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Plaza de Toros de Las Ventas

Domingo, 14 de mayo de 2017

Corrida de rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Benítez Cubero tercero y cuarto con el hierro de Pallarés. Desiguales de hechuras y volumen, bajos de raza y deslucidos en conjunto

Diestros:

Andy Cartagena: Dos pinchazos y rejón (saludos); En el cuarto, tres pinchazos y medio rejón (saludos).

Sergio Galán: Rejon defectuoso y descabello (silencio); En el quinto, rejonazo (Vuelta al ruedo tras petición)

Manuel Manzanares: Pinchazo y rejón (silencio); En el sexto, tres pinchazos y medio rejón (silencio).

Entrada: Dos tercios de entrada

Galería de imágenes: https://www.facebook.com/pg/PlazaLasVentas/photos/?tab=album&album_id=1292728897489886

Vídeo: https://twitter.com/LasVentas/status/863860277749612544

Crónicas de la prensa:

ABC

Por Andrés Amorós. Festejo de rejones sin trofeos en San Isidro

Primero de los cuatro festejos de rejones de la Feria: todos, en fin de semana. Alternan siete caballeros; cuatro de ellos repiten. ¡Lástima grande que no sea posible ver la competencia directa de las dos grandes figuras actuales, Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura! Según me dijo Simón Casas, ni se lo planteó, sabiendo que no era posible. ¿Tan grande es la enemistad personal? Los aficionados hablan del veto de Pablo, de las frases duras de Diego. Toda la vida, esas rivalidades se han dirimido en el ruedo. ¿Dónde mejor que en Las Ventas? Sería un apasionante espectáculo y la afición madrileña lo merece.

El cartel de esta tarde es sólo discreto; el público, dominguero y de rejones, se parece bien poco al del sábado y al que veremos el lunes. Los toros de Benítez Cubero, predilectos de las figuras en la época del Cordobés, se lidian ahora a caballo: han sido manejables pero flojos. En un festejo de rejones, con gritos juveniles y público que se hace «selfies», no es habitual que no se corten trofeos: los fallos de Cartagena y Galán con el rejón de muerte se lo impiden.

Como su recordado tío Ginés, Andy Cartagena circula por los caminos de la espectacularidad y los alardes ecuestres. El primero es noble pero se para pronto. Andy se luce con «Picasso», toreando a la grupa. Mata a la segunda. Mejora su actuación en el cuarto. Con «Mediterráneo», lo deja llegar muy cerca. El albino «Luminoso» camina sobre las patas traseras, en un alarde circense que entu- siasma al público, pero falla con el rejón de muerte.

Sergio Galán muestra su estilo clásico. Recibe a portagayola al segundo, que sale con pies: una suerte espectacular. «Titán», muy flexible, gira en la cara del toro. Pierde el trofeo al matar a la tercera. En el quinto, torea bien con «Embroque» y acierta en dos pares a dos manos, muy aplaudidos, con su gran caballo «Apolo», pero mata al segundo intento y no se concede la oreja.

Manuel Manzanares, discípulo de Pablo Hermoso de Mendoza, intenta realizar una lidia templada, busca la deseable regularidad. El tercero se para pronto, cerca de tablas: la lidia se hace más premiosa y Manuel clava con desigual acierto. El toro se echa, antes de entrar a matar, desluciéndolo todo. Mantiene el tono discreto en el último, con algún certero quiebro.

No ha habido trofeos pero sí un par de faenas brillantes, con alardes de estos hermosos caballos. En su honor, recuerdo yo los musicales versos que el modernista limeño José Santos Chocano dedicó a los caballos de los conquistadores: “¡Los caballos eran fuertes! / ¡Los caballos eran ágiles! / Sus pescuezos eran finos / y sus ancas, relucientes, / y sus cascos, musicales».

Postdata. En esta tarde de toreo a caballo, conviene mencionar que la rejoneadora francesa María Sara va a presentarse candidata a las elecciones, dentro del nuevo partido del presidente Macron. Si es elegida –ha declarado– defenderá la Tauromaquia, por supuesto. No es la única. Gran aficionado es también, por ejemplo, Manuel Valls. Aciertan los franceses al apartar la Fiesta de la contienda política: es la verdad y, a la vez, su más útil defensa. También en esto tenemos mucho que aprender.

La Razón

Por Ismael del Prado. Doma, rejoneo y aceros sin filo

De un tiempo a esta parte se ha alimentado el debate en los festejos a caballo: doma frente a rejoneo. Interesante disyuntiva que ayer Andy Cartagena convirtió en simbiosis. Fue en el cuarto del primer paréntesis ecuestre de este San Isidro. La retina de unos se quedará con la pureza del alicantino toreando de costado sobre «Iluso». Lo llevó cosido a la grupa a milímetros. O con sus reunidas banderillas al violín sobre «Luminoso». Otros, por el contrario, saldrían calle Alcalá arriba relatando que vieron, porque se pellizcaron para creerlo antes de jalearlo, a ese mismo albino, «Luminoso», andar erguido sobre los cuartos traseros por media plaza. La humanización animal también ha llegado a los equinos. O que otro caballo de Andy, «Bandera» citaba a ese berrendo cuarto de Benítez Cubero –que envió un encierro con un par de toros manejables, pero con apenas unas astillas de casta– a la pata coja, apoyando sólo tres de sus extremidades. Puro efectismo. Cartagena ha sabido dar equilibrio a ambas, doma y rejoneo, y sólo el uso de los aceros –romos en los seis capítulos de la tarde– emponzoñó una faena que podría haber valido la Puerta Grande. Antes también marró una buena labor con el escurrido de carnes primero, que tuvo fijeza, prontitud y duró lo suficiente antes de aplomarse. Destacó en banderillas con el «Appaloosa» «Picasso». Sergio Galán buscó con ahínco su octava Puerta Grande y recibió a portagayola a su primero. Un toro manejable, pero agarrado al piso, con el que dejó pinceladas de su monta clásica sobre «Ojeda» y «Titán», que se adornó con elásticas piruetas, pero no hundió en rejón de muerte y se enfrió el tendido. Y es que el conquense también tuvo los trofeos al filo… de los aceros. Especialmente en el quinto, el de mayor movilidad de los de procedencia Hidalgo Barquero. Lo desengañó en un palmo de terreno con el bayo «Artista» y luego el perla «Apolo» hizo el resto. Lo templó a milímetros, fijo a la grupa, a dos pistas. Después, clavó sendos pares a dos manos. El primero, inverosímil, con el toro arrancándose cuando aún se preparaba el manchego. «Óleo» dejó la rúbrica con una rosa final. Pero el acerado destino volvió a topar en hueso. Necesitó también de un golpe de verduguillo, pero se pidió el trofeo con fuerza. Mucha. El presidente se aferró a la mácula de la suerte suprema. Justa vuelta al ruedo. Manuel Manzanares tuvo el peor lote. Dos toros que marcaron repetidamente las querencias. SI el tercero se acunó en tablas, el sexto barbeó cuanto quiso. Pese a ello, pareció ver más maduro al alicantino que en anteriores, y bisoñas, tardes anteriores. Silencio en ambos. También de vacío. Sin acero, no hay orejas.

El País

Por Antonio Lorca. Revolución o muerte

Urge que los caballeros rejoneadores se reúnan en asamblea y analicen su presente y porvenir antes de que este espectáculo desaparezca preso del aburrimiento. No es normal que el festejo del domingo 14 sea recordado por el simpático incidente protagonizado por uno de los alguacilillos y no por las faenas toreras. Resultó que se marchaba ya la pareja de negra vestimenta y penacho en la cabeza camino del patio de caballos cuando la jaca de uno de ellos, contagiada, quizá, por el trote presumido y lucido del paseíllo, pretendió emular la elegancia y la doma de la cuadra torera, con tan mala fortuna que el alguacilillo, sorprendido por la flamenquería del animal, vio peligrar su verticalidad hasta el punto de dar con su anatomía en la arena. No perdió las riendas, eso sí, y el susto pasó de ahí, pero el hombre quedó en posición poco edificante.

Orden del día de la asamblea. El primer punto, el toro. Hay que cambiar de oponentes y buscar ganaderías con más movilidad y casta, de modo que la lidia se celebre en igualdad de condiciones y no entre un caballo tan elegante como brioso y un animal agotado y cansino.

Y algo más: el Reglamento autoriza que los toros para el rejoneo se despunten para disminuir el riesgo de las cabalgaduras. Despuntar, sí, pero no desmochar. Los de ayer, en la plaza de Madrid, ofrecieron la lastimosa impresión de que el barbero se había excedido y mucho en su triste cometido.

La corrida de Benítez Cubero, mal presentada, destacó por su falta de casta y escasa fortaleza, si bien destacaron los tres últimos, que se movieron más con nobles y templadas embestidas.

Segundo punto: los rejoneadores. Hora es ya de que se planteen un cambio en el repertorio. Todo lo que hacen suena a conocido, falto de gracia e inspiración. Los de ayer, al menos, dijeron muy poco, especialmente en la primera parte. Cartagena, anodino y sin aparente ilusión; Galán clavó siempre a la grupa y templó bien, y Manzanares nada pudo decir ante un animal petrificado.

Mejoró el panorama a partir del cuarto. Andy, —con un buen toro— más preocupado por las habilidades de su cuadra que de torear. Gusta más con el caballo que anda a pie cojito y con el que se levanta de manos que con las banderillas en las manos. Galán pudo pasear algún trofeo si no falla con el rejón de muerte. Brilló especialmente en dos pares a dos manos y lució a sus caballos con la muy templada embestida del toro; y Manzanares tuvo más acierto al clavar y falló reiteradamente a la hora de la verdad.

Conclusión: revolución o muerte. Cambio o desaparición. La sandía que le regalaron a Galán en la solitaria vuelta al ruedo es la prueba de que es un espectáculo caduco.

El Mundo

Cartagena y Galán entre la mansedumbre

Corrida de rejones en domingo, cuestión poco habitual en las últimas isidridas y cosa inédita en el abono. Aunque baladí, otra de las novedades aportadas por la nueva empresa arrendataria del coso venteño.

En pista una corrida de Benítez Cubero que fue un muestrario de descastamiento. Con excepción de un quinto mas manejable, la corrida se aplomó y se vino abajo por falta de raza. Sin mala condición el encierro pero pecó de mansedumbre.

La tarde la defendieron Andy Cartagena y Sergio Galán que a base del divino tesoro que es la experiencia y los conocimientos de dos carreras asentadas en el tiempo tuvieron arrestos para poner sus recursos a favor del público.

Andy Cartagena superó a su primero, que fue un ejemplar aplomado y agarrado al piso, un toro sin chispa ni empuje con el que estuvo entregado y técnico montando a Picasso y Cupido. La disposición del alicantino y su manera de buscar las vueltas a su oponente no fueron suficientes para subir el dial de una labor pulcra que tampoco tuvo buen remate con el hierro de muerte.

Volvió a mostrarse dinámico y vistoso frente al cuarto, que fue un toro aplomado pero frente al que Cartagena cuajó una labor espectacular, tapando con alardes de cuadra y sentido del ritmo todas las carencias de su.oponente. Sobre Luminoso impactó por como puso al caballo de manos, recorriendo toda la plaza y resolviendo con un violín en la misma cara del animal. Pasión y entrega de Andy que perdió, de nuevo, el triunfo por fallar con el rejón de muerte. La ovación de reconocimiento fue unánime.

Sergio Galán mostró su buen concepto del rejoneo y su pulcro estilo frente al segundo, un toro con nobleza y prestaciones frente al que realizó cosas importantes aunque sueltas. Buen manejo sobre Titan, caros chispazos sobre Ojeda y ajustes a lomos de Óleo. Tardó en caer el animal y se enfrió el ambiente.

Con el quinto, que fue un toro más noble y con mas fondo, Sergio Galán firmó una actuación con clase en la que brilló por como supo atemperar y templar la embestida a lomos de Apolo. Se metió el público en su labor y más tras un gran par a dos manos citando muy en corto. Oficio y clásico acento de Sergio Galán que toreó despacio, poniendo sobre la mesa un toreo pausado y lleno de matices. Tras un rejón se le pidió un trofeo. Dio la vuelta al ruedo.

De puro descastado se echó hasta en dos ocasiones durante la faena el tercero, primero de Manuel Manzanares. Sin opciones el toro que esperaba para defenderse. Con el sexto, Manzanares puso suficiencia pero sin lograr nada con el deslucido ejemplar de Benítez Cubero.

madrid_140517.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:14 (editor externo)