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Plaza de Toros de Las Ventas

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Viernes, 10 de mayo de 2013

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Los Bayones (de diferente presentación, mansos y descastados en general).

Diestros:

Matías Tejela: silencio en su lote.

David Mora: silencio en su lote.

Antonio Nazaré: ovación y palmas.

Entrada: más de tres cuartos de plaza.

Crónicas de la prensa: Grupo Joly, El Mundo, La Razón, El País.

<iframe src="http://player.vimeo.com/video/65927254" width="384" height="241" frameborder="0" webkitAllowFullScreen mozallowfullscreen allowFullScreen></iframe> <p><a href="http://vimeo.com/65927254">Nazaré cerca de puntuar en una tarde difícil</a> from <a href="http://vimeo.com/lasventas">Plaza de Toros de Las Ventas</a> on <a href="http://vimeo.com">Vimeo</a>.</p>

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Con la de Los Bayones no ha mejorado mucho la cosa en la segunda etapa del largo ciclo isidril en cuanto a toros. No tan mansos como los de Pereda, pero casi y con menos fuerza. Y el sobrero de Hermanos Fraile, impresionante su aspecto, se quedó en fachada de rajado y manso. A Matías Tejela nadie sabe por qué lo ponen en las ferias, y la gente te lo dice en esto de las redes sociales. No tuvo toros pero no se puede estar sin apretarse un poquito al menos. A David Mora le sobra disposición y valor,pero tuvo claramente el peor lote, sin posibilidades. Y Antonio Nazaré demostró una vez más lo que ya ha demostrado en Sevilla, en Pamplona y en otras plazas: que torea muy de verdad, con la mano baja, con todas las de la ley. Y eso todos los públicos, el de Madrid incluído, lo aprecian al segundo. Y lo valoran y lo premian. Se le escapó una oreja que había ganado en su tarea, pero le esperan, sin duda, en Las Ventas. No ha perdido crédito. Un detalle: al final, muchos se irán contentos por lo de Florito, nada más. Qué quieren que les diga: yo a la plaza no voy a ver actuar a unos cabestros, ni siquiera a oir la música. Todo lo más, antes iba a ver hacer el paseíllo a Curro. Eso sí que valía la pena.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Sólo Nazaré, en un espectáculo en blanco

La segunda de la Feria de San Isidro, sin trofeos, tuvo como momento más álgido lo acontecido con un buen tercer toro, noble, con el que el sevillano Antonio Nazaré acarició el triunfo. El diestro no remató acertadamente con los aceros una faena que, por momentos, apuntaba a premio, pero que fue a menos.

El astado, de carbonera pinta, bien armado, no se empleó en varas, pero embistió con nobleza y humilló tras la muleta. El nazareno consiguió poner de acuerdo a la parroquia, que corearon con oles unos naturales ayudados de buen trazo. Con la derecha hilvanó muletazos y templados, con una segunda serie con ligazón y un apretado pase de pecho, que hicieron estallar una gran ovación. Pero la faena perdió gas, con el toro a menos. El torero remató con bellos doblones. Nazaré, en la suerte suprema, dejó un pinchazo hondo arriba que no fue suficiente. Precisó de hasta cinco descabellos para despachar al ejemplar de Los Bayones, por lo que todo quedó en un fuerte ovación.

El sexto astado, bien hecho, con unas perchas muy respetables, no dio opción a nada. Pese a que Nazaré lo cuidó, le dio distancia y le dejó refrescarse entre tanda y tanda, al noble animal le faltó fuelle. Labor con limpieza que no prendió la mecha de la emoción. Cerró con manoletinas. Y rubricó con un pinchazo y una estocada en la que se tiró a ley para una estocada contraria.

El veterano Matías Tejela dio una pobre imagen. El que abrió plaza, protestado por falta de remate, de suma mansedumbre, resultó noble. La faena, a la que le faltó chispa, no pasó de correcta.

Tejela no tuvo opción ante el cuarto, aceptablemente presentado y muy protestado por su excesiva flojedad. El público protestó y no tragó con un trasteo en el que cuando el torero bajaba la mano en la muleta, el toro perdía las suyas tras la tela encarnada.

David Mora dejó constancia de su entrega y actitud, pero poco más pudo hacer. El segundo, devuelto por inválido, fue sustituido por un sobrero de Fraile, imponente y bien armado. Tras un quite por chicuelinas de Nazaré, respondió el titular con unas gaoneras en las que el astado ya le cantó que le cogería. Insistió el diestro y el cornúpeta lo encunó. Mora se salvó de milagro de una cornada. Con la muleta volvió a demostrar firmeza, pero no pudo lucirse artísticamente con un toro que no se empleó.

El quinto, un negro salpicado de aceptable presentación, resultó noblón, pero no humilló. El trasteo de David Mora no trascendió.

Aunque sin éxito, la actuación de Antonio Nazaré, despedido con una ovación, fue lo mejor de un espectáculo que, en cuanto a trofeos, se saldó en blanco.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Nazaré apunta y no dispara

David Mora se libró de milagro de la cornada. Respondía a un quite de Nazaré y se echó el capote a la espalda con el sobrero que hacía segundo bis, de una alzada de cruz descomunal. Y se le quedó debajo. No lo caló y la caída se amortiguó sobre el lomo del toro, que en el suelo lo tuvo a merced. Tampoco lo hirió por fortuna. Incorporado, volvió a insistir con valor en el barullo. El manso cinqueño pasado de Fraile Mazas no lo puso nunca fácil desde que salió queriendo saltar al callejón. Tan solo en los dos primeros muletazos de la faena (¡brindada al público!) el toro se desplazó. Y fue por la inercia de la distancia. Luego se sucedieron los pitonazos defensivos como en las dobladas de apertura. De todas formas cada muletazo de Mora tiene un trazo diferente. Alguno fue más largo. El toro cantó la gallina, sino lo había hecho ya desde que su fealdad apareció por toriles, y el de Toledo no fue fiel al acero de su tierra con las salidas muy tapadas.

El contraste con el tercero, un bonito carbonero sin hacer, se hacía abismal. Alcanzó el tercio de muerte sin ser visto. Dos puyazos y un amago de irse. Y se destapó muy humillado en la buena mano izquierda de Nazaré en un cambio de ídem del prólogo por alto. El sevillano de Dos Hermanas le presentó pronto la zurda y le arrastró la muleta con vibración para añadirle un tranco más. El toro la tenía, la transmisión, también muy humillado, pese a ese final a cara girada por dentro. La gente entró en la faena. Pero Antonio Nazaré dejó su mejor arma por la mano derecha, que no tiene el mismo temple. Se hubiera entendido una tanda; tres no. La chispa mantenía encendida la llama. Para cuando regresó a la zocata se había atenuado la fuerza del principio de faena. Aun así si lo mata y no se enreda con el descabello… Se aplaudió el arrastre y al torero.

Matías Tejela despenó al simple primer toro de Los Bayones de una estocada en lo alto. La simpleza del toro se hacía manifiesta de frente con su cara tan abierta e inexpresiva y de perfil. Y también por dentro. Derrotó por arriba en un burladero nada más salir y esas alturas de esclavinas se movió en capotes y banderillas, con peor estilo por el izquierdo.

Tejela lo entendió bien en su altura sin molestarlo por la mano derecha para hacer viajar su sosa nobleza, pero en la tercera tanda le bajó la mano y el toro se lo protestó mucho, descomponiéndolo todo. Hasta ahí llegó el de Los Bayones. Que por el izquierdo no quiso y Matías aceptó la renuncia. No hubo opciones con un cuarto de notables hechuras en la línea de la casa, pero como lisiado en sentadillas y mal andado. Tejela ya podía andar de otra forma con tantos años de alternativa.

El salpicado quinto se venía andando y a media altura. David Mora estuvo mucho tiempo sin resolver nada con él.

A últimas de la tarde el bizco sexto completaba la escalera de Los Bayones. Cortó mucho en banderillas por el izquierdo. Nazaré le dio su distancia sobre la mano derecha. Y el toro se lo agradeció en principio. Sin descolgar del todo ni romper hacia delante. No había clase. Antonio Nazaré anduvo más calmo y cerebral. Muy dignamente.

La Razón

Por Ismael del Prado. Nazaré también puntúa con la que no tiene fuerzas

Con la cercana y ya habitual compañía, tres o cuatro localidades más hacia la izquierda, de un torero de plata con amor propio y afición de oro, nos plantamos en el segundo paseíllo de la isidrada. Vicente Yángüez «El Chano» no podía perderse el primero de los tres paseíllos de su amigo y compañero David Mora, que mató seis toros la temporada pasada en Aranjuez para costear parte de su tratamiento. Junto al matador de Borox, Matías Tejela y Antonio Nazaré, que volvió a puntuar en Madrid e incluso pudo perder un trofeo con los aceros en el primero de su lote de Los Bayones, encaste Lisardo-Atanasio, que envió a la capital un encierro flojo y sin opciones, salvo el citado tercero.

El de Dos Hermanas llegaba a Las Ventas con buen ambiente. No sólo por ese toro de Victoriano del Río que desorejó en la última Feria de Abril, sino también por su veintena de naturales el Domingo de Ramos en este mismo escenario. Sólo la lluvia le privó entonces de la oreja. Sorteó primero un carbonero que se dejó hacer en los primeros tercios. En el último, tomó la muleta del sevillano con movilidad y emoción. Nazaré no dudó un instante y tomó ese cañón que tiene en la mano izquierda. Dos tandas. La segunda metió al tendido en faena. Sin embargo, el fuelle llegó a derechas. Allí, el tendido respondió y todo se avivó. Tres series rotundas tirando del animal. Hubo profundidad, ligazón y temple frente a un animal que se entregaba por abajo. Faena hecha. Enterró media estocada antes de enredarse más de la cuenta con el verduguillo.

Con el sexto, que también blandeó y cortó una barbaridad por el pitón derecho en banderillas, Nazaré edificó una labor a media altura, sin someterlo, porque en cuanto bajaba la mano le costaba un mundo al toro. Pese a ello, trató de exigirle más y el toro se apagó. Ceñidas las postreras manoletinas. Lo pasaportó de pinchazo y estocada.

David Mora, sin suerte en Otoño, sumó el curso pasado su primera puerta grande en Madrid en la estrenada Feria del Arte y Cultura. En su regreso al Cónclave, se las entendió con un sobrero de Fraile Mazas muy abierto de cuerna, que sustituyó al inválido segundo. Había quitado por chicuelinas Nazaré y Mora no quiso dejarse ganar la partida. Capote a la espalda y gaoneras de infarto. Muy ceñidas. En el cuarto lance, el animal se le vino de frente y lo levantó por la barriga. Escalofriante. Por suerte, sólo lo encunó. Tampoco hizo carne con el torero en el suelo a merced. Volvió a coger el capote y otras tres gaoneras más para unificar las palmas. Rotundas. A la muleta, llegó con una embestida nada clara. Muy descompuesto. Pegando regates a los cites de su matador, que estuvo muy firme y decidido en todo momento. Y entonces, podido, se rajó. La tizona, roma.

Con el salpicado que hizo quinto, estrecho de sienes y que se lo pensó antes de tomar los engaños, Mora templó una buena serie de derechazos. Sin embargo, el tendido no le echó demasidas cuentas. Fue la cúspide de una labor que no conectó con el aficionado. La res acudía a la tela, pero sin entrega. Pura inercia. Muy deslucido y, consciente de que el esfuerzo era sordo, fue por la espada, que cayó trasera y caída.

Matías Tejela, que protagonizó en 2012 –con permiso de Morante– el mejor toreo de capa del abono a un toro de Torrestrella, agotó su único paseíllo en Madrid casi sin darse cuenta. Si poca fuerza tuvo el que rompió plaza, menos aún tuvo el cuarto, que debió ir al corral. En un abrir y cerrar de ojos, el lote se le había ido ya al desolladero. Por el camino, un primero muy protestado. Primero, por su presentación; después por su falta de fuerzas. Blandeó mucho el de Los Bayones y lo notó el diestro alcalaíno con la pañosa. Logró dos series estimables en redondo sin exprimirlo demasiado. Muy a su aire. Pero, cuando bajó la mano, le costó mucho más e incluso llegó a perder las manos. A media altura, la faena se diluyó. Seguro con la espada. En el cuarto, quedó inédito ante un burel que desesperó al respetable por su justeza de fuerzas. Las caídas se sucedieron sin que asomara el pañuelo verde. Sin material, Tejela abrevió.

El País

Por Antonio Lorca. El precio de la ambición’

La tarde fue toda una ilusión frustrada. En realidad, no fue solo una, sino tres; las que provocaron David Mora, Antonio Nazaré y los toros de Los Bayones. Otra tarde de reses descastadas, en esta ocasión, sin la presentación adecuada la mayoría de ellas, blandas, sosas y sin calidad. No es una sorpresa, pero sí una nueva frustración ante la imposibilidad manifiesta de que aparezca un mirlo blanco entre tanto toro basura.

Tan grave o más es la frustración provocada por los toreros. Te deja el alma fría, el cuerpo congestionado y la cabeza hecha un lío cuando pasan toreros jóvenes, preñados de ilusiones, y se van al pozo del olvido; y lo peor es que ofrecen una preocupante impresión de incapacidad. O será, quién sabe, el miedo escénico que provoca esta plaza; o que la ambición no es tan grande; o que el corazón no palpita al ritmo que exige la cabeza. Un misterio.

Lo cierto es que ayer hubo ilusión en Las Ventas en la misma medida en que la frustración se apoderó del ambiente del ruedo y de los tendidos.

David Mora, he aquí un caso digno de estudio, llegó a levantar pasiones en su primer toro, el público a su favor, la suerte, entre comillas, de cara, y, minutos después, permitió que todo se diluyera como un azucarillo.

Realizó un quite a ese toro Antonio Nazaré por ajustadísimas chicuelinas que calaron en el respetable; Mora, haciendo gala de amor propio, se echó el capote a la espalda y citó por gaoneras. Andaba en la pelea, zafándose como podía de los derrotes de su oponente, cuando este lo empaló, se lo echó a los lomos y lo buscó con saña en el suelo. Se levantó el torero y, sin mirarse, volvió a colocarse en el mismo sitio para seguir toreando. Afortunadamente, la sangre que manchaba su traje solo era del toro. El público le agradeció vivamente su gesto valeroso, y Mora respondió brindando a la plaza la muerte del animal.

Fueron momentos emocionantes. Comenzó a revolotear el espíritu del triunfo. El torero comenzó su faena de muleta por bajo, y el toro acudió con agresividad. Y lo citó con la mano derecha, muy despegado, sin la convicción necesaria; y el toro comenzó a rajarse, y el ambiente se enfrió. Y como en un mal sueño, se pasó de la cima del posible triunfo al desencanto doloroso. Llegaron las dudas, demasiadas dudas. Miraba el torero sin saber qué hacer. Se afligió, le faltó ambición, desistió de jugársela a cara o cruz. Y todo quedó en casi nada.

Y salió el tercero, con cara de novillo y noble comportamiento. Ya con el capote se mostró conformista Nazaré. Y mostró, muleta en mano, que es torero elegante, de maneras artísticas, que tiene personalidad. Y dejó detalles de su buen gusto en un natural largo, dos derechazos hondos, otro grande más tarde. Uno aquí, otro más allá… El globo se va desinflando, y, al final, no hubo faena de peso, reunida y templada. Solo ráfagas. No se creyó su propio triunfo. Fue todo él un torero frío cuando hacía falta un calentón que el público estaba dispuesto a cantar. Ovación y pitos

Uno y otro dieron la impresión de que brilla más su valor, en Mora, y su calidad, en Nazaré, que su propia ambición. O será que tienen ambición, pero el corazón funciona a un ritmo inadecuado.

Lo cierto es que dejaron pasar, quizá, una oportunidad de triunfo, de esas que no vuelven. El primero, porque todo lo tenía a favor y no fue capaz de sacarle rédito; el segundo, porque se conformó con detalles, cuando lo que se exigía era toreo de verdad.

Ni uno ni otro tuvieron más opciones. El quinto toro, muy descastado e inservible, ante un torero muy precavido; y el sexto, muy soso, con el que Nazaré estuvo tan voluntarioso como correcto y helador.

Y el tercer diestro, Matías Tejela, hace un toreo olvidable. Parece un matador amortizado, que lleva la derrota en la cara. Y así es imposible triunfar. Despegado y desconfiado ante su noblote primero, firmó una labor mediocre y sin vida. Tiene gusto, siempre lo ha tenido, pero su frío corazón hace imposible el triunfo. El cuarto era un inválido y el resultado es fácilmente imaginable.

De nuevo, otra tarde de silencios y frustración. Y la plaza casi llena, con la ilusión intacta cada día, a la espera de que salga un toro y un torero y pongan los tendidos boca abajo. Casi nada.

En fin, que la ambición tiene un precio; es la cara o la cruz del triunfo o la cogida, nunca el fracaso. La ambición es osada, temeraria, quizá, pero es el cimiento de los grandes. La ambición, si es inteligente, es determinante para el triunfo. Sin ambición no es posible ser figura. Por eso, sin duda, tiene un precio que no todos, a la vista está, parecen dispuestos a pagar.


©Imagen: Antonio Nazaré, en la faena a su segundo toro. / Samuel Sánchez

Madrid Temporada 2013.

madrid_100513.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:21 (editor externo)