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Plaza de Toros de Las Ventas

Domingo, 13 de mayo de 2018

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Baltasar Iban,

Diestros:

Alberto Aguilar: de marfil y azabache, Silencio y silencio.

Sergio Flores: de verde botella y oro, Ovación y silencio.

Francisco José Espada: de gris perla y plata, Oreja y silencio

Destacaron:

Entrada: 13.820 espectadores

Imágenes: https://www.facebook.com/PlazaLasVentas/photos/?tab=album&album_id=1636876129741826

Video: https://twitter.com/twitter/statuses/995765167941177344

Crónicas de la prensa

Portal Taurino

Por Alberto Bautista.Oreja para Espada en la despedida de Alberto Aguilar

Una cornada en el gemelo de la pierna izquierda a finales de 2013 en Calí (Venezuela) donde hacia su presentación, lastró la carrera de Alberto Aguilar. Mermado de facultades durante varias temporadas (amén del tiempo en el dique seco) ha supuesto un impedimento para que la carrera del madrileño pusiera punto y final, y todo al final de esta temporada en la que se someterá a una delicada cirugía, que ya no puede esperar más. Idas y venidas, corridas duras y el circuito habitual en Francia ha sido el revulsivo para un torero con más sombras que luces, pero que mereció un mejor trato empresarial en su plaza de Las Ventas. Y es que solo una tarde en San Isidro se antojaba poco. Muy poco. Su lote de Ibanescarentes de raza y fuerza en el tercio final, no ayudaron a despedirse, tal y como le habría gustado. Y eso que obsequió a la afición con dos faenas compactas, pero carentes de eco en los tendidos. Triste final que debe ser un hasta luego, porque el madrileño deberá estar anunciado en la feria de Otoño. Es de justicia. Entre tanto, abrió plaza un toro con las fuerzas justas, ante el que expuso de lo lindo, pero no hubo forma. Porfió con los aceros. Madridpesa y más abriendo plaza.

Volvió a ser silenciado en el cuarto, un encastado Ibán que peleó en el caballo donde la casta se hizo más que patente. Se le notó mermado de facultades por la lesión que arrastra, pero no revolvió la cara y anduvo técnico y acoplado, en una actuación ligada pero carente de continuidad, entre un ambiente frío. Por encima de la tarde, Aguilar bien merece una despedida por todo lo alto en la feria de otoño, ante una corrida a modo. Y es que más de una década – en concreto doce años lidiando hierros duros, no es baladí.

El mexicano Sergio Flores fue silenciado en su única tarde en San Isidro. Dio una cal y otra de arena, y eso que dio una grata imagen frente al segundo donde expuso frente a un toro de escasa transmisión, conjugando el valor con la disposición en una labor a media altura. Dejó una estocada pero el de Ibán tardó en caer. Aún así saludó una ovación. Actuación que no pudo repetir en el quinto, ante un deslucido Ibán en una labor anodina y falto de acople.

El triunfador numérico de la tarde fue Francisco José Espada, que paseó una oreja del tercero entre fuertes protestas de los sectores más contestarios, tras hilvanar una faena solvente, midiendo las distancias ante un gran Ibán que fue premiado con la ovación al arrastre. Espada, tiró la moneda y se jugó el tipo sin mácula. Sin aspavientos en una seria actuación. A cara o cruz. Cerró por ceñidas manoletinas y el público no reconoció una firme labor ante el encastado “Mexicano”. Tal vez el premio de la oreja fue excesivo, pero la petición fue mayoritaria y el Presidente esta vez sí, cumplió con el Reglamento, lo que no

hizo el Sr. Magán el viernes con Fortes. Con el sexto, devolvió la oreja tras una actuación de nulo acople, ante un deslucido ejemplar al que acabó ahogándole la embestida. Se puso pesadísimo, no sin antes atascarse con los aceros escuchando los dos avisos.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Un bravo 'Mexicano' y una oreja de domingo

Coincidieron en el calendario la fecha elegida por la Comunidad de Madrid para rendir tributo a Iván Fandiño con la corrida de Baltasar Ibán. Juegos morbosos del azar. Pues el día señalado para desvelar el azulejo conmemorativo al torero mártir de Orduña trataba de exaltar el aniversario de la Puerta Grande conquistada el 13 de mayo de 2014 (“¡Banzai Fandiño!, el héroe consciente!”, se tituló aquella crónica). Y no pretendía volver a unir su nombre al de la ganadería que parió al toro (“Provechito”) que marcó mortalmente su destino en Aire-sur-l'Adour (Francia) el 17 de junio de 2017. “Entregó la vida por la gloria del toreo”, era una de las frases que se leían en la cerámica. Y las palabras “valor, estoicismo y heroicidad” se volvían a encadenar al final de la placa para la eternidad.

De homenaje a homenaje. De la mañana a la tarde. Las Ventas ovacionó a Alberto Aguilar como despedida. Aguilar hacía el último paseíllo de su carrera en San Isidro. A principio de año anunció que 2018 sería la temporada de su adiós. “Dame en tu corazón puente de plata”, escribió Carlos Marzal. Pero su única corrida isidril no respondía al verso. El toro de Ibán apareció vivo, montado y eléctrico. De ahí no descolgó nunca. Astifino hasta las pupilas. No fue jamás metido en la muleta. El valiente torero de Madrid -22 citas sin volver en ninguna de ellas la cara con hierros de pedernal- le ofreció la derecha. Ni voluntad ni fondo en la embestida. Cada vez más corta y desabrida por ese pitón. El veneno añadido por el izquierdo imposibilitó. El viento sumaba en contra. Ni de uno en uno hubo causa.

Un castaño de armada testa, escurrida culata y bajas hechuras le dio opciones a Sergio Flores. Más que Eolo. Flores entendió con suavidad y firmeza su noble y humillado ser. Quizá condicionado por su precisas fuerzas. El buen y largo trazo del matador mexicano Azpizaco no encontró los finales requeridos. Los que le faltaban al toro para rematar lo que apuntaba. Una espaldina resolvió un parón cuando el empuje se apagó. Cobró una estocada pasada y algo contraria y saludó una merecida ovación.

Francisco José Espada se vestía por primera vez de luces este año. De gris perla y plata. De oro fue el “Mexicano” de Baltasar Ibán que le tocó en suerte. Redondo, cuajado y castaño, en su interior habitaba una calidad notable. Y un recorrido espléndido. La obra de Espada se vio condicionada por la elección de terrenos. Allá en el “3” halló el refugio del viento. Que no correspondía con lo que necesitaba el bravo toro. El joven torero de Fuenlabrada construyó, un decir, una faena intermitente. De momentos más lúcidos y lucidos y otros, los más, amontonados. Un natural brotó como un inmenso dibujo. Como coda soberbia de una serie de ligados derechazos. Ahí “Mexicano” mostró toda su calidad. Como ya había declarado en los tercios previos en un capotazo de Ruano. Sin estructura, la faena no explotó en la dimensión exigida. Remontó por manoletinas un desarme helador como el clima. Pero, sorprendentemente, cuando amarró media estocada en lo alto, el público se desató caliente. Y el presidente cedió a la petición de una oreja de domingo.

La suerte no ha sido aliada de la trayectoria de Alberto Aguilar. Y así el cuarto resultó un toro cambiante. Se frenó en los capotes, se defendió en el primer puyazo, empujó en el siguiente, se dio manejable -aun punteando- por el derecho en el tramo inicial de faena y cesó de darse de pronto. Aguilar pasó con más que dignidad y simplemente no pasó con la espada. Respeto a un hombre cabal.Desagradecido al máximo respondió el quinto. Que se igualaba con toda y como toda la corrida por sus caras. Sergio Flores no obtuvo nada en claro de aquellos cabezazos. Su bragada actitud quedó preclara.

En el lote de Francisco José Espada supieron los dos toros más cargados y rematados. Sólo que este sexto sacó un genio agrio y defensivo. Espada se arrimó con arrestos y afán en trabada labor. Al joven se le atragantó su apellido. No le permitía el toro cruzar. Como si quisiera atraparlo con su amplia cornamenta. Dos avisos echaron el telón de la función.

ABC

Por Andrés Amorós. San Isidro: oreja a Espada con un noble Ibán

por la mañana, se descubre un azulejo de homenaje al inolvidable Iván Fandiño. Por la tarde, en un cartel típico «de domingo», alternan tres diestros que han hecho méritos para volver a esta Plaza. Los toros de Baltasar Ibán, de encaste Contreras, tienen justa fama de encastados (en el recuerdo, siempre, el muy fiero «Bastonito», con el que triunfó César Rincón). La corrida da un juego muy desigual y hasta cambiante: buenos, el segundo y el tercero, al que ha cortado una oreja Francisco José Espada; complicados, los demás.

Va a ser ésta la última temporada del madrileño Alberto Aguilar, que arrastra las secuelas de un grave percance en el gemelo izquierdo, que sufrió en Cali, en el 2013. Se le recibe con una ovación. Su trayectoria merece mucho respeto, por haberse enfrentado a toros de divisas duras; en Madrid, ha brillado con reses de Victorino Martín, Palha, Escolar… A pesar de su corta estatura, ha sabido buscarle las vueltas con habilidad y valor a reses mucho más altas que él. El primero, abierto de pitones, engallado, no se entrega; se cuela, con peligro. Alberto brinda a su familia; le saca, con oficio, algún buen muletazo. Mete el brazo con habilidad, a la segunda. No ha tenido opciones. El cuarto sale frío, mejora en el caballo; le permite ligar muletazos con emoción pero va sacando aspereza. No mata bien.

Muletazos templados El mexicano Sergio Flores vino a España, a la Escuela de Tauromaquia. Tomó la alternativa hace seis años; la confirmó, hace cinco. El pasado año, fue noticia por sufrir un grave percance, al recibir al toro a portagayola, en San Luis de Potosí. Mostró su recuperación al indultar un toro, en la Plaza México. El segundo, de poco peso, bien armado, renquea de atrás pero embiste con nobleza. Apoyado por sus paisanos, liga muletazos templados, con gusto, y mata bien. El quinto, deslucido, engancha la muleta, con sus derrotes. Lo mejor, que Sergio no parece acusar el cambio al toro español, después de tres años, sin torear aquí.

Francisco José Espada, de Fuenlabrada, discípulo de César Jiménez, vivió una tarde épica en el San Isidro del 2015, al quedarse solo en el ruedo, por las cogidas de Martín Escudero y Galdós. Hace un año, en su confirmación de alternativa, sufrió una fuerte voltereta, al entrar a matar, quedándose inconsciente varios minutos. En el tercero, que embiste con clase, se luce Arruga, con los palos. Torea Espada reposado y pulcro, como su mentor y apoderado. La faena es desigual (ha toreado muy poco), con algunos muletazos lucidos, como un largo natural, y mata bien: oreja benévola. Pica bien El Legionario al sexto, que embiste muy cambiante, pone en apuros al valiente diestro y se tapa, al matar. La oreja le ayudará a abrirse camino.

Una vez más, el viento ha puesto en peligro a los diestros y ha perjudicado claramente las faenas. ¿Cuándo se intentará poner remedio?

Aunque no haya tenido suerte, el público despide con respeto y cariño a Alberto Aguilar. Le deseo lo mejor, en el resto de la temporada y en su nueva vida.

Postdata. Hace falta ser muy ignorante y muy sectario para desconocer lo que significa el toro bravo en el campo salmantino: en la agricultura, en la economía y en la cultura charra. Es perfectamente lógico que se haya creado en la Universidad de Salamanca una Cátedra, para estudiar esa realidad. Ha bastado una manifestación de doscientas personas y una recogida de firmas para que el Rector deje de apoyar esa Cátedra: una muestra más de la cobardía que impera en la España actual.

El País

Por Antonio Lorca. ¡Que venga un catedrático!

Solo el nombre de Baltasar Ibán produce respeto. Tú vas y lo sueltas en una reunión de taurinos y todo el mundo se pone firme. Es sinónimo de fiereza de casta, de peligro. Vamos, que las figuras no quieren no oír el nombrecito. Por eso, se dice con razón que si saliera toro, pondría boca abajo el escalafón; es decir, que los que ahora están arriba, ocuparían los últimos puestos o, mejor, optarían por una retirada rápida y confortable.

Es verdad que el toro de Ibán produce miedo. No hay más que recordar la salida del primero de la tarde, desafiante desde la puerta misma de chiqueros, con mirada retadora hacia los tendidos y pidiendo guerra desde su primer remate en un burladero. Silencio en las masas fue el efecto inmediato. Después, resultó que el animal salió rana, de modo que todo su orgullo de toro fiero se tornó en mansedumbre, mal genio y aspereza.

Pero quedaban cinco, que hicieron una pelea desigual en los caballos, a excepción del cuarto, que empujó con fuerza, incansable, en el segundo puyazo, y cuatro de ellos -segundo, tercero, cuarto y sexto- llegaron al tercio final con movilidad, y las complicaciones propias de la casta. Es decir, con las dificultades propias del toro-toro, que exige un torero valiente y firme y una muleta poderosa.

Así las cosas, la terna no estuvo a la altura de las circunstancias; pero también es cierto que estas era muy exigentes, para toreros muy hechos, para catedráticos del toreo, y no aspirantes, plenos de ilusiones, pero cortos de festejos y, por tanto, del oficio requerido. ¿Es esto una justificación? Pues, sí, porque el miércoles llegan las figuras y hacen el paseíllo con toros a modo bajo el brazo. Y no es lo mismo un ‘núñez del cuvillo’ que un ‘ibán’.

Alberto Aguilar ha anunciado que se retira esta temporada pasa someterse a una delicada intervención quirúrgica; por tal motivo, fue recibido con una cariñosa ovación y él quiso despedirse con toda la dignidad requerida. Y así lo hizo, pero no con el triunfo esperado. Dicho queda que el primero de la tarde no le permitió confianza alguna, pero sí el cuarto, que brindó al público, aunque no pudo estar a la altura de un toro fiero y complicado, que pedía a gritos una muleta con mando y un torero con las zapatillas asentadas. No debía ser fácil responder al reto, y Aguilar no pudo. Torea poco y eso pasa factura.

También abundan los huecos en la agenda de Francisco José Espada, valiente y entregado en su primer toro, en una faena de más a menos, iniciada con una magnífica tanda de derechazos y un natural larguísimo surgido de un cambio de manos, -seguidos de una labor desordenada- que no fueron mimbres suficientes para una faena de oreja a pesar de que mató de media fulminante. No hubo petición mayoritaria, pero el presidente decidió no meterse en problemas. Nada fácil fue el sexto, y el joven torero hizo lo que pudo ante un vendaval de complicada casta. Era un toro para un catedrático veterano y no para un licenciado sin experiencia. Además, alargó la faena, sonó un aviso antes de entrar a matar, se le olvidó la puntería y estuvo de tener un disgusto después del segundo recado presidencial.

Y no desentonó en ningún momento el torero mexicano Sergio Flores. Recibió a su primero con unas verónicas con la pierna genuflexa, y, muleta en mano, explicó que es valiente, asienta las zapatillas, le sobra firmeza y aguanta miradas poco amistosas de sus oponentes. Seguro y sereno, Flores dejó muy buena impresión ante su primero, al que le robó muletazos muy estimables por ambas manos, solvente y motivado siempre. No pudo redondear nada ante el quinto, quizá el más soso y desordenado de toda la corrida junto al primero.

Este es el sino de la fiesta moderna: el toro-toro para los menos experimentados, y el toro tonto para las figuras. Por eso, esta crónica suena -y debe sonar- a justificación.

La Razón

Por Patricia Navarro. Oreja de Espada en la despedida de Aguilar

No estaba en lo previsto, en los planes, en la estructura vital de las temporadas. Cuando acaba una, se hace balance y antes de que lleguen las uvas, lejos de pensar en las vacaciones, la cabeza vuelve a diseñar la siguiente, a rezar porque salgan los números y las cuentas. A aspirar a mejores posiciones, a alcanzar los sueños que se persiguen por años aunque a veces parezcan siglos. Hay mucho sufrimiento detrás de cada historia. Lo sabe Alberto Aguilar que ha visto cómo la suya ha dado un giro antes de lo esperado y anunció, cuando todavía nos devoraba el invierno, que esta sería su última temporada en los ruedos. Es el adiós de un luchador, en el concepto más elevado de la palabra. Se va porque una lesión le obliga. Y lo ha peleado. Hasta el final. Y en silencio. Sin buscar un ápice de facilidad en ese cobijo. Alberto Aguilar es el nombre, al que hicieron saludar ayer al acabar el paseíllo, pero más allá de eso, el sistema no está a la altura en el cierre de una trayectoria que se merece mucho más, por los éxitos, la sangre derramada y la honradez que ha dejado en el camino. Su primer toro de Baltasar Iban no hizo otra cosa que recordarle la dureza de la profesión. Sin entrega ni humillación, pesaba el toro. Y menos mal que el toro se vino abajo. Otra condición tuvo el cuarto, eso sí muy complicado en los primeros tercios, pero se dejó hacer sobre todo en la primera parte de la faena, en la que tuvo movilidad y repetición. Se acopló Aguilar en los albores y según avanzaba la faena, se descompuso el toro, más áspero y también el torero madrileño. Los aceros se le volvieron el contra.

El mexicano Sergio Flores anduvo digno con un segundo, que se dejó hacer, de manejables embestidas en una muleta repleta de firmeza y seguridad. Derrotón y desagradable fue el quinto. Hizo todo lo que pudo Flores pero no contaba con mimbres.

Su primera tarde en la temporada y con poco bagaje llegó Francisco José Espada. Hubo de todo en esa faena al tercero, que fue el toro, noble y repetidor, y con más opciones de lo que llevábamos de tarde. Pero un natural, que amenazó con convertirse en circular, resultó absolutamente sublime. Alargó una faena en la que dio todo lo que tuvo y le quedó desestructurada, puede ser que por la propia necesidad de aprovechar la ocasión como fuera. La primera parte brilló por la contundencia de su toreo, hubo un vacío después y se reencontró jugándosela de nuevo en las manoletinas finales. La espada fue fulminante. Y la oreja. Se atornilló con el sexto como si le fuera la vida en ello. Y le iba. El de Baltasar no se lo puso fácil porque llegó al encuentro de soledad muy cambiante, violento y rebañando la embestida antes de acabarla. Espada puso su verdad en la manera de citar y su cuerpo al servicio del destino. No había otra. No había más. Era mucho. Cerca. En los pitones. Y daba la sensación de que en el infierno. El esfuerzo estaba hecho. Y sufrido. La no oreja de Fortes días después rabiaba. Qué plaza esta a veces.

Madrid Temporada 2018.

madrid_130518.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)