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PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

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Sábado 9 de junio de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: toros de El Torreón (aceptablemente presentados, mansones y de juego desigual. Primero, segundo y quinto, no se dejaron; en cambio, el tercero fue bueno aún faltándole final; y el sexto, el mejor, el más completo. En cuarto lugar se lidió “un remiendo” de Los Bayones, con más cuajo que los titulares, incierto y difícil).

El Cordobés. Estocada casi entera desprendida (palmas); y pinchazo y estocada (silencio).

Francisco Rivera Ordóñez. Cinco pinchazos y descabello (silencio tras aviso); y estocada tendida (silencio).

El Fandi. Dos pinchazos, estocada rinconera y descabello (silencio tras aviso); y estocada (oreja).

Tiempo: tarde soleada y con una ligera brisa que a ratos molestó en el ruedo.

Entrada: más de tres cuartos de entrada.

Crónicas de la prensa: El País, EFE, Sur, La Razón, Marca, COPE.

El País

Por Antonio Lorca. Horrorosa capea cultural

Hay que ser una persona de probada bondad para tomarse en serio un festejo como el de esta tarde. Para empezar, una terna como la anunciada no se le ocurre ni al que asó la manteca. Una terna para Madrid, se entiende. Se supone que tanto la empresa como la Comunidad deben cuidar la categoría de las corridas que se ofrecen. Pues, no cuidan ese pequeño detalle. Pero, es más: el festejo de ayer estaba incluido en la llamada Feria del Arte y la Cultura. Vamos, hombre, qué tomadura de pelo…

No es serio y alguien debería responder por ello. El Cordobés, Paquirri y El Fandi son personas honorables y respetables profesionales, pero no se les conoce ninguna supuesta adscripción artística como toreros. Se han ganado el pan con el sudor de su frente, pero no han destacado nunca por su sentimiento, pellizco o embrujo con los engaños en las manos.

Total, sin más rodeos: fue una capea inmerecida para Madrid que más bien parece responder a razones económicas (el cartel era de los llamados baratos) que a motivos de interés taurino. Hacía tiempo que Manuel Díaz y Rivera Ordóñez no venían por esta plaza -once y siete años, respectivamente, según el programa oficial-, y pueden estar ausentes otro tanto porque ofrecieron variadas razones para no reaparecer en mucho tiempo. Ambos son toreros de plazas de tercera, que mueven capote y muleta como Dios les da a entender; y pecan gravemente contra el toreo clásico con unas manetas toscas. No es que sean ventajistas y comodones, como la mayoría de sus compañeros; es que son un horror.

No es fácil dar peores trapazos que los que dieron ambos en sus respectivos lotes, toros nobles hasta la santidad, escasos de fuerzas y que no plantearon dificultad alguna. Ver torear a El Cordobés es un dolor, despegado, sin templanza, sin ligazón, todo un monumento a la mediocridad. Y todo ello, en su primer toro, coronado con un bajonazo descarado. No hubo salto de la rana, menos mal, ni en este ni en el cuarto, muy parado, en el que su cuadrilla protagonizó un vergonzoso mitin en el tercio de banderillas mientras el jefe de filas sonreía recostado sobre las tablas.

¿Y Paquirri? Pues parecen almas gemelas. Noble también fue su primer toro y se dedicó a impartir toda una lección de insoportable ventajismo. En un descuido sufrió una voltereta que, afortunadamente, solo le dejó dolorido. Inválido era el quinto y nada de nada. Por cierto, puso banderillas en su primero y ninguno de los tres pares los colocó como manda la ley.

El Fandi demostró que pisa plazas de más categoría y lo suyo tuvo otro color dentro de su conocido repertorio. Lanceó con templanza al sexto, colocó banderillas a toro pasado en los dos, y, aunque lo intentó, no superó a sus compañeros con la muleta. Nobilísimo y fijo en su embestida fue su primero, y no pasó de discreto el torero en una labor sin hondura. Repetidor fue el sexto, y el animal solo exigía una muleta que siguiera con mando su recorrido. Pues, tampoco. Un par de naturales sobresalientes, y todo quedó emborronado por una faena sin ton ni son, sin gracia, sin la esencia que merecía la bondadosa clase del toro. Y, encima, le regalaron una oreja.

Por cierto; ¿y el público? Tan festivalero, aplaudidor y triunfalista que mejor ni hablamos.

Conclusión: broche de capea cultural a la feria del arte. ¡Qué horror…! ¡Y que nadie responda por esto…!

EFE

Por Juan Miguel Núñez. Otra mentalidad

Corrida diferente a todas las que se celebran en Las Ventas, en la que prácticamente no ha estado el espectador habitual de esta plaza, cosa que se ha notado porque el carácter de “la afición” ha sido otro bien distinto.

El festejo se ha desarrollado por unos cauces que no tienen nada que ver con lo que se acostumbra en la llamada primera plaza del mundo. Una mentalidad que dista mucho de la rigurosidad que impera en los tendidos de la monumental madrileña.

Por eso “El Fandi” ha cortado una oreja, sin entrar en juicios de valor, porque fue mayoritariamente solicitada por el tendido, es decir, el presidente la concedió ajustándose a lo que dice el reglamento.

Aunque en lo taurino también caben reconocimientos para la terna, que con estilos bien diferentes han dejado claro que saben lo que se traen entre manos, o dicho de otra manera, que también saben torear. Conocen la técnica y no les falta valor.

El triunfador de la tarde se ha prodigado mucho con el capote, haciéndose presente en su primero con una larga de rodillas pegado a tablas, estimables lances a la verónica y un quite por chicuelinas. Las banderillas, un espectáculo en sus dos toros, llegando a poner en el sexto hasta cuatro pares, naturalmente a petición.

La primera faena de “Fandi” fue muy trabajada aunque dejó poco poso. En la otra estuvo más entonado, incluso en ocasiones se dio buena maña al correr la mano con cierta parsimonia y hasta sentimiento. Aunque hubo enganchones, bastantes, y al conjunto le faltó unidad.

Sin embargo, la estocada, de efecto letal, dio paso a la petición de oreja, que el presidente no tuvo más remedio que conceder. Así es como “El Fandi” ha cortado una oreja en Madrid. Esa es la noticia.

Tampoco se apañó mal “El Cordobés” en su primero a pesar de las pocas facilidades que dio el astado, manso, buscando constantemente la salida, rebrincado y dando cabezazos por la falta de fuerzas. Hubo pases sueltos buenos y alardes de valor. Estuvo más que digno. Aunque con el cuarto, incierto, que “medía” mucho, no llegaría a pasar de las probaturas.

“Paquirri”, otro tanto, se encontró con un primer toro revoltoso, que llevaba la cara suelta, y que por insistir en una faena que a todas luces parecía imposible terminó pegándole una fuerte voltereta. A éste lo banderilleó con cierto lucimiento. Y en el quinto, que echaba la cara arriba y daba muchos cabezazos, protestando mucho, ya no tuvo tanto ánimo.

Ésa fue la corrida. Nada del otro mundo, ni para bien ni para mal. Aunque la oreja a “Fandi” va a ser muy criticada. Al fin y al cabo una oreja “barata” como otras veces también se conceden en esta plaza.

Sur

Por Barquerito. Un delirio con El Fandi banderillero

Cinco y no seis fueron los toros de César Rincón que pasaron reconocmiento. El sexto, con las carnes justas, lustroso, largo y astifino, muy bien cortado, fue el de más vida. No fue buena la salida: escarbó, oliscó; cobró al relance dos varas bien medidas por José Manuel González -picador infalible- pero había querido irse de suerte dos o tres veces antes de tragar con el caballo; se empleó en el capote con buen son, y El Fandi lo toreó muy despacio a la verónica, con alegría en un quite por las afueras y con gracia en un quite por delantales.

Y, sobre todas las cosas, lo que hizo El Fandi fue cuajar un tercio de banderillas de su firma: facultades de portento, reuniones de gran precisión y ajuste a pesar de que la velocidad del toro encareció los riesgos, talento para encontrar el dónde y el cómo: un primer par cuarteando en los medios, un segundo reunido tras dos cruces en carrera, un tercero por los adentros aguantando un escalofriante arreón del toro a querencia y la propina de un cuarto asalto con el par del violín limpiamente ejecutado. Los juegos de El Fandi en carreras por delante hicieron las delicias de la inmensa mayoría. Se puso en pie dos veces la gente durante el tercio. La ovación, al cerrarse, fue de clamor.

El eco de esa ovación se dilató lo indecible y estuvo luego flotando sobre una faena de muleta ni liviana ni maciza, ni rutinaria ni imaginativa -aparatoso arranque de rodillas-, pero vibrante, porque el toro tuvo ese punto de nervio bravo y díscolo que da relieve a casi todo. Muleta de corto vuelo la de El Fandi; toreo de toques y no enganches, suelto y caro en los remates cambiados por alto, secante por la mano diestra, tangente por la otra, de compás y ligazón desiguales. De oficio para evitar sorpresas. Y con dos guindas: un desplante sorpresa, que fue como la solución de una tanda, y, por tanto. un recurso y no un alarde, y media estocada de buena ejecución y extraordinaria puntería. Rodó sin puntilla el toro. El último de los más de ciento cincuenta en puntas muertos a estoque en Madrid desde el reciente pero remoto 2 de mayo. El toro se llamaba Bocadito y se arrastró con una oreja solamente. Llevaba la otra en la mano El Fandi. Legítimamente.

Los otros cuatro toros de César Rincón -el hierro de El Torreón- no tuvieron ni las hechuras ni la personalidad del último. De pinta colorada, tan abundante en la ganadería, sólo se jugó un quinto de palas blancas, astigordo, bastote y que, zurrado en el caballo, ya había rodado por el suelo al tercer viaje y se arrodilló y casi echó al final de faena. Negros los tres primeros. En dos de ellos se pudo adivinar la intención de saltar la barrera, y los dos se rebrincaron por sistema.

Cuando Rivera Ordóñez trató de ligar por abajo una tanda muy en serio, el toro segundo protestó con un cabezazo y de él salió Francisco volteado, pero ileso, entero y arrancado. Gesto de torero. Con ese toro, acapachado, finamente dibujado, Rivera se hizo querer en un sencillo tercio de banderillas -de aguante notable porque el toro vino a los cuarteos con muchos pies- y en una faena serena, de buena colocación, toques seguros y desigual ajuste, toda en un ladrillo, resuelta, no sin su garbo: de frente con la izquierda, un descarado desplante. Y cinco pinchazos cuando hubo que hacer carne. Al toro colorado lo tumbó de gran estocada pero soltando el engaño.

El tercer toro de corrida -fácil pero no cómodo El Fandi con él, espléndido un tercio de banderillas con dos pares primeros de acento deportivo pero espectaculares- no quiso apenas en la corta distancia, que fue la que en cambio quería el torero, y punteó por sistema engaños. En un quite por chicuelinas mostró entonces lo largo y estudiado de su repertorio El Fandi, que fue, además, inventivo lidiador y torero atento: cuando el cuarto se vino cruzado y colado al capote de brega de Carlos Ávila y lo desarmó y casi hiere, apareció El Fandi providentemente.

El cuarto fue un badanudo toro burraco de Los Bayones, muy distinto en todo a los cinco de Rincón. Sangrado a modo en el caballo, donde peleó doliéndose pero empujando, no fue propicio. El Cordobés intentó sin éxito plantear una faena de las llamadas de sol. No se decidió a ganarle el pitón contrario al toro, que fue remolón. La faena del primero, larguísima valió por dos y El Cordobés se fue confiando más y más de tanda en tanda. Estaba en la plaza su gente, la que tanto quiere al personaje. Una rareza: su toreo de capa de manos altísimas y a toda vela, capote desplegadísimo que, sin embargo, volaba como la tela de los paracaídas.

COPE

Por Sixto Naranjo. Oreja para El Fandi en la tarde de los tópicos

Se cumplió el guión previsto. Nada se desarrolló fuera de él. El cartel llamado de ‘los mediáticos’ tuvo el inicio, el nudo y el desenlace que se intuía. Tópicos por doquier, para lo bueno y para lo malo. Tres toreros, tres estilos alejados del toreo que gusta en Madrid y una plaza poblada este sábado de público de aluvión.

Una gente que acudía a Las Ventas con el fin de pasárselo bien al reclamo de toreros, Manuel y Francisco, habituales en los programas del corazón y en revistas del papel chouché, y de otro que goza del favor del público menos exigente, David.

Al otro lado los aficionados, los habituales tanto en el abono como a partir de la semana que viene cuando se anuncien festejos dominicales. Hoy eran los menos y pese a su criterio y gustos, tampoco se han mostrado acertados en ocasiones, como las continuas mofas en medio de las actuaciones de los toreros. Crítica sí, perder el respeto a quien está en el ruedo, no. Hay un trecho entre ambas cuestiones y esa línea se ha traspasado en más de una ocasión. Flaco favor hacen a su credibilidad al recurrir al tópico.

El gato al agua entre tanto guirigay se lo llevó El Fandi. El granadino enlotó el mejor toro de un encierro pajuno y manejable de El Torreón. Un sexto que hizo una pelea más que aceptable en el caballo, que galopó en banderilas y tuvo chispa y emoción en sus embestidas. El Fandi, que una tarde más manejó con soltura el capote tanto a la verónica como en un quite por delantales, colocó tres pares de banderillas de ligero embroque y pidió permiso para colocar un cuarto al violín. Con la muleta nunca quiso ligar. Dos y parón, y volver a empezar. Y el toro embistiendo con largura, como cuando le presentó El Fandi la muleta con la izquierda y la tomó deslizándose el de El Torreón hasta el más allá en un buen natural, el único rescatable dentro de un trasteo deslavazado en el que sumó muchos pases sin entidad ni alma. Se fue tras de la espada El Fandi para dejar una estocada caída y atravesada que hizo que el toro cayese con prontitud. La gente quiso premiar la animosidad de El Fandi con una oreja de escaso peso para la categoría de la plaza de Las Ventas.

Antes, en su primero, David Fandila enlotó un toro noblón pero a menos al que colocó dos buenos pares, un segundo de poder a poder y un tercero al violín. Con la muleta, El Fandi estuvo correcto, sin traspasar nunca la frontera de lo políticamente correcto y conformándose con trenzar una faena de escaso ajuste. En este fue silenciado tras no verlo claro con la espada.

Volvían tras años sin torear en este ruedo los diestros Manuel Díaz ‘El Cordobés’ y Francisco Rivera Ordóñez. Nadie los ha echado de menos en todas estas temporadas y visto lo visto hoy, tampoco pasará nada sin en ferias venideras no están acartelados.

El Cordobés tuvo enfrente en primer lugar un animal estrechito de sienes y cuarto delantero que se movió con nobleza y cierta clase aunque sin emoción. El de Arganda del Rey estuvo solvente firmando un quehacer facilón y sin apreturas. El cuarto, un cuajado y hondo remiendo de Los Bayones que desarrolló dificultades y con el que estuvo poco tiempo enfrente El Cordobés.

Francisco Rivera Ordóñez se hizo de rogar para coger los palos en su primero, al que banderilleó con solvencia. Con cierto sector a la contra y chiflándole con sorna, Paquirri fue volteado mientras intentaba pasar en redondo a su oponente. Visiblemente mermado por el fuerte golpe, entrar a matar fue un suplicio para el mayor de los hermanos Rivera Ordóñez.

El quinto fue un animal en exceso flojo y soso que tuvo un trote cansino que dejó pocas opciones para el lucimiento a Francisco, que pese a ello lo intentó sin mucho lucimiento. Lo mejor, la estocada con la que pasaportó al pupilo de César Rincón.

La Razón

Por Patricia Navarro. Madrid versión C: público mediático

Había expectación por saber cómo respondería Madrid, en la feria, en la parte de Arte y Cultura, al cartel de los mediáticos. Abriendo plaza El Cordobés, cerrando El Fandi y entre uno y otro Francisco Rivera Ordóñez. Madrid no se llenó al reclamo que tan bien había funcionado en Fallas. Las Ventas registró menos de tres cuartos de entrada en holgados tendidos, menos que el día anterior con la de Victorino Martín, algo más quizá que en la primera del serial. La corrida de El Torreón, con un remiendo de Los Bayones que elevó la presentación, fue mucho más agradable que cualquier día de la interminable lista de corridas que llevamos. Esto pasa el día de las figuras y arde Troya. Salieron toros bien hechos y armónicos, noblotes, justos de fuerza, plan ideal para el sábado en Madrid. El público era otro público, nada que ver con tarde anteriores, los fieles pocos estaban, Madrid encontró en este cartel otro tipo de espectadores que entraron de lleno en la Monumental para disfrutar sin medir la calidad de lo que ocurría en el ruedo. Versión A, el Madrid de siempre; versión B, el público de los rejones; versión C, he aquí el nuevo invento, un público al gusto mediático. La gente puso todo de su parte para divertirse, aunque tuvieron que esperar al sexto. Buen toro, qué pitón izquierdo. Fandi anduvo resuelto con el capote, atlético y dominador con las banderillas, con las que puso la plaza en pie con el cuarto par al violín, y ágil y veloz con la muleta. Dio dos naturales, de uno en uno, muy buenos. La tomaba el toro extraordinario. No más. El resto fueron pases de aquí y de allí. Del montón. La espada entró y sabían en la China que el de Granada ayer tocaba pelo en Madrid. Una oreja. Buen toro. Vulgar anduvo Fandi con el tercero, que resultó manejable y muy claro.

El Cordobés lidió dos toros: uno noble y flojo y otro de Los Bayones, señor toro, que lo hizo pasar mal a los banderilleros. A cero el contador en ambos. Y más de lo mismo Rivera con el primero, bondadoso y con las fuerzas en entredicho, o el paradote quinto. El público se divirtió en el sexto. Ahora, de torear ni hablamos. Claro que para eso habían venido. Ni el sector crítico de la plaza tuvo voz ni voto. Este Madrid me lo han cambiado.

Marca

Por Carlos Ilián. Espectáculo pueblerino en Madrid

Infumable, insoportable, bochornoso. Cualquier desacalificación le vale al espectáculo pueblerino en la primera plaza del mundo. Un cartel para un público que por las mañanas se inyecta en vena los magacines televisivos, con dósis masivas sobre la vida privada, con andanzas amorosas incluidas, de Rivera Ordóñez y que se fue a la plaza para ver en persona al popular personaje de la prensa rosa amarilla. La empresa no ha tenido en cuenta la categoría de Madrid metiendo de clavo en esta mal llamada feria del Arte y la Cultura una corrida de plaza portátil.

Y lo peor es que Madrid se convirtió por dos horas en el escenario de un festival pueblerino en el que no faltó el regalo de una oreja a El Fandi por unos pares de banderillas a todo trapo, con el turbo encendido, y una faena de muleta atiborrada de trapazos ante un animalito bondadoso de El Torreón.

Esa oreja es una afrenta para los toreros que en esta misma plaza en el reciente San Isidro se quedaron sin un trofeo por el rigor del palco o por un descabello de más. Por ejemplo, la tarde anterior Alberto Aguilar que se la jugó con toda el alma ante un durísimo y agresivo toro de Victorino, perdió la puerta grande por un descabello.

Bien, pues esto es lo que hay. Y lo que hay es que El Cordobés, incapaz de pegar un pase decente, anduvo entre regates ante su lote. Dejó asesinar en varas al cuarto, un torazo de Los Bayones porque ya no está en condiciones anímicas de ponerse delante de un toro de Madrid. Un número penoso el de este simpático y desahogado Manuel Díaz. Por su parte Rivera Ordóñez trató a brochazos el descastado segundo toro y mató de una gran estocada al inválido quinto. Ese espadazo fue lo más digno de una tarde de verguenza ajena.

©Imagen: David Fandila “El Fandi” citando de rodillas al primero de su lote. | EFE

Madrid Temporada 2012.

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