cuarto, pinchazo hondo y cuatro descabellos (silencio). En el sexto, pinchazo hondo y se echa (palmas).

Incidencias: Parte médico: El Cid, cornada de 20 cm en el muslo y pronóstico grave

El Cid fue operado en la enfermería de una “herida por asta de toro en tercio medio de la cara interna del muslo derecho, con una trayectoria ascendente de 20 cm, que produce destrozos en musculatura aductora y vasto interno”.

Entrada: 20.431 espectadores

Imágenes: https://t.co/94PpmjJD1Z

Video: https://twitter.com/i/status/1005185692023083013

Crónicas de la prensa

Las Ventas

Oreja para Pepe Moral ante el gran quinto de Adolfo Martín

Otra tarde más llovió en Las Ventas en la corrida de Adolfo Martín.

Manuel Jesús El Cid fue feamente prendido en el segundo de la tarde. Le buscaba en el trasteo de inicio y lo cogió de inmediato siendo trasladado a la enfermería. Fue operado de una cornada de 20 cm en el muslo derecho.

Pepe Moral ni se lo pensó en coger la espada para pasaportarlo. El tercero manso tampoco le dio opciones. Salía desentendido a mitad del muletazo buscando tablas y abrevió. Salió el quinto y a pesar de tener la tarde cuesta arriba, cuando en Madrid hay toro y torero todo puede cambiar. Extraordinaria condición del astado metiendo la cara y humillando con recorrido. Le cogió pronto el ritmo con los doblones de inicio y pronto a ligar en los medios por el derecho. “Chaparrito” planeando por ese pitón con clase y recorrido. Los olés de Madrid también llegaron al natural aunque con menor largura. Pinchó antes de la estocada entera y oreja para el sevillano.

Con “Mentiroso” tomó la alternativa Ángel Sánchez. Dejó muestra de su toreo pausado en los medios y al natural. Llevó con suavidad la noble embestida del de Adolfo pero lástima que se apagara pronto. Ante el cuarto dejó un bonito recibo a la verónica. Se avispó el de Adolfo y no hubo más. El que cerró plaza sacó un brusco genio indomable pero dejó el madrileño su disposición en su tarde de alternativa.

El País

Por Antonio Lorca. El Cid, gravemente corneado

El Cid se recupera en un hospital de la grave cornada que le propinó el segundo toro de la tarde; Pepe Moral se lamentará en el hotel de ese fallo con la espada que, con toda seguridad, le cerró la puerta grande, y el joven Ángel Sánchez rumiará que pasó para que su gesta de una alternativa de torero heroico no acabara felizmente.

Como la vida misma, la cara y la cruz de una fiesta como la de ayer, protagonizada por toros serios y bien plantados, de astifinas defensas, bravos en distintos grados en el peto, y exigentes, duros y correosos en la muleta a excepción del quinto, ‘Chaparrito’ de nombre y 549 kilos de peso, que acudió con presteza y alegría al caballo, apretó en banderillas y embistió en el tercio final con clase, ritmo, prontitud y transmisión para que Pepe Moral dibujara muletazos del mejor toreo. Cara y cruz de una fiesta en la que el triunfo a medias de uno se unió a las ilusiones juveniles de otro y la sangre del director de lidia.

Acababa de brindar El Cid al público la muerte de su primer toro, y, en los iniciales compases, el animal, astifino como toda la corrida, lo empitonó por el muslo derecho, lo derribó, cayó boca abajo en el suelo, donde el toro lo buscó con furia desatada hasta que consiguió engancharlo, levantarlo por los aires y lanzarlo de nuevo contra la arena. Sin aliento y maltrecho quedó el torero que se incorporó a duras penas para ponerse en manos de las asistencias. Así, dramáticamente, acabó el brindis de El Cid.

Y mientras el torero herido cambiaba el coche de cuadrillas por la ambulancia, Pepe Moral se encontraba con el mejor toro de un complicado encierro, el quinto, bravo, noble y con calidad, con el que el sevillano dibujó muletazos de alta escuela, grandes redondos, magníficos naturales, henchidos todos de temple y clásica torería, siempre bien colocado el torero frente a su oponente. Unos ayudados por bajo precedieron a un pinchazo que fue el cierre de la puerta grande. Pero, ¿fue faena de dos orejas? Hoy, sí. Fue emotiva, con mando, temple y buen gusto, pero acaso le faltó arrebato, exquisitez y estética sublime, que diferencia a las buenas faenas de las grandiosas. Y el toro, grande, pero no de vuelta al ruedo. Moral mató sin más al deslucido que corneó a El Cid y al manso y rajado que salió en tercer lugar.

Y Ángel Sánchez tuvo un gesto que debe ser destacado: pocos se atreven a tomar la alternativa en Madrid con toros de Adolfo Martín. La apuesta era fuerte y la perdió. Le faltó oficio y madurez, pero no entrega y decisión. El cuarto, que mató en lugar de El Cid, era un toro fiero, bronco y difícil que lo desbordó. Normal. Hubiera desbordado a medio escalafón. Con los otros dos, aseado; quizá le faltó plantar cara con más amor propio al toro de la alternativa, noble y soso, con el que solo demostró su buen corte como torero.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Y 'Chaparrito' eclipsó la sangre y la gloria

El ruedo transpiraba toda la humedad acumulada. En 31 tardes de San Isidro ningún torero había vertido su sangre en la arena. Ni una cornada. A la que hacía 32, El Cid quebró la milagrosa racha. Un toro de Adolfo Martín, el segundo de la corrida, ni exagerado ni descaradamente armado, que venía avisando, perforó certero su muslo derecho. Cuando principiaba la faena. Nada más recuperar la verticalidad desde uno de esos inicios tan suyos, en cuclillas o casi genuflexo, ni una cosa ni la otra, el adolfo lo vio, se venció y no falló. En el primer derrote, la cornada seca, el vuelo trágico. Y en el suelo lo volvió a recoger, sacudir y voltear. Como un pelele. Maltrecho y en pie, el agujero de la taleguilla anunciaba sin hemorragia la severa herida. Y luego se confirmó la gravedad. Por los destrozos musculares. Pepe Moral despachó con brevedad al toro hiriente.

La tarde quedó en un mano a mano. Entre Moral y Ángel Sánchez, que había tomado la alternativa apadrinado por el matador caído de Salteras. Llovía intermitentemente. Como embestían los toros de Adolfo Martín. Hasta que saltó Chaparrito. Que en diminutivo no traía nada. Ni por fuera, ni por dentro. ¡Qué toro! Colocó su testa veleta pronto en los vuelos de la verónica de Pepe Moral. Siempre con una humillación mayúscula, un temple infinito, una calidad excepcional. En el caballo, la alegría de su son. Y PM se encontró ante la oportunidad de su vida. Desde la dobladas, brotó el toreo a cámara lenta. Por la derecha, asentada y maciza la figura descalza del sevillano; por la izquierda, el trazo soberano y soberbio de los naturales. Intercaló entonces la mano, cuando en su zurda habitaba el paraíso, la llave y la clave para reventar Madrid. Volvería a ella con con el empaque hundido en los talones. Tan Manolo Cortés. Vaciando la lenta embestida de Chaparrito con pulso privilegiado. Un pinchazo precedió a la estocada. Y la oreja presentida rodó. La plaza pidió fervorosamente la vuelta al ruedo en el arrastre para el extraordinario toro de Adolfo Martín. Pudo ser y no habría chirriado. Como si en su día se hubiera exigido para Licenciado, Ombú o Cuba II, que no son cárdenos. Pero el presidente se enrocó. Quedará el honor para el que menos lo mereció…

Cinqueño como Chaparrito fue el toro de la alternativa de Ángel Sánchez. Bajo, muy abierto de cara y bizco, de nombre Mentiroso, 485 kilos. Datos para los amantes de las efemérides. Embistió por dentro de salida y trastabilló a Sánchez. Que se libró de la cornada porque el adolfo se enredó con el capote. Sin embargo, apuntó pronto su fijeza y su tarda condición. También su nobleza. Los primeros muletazos como matador de Ángel fueron poderosos doblones. Antes de presentar la derecha y comprobar el buen tramo descolgado del toro y su falta de repetición. El temple y la facilidad con las embestidas que se abrían. Y que perdían, al final, la humillación. La izquierda superdotada del torero dibujó los mejores pasajes de la entonada faena. Ya en su epílogo quería desentenderse el cárdeno. Saludó una ovación de aliento tras una estocada casi entera y atravesada y varios descabellos.

Fue un trago demasiado duro el veleto cuarto para el novísimo Sánchez; un bocado imposible para Moral el manso y rajado tercero; y un sorbo indefinido el último, muy sangrado, para la actitud del matador novel.

Chaparrito eclipsó todo, la sangre de El Cid y la gloria de Moral.

ABC

Por Andrés Amorós. Cornada a El Cid y oreja a Pepe Moral con un gran toro de Adolfo en San Isidro

Sigue la lluvia, continúan los toros cárdenos. Las reses de Adolfo Martín atraen a muchos aficionados: son toros serios, encastados; algunos, complicados. Al comienzo de la faena a su primer toro, El Cid sufre una cornada. Nos quedamos en un mano a mano de Ángel Sánchez, que toma la alternativa, y Pepe Moral, que corta un trofeo –hubieran podido ser dos, si no pincha– a un gran toro de Adolfo Martín: merecía la vuelta al ruedo, no concedida, a pesar de la fuerte petición.

La nota negra de la tarde es el percance de El Cid, un diestro de tan buena trayectoria, que, a estas alturas de su carrera, conserva el buen estilo. El segundo toro, «Monerías», vuelto de pitones, lo brinda al público y, en el tercer muletazo, el toro vuelve rápido, lo coge y lo empitona, lanzándolo dramáticamente al aire. Sufre una cornada grave.

Ángel Sánchez causó sensación en su presentación como novillero, por su toreo al natural. El que sabe torear así es capaz de repetirlo. Apuesta fuerte, tomando la alternativa en Las Ventas y con toros de Adolfo: «la Fortuna ayuda a los audaces», sentencia Virgilio, en «La Eneida». El toro de la alternativa, «Mentiroso», cárdeno, como todos sus hermanos, es encastado pero cambiante: de la fiereza inicial pasa a una suavidad casi mexicana hasta que se para. El toricantano (así decían antes) muestra buen estilo clásico en muletazos largos y templados; destacan los de pecho, a la hombrera contraria. Después de un amago, logra un espadazo. Mata al cuarto (segundo de El Cid), muy serio, cornipaso, que embiste con fiereza al caballo, espera en banderillas, llega incierto a la muleta, se cierne: una dura papeleta para alguien con tan corta experiencia. El último cumple bien en varas, embiste con cierta clase pero se para. El joven diestro se muestra voluntarioso. Tiempo tiene de madurar.

Dejó buena impresión Pepe Moral con el mejor de los Miuras. Esta tarde la refrenda. Mata al que hirió a El Cid. El tercero es uno de los deslucidos: suelto, pega arreones, se raja. Bajo el diluvio, logra una buena estocada. La fortuna le premia con el quinto, que, de principio a fin, muestra una bravura fuera de lo común. Es el que mejor juego da en el capote; en varas, acude de lejos; embiste largo, humilla, con fijeza. Aún así, encuna a Juan Sierra, en banderillas. Brinda Moral al público y aprovecha su nobleza con muletazos largos, templados, disfrutando él y haciendo disfrutar al público. Los naturales parecen a cámara lenta: un gran toro, «Chaparrito», y una buena faena clásica. (La gran escuela de Manolo Cortés). En la suerte contraria –¿por qué, con un toro tan bravo?– pincha, antes de agarrar una gran estocada: justa oreja. Sin el pinchazo, quizá le hubieran dado las dos. Y creo que el toro, muy aplaudido, merecía la vuelta al ruedo.

Un toro bravo y un torero clásico: la fórmula perfecta, que siempre entusiasma, uniendo belleza y emoción. Cuando se juntan estas dos cosas –decía Marcial Lalanda– el arte del toreo es incomparable. Aunque algún ministro de Cultura todavía no se haya enterado.

Postdata. Por la mañana, se ha presentado, en Las Ventas, el interesantísimo estudio de Fidel y Julio Carrasco y Carmen del Castillo, con prólogo de Ignacio Sánchez Mejías, sobre la Plaza de Toros Monumental de Sevilla, que convivió durante tres años (1918-1921) con la de la Real Maestranza. La impulsó Joselito: además de ser «el rey de los toreros», mandaba en la Fiesta y vio clara la necesidad de Plazas monumentales, para bajar los precios y atraer al público. También en esto –no sólo en su Tauromaquia– deben seguir su ejemplo los toreros y todos los profesionales taurinos.

La Razón

Por Patricia Navarro. «Chaparrito» entra en el cuadro de honor con Moral el día que Cid cae herido

Mereció la vuelta al ruedo. Pero en este mundo al revés… Hubo un día que sin que nadie le llamara el presidente soltó el pañuelo para premiar a un toro que no lo mereció y «Chaparrito» se fue sin los honores después de habérselos ganado uno detrás de otro. Lo hizo en el caballo primero este quinto toro con dos puyazos. De largo, con fijeza y de atrás. Pero hay mucho más. El toro de Adolfo, de impecable presencia, tuvo un ritmo descomunal para ser capaz de tomar el engaño descontando el tiempo, de lento que lo hacía, una maravillosa cadencia, un orgullo de animal, de toro bravo. Entregado, surcos reales en ese barro en el que se ha convertido Madrid, milagrosamente tarde tras tarde por los «técnicos» de la plaza, aunque llueva a mares sin tregua. Vaya feria. Pero qué tendrá la tauromaquia que sale un toro así y hasta en el infierno de la lluvia es capaz de transportarte al paraíso. Pepe Moral lo gozó. Transitamos por la despaciosidad de la tauromaquia con la misma intensidad que el torero. La transmisión de la casta amparada en la nobleza y la calidad de la embestida que le permitió al torero sevillano construir una faena emocionante por ambos pitones, aunque faltó la eclosión total, el derrumbe que logra lo sublime para que hubiera sido de doble premio la faena sin duda. El pinchazo que precedió a la estocada dolió en el alma. (Como que no premiaran a ese toro con una vuelta al ruedo). Y ni que decir, como ese momento tan desgarrador, tan violento, en el que el segundo de la tarde devoró la carne fresca de El Cid para herirle, para cazarle, para no darle una segunda oportunidad y reventarle. No dio opciones, porque esto es también la tauromaquia y el peligroso toro fue certero. El segundo. Ni grandes problemas ni grandes alegrías le dio un tercero, que se desentendía saliendo suelto de la suerte, mientras la lluvia arreaba en un más difícil todavía a Pepe Moral. Lo mató en la rectitud.

Ángel Sánchez vino a Madrid a tomar la alternativa, hacerlo en pleno San Isidro y para completar el doble mortal con la corrida de Adolfo Martín. Llovió todo el día. Inmisericorde con la ocasión, con las dificultades que eso supone para cualquiera, no pensarlo para un torero de escaso rodaje que se estrena en el escalafón superior, y rompió a llover, también, cuando Sánchez se convertía en matador. Le dejó estar el toro, que tuvo muy buen pitón izquierdo, punto tardo, pero de calidad. Anduvo correcto y con mucha armonía el diestro que resolvió. Exigió mucho un cuarto, que pesaba por dentro una barbaridad. Defendió con dignidad la falta de rodaje. Tuvo buena condición un sexto, agradecido con las teclas exactas, pero este no es un encaste que lo regale. Ángel Sánchez anduvo resolutivo en compromiso de tal altura. La tarde no dejó resquicio para el aburrimiento. Y de «Chaparrito» nos volveremos a acordar.

Madrid Temporada 2018.

madrid_080618.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)