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PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

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Domingo 13 de mayo de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Cinco toros de El Vellosino (un 2º de cara anovillada, manso y sin estilo, y un 4º torancanazo atacado de kilos y a la defensiva) y cuatro de Valdefresno (, de amplias caras y distintos remates, el 1º embistió con buen aire por el derecho sin terminar de humillar y el escurrido 3º también viajó con largura y nobleza sin descolgar; el estrecho y zancudo 5º no se tapaba ni por la cara, infumable de manso y guasa; un tío el 6º, reservón y al paso).

Matías Tejela, de coral y azabache. Media estocada y descabello (silencio). En el cuarto, estocada desprendida (silencio).

Miguel Tendero, de azul cobalto y oro. Estocada rinconera y atravesada que provoca vómito (silencio). En el quinto, dos pinchazos, media estocada y descabello (silencio).

Juan del Àlamo, de blanco y plata. Estocada que hace guardia y varios descabellos. Aviso (saludos). En el sexto, cuatro pinchazos, estocada y varios descabellos (silencio).

Entrada: Tres cuartos largos de entrada.

Crónicas de la prensa: El Mundo, COPE, La Razón, El País, Marca, EFE.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Dos buenos toros de Valdefresno

Cuando salió uno de los dos toros supervivientes de la criba de El Vellosino con su cara de novillo, se acrecentó la sensación de la absurdo empeño del ganadero en imponer su lidia. La peña lo protestó con razón y encima la emprendió con los veterinarios, no sin razón, pues ya puestos a rechazar, ocho que nueve darían lo mismo. Y se habían ahorrado problemas por todos lados. Manso de caballos, embistió a golpe de riñón en la muleta de Miguel Tendero, sin ritmo y a la altura del palillo.

A Matias Tejela le había tocado en suerte, nunca mejor dicho, un toro de Valdefresno muy abierto de cara y un punto acarnerado. Pero de buenas hechuras. Aparantemente justo de fuerza y noble. Empujó en el caballo con nota. Largo el viaje en el capote ya y también en la muleta. Pésima la lidia. Las veces que perdió las manos fue gracias a los tirones de Tejela. No muchas, puede que dos o tres. Sin terminar de humillar, buen toro. Mejor a derechas. Y por ahí un derechazo de verdad lo enseñó. Se fue.

Tampoco el tercero terminó de descolgar. Pero a la salida de un par de banderillas hizo el avión en el capote del peón de brega por el izquierdo. Se tapaba por la cara paliabierta. Juan del Álamo lo vio y empezó faena por la mano izquierda, que era la suya. Le fue cogiendo el aire. A su altura. A veces mejor y otras menos. Resultó que, con el transcurrir de la faena, el de Valdefresno acabó embistiendo tambièn en ese estilo de recorrido noble. Juan de Salamanca, a veces sí y a veces menos. Podía haber sorprendido. El cierre por bernadinas y un inmenso pase de pecho le dejó el toro cuadrado para matar. Entre un tempo de duda, de voy o arrancas, la estocada se hundió allí en el mismo platillo. Pero con una travesía tan exagerada que asomó haciendo guardia. Varios descabellos. Y una ovación final.

El otro de El Vellosino que quedó era un torancanazo de 625 kilos con la edad recién cumplida. Embistió con la misma basta condición que lo adornaba. A la defensiva. Tejela no se dio coba.

De ahí pasamos al flacón quinto, zancudo, estrecho como una regla y sin hacer. Ya no se entendía nada. Agalgado y plano. Todo y sólo pitones. Manso pregonado. Rajado. Se volvía al revés en la muleta y si podía las tiraba para quitárselo todo de encima, herramienta y torero. Tendero sufrió un derrote de aviso y se desesperó con desánimo.

Con el mismo peso en la tablilla, el sexto tenía otro cuajo, incluso morrillo y pechos. Otra expresión más de toro. No de vaca vieja. Se resistió a ir al caballo, y allí a nadie se le ocurrió correr los terrenos a los jacos. Finalmente fue picado en la querencia. En la muleta de Del Álamo, reservón, al paso, no se iba detrás de la muleta ni muerto. De uno en uno quiso el salmantino. Distraído. Para estar delante, jodido. Juan le robó los pases que pudo. La espada fue su cruz.

COPE

Por Sixto Naranjo. Dos buenos toros de Valdefresno desaprovechados

Tras la resaca triunfal de los rejones, la plaza de Las Ventas volvió a esas tardes plomizas, de calor sofocante y ambiente enrarecido. Y es que desde el mediodía el festejo pareció venir atravesado. Polémica en los corrales, un ganadero ofuscado imponiendo la lidia de dos toros y un presidente y una empresa sin saber qué hacer.

El caso es que la ganadería de Vellosino lidió dos toros y para completar el encierro se echó mano de cuatro más de Valdefresno. Con tal mejunje de toros así salió la cosa por chiqueros. Cada uno de su padre y de su madre. Los dos del hierro titular más que justos (qué se quedaría fuera) y de los remiendos también de todo en cuanto a hechuras. Eso sí, dos de ello, primero y tercero tuvieron más fondo que forma y a la postre, merecieron mejor trato por parte de sus matadores.

El que abrió plaza fue un toro ancho de sienes que no se empleó en los primeros tercios. Su falta de cuello le impidió humillar, pero cuando se movió siempre buscó con codicia las telas de Matías Tejela. El de Alcalá de Henares en su enésimo paseíllo isidril volvió a mostrar la cara del torero conformista y vulgar. Se le vio siempre a disgusto en la cara del toro y sin apostar por el toro. El ‘valdefresno’ siempre fue a más y el torero a menos, ganándole la pelea incluso cuando le intentó pasar al natural. Toro para poner a prueba el pulso del matador.

El otro toro notable fue el tercero. El pupilo de Nicolás Fraile se tapaba por la cara ya que por detrás faltaba remate. Pero llegó el caballo y empujó. Llegó el tercio de banderillas y tuvo tranco. Y llego la muleta y el de Valdefresno tomaba el engaño de Juan del Álamo con franqueza y temple. Y se rebosaba, y hacía el avión. Un bombón, vamos. Su paisano, el de luces, se mostró tranquilo, ligando y templando. Todo correcto, demasiado formal. Porque al conjunto le faltó rotundidad, apretar más por abajo y varias tandas más por el pitón derecho, por donde el toro estiraba el cuello hasta el infinito en busca de la muleta. Para colmo, la espada en el primer intento viajó en atravesada trayectoria haciendo guardia en la anatomía del toro. Entre eso y los dos descabello, se esfumó un posible éxito.

El resto de la corrida fue para olvidar. Tejela tiró las cartas a las primeras de cambio con el deslucido e informal cuarto. Y Del Álamo, pese a querer sacar algo en claro con el sexto, no terminó de levantar el vuelo su faena.

Quien sí puede achacar su infortunio al lote lidiado es Miguel Tendero. El albaceteño estuvo serio y firme toda la tarde, pero ni el desclasado y justo de presencia de Vellosino ni el vareado y lavado de cara de Valdefresno que resultó manso de solemnidad, le ofrecieron una embestida por derecho para al menos justificarse.

La Razón

Por Patricia Navarro. En el abismo de Madrid: la suerte

La suerte viene marcada por el destino. O por la ambición, depende del caso. Desde que el banderillero mete la mano en el sorteo para sacar bolita se despierta la encrucijada a las doce en punto del mediodía. Ayer Madrid estaba predestinada, así lo había decidido el equipo veterinario por la mañana. Tan sólo pasaron dos toros de la ganadería titular: la del Vellosino. Y eso que todavía no sabemos cómo el segundo pasó el corte. Estrechito de sienes, con kilos y cara insuficiente para ser lidiado en Madrid. Así era imposible. El público se puso a la contra, y con razón. Indigno para San Isidro. Le tocó a Miguel Tendero, que en cuestión de suerte, salió maltratado. Ni uno ni otro. De ninguna manera. No había forma de hacer rodar la tarde, la suya, la única que tiene firmada en Las Ventas en este interminable mes de mayo. Su manso segundo iba y venía sin clase ninguna y sin humillar. El colmo de males fue que nada de lo que ahí pasaba trascendía. El quinto le pidió los papeles y le puso los pitones en la ingle a la mínima que se descuidaba. Mala baba tenía el toro. No quiso caballo tampoco y cuando llegó la hora de la verdad, ni una embestida en falso dio. Tendero anduvo digno y solvente, muy preparado. Pero esto en Madrid no suma.

Cuatro toros de Valdefresno remendaron el encierro. Desiguales de presentación, de hechuras y de comportamiento. Dos y dos. Dos buenos y dos que cruzaron la línea de malo a cabrón (con perdón).

El primer toro de la tarde deslumbró por su aparatosa cornamenta, muy abierto de pitón a pitón, y encandiló después, cuando a ese toro, bendito Valdefresno, le dio por meter la cabeza (aunque pareciera imposible que entrara en el engaño tanto cuerno). Lo hizo cuando Matías Tejela se puso al natural y también por la diestra. Tenía profundidad el toro y largura y lo quería todo por abajo. La faena de Tejela fue desigual, de aquí y de allá, sin encontrar el nexo de unión para armar la faena y en nada le quedó el trasteo cuando se fue a por la espalda. La suerte, del torero y del ganadero. Fíjense que cinco años en el campo encierran toda la ilusión del mundo. Y la categoría. Y el caché. Fue buen Valdefresno. Pero no único. Milagro vistas las dos corridas de a pie que llevamos en San Isidro. De doce toros, cero han embestido. El número trece le dio la vuelta. Saltamos al polémico Vellosino para llegar al tercero. El toro era muy abierto de cara y tenía menos remate por atrás. Empujó en el caballo. Lo cantó pronto. Si no se torcían las cosas… Juan del Álamo se puso con la zurda nada más comenzar. Menos hilado en los albores fue cogiendo la distancia al toro, el sitio, dejó derechazos buenos y también algún natural. Las bernadinas y el de pecho cerraban el círculo de una faena que sí tuvo de su parte la ambición, tamizada por la falta de rodaje del matador. La espada, que hizo guardia, le traicionó. La oreja la pensábamos en la mano. El sexto, de Valdefresno también, no quiso caballo ni muleta. Y protestó de mala manera poniendo a Del Álamo imposible el triunfo.

A Tejela le cayó el otro Vellosino, el cuarto, feote y con poco que torear. Brusco el toro y desigual: Matías no se complicó la vida.

En el abismo de Madrid. Donde todo cuesta tanto. La plaza de las oportunidades, que dice el maestro César Rincón, habló la suerte. O la no suerte. A quien quiso la corrida no le embistió. Y el toro que sí valió no encontró muleta que lo encumbrara. Desdichas en espejos enfrentados que no dejan ver.

El País

Por Antonio Lorca. La culpa fue del cha, cha, cha

Un vecino de localidad está convencido de que la triste situación del toreo actual obedece a las décadas de bienestar que este país ha vivido en el reciente pasado; al frigorífico lleno, a la dieta mediterránea, a la posibilidad de una segunda vivienda, al baile del cha, cha, cha, y a la alegría generalizada de la que se ha gozado. Afirma que el toreo es hijo de la necesidad y que la historia está plagada de figuras que brillaron empujados por la dificultad.

Algo de razón debe tener porque no existe explicación racional para entender la actitud de la mayoría de los toreros de hoy, que no se esfuerzan en mostrar esa aparente decisión que es fruto de una valentía encomiable que va directa al triunfo. Gente joven en su mayoría que parece cansada, desmotivada, desilusionada… Quizá, el problema es que no tienen hambre, que el frigorífico está lleno, que tienen, más o menos, las espaldas cubiertas, y la ambición muy corta.

Algo de todo esto pasa por la cabeza cuando la persona que está delante del toro es Matías Tejela, un torero que ilusionó a todos hace solo unos pocos años, y parece un señor mayor a punto de la jubilación. Bien es cierto que su lote no fue de carril, de esa bondad tan solicitada y rezada por todo el escalafón, pero su actitud en modo alguno tocaba tangencialmente el valor, la disposición y la decisión que se le supone a un torero de los pies a la cabeza. Ayer dio la impresión de estar dominado permanentemente por las indecisiones, y toda su labor se mostró falta de colocación, cite y remate, sin mando, sin intensidad y sin emoción. Su primer toro fue reservón y áspero en sus acometidas, pero él le hizo una faena de puro trámite, desordenada y descompuesta. Dificultoso era, además, el cuarto, y Tejela desistió a las primeras de cambio porque su ánimo no parecía permitirle heroicidades. Así, con esa actitud se podrá estar en el toreo más o menos tiempo, pero nunca llegará el soñado triunfo.

Un alumno de su misma clase parecía su compañero Miguel Tendero, más joven aún, con más sueños, quizá, pero con similar actitud. Muchos pases, muchísimos, dio a la sardina que salió en segundo lugar y que embistió con cierta dosis de nobleza, pero ninguno alcanzó brillo alguno. Es imposible que así sea cuando se muletea fuera de cacho, al hilo del pitón y sin cargar la suerte en ningún momento. ¿Dónde habrá aprendido a torear este chico?, ¿Estará satisfecho consigo mismo?, se preguntaba el vecino. Muy deslucido fue el quinto y tomó la acertada decisión de acabar pronto.

Al más chavalín de los tres, Juan del Álamo, le ha tocado otro plan de estudios y se empleó más a fondo con sus toros; sobre todo, con el primero, el más noble de la tarde, al que robó algunos muletazos estimables por ambas manos que hicieron albergar alguna esperanza. Terminó con unas ceñidas bernardinas, pero todo lo estropeó con un pésimo manejo de la espada. Otro manso dificultoso salió en último lugar y Del Álamo se empeñó en dar un mitin a la hora de matar.

Lo dicho: la culpa, del cha, cha, cha. No hay otra explicación.

Marca

Por Carlos Ilián. Una corrida indecorosa e indigna de Madrid

Hay que preguntarse sobre la solvencia de la autoridad en la plaza de Madrid al haber aprobado cuatro toros de los que se lidiaron. Es verdad que ya habían rechazado otros tantos, o toda la corrida completa de Vellosino, me da igual, pero el género que sustituyó a los rechazados era igualmente indecoroso, en especial los animalejos que saltaron en primero, segundo, tercero y quinto lugar. La plaza de Madrid ha sido víctima de un atropello. Y me parecieron escasas las protestas ante la presencia de esos cuatro gatos ya reseñados.

Señor presidente del festejo y señores veterinarios: si no hay toros con el decoro y el trapío dignos de la primera plaza del, mundo, se suspende la corrida y punto. Todo lo contrario, es un abuso Parcolmo de males cinco de los seis toros salieron entre inválidos y mansos. Por supuesto que no faltó la excepción, el tercero, que hacía el avión por ambos pitones, metiendo la cara con clase y codicia. Por desgracia Juan del Alamo, vestidito de primera comunión, respondió ante el bombón que tuvo enfrente con una faena blandita, colocado siempre en la pala del piton y ligando al estilo moderno, es decir sin cargar la suerte y escondiendo la patita contraria. Hay que ver como cunde el truco que Espartaco puso de moda y cuyo más insigne representante es José María Manzanares hijo. Al final los cuatro muletazos aseaditos del muchacho se diluyeron y la espada los remató de mala manera.

Del Álamo no pudo arreglar las cosas porque el sexto resultó un mulo a la defensiva, que buscaba con descaro la querencia. Tampoco Matías Tejela pudo sacr nada en limpio ante un lote que aparte de mucha cara, no tenía nada por detrás y que por dentro solo contenía mansedumbre, una mansedumbre insoportable. El albaceteño Miguel Tendero recitó todo un catalogo de trapazos en el segundo de la corrida y en el quinto,que se defendía entre tarascadas, al menos estuvo breve.

EFE

Por Juan Miguel Núñez. Juan del Álamo pincha una corrida de mucha envergadura

Juan del Álamo ha malogrado con la espada una faena que le hubiera lanzado a las ferias, un trasteo de mucha envergadura torera, por el buen manejo de terrenos y distancia, la arrogancia en la interpretación y la fe en sí mismo, en resumidas cuentas quedándose a las puertas de un triunfo importante.

Juan del Álamo ha toreado de maravilla, dando la impresión de torero cuajado, y algo muy importante, con ambición. Resuelto y muy capaz, la imagen del salmantino ha sido de figura que se proyecta con una gran dimensión.

Muy sereno y sabiendo lo que se traía entre manos, Del Álamo lanceó a su primero con parsimonia y gusto. El toro “se metía” por el lado derecho, llegando a ponerle en aprietos al rematar con la media. Así que abrió faena directamente al natural, con una primera tanda que trajo enseguida un buen ambiente. Siguió por ahí, y la faena a más.

Dos tandas más a derechas y otra final por el pitón bueno, el izquierdo, unas y otras salpicadas por los de pecho. Auténticos los de pecho, echándose al toro por delante de pitón a rabo. Y los adornos finales por bernadinas en espacio inverosímil. ¡Qué manera de arrimarse! ¡y qué toreo tan bonito!

El secreto, el paso adelante, todo lo que conlleva la ansiedad por el triunfo. La pretensión del joven salmantino fue más que un sueño por la clase que lució: muy encajada la figura, la templanza y el aguante. El toro sólo veía muleta, señal inequívoca de la actitud atacante de hombre, que resistía y tiraba de las embestidas con tanta calma como exquisitez.

Los movimientos curvilíneos marcaban inexorablemente un toreo de mucho ajuste. Y todo con inmaculada limpieza. Más que estética, verdadera hondura. Toreo grande que nunca debió acabar en el lamento por el fallo a espadas.

No obstante, el toque de atención que dio hoy Del Álamo en Madrid debe abrirle el crédito de las ferias esta temporada.

Ya son dos salmantinos en órbita. El otro, Eduardo Gallo, que el pasado día 6 también pegó un zambombazo en esta misma plaza, aún sin cortar orejas mitad porque “el palco” se las disimuló o porque tampoco mató con la contundencia debida. Gallo repite dentro de dos días, sustituyendo al lesionado Ángel Teruel.

La competencia entre Gallo y Del Álamo puede poner a Salamanca otra vez de moda por sus toreros. Del resto de la tarde, poco o nada reseñable. El mismo Del Álamo no pudo sacar nada en claro con el reservón e imposible sexto, siempre al acecho para irse.

Tendero -Miguel, hay que aclarar, ya que existe también Fernando, de La Mancha igualmente, y matador de toros asimismo con proyección- anduvo queriendo pero sin resolver frente a su primero, toro poco claro. Y apuntó un par de cositas en el comienzo de faena al quinto, que “se rajó” al tiempo que se desangraba por un desmesurado puyazo.

Menos aún Tejela. Despegado, forzado y sin compromiso en el buen primero. El toro cuarto ya fue una quimera, ausente y sin rematar los viajes, lo que de alguna manera le vino bien a Teleja para justificar su desinterés.


©Imagen: Natural de Juan del Álamo ante el tercero de Valdefresno. | las-ventas.com

Madrid Temporada 2012.

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