Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


madrid_100518

Plaza de Toros de Las Ventas

Jueves, 10 de mayo de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fuente Ymbro, bien presentada, bravo el 2º un gran toro, el resto no dio muchas opciones, para

Diestros:

Joselito Adame: Verde manzana y oro, Silencio y silencio.

Román: Gris plomo y oro, Ovación y silencio

José Garrido: Rosa palo y oro, Silencio y silencio

Destacaron:

Entrada: 14.822 espectadores.

Imágenes: https://www.facebook.com/media/set/?set=a.1633720293390743.1073742047.212713325491454&type=1&l=a5775b30a6

Video: https://twitter.com/twitter/statuses/994671985413238784

Crónicas de la prensa

Portal Taurino

Por Alberto Bautista.Román y “Hechizo”, emociones fuertes

Román brindó una tarde en torero. Y es que con la fuerza arrolladora que le caracteriza, puso la cordura y la sensatez en la tercera de abono, pudiendo haber paseado la primera oreja del ciclo de no haber pinchado a “Hechizo”, un gran toro de Fuente Ymbro de un encierro interesante de Ricardo Gallardo.

A revienta calderas comenzó la tarde el valenciano. Por estatuarios sostuvo a su primero, al que le pidieron la devolución desde el sector más contestario, y que en banderillas a punto estuvo de ser cogido “El Sirio” a la salida de un par tras hacerle hilo. Finalmente se quedó en el susto. Ni por esas Román se amilanó y no se lo pensó. Como un tren se encallaba el segundo sobre la zurda del valenciano, donde hubo momentos lúcidos al natural frente a un toro que planeaba sobre el percal. Sabedor de lo que tenía delante, le dio importancia y distancia sobre ambos pitones en una muestra más de máxima disposición, andando por la plaza como si de un novillero se tratase. Tremendo fue el arrojo y el valor impávido del valenciano, que porfió con los aceros y todo quedó en una ovación desde el tercio. Frente al quinto, no tuvo oponente de garantías, el de Fuente Ymbro no dijo nada y en manos de Román se descompuso. Expuso sin material, y fue silenciado.

Por su parte, Joselito Adame desaprovechó su primera tarde en el abono. Y lo hizo sin miramientos, ante un lote que no se comió a nadie, y que no pudo con ninguno de ellos. En el que abrió función, obsequió al respetable con una faena de pega pases marca de la casa, saliéndose de la suerte y sin sostener las duras arrancadas de “Holgazán” que se llevó una sonora ovación al arrastre, en contraposición con el sesteo del mexicano, tal y como acostumbra. Tampoco lo arregló con el cuarto, un toro que descabalgó al picador en los dos encuentros y al que guardaba la puerta… también. Crudo en varas el Presidente cambio el tercio entre las considerables protestas de los tendidos. Ni con esas Adame arregló el entuerto enrocándose en el mar de pases correspondiente. Ni tan siquiera se enteró del toro que tuvo enfrente, sin ninguna mala intención en la muleta. Lo estropeó con los aceros y fue silenciado. Servidor se pregunta acerca del nivel que habrá en México, para que el mayor de los Adame sea figura…

El tercero en liza fue José Garrido, que se las vio frente a un lote a contra estilo y parado. Las mejores intenciones derrochó frente con el tercero pero las nulas apariencias de su oponente hizo que bajara pronto la persiana. En exceso le bajó la mano sobre la zurda, y a la actuación le faltó contar con el refrendo en los tendidos y fue silenciado. Idéntico resultado obtuvo con el deslucido sexto, otro ejemplar de feo estilo con el que no se acopló

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. La generosa apuesta de Román por la bravura de “Hechizo”

Cuando apenas el personal se había acomodado, el capote de El Sirio libró a Tomás López de la cornada. Si hubiera sido en Pamplona, hablaríamos del capotillo milagroso de San Fermín. Pero fue el de Hazem. Tan oportunamente colocado a la salida del par de banderillas. De la reunión salió trastabillado López por un pitonazo desequilibrador. Y cayó a merced de las furias astifinas del castaño de Fuente Ymbro, que ya se disponía a hacer carne. Voló el capote salvavidas de El Sirio a sus ojos con la virtud cegadora. La plaza apreció con angustia agradecida la intervención.

El toro de Gallardo había atacado en banderillas con dos velocidades. Cuando sentía cerca la presa, metía la quinta. Su potencia se movía en la frontera de la casta y el genio. A Joselito Adame le exigió mucho. Todo por abajo. Porque, en cuanto lo soltaba y no lo llevaba apretado abajo, el toro se violentaba. Por arriba o a media altura no quería nada. El esfuerzo de curtido oficio de Adame no sólo no fue reconocido, sino que además se le censuró en ocasiones la colocación. Exigencia en los tendidos y en el ruedo. La estocada en los blandos terminó por decantar a los tendidos a favor del fuenteymbro.

Un toro estrecho de sienes, de honda badana, prominente papada, carifosco y así como abisontado, protagonizó una vuelta de tortilla de las opiniones de 180 grados. De un trapío extraño y despampanante. Protestado por sus supuestas contadas fuerzas, apenas se le picó. El escaso castigo fue un trampolín. Hechizo se vino arriba en banderillas como por arte de magia. Qué manera de arrear. El Sirio ahora vio la escena con los papeles cambiados. El galope de la bestia le alcanzó cuando le hizo hilo hacia tablas. No hubo capote esta vez al quite. Escapó de la cornada de milagro. El doble milagro de El Sirio.

Román apostó todo al negro. El brindis a la parroquia. Distancia, firmeza y frescura.Hechizo, nada sangrado, se venía como un tren. El ritmo y la emotividad de las primeras, frondosas y ligadas series de derechazos primaban sobre la limpieza. Largo el trazo del valenciano. Que ofreció también su izquierda con muchos metros de por medio. Muy vivo siempre el toro, no siempre gobernado. Nada fácil ante la encendida velocidad. Trepaba la electricidad por Las Ventas. La segunda parte de la faena desprendió otro reposo. Más atemperada la embestida, pronta como un relámpago siempre. Mayor gobierno en el toreo de Román. Espléndido de ligazón y tersura en su derecha. El pase de las flores, un cambio de mano, una trincherilla. Perlas entre el tupido bosque. Se presentía el triunfo importante cuando se doblada. Pero la precipitación en la hora de la muerte lo anuló. Aun así debió dar la vuelta al ruedo por tanta generosidad. Toda la gloria fue para Hechizo y su bravura. Incluso la de aquellos que lo protestaron con ahínco.

El tramo de José Garrido y el tercero de notables hechuras sosegó el trepidante ambiente. A su preciso poder, no exento de clase, especialmente por el izquierdo, le cogió el pulso Garrido. Su zurda también aplicó un trato más suave. Faltó chispa en el fondo del toro para que despegasen los naturales y la faena.

Descabalgó el aleonado cuarto por dos veces a César Morales. Y derribó también al piquero que guardaba puerta. Tal era el ímpetu. El presidente cambió el tercio, la gente quería verlo más en el caballo y el toro quedó muy entero. Entero y revoltoso. Se revolvía y soltaba la cara. Y en una serie, como un islote, pareció tomar los vuelos en orden. La solvencia del mexicano no colmó y de nuevo se le afeó el uso defectuoso de la espada.

Dentro de la muy seria corrida de Fuente Ymbro, la movilidad, con sus variopintos matices, constituyó el rasgo predominante. Y a esos parámetros respondió también el hondo y noble quinto. Sólo que el empuje para romper de verdad hacia delante se ausentó. Como afligido de espíritu. El que no le faltó a Román en faena animosa. Que ahora sí rubricó con la espada.

Garrido no pudo reeditar el toreo a la verónica del anterior de su lote. El cuajado último vino a echar un borrón con su flojera de remos y su parco fondo. Otro final hubiera merecido Fuente Ymbro, que tan fuerte arranque de corrida tuvo

ABC

Por Andrés Amorós. San Isidro: la emoción de «Hechizo», un toro que galopa

¿A la tercera irá la vencida? En parte, así ha sido, con un gran toro y una emocionante faena. Los de Fuente Ymbro, muy bien presentados, tienen casta pero dan un juego variado; los cuatro primeros han transmitido mucho y han sido aplaudidos; los dos últimos han bajado. El momento cumbre lo hemos vivido en el segundo, «Hechizo», con el que Román ha rozado el triunfo y sólo por la espada ha perdido el seguro trofeo..

El primero embiste con casta pero algo brusco. Los gritos de algunos paisanos animan a Joselito Adame pero la faena es desigual, levanta división de opiniones, y mata mal. El público se ha puesto de parte del toro. El cuarto le busca las vueltas a los caballos de picar y derriba tres veces: ¡un toro listo! Queda casi sin picar. (En los dos, luce su majeza, al banderillear, Fernando Sánchez). Metiéndose en su terreno, Adame le saca algunos muletazos pero no redondea la faena y pincha mal, entrando de lejos.

El tercero embiste con clase pero flaquea. Se luce Garrido en las verónicas de recibo; le exige mucho desde el comienzo, no gradúa su exigencia, consigue dos buenas series de naturales. Le ha faltado acomodarse a las condiciones del toro. El sexto dice muy poco. El trasteo es correcto pero no logra faena lucida. Cruza bien, al matar.

El joven valenciano Román, una de las firmes promesas, ha apostado muy fuerte, en esta Feria: tres tardes, incluida la de Miura. Ha sufrido últimamente varios percances. Esta tarde, con un gran toro, sabe estar a su altura. El segundo, muy veleto y enmorrillado, tiene una presencia imponente. Renquea un poco de atrás pero acierta el presidente al mantenerlo. En banderillas, persigue y casi hiere a El Sirio. Apenas ve la muleta de Román, se arranca como una bala. El joven valenciano aguanta impávido. Acierta plenamente al darle distancia, llamándole de lejos, en todas las series: ése es el toreo que esta Plaza prefiere. Además, el gran toro acude galopando. Unos muletazos son mejores que otros pero, en conjunto, transmiten gran emoción, la Plaza hierve como una caldera. Cuando la res atempera un poco su furia, Román se luce ligando el cambio de mano y los ayudados finales. Con un toro tan bravo, no entiendo por qué entra a matar en la suerte contraria (eso enseñan las Tauromaquias clásicas) y pincha; en la suerte natural, logra la estocada: ha perdido el trofeo pero recoge una fuerte ovación, igual que el toro. El quinto es un «Picarón» que flaquea pero derriba. Román vuelve a darle distancia, con buen concepto, pero el toro cae y queda corto. No hay opción para más pero le he visto centrado, toda la tarde; ha evolucionado para bien. Esperamos sus otras dos actuaciones.

Algo insólito, por desgracia, en estos tiempos: un toro que acude con prontitud y alegría, desde lejos. ¡Qué belleza ver galopar así a un toro! Nos ha hechizado, este hermoso «Hechizo» de Fuente Ymbro.

Postdata. Para limitar el acceso de los jóvenes y la emisión de las corridas por televisión, Podemos ha invocado, en la Asamblea de Madrid, una presunta declaración de la ONU, ignorando la implacable respuesta del Ministerio de Cultura: la Fiesta encaja en la definición de Patrimonio Cultural de la Unesco. El Comité de los Derechos del Niño «desconoce la realidad histórica, cultural y jurídica de la Tauromaquia en España». La asistencia y participación de los menores en la Fiesta es plenamente legal y ningún estudio serio demuestra que les perjudique. ¡Vaya repaso! Ha quedado claro que ninguna Comunidad Autónoma tiene derecho a limitar la asistencia de los menores y que el Ministerio de Cultura está obligado a luchar contra esa limitación de la libertad. Pero Podemos no se entera (o no quiere enterarse).

El País

Por Antonio Lorca. Arriesgada y desigual cumbre hispano-siria

Siria salvó a España de una cornada que parecía inevitable, y, momentos después, el representante del país árabe se vio en dificultades y los de la piel de toro no supieron o no pudieron mover un dedo en su defensa. La tarde no iba de cumbre diplomática, pero la contienda arriesgada y solidaria que se libró en el ruedo tuvo un claro vencedor: Hazen Al-Masri, natural de Alepo, apodado El Sirio, un torerazo vestido de verde y plata y enrolado en la cuadrilla de Román.

La ‘crónica política’ de los hechos es la siguiente: Corría el tercio de banderillas del primer toro, y un español -Tomás López, inconfundible con tal nombre y apellido- tomó los palos y se acerco diligente a un ‘pavo’ de pitones astifinos. Dejó los garapullos en su sitio, pero se trastabilló el torero en la salida, con tan mala fortuna que cayó de bruces en la cara del toro. El animal lo vio y bajó la cabeza con aviesas intenciones de recogerlo del suelo y mandarlo directamente a la bandera. Pero en ese instante imperceptible, -lo que tardó el cirujano de la plaza, el doctor García Padrós, en introducir el brazo derecho en la manga de la bata blanca y mirar al de la camilla ante lo irremediable de la situación-, en ese preciso instante surgió de la nada un capote, unido a una mano torera que llamó la atención del animal y consiguió sacarlo de la zona de conflicto. El español, Tomás, con la cara demudada, -no era para menos-, se levantó como pudo y miró al cielo, mientras su salvador -El Sirio- recibía una atronadora ovación por su gesto torero y solidario.

En el toro siguiente era Hazen el responsable de colocar las banderillas, y el toro que teñía delante era aún más ‘pavo’ que el anterior, cuajado y serio como pocos. Se quedó sin espacio en la cara del animal, y cuando quiso buscar refugio se encontró con que el toro le echaba el aliento en las nalgas. Corrió El Sirio todo lo que sus fuerzas le permitieron, pero no logró despegarse de los astifinos pitones. No está claro si se tiró al suelo o se cayó, pero esa fue su salvación. El toro lo pisoteó y, milagrosamente, ni le arañó la taleguilla. Nadie le hizo el quite a El Sirio, que se levantó con la cara demudada, pero entero, que no es poco.

España no supo o no pudo devolverle el favor a Siria, y quedó claro que el más torero de todos había sido el representante árabe, por estar siempre al quite, atento a la lidia y en su sitio. Su torería salvó a un compañero; la pasividad de los demás casi le cuesta a él un serio disgusto.

Pues ese toro segundo, ‘Hechizo’ de nombre y 566 kilos, tuvo un juego muy desigual en los dos primeros tercios. Precioso de lámina y serio como pocos, dobló varias veces las manos y fue picado como un inválido. Pero se vino arriba con la persecución de El Sirio y desplegó en la muleta toda una lección de casta para el recuerdo.

Vio a lo lejos a Román, muleta en mano, y acudió veloz a su encuentro. El torero, lejos de arrugarse, se plantó en la arena y trazó un par de estatuarios que supieron a gloria. Lo citó, después, de largo, con la mano derecha, y ‘Hechizo’ obedeció al instante, repetidor, con sobresaliente movilidad y fiereza; y así hasta en cinco tandas -solo una con la zurda- en las que destacaron la entrega y el valor del joven torero y la codicia del toro. No hubo apoteosis, ni faenón, ni arrebato; no debe ser fácil alcanzar tal gloria con un toro tan combativo, pero sí quedó la estela de un torero que no se arruga ante las dificultades. Debió redondear, sin duda, y no permitir que su oponente ganara una pela tan dificultosa. No mató bien y todo quedó en una ovación.

Hubo otro toro de premio, el primero, pero su matador, Joselito Adame, no atraviesa un momento artístico destacable. Muchos muletazos, y no dijo nada. Parece como si estuviera desaprendiendo el oficio. El público ni lo abroncó. Mal asunto.

El resto de la corrida pecó de excesiva nobleza sosa y blanda. Garrido se dejó al alma, pero nada pudo alcanzar. Adame no mejoró en el cuarto, otro buen toro, y Román intentó agradar ante el anodino quinto.

La Razón

Por Patricia Navarro. Román rompe el «Hechizo» con la espada

erio e imponente era el toro solo con verle. De esos que marcan las distancias. Miradas que matan. El segundo Fuente Ymbro marcaba sólo por estar. Por ser. Era el toro. El dios toro. Un huracán a punto de pasarte por encima en cualquier momento. Lo supo El Sirio cuando clavó el par de banderillas y ya le ganó la acción para que luego le fuera fácil la caza.Y le fue. Lo tenía claro. A la muleta de Román acudió como la bestia, la fiera, la bravura habla, trasmite, manda, obliga a mantener la mirada y convierte el ruedo en un lugar mágico y sagrado. Con todo embistió a la muleta del valenciano. Bravo y encastado. Toros que engrandecen el sentido auténtico de la tauromaquia. Aguantó el envite que era de órdago por estatuarios Román, en esa suerte le había tirado las cartas de su desafío. Fue una de esas veces que no entiendes cómo el cuerpo no se encoge por encima de la mente. Autocontrol. Aquello se vino a velocidad de vértigo y así pasó tan cerca del cuerpo de Román. A partir de entonces hubo una historia que contar de la que ambos quisieron ser cómplices y toda ella sustentada por la verdad. Verdad verdadera. Sinceridad absoluta del torero en los planteamientos, en la manera de citar, en los embroques, en el valor para pasarse al toro muy cerca, en la generosidad para citarlo de lejos, aprovechar ese primer viaje tan explosivo y tirar después en los siguientes. No escatimó en pureza y no hubo un resquicio para lugares comunes. Sí para la emoción. La espada no entró. Y se antojaba una mala pasada del destino. Poco tuvo que ver el quinto, que no tenía uno por el izquierdo y a pesar de que descolgaba por el derecho no regalaba grandes aventuras. Se esforzó Román con el mismo espíritu e integridad y esta vez la espada resistida entró como en mantequilla. Esas cosas…

Otro toro encastado inauguró la tarde. De esos que despiertan en el tendido el respeto por la fiereza y la dificultad. No hay lugar a la compasión con esa plenitud del animal. El bravo en su apogeo. Y todas las dificultades que eso implica. Se acostaba por el derecho y se abría más por el zurdo. Fue la faena de Joselito Adame correcta, pero sin romper. No acabó de gobernar las arrancadas del toro y en este tipo de animales las medianías no dan con el camino del éxito y pesan más las complicaciones. Poderoso estuvo con un cuarto al que bajó los malos humos en la primera tanda por el derecho. No fue astado agradecido de cara al público, pero tenía muchas cosas buenas. Entre ellas que descolgaba de verdad, por el diestro, no demasiado largo pero ponía la cara muy bien. La espada tampoco fue.

El tercero nos vino a modo de tila. Tras las emociones vividas hasta ese momento, el de Fuente Ymbro tuvo clase, quizá el que más, pero la fuerza contenida y en Madrid toros así es difícil que pasen a la historia. Lo intentó José Garrido en una faena bien pulseada para mantener a raya todo lo que pudo la fuerza del animal. Deslucido el sexto acabó por desmoronar el castillo de emociones con el que habíamos construido la primera parte de la tarde. “Hechizo” seguirá en la memoria, a pesar de la espada. Y Román también. Con su verdad verdadera.

Madrid Temporada 2018.

madrid_100518.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:16 (editor externo)