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Plaza de Toros de Las Ventas

Lunes, 9 de mayo de 2016

Novillada

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de El Parralejo y un sobrero, 3º bis, de José Vázquez (bien presentados, con juego desigual; mansos en general).

Diestros:

Alvaro Lorenzo: silencio y vuelta.

Ginés Marín: silencio en ambos.

Varea: silencio y ovación.

Entrada: tres cuartos de plaza.

Galería de imágenes: http://www.las-ventas.com/noticia.asp?codigo=6989

Video: http://www.plus.es/video/san-isidro-09-05-2016?id=20160509223559

Crónicas de la prensa:

ABC

Por Andrés Amorós. Más solvencia que brillo de tres jóvenes promesas en San Isidro

Los chaparrones no impiden la gran entrada (¡bravo por los aficionados), en un cartel de mucho interés. Se presentan en Madrid los tres novilleros que ahora mismo suscitan más ilusiones, dentro de estilos taurinos muy distintos. Los tres tomarán la alternativa en Nimes, los días 14 y 15. Las reses del Parralejo, bien presentadas, no dan el juego esperado, el de tantas tardes. Solo Álvaro Lorenzo está a punto de cortar la oreja pero ninguno de los tres decepciona.

Este toledano se ha formado poco a poco y con solidez en la casa Lozano. Su estilo responde a la llamada escuela castellana, que parte de Domingo Ortega y se continúa en Pablo Lozano y Gregorio Sánchez: clasicismo, mando, temple y sobriedad. El primer novillo es noble pero flaquea, embiste con poco celo. Álvaro se muestra poderoso y solvente pero no cabe mayor brillo. Mata a la tercera. El cuarto es incierto, protesta, vuelve al revés. El diestro se dobla muy bien y el novillo mejora un poco. Lo engancha, alarga la embestida, traza buenos naturales: una labor muy sólida, tragando mucho. Al final, en las cercanías, le pega un fuerte revolcón. Mata trasero y el presidente le niega la oreja, pedida por muchos, pero deja buena impresión.

Desde que lo vi debutar con caballos en Olivenza, su tierra (aunque haya nacido en Jerez), Ginés Marín me pareció un superdotado: lo ve muy claro, tiene valor, repertorio y estética. No es fácil que un joven reúna tantas cualidades. Más de una vez me he arriesgado a proclamar que ya es figura del toreo. Esta tarde, sin embargo, se estrella con dos novillos deslucidos. En el segundo, rebrincado, cierra las verónicas a pies juntos con un precioso remate improvisado. (Se ovacionan los buenos capotazos de Ambel). Muestra su gran facilidad, aunque el novillo protesta: liga los derechazos con un natural de frente, se sale de la cara con un molinete. Único lunar: prolonga con bernadinas innecesarias. Parte del público le ha tratado con la dureza que suele reservar para las figuras. El quinto mansea, pega arreones y tornillazos. Ginés, muy sereno, vuelve a demostrar que sabe perfectamente lo que se hace y logra algunos muletazos por bajo, mandando mucho. No ha habido opción para más.

Varea, de Castellón, es una personalidad taurina singular: es más irregular que sus compañeros pero, cuando acierta, conecta mucho con el público y maneja el capote con gusto. Devuelto por flojo el tercero, el sobrero de Vázquez resulta mucho más flojo: Varea sólo puede mostrar su clase en unas verónicas. Acude a portagayola en el último pero éste no le hace ni caso. Saluda Iván García después de dos grandes pares. Traza Varea muletazos templados, con personalidad, y buenos naturales, cruzándose mucho, pero el toro acaba rajándose. Debe mejorar su forma de entrar a matar.

No se han cumplido las expectativas pero los tres diestros han demostrado solvencia, entrega y personalidad. Dentro de pocos días, se unirán a Roca Rey, López Simón y Garrido, como las jóvenes promesas que deben competir con las figuras: entonces darán su auténtica talla.

Postdata. Se ha presentado en Madrid la muy atractiva Feria de Istres, una ciudad francesa cercana a Marsella, que tendrá lugar el fin de semana del 19 de junio. En los últimos años, ha ofrecido carteles singulares. Este año, en su 15 aniversario, destaca la alternativa del peruano Galdós y, sobre todo, los seis toros que matará Enrique Ponce ese domingo (algo que no hace desde 1999 y que solo lo ha hecho en 6 ocasiones), acompañado por música clásica y de cine: un verdadero acontecimiento. Subrayo un dato esencial: todo esto es posible porque apoyan la Feria nada menos que 300 empresas privadas (todo lo contrario de lo que sucede en España). Gracias a ellos, se habla ahora de Istres, en todo el mundo taurino.

El PaÌs

Por Antonio Lorca. Toreros jóvenes, viejas decepciones

Álvaro Lorenzo, tres años como novillero con caballos, y Ginés Marín y Varea, dos años en el escalafón, toman la alternativa la semana próxima en la ciudad francesa de Nimes, y, horas antes, han hecho un hueco y se han presentado en Las Ventas para que no se diga… Los tres componen la crema de la novillería andante y en ellos están depositadas las esperanzas para el futuro. Pues se podían haber ahorrado la visita porque no han conseguido más que agravar la preocupación que ya existía sobre el porvenir de esta fiesta.

Para empezar, no se anunciaron con una ganadería exigente con la que pudieran demostrar ante la cátedra madrileña las muchas cualidades que, sin duda, atesoran; no. Se enfrentaron a una de las más cómodas del mercado nacional, que les viene como anillo al dedo a novilleros poco entusiastas del riesgo y de las gestas.

La verdad es que estos tres jóvenes no han llegado hasta aquí solo por recomendación. No. Los tres tienen mimbres para ser toreros, mejores o peores, pero para ser toreros. El problema es que, como aparentan tener futuro, —sinónimo de beneficio económico—, los apoderan casas importantes, y estas tienen especial cuidado en que los muchachos no se lastimen. Así, han llegado a Madrid entre algodones, y han lidiado los novillos más bonitos del campo bravo. Y Madrid no iba a ser una excepción; por ello, El Parralejo venía que ni pintada para ocasión tan especial.

El problema ha sido que los novillos no han respondido como se esperaba de ellos —los apoderados mandan mucho, pero hasta ahora no han conseguido colocar un chip de nobleza y bondad—, y los jóvenes toreros han pasado por Madrid sin pena ni gloria.

Porque esa es otra: ninguno de los tres ha demostrado talla de héroe, ninguno se ha presentado con madera de líder. Los tres han dicho que tienen maneras, más preocupados por las formas que del fondo, que saben ponerse bonitos, que son frágiles y toreros de espejo; en ocasiones, parecían bailarines más que toreros. Es lo que les han enseñado.

Tampoco les han enseñado a torear como mandan los cánones, y los tres dieron buena muestra de los defectos de la modernidad, del muletazo fuera cacho, al hilo del pitón, despegado y sin templanza.

Álvaro Lorenzo, por ejemplo, maneja el capote con soltura y gracia, se le ve con oficio y suficiencia, y baja mucho con la muleta en las manos. Su primero fue un inválido, soso y parado, que no le permitió más que expresar posturas de salón. En el cuarto, manso y noble, se empeñó en ligar los muletazos, pero no reparó en que todos surgían muy despegados, consecuencia de su deficiente colocación y trazo. Tras una voltereta dio una vuelta al ruedo animado por sus partidarios y reprendido por los más exigentes.

En Marín se atisba calidad, pero no fue su tarde; animoso con el capote, no pudo lucirse, y solo detalles dejó con la muleta; en su primero aburrió (al novillo le costaba embestir y él se empeñó en no cruzarse), y en el quinto, dificultoso, no encontró el camino del triunfo. En fin… Apasionadas resultaron las verónicas con las que Vareas recibió a su primero, pero el sobrero resultó un tullido insoportable que se puso perdido de arena después de tantos desplomes. Se le vio más entonado ante el soso que cerró el festejo, aunque su labor no levantó el vuelo y todo decayó aún más al errar con los aceros.

En una palabra, toreros jóvenes llamados para la gloria que han dejado una estela de preocupante decepción. Mucho deberán demostrar Lorenzo, Marín y Varea si quieren erigirse en los líderes del toreo que viene.

Javier Ambel, con el capote, e Iván García, en un par de banderillas, sí calentaron los enfriados ánimos.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Álvaro Lorenzo contra el congelador de Las Ventas

Un trabajo ingente post diluvio había vuelto el ruedo del revés. Como si lo hubieran removido hasta los drenajes. Y a la hora de la corrida estaba milagrosamente practicable. ¿Milagro? No, Juan Cubero y su acorazada de camiones de arena.

A Las Ventas vinieron a presentarse y despedirse Álvaro Lorenzo, Ginés Marín y Varea como novilleros punteros, lo que ya predispuso a los más listos a confundir la exigencia con la intransigencia y las cargas de profundidad. Los tres noveles ascienden en nada a matadores de toros en Nimes. El Juli, Morante y Manzanares les darán la alternativa, respectivamente. Y eso jode.

La novillada de El Parralejo se presuponía de lujo. De los tres primeros, no embistió ninguno. Y el que parecía que iba a embestir lo devolvieron porque blandeó varias veces. A éste y al anterior los protestaron de salida porque parecían… ¡novillos! Que en Madrid un novillo parezca un novillo es un drama. Si puede ser grande y feo, mejor. Al uso. Lo grave es que estos no respondieron ni a sus hechuras ni a las expectativas que acarrea el hierro de José Moya.

El que abrió plaza, bajo pero de astifinísima cara, un torito en miniatura, se agarraba mucho al piso y punteaba de impotencia. Y el más altito segundo se frenaba apoyado en las manos cuando no quería coger los avíos con ellas. Lorenzo y Marín, que había lanceado a pies juntos con su aquél, se mostraron voluntariosos.

Álvaro Lorenzo pudo desquitarse en parte con el bonito y noble cuarto. Sólo en parte porque tras dos buenas series de derechazos el novillo perdió el gas y el interés. De la dormidera sacó el toledano tres naturales despaciosos. Y una trincherilla tan torera como el prólogo de faena rodilla en tierra. Cuando apuraba por circulares invertidos, surgió una voltereta que valió para calentar el frío ambiente y tapar un rato los cañones de las absurdas escopetas contra los chavales. Intacto despidió Lorenzo la faena por luquecinas con el reverso de la muleta. Una estocada trasera le puso en disposición de cortar una oreja que no se dio. También le protestaron al muchacho con inhóspito ruido la vuelta al ruedo… Vergonzoso trato.

A Marín el castaño y armado quinto le puso las cosas difíciles ya con el capote. Una mansedumbre informal de arisco estilo y cara suelta. Geniecito hasta que se sintió podido. Y entonces ya se quiso ir. Ginés resolvió con su oficio prematuro las hostilidades arriba y abajo.

Varea había desplegado sus verónicas de amplios vuelos con el sobrero de José Vázquez. Dos medias verónicas pusieron un broche de categoría. El utrero inesperadamente se derrumbó una y otra vez en su muleta, que no se por qué no tiene el temple de su capote. Para despedirse de Madrid, marchó el chico de Almazora a portagayola. Pero el ensillado sexto le volvió grupas y allí le dejó rezando el rosario. Iván García levantó más ovaciones con las banderillas que las que en toda la tarde les dedicaron a las promesas de la novillería. Bueno, Javier Ambel había gastado otra por su brega en los albores de la tarde.

El utrero que había apuntado a mansito resulta que metía bien la cara en la muleta. Y Varea descubrió el pitón izquierdo en un cambio de mano superior. Y en unos cuantos naturales. Pero la embestida careció de continuidad. Otro sin fondo finalmente. Hacía un frío pelón. No tan frío el clima como el ambiente de la plaza. Lo calentó un poco Varea con eso de irse al pitón contrario a pasitos que tanto gusta a los güitos de mi pueblo y alrededores. Jonathan Varea se encargó luego de darle potencia al congelador de Las Ventas con la espada.

madrid_090516.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:18 (editor externo)