Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


madrid_090618

Plaza de Toros de Las Ventas

Sábado , 9 de junio de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de los Espartales de muy buen juego, en general

Diestros:

Andy Cartagena: pinchazo, rejón trasero (oreja); rejón trasero y caído (saludos; rejón entero (oreja).

Diego Ventura: rejón trasero (dos orejas); rejonazo de efecto fulminante (dos orejas y rabo); pinchazo, rejón entero en dos tiempos (oreja).

Entrada: 22809 espectadores

Imágenes: https://bit.ly/2McEYLV

Video: https://twitter.com/i/status/1005567169923600386

Crónicas de la prensa

Las Ventas

Gran corrida de Los Espartales y una tarde para el recuerdo de esta plaza en la que Diego Ventura reventó Las Ventas cortando cinco orejas y un rabo. Andy Cartagena le acompañó a hombros. El primero de la tarde se movió en los medios aunque le faltó desplazamiento. Con Picasso toreó Andy Cartagena en redondo. Precioso el caballo Bandera con el que colocó dos largas y cerró con Pintas. Doma de alta escuela y oreja tras pinchazo y rejón entero. El tercero manseó de salida. Costaba que entrara la gente en faena por la condición del astado que revolcó al auxiliar Tiago Santos. Sacó a Luminoso y lo desplazó a dos manos provocando la algarabía en el tendido. Saludó ovación tras rejón entero. Sobre Cupido clavó dos pares de banderillas, recreándose con varios adornos delante de la cara del animal y poniéndole la emoción que le faltaba al toro. Volvió a sacar a Pintas y a dos manos colocó dos pares de banderillas. Una rosa en todo lo alto y varios desplante muy toreros precedieron a un rejonazo en todo lo alto. Cortó otra oreja con la que conseguía su décima Puerta Grande.

El segundo recibió un solo rejón de castigo. Diego Ventura a lomos de Nazarí bordó el toreo a caballo y levantó al público tras llevar a dos pistas hilado al astado por toda la circunferencia del ruedo. Cerró con Remate con un carrusel de cortas y un rejón certero y de rápido efecto que le valieron dos orejas. Espero al cuarto con la garrocha en la puerta de chiqueros. Ante la quietud del astado en los primeros compases de faena lo hizo todo Ventura. Con Fino puso banderillas al quiebro saliendo con piruetas de la cara. Con Bronce en banderillas lo templó y el éxtasis llegó a lomos de Dólar poniendo un par a dos manos sin cabezada. El rejón fulminante fue el preámbulo de las dos orejas y rabo. Ventura esperó al sexto con Guadalquivir, cara a cara, en el mismo anillo del ruedo al que le colocó un rejón de castigo. Cosió de nuevo al toro a la barriga de Nazarí, sobre el que colocó dos grandes pares de banderillas. A lomos de Lío clavó dos al quiebro. Tras dejar un pinchazo y medio rejón, cogió la muleta para darle dos molinetes antes de coger el descabello y cortar otra oreja.

El Mundo

Por Gonzalo I.Bienvenida. Ventura hace historia al cortar un rabo excesivo

Diego Ventura cortó este domingo un rabo en Las Ventas. Sí, un rabo. Cinco orejas y un rabo. La verdad es que el público que llenó la plaza lo pidió con fuerza. Gonzalo de Villa, el presidente que otorgó aquella insólita vuelta al ruedo al toro de Saltillo, lo concedió cuando las mulillas acababan de arrancar su paso con el toro Biemplantado de Los Espartales. Ahora se desencadenará la lógica polémica. La obra de Diego Ventura había sido importante, pero no más que la faena a su anterior toro bien premiada con las dos orejas. El último rabo que se cortó en Las Ventas fue el de Palomo Linares al toro Cigarrón de Atanasio Fernández en 1972. Rejoneador y matador apoderados por los Lozano cuando lograron la cumbre de sus trayectorias. La diferencia es que son disciplinas distintas. El toreo y el rejoneo no comparten ni el mismo toro, ni la misma exigencia. Modalidades diferentes que se celebran en el mismo recinto. Por eso, el último rabo que se cortó en Las Ventas siempre será el de Palomo (hasta que llegue otro matador que lo logre). Y Diego Ventura pasará a la historia por haber sido el primer rejoneador en obtener los máximos trofeos. Del mismo modo que no se pueden comparar las Puertas Grandes conseguidas en un espectáculo con las del otro. Dieciséis suma ya Ventura, que volvió a fulminar su propio récord.

La faena del rabo tuvo una intensidad parecida a la premiada con las dos orejas. No más. Los máximos trofeos llegaron tras la locura del par a dos manos sin cabezada a lomos de Dólar. También hubo momentos de mucho compromiso como los firmados en las otras faenas. Los instantes de mayor belleza de la tarde fueron con Nazarí y su espectacular galope a dos pistas. Lío también entró en el podio de honor con algunos quiebros imposibles al sexto. Todavía se adornó Ventura con la muleta antes de rematarlo. Una labor en conjunto importantísima pero premiada en exceso para la primera plaza del mundo.

Andy Cartagena logró dos trofeos. El primero en el toro que inauguró la corrida por su disposición. Y el otro, de mayor entidad, por su exposición. Destacó en los cites y en las levantadas con Luminoso así como con Pintas. Ambos jinetes enfilaron la puerta de la gloria, camino de la calle de Alcalá, en una tarde plena de emoción.

ABC

Por Andrés Amorós. Apoteosis de Diego Ventura en Las Ventas: corta cinco orejas y un rabo histórico

Diego Ventura ha protagonizado una tarde histórica, cortando cinco orejas y un rabo. Y no piensen en triunfalismos, ha estado cumbre, en una de esas tardes redondas en que a un gran artista le sale todo; ha aprovechado plenamente la nobleza de los toros de Los Espartales; ha deslumbrado al público con suertes nuevas; sólo un pinchazo, antes del rejón de muerte, le ha impedido cortar otras dos orejas, en el último toro, pero todavía ha sorprendido echando pie a tierra y dibujando cuatro espléndidos muletazos, antes del descabello. ¡La locura colectiva, justa y merecida!

En la vuelta al ruedo, ha sacado al mayoral de la ganadería. Le acompaña en la salida a hombros Andy Cartagena, que ha cortado un trofeo en el primero y otro, en el quinto. Hay que recordar que, en el pasado San Isidro, ya pudo cortar Ventura cuatro orejas, si hubiera matado a la primera; también, que el pasado septiembre, en Murcia, Diego indultó a «Perdido», de la misma ganadería: otra fecha histórica para el rejoneo..

Inevitablemente, Andy Cartagena queda hoy en segundo pano, aunque también haya abierto la Puerta Grande. En el primero, se luce bailando «Picasso» y con pasos de alta escuela al albino «Bandera». Pincha antes del rejón pero la muerte es espectacular, con el caballo sentado en la arena: oreja. El tercero es el peor, mansea y huye, pero también transmite emoción y peligro (arrolla al auxiliador). Andy hace alardes ecuestres pero la colocación de los palos es desigual y el rejón queda caído y contrario. En el quinto, se sobrepone a la emoción por la apoteosis de Ventura, no regatea entrega, clava la rosa, se adorna, pero el toro se echa y desluce. El público exige la oreja, que le permite salir a hombros.

La apoteosis de Ventura comienza en el segundo, con «Nazarí», su gran estrella, que lleva prendido al noble toro en más de una vuelta completa al redondel. «Importante» emociona con sus piruetas, en la cara del toro, y con verdaderos «muletazos». El rejón trasero es fulminante: por petición unánime, dos orejas.

Cumbre de Ventura La cumbre llega en su segundo toro, el cuarto de la tarde: para las estadísticas, se llama «Biemplantao» (como la heroína de Eugenio d’Ors), es negro, pesa 537 kilos, tiene cuatro años y medio; desde el comienzo, embiste con alegría y nobleza espectacular. Después de un fallo inicial, al clavar, toda la faena roza la perfección. Lo ha recibido con «Lambrusco» a porta gayola, encelándolo con la garrocha. El tordo «Fino» provoca un clamor con quiebros tremendos. Con «Bronce», clava bien, muy en corto. La locura llega cuando, con «Dólar», tira a la arena el cabezal y clava impecablemente a dos manos (una suerte que él ha inventado y que, en Madrid, causa sensación). Mata bien, con «Remate».

El clamor general consigue que se le otorguen las dos orejas y el rabo. Lleva ya cuatro orejas y un rabo y le queda todavía un toro… Sorprende Diego clavando un rejón con «Guadalquivir» de salida, sin la menor probatura. «Nazarí» amarra el triunfo con un quiebro perfecto; clava en lo alto y sale de la suerte toreando. Ya tiene el lío formado cuando saca a «Lío», que lo aumenta, pone al público en pie. Diego desmonta para que se aplauda al caballo. Escucho gritos de «¡Torero¡» y vivas a España. Con «Remate», clava al violín y hace el teléfono. Después del pinchazo y el rejón, exige que le dejen solo, echa pie a tierra y dibuja cuatro muletazos con gran torería, alternando el molinete con el derechazo y el trincherazo, que enlazan con el certero descabello: una oreja más. (Sin el pinchazo, hubieran sido dos).

No ha habido ninguna histeria colectiva: Diego Ventura se ha ganado merecidamente ese triunfo. (El que quiera discutir lo del rabo, que lo haga). Ha confirmado que, ahora mismo, es el indiscutible número uno. A su manera, toreando, se ha «vengado» de los empresarios que le regatean que mate seis toros (lo hará en la Feria de Otoño) y de Pablo Hermoso, que no quiere alternar con él, en Madrid. ¡Lástima grande que la televisión no haya emitido esta tarde histórica! Los que la disfrutamos lo contaremos. Diego Ventura ha hecho realidad el nombre de uno de sus caballos: su «Sueño».

La Razón

por Ismael del Prado La leyenda que no cesa: Ventura, cinco orejas y rabo en Madrid

Era cuestión de tiempo. Una realidad a la que sólo quedaba grabar la fecha. El sábado 9 de junio de 2018, el día. Forjado ya en oro en la historia del rejoneo. De la Tauromaquia. Diego Ventura, su protagonista. Sí, el de las dieciséis Puertas Grandes en Madrid. El que dejó atrás este mismo año a Su Majestad El Viti en ese ranking en La Meca del toreo. El que ayer incrustó su nombre a continuación del añorado Palomo Linares. Suyo era el último rabo en Madrid. En 1972. Vida y media desde entonces. Lo había rozado varias veces, ayer, llegó por fin. Diego Ventura cortó un rabo en Madrid. Así. El primer rejoneador de la Historia que lo consigue. Cumbre su tarde. Tres faenas en las que soñó el toreo para convertirlo en gloria y hacer sentir a las 24.000 almas, privilegiadas, que eran testigas de un enorme pedazo de Historia. La leyenda viva escribió una página más con «Biemplantao», de Los Espartales. Esperó el hispano-luso al toro con la garrocha con «Lambrusco» metido en la misma bocana de toriles. Lo enceló de forma soberbia para vertebrar después una lidia colosal. Supuró pureza y verdad el tercio de banderillas sobre «Fino». Magistral en distancias, cites y batidas al pitón contrario. Mantuvo la línea ascendente sobre «Bronce», con el que pisó terrenos comprometidos para llegarle a un toro que tuvo celo, buen tranco y transmisión. Entonces llegó el momento de «Dólar». Cogió dos banderillas y quitó la cabezada al tordo. Citó de frente, muy en corto, y clavó los palos en una moneda. Muy reunidos. Las Ventas, un manicomio. Enterró el rejón entero, de efecto fulminante, y la marea blanca de pañuelos no se aplacó con el doble premio. Rugió Madrid hasta obligar al presidente a sacar el pañuelo por tercera vez. Histórico rabo para Ventura.

Antes, había desorejado ya a su primero. Menos lleno, el segundo de Los Espartales fue buen toro. Tuvo fijeza, mucho ritmo y duración este «Marqués I». Se lo dejó crudo con «Guadalquivir» con un solo rejón de castigo y «Nazarí» se encargó de hacer rugir Madrid. Lo de este caballo castaño con sus sempiternos lazos verdes y blancos es de otro mundo. Sería puro ensueño si no lo hubiéramos paladeado ya tantas tardes. Le ofreció el costado al burel y lo llevó cosido a milímetros. Ni un papelillo de fumar cabía entre montura y astas. Vuelta y media al doble anillo venteño templando los derrotes del toro. Perfecto. Madrid, rendida, a sus pies. Cumbre. Clavó muy reunido. Y siguió toreando de costado con una expresión enorme. Mantuvieron la intensidad las piruetas de 360 grados de «Importante». Hasta tres llegó a encadenar. Cerró la obra con «Remate» con un rejón fulminante, aunque trasero. La plaza, un clamor. Las dos orejas, incontestables.

En el sexto, no levantó el pie del acelerador y firmó la faena más completa de sus tres toros. Solo el fallo con los aceros impidió que paseara trofeos. En plural. Quién sabe si otro rabo… Sólo cortó una oreja después de clavar el rejón de castigo, de frente, según salía el toro de chiqueros, sobre «Guadalquivir». Volvió a templar con muletazos de costado sobre «Nazarí». Seguramente, el mejor caballo que pisa ahora mismo los ruedos. Quiten, de hecho, el seguramente. Después «Lío» hizo honor a su nombre con tres banderillas al quiebro mayúsculas. La segunda, rompiendo las leyes de la Física. Imposible ajustarse más. De 11 sobre 10. Tres cortas al violín sobre «Remate» de una tacada. Sin enmendarse. No hubiera querido estar en la piel del presidente si Ventura no pincha al toro… Tras el rejón entero, echó pie a tierra y muleta en mano, ligó un molinete, un natural y una trincherilla, excelsas para, acto seguido, descabellarlo sin fallo. Otro trofeo más.

En la misma boca de riego esperó Andy Cartagena al primero, un toro que manseó mucho y barbeó de salida. Ahí, buscó desengañarlo con «Cuco» en un palmo de terreno. Le faltó celo al toro, que se emplazó en los medios. Dejó buenas farpas con «Picasso» y «Bandera», con el que citó a tres patas, batiendo al pitón contrario. Vistoso, pero sin apreturas. Carrusel de cortas al violín sobre el Appaloosa «Pintas», antes de un rejón trasero, tras pinchazo. Pese a ello, inauguró el marcador, Andy con la primera oreja del mano a mano. No pudo pasear nada del tercero, otro manso que buscó la querencia de las tablas, primero, y se paró enseguida, luego. Cartagena puso mucho y le llegó mucho con sus monturas, pero no hubo forma de prender la mecha en el tendido. Destacó con «Luminoso», sobre el que dejó buenas banderillas al violín antes de gustarse en elevadas «andando» sobre los cuartos traseros. Con el manejable quinto, cortó la otra oreja para asegurar la salida en hombros. Destacó adornándose con balancínes sobre «Cupido» para después dejar un buen par a dos manos, nuevamente, sobre «Pintas». Dejó un rejón certero y logró su décima Puerta Grande. Que tampoco es tajada pequeña. Se fue con Ventura en volandas calle Alcalá arriba. Y Madrid hablando de toros. Privilegiados de vivirlo. Más aún de intentar contar lo inenarrable. Historia y gloria para Ventura.

El País

Por Antonio Lorca. Ventura corta un rabo y hace historia en el rejoneo

Tarde trascendental en la feria de San Isidro. Diego Ventura es el primer rejoneador que corta un rabo en la plaza de Las Ventas. El caballero nacido en Lisboa entra en la historia con todos los honores y se consagra como el número uno indiscutible del rejoneo actual.

Ventura cuajó una tarde completísima, de principio a fin, clásico, espectacular, torerísimo, entregado, dominador y artista a lomos de una grandiosa cuadra de caballos toreros, integrada por nombres ya míticos como Nazarí, Fino, Dólar, Importante, Lío, Remate…

Se lo llevaron a hombros por la puerta grande, que ha cruzado por decimosexta vez en su carrera, prueba de la categoría indiscutible de este torero a caballo.

Cortó nada menos que cinco orejas y un rabo -pudo cortar otro rabo en el sexto si no falla con el rejón de muerte-, sus faenas fueron tres lecciones magistrales de toreo a caballo y su gran mérito fue que emocionó y arrebató a la plaza como hacía muchísimo tiempo que no vibraban los tendidos.

Fue una tarde gloriosa, inolvidable, impresionante y majestuosa de un torero cumbre, en estado de gracia, espléndido y extraordinario, que tocó la gloria con sus manos y la expandió entre el público.

Todo comenzó con Nazarí, un torerazo de cuatro patas, que protagonizó un tercio de banderillas en el primer toro sencillamente deslumbrante. Templó de forma excelente, se dejó llegar los pitones a la piel y así recorrió hasta vuelta y media el ruedo de la plaza con el público enardecido. Ventura paseó las dos orejas gracias a la elegancia y el aroma de su caballo.

Recibió al cuarto con la suerte de la garrocha, tan desconocida y tan campera. Salió Fino en banderillas y nunca se sabrá si el primer quiebro, ajustadísimo, ceñidísimo, imposible a primera vista, surgió intencionado o fue, por el contrario, un amasijo de fortuna improvisada. La plaza, puesta en pie, corroboró aquel trance emocionantísimo. Y, a continuación, dos más, los dos espectaculares, de riesgo inminente. Y apareció Dólar, ese caballo tordo, con el pelo suelto, con el que clavó banderillas cortas antes de que, libre de las riendas, Ventura colocara en todo lo alto un par a dos manos que llevó el clamor a todos los rincones de la plaza. Cuando murió el toro de manera fulminante tras un rejón trasero, estaba claro que se había producido algo grande, quizá irrepetible, y el presidente, en consonancia, concedió las dos orejas y el rabo.

Y pudo haber cortado otro ante el sexto, al que esperó en los medios y le colocó de salida un rejón en todo lo alto. Montó después a Nazarí, y el tercio de banderillas fue inenarrable, presidido por la grandeza y el temple en grado sumo.

Y, a continuación, Lío, y dos quiebros para el recuerdo imperecedero. Mató mal, pero la plaza estaba enloquecida. Tomó, entonces, Ventura la muleta y se adornó con torería en un par de molinetes y un airoso recorte antes de acertar con un golpe de descabello.

Histórica; así ha sido la actuación de Diego Ventura en Las Ventas.

Dicho todo lo cual, es de justicia puntualizar algunos detalles.

El rejoneo actual carece del más mínimo sentido de la exigencia ni en el toro ni en la ejecución de las suertes. Los caballeros se aprovechan con descaro de la situación y lidian toros adormilados y desmochados como los de Los Espartales de este festejo, que, más que oponentes serios, parecían ositos de peluche. No hay enemigo en el rejoneo actual. El caballo y su doman ha sustituido al toro. Tampoco hay rigor en la hora de clavar rejoncillos, banderillas y rejón de muerte, y lo único importante en que queden prendidos en lo negro.

Así las cosas, el llamado arte del rejoneo está necesitado de una profunda renovación; de lo contrario, los hermosos pollos que le tiraron a Ventura en sus vueltas al ruedo serán los toros del mañana.

Andy Cartagena también salió a hombros. Tuvo el gesto de felicitar a su compañero por su clamoroso triunfo, y él se benefició de la alegría reinante.

Cartagena está en otro nivel, más cercano a los números circenses que al rejoneo de cierta calidad. Sus caballos destacan más por sus habilidades que por su torería. El caballero está muy pendiente de los aplausos del público, y es más espectacular que efectivo. Aun así templó bien a lomos de Picasso a su primero, pasó desapercibido en el tercero y se esmeró ante el quinto, más sereno y torero que en los dos anteriores.

Diego Ventura llegó a hombros de los partidarios hasta la calle de Alcalá, y la sensación reinante en que la plaza acababa de vivir una jornada irrepetible. Sin duda, y a pesar de todo.

Madrid Temporada 2018.

madrid_090618.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:11 (editor externo)