Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


madrid_150509

PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

Tarde del viernes, 15 de mayo de 2009

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Cinco toros de Toros de Cortés (bien presentados y juego desigual, destacando el 2º) y un sobrero (4º) de Fernando Peña (noble).

Diestros:

Antonio Ferrera: Bajonazo (silencio). Pasó a la enfermería. Herido en su 1º de pronóstico menos grave, impidiéndole continuar la lidia.

Matías Tejela: Bajonazo (silencio). En el mató por Antonio Ferrera, pinchazo y estocada baja (oreja). Cuatro pinchazos y estocada. Aviso (silencio).

Luis Bolívar: Estocada tendida y dos descabellos. Aviso (silencio). Dos pinchazos y media estocada baja. Aviso (silencio).

Entrada: Lleno.

Indicencias: Antonio Ferrera ha sido intervenido en la enfermería por una herida por asta de toro con orificio de entrada en el tercio medio del muslo derecho con una trayectoria de 15 centímetros que provoca destrozos en el vasto interno que le impide continuar la lidia. Pronóstico menos grave

Crónicas de la prensa: ABC, El País, El Mundo.

©Matías Tejela/Las Ventas

Madrid Temporada 2009


ABC

Por Zavala de la Serna. Un templado sobrero de Peña

Cayó Ferrera herido en los albores de la tarde. Cayó con un seco derrote que le atravesó el muslo. Se le paró el toro debajo y… El toro de Cortés que había sido bravo en el caballo y derribó por dos veces con riñones. Y se venía pronto en la muleta, pero ¿se iba? La seria y honda corrida del segundo hierro de Victoriano del Río fue un poco, y más, todo eso, venirse pero no irse. Y para los toreros es mortal semejante movilidad, porque es engañosa para el público. «¡Mira cómo va!» ¿Y se va? ¡Qué va! Claro que sacarle punta a un sexteto que se mueve, por lo menos, puede parecer osado en los tiempos que corren. Pero cuando se mueve el toro hay que analizar cómo y hasta dónde. De los siete toros que saltaron al ruedo marcó una diferencia abismal de temple el sobrero de Fernando Peña, cuarto bis. Y de desplazarse hasta el final. Salió ganando Matías Tejela con el precipitado cambio. Tejela nunca ha sido un torero de templanza, y cómo sería el reserva de Peña que por el izquierdo se templó. Matías siempre ha guardado en su muñeca izquierda una joya. La faena ahí cobró vuelo y otra velocidad a la de su derecha. El vuelo planeador del cóndor. ¿Y la suerte? Escondida la suerte, la suerte cargada. Si no humillaba más el toro de Fernando Peña era porque sus altas hechuras de lomo recto lo impedían. Surgieron unas bernadinas de mucho tendido. Un pinchazo y una estocada caída. Oreja. Ahora miren hacia atrás…

Tejela se llevó un lote de Puerta Grande, pues el segundo de Cortés, negro entrepelado, se quiso desplazar más que ninguno, y el torero lo único que quería era desplazarlo por las afueras, escondido tras la mata o la pala. Quizá sin terminar de desbordarse el toro, pero para lo que fueron sus hermanos, de segundo muslo como frontera…

Entiendo que la movilidad ganadera mola, pero en el juicio del profesional entra, por narices, la finura, que debería añadirle matices. O la parte que no se mide. El sexto, por ejemplo, justo de fuerza. Pero no se quedaba por sus carencias, sino por el denominador común de sus hermanos de no viajar. Tejela lo pinchó.

Lamentable fue la afición de Madrid con Luis Bolívar. Un tío que reaparece a las 48 horas de una cornada en esta plaza, un vendaje especial, la carne fresca abierta, y no recibe una ovación cuando se deshace el paseo… La sensibilidad de Las Ventas ha quedado para el caballo «Asterix», que se luxó una mano el otro día y provocó un estremecimiento mayor al que hombres heridos en esta feria como Gimeno Mora, Cuesta, Abellán, Ferrera con un boquete y el propio colombiano suscitan. El animalismo bulle.

Bolívar realizó un esfuerzo no valorado al reaparecer. El tercero tenía más volumen que cara, y el quinto, corrido turno, muchísima más cara que volumen. Y ambos compartieron un mismo patrón: el gazapeo. ¿Que Bolívar debió estar más firme? Es posible. Pero las ideas cambiantes, más que las pavorosas perchas, del quinto harían dudar a Aquiles. Los que se pillan el pellejo con la cremallera y se agarran dos semanas de baja se metían con su reaparición…


El País

Por Antonio Lorca. Cogida menos grave de Ferrera

Sin duda alguna, un gafe se ha abonado a la feria de San Isidro. Un gafe malage de verdad que tiene a la torería andante con la mosca detrás de la oreja, y con el miedo metido en el cuerpo, pensando cada uno en la soledad del hotel si seré yo el próximo esta tarde. No es normal que en nueve festejos hayan pasado por el lecho del dolor nada menos que seis toreros: Abellán, Gimeno Mora, Iván Fandiño, Bolívar y Rafael Cuesta. Ayer le tocó el turno a Antonio Ferrera, que resultó cogido al inicio de la segunda tanda con la muleta. Acababa de cogerla con la mano derecha, quedó al descubierto y el toro aprovechó para clavarle el pitón en el tercio medio del muslo derecho con una trayectoria de 15 centímetros que le produjo destrozos en el vasto interno. No quiso que lo trasladaran a la enfermería, le colocaron un torniquete, continuó la faena y sólo se retiró tras matar a su oponente. Antes, había banderilleado, como es su costumbre, de forma espectacular, pero a toro pasado siempre. Y muleteó de forma tosca, sin gracia ni hondura, con el engaño retrasado en todo momento y citando con el pico. Dicho lo cual también hay que cantar la heroicidad de estos hombres -de Ferrera, ayer-, capaces de aguantar el dolor y cumplir con su deber hasta el último momento. Ferrera cojeaba ostensiblemente al final de la faena, pero se mantuvo en el ruedo con una enorme dignidad.

El resto de la corrida fue toda una lección magistral del pegapasismo imperante, burdo, decadente, engañoso e insufrible. Porque no hay nada más aburrido que un señor dando mantazos a un toro que va y viene con más o menos alegría, mientras el público bosteza y algunos aprovechan para echar una siestecita. Qué aburrimiento, por Dios, el que ayer protagonizaron dos toreros jóvenes, Tejela y Bolívar, plenos de fortaleza e ilusión -se supone-, con toda una vida por delante y la necesidad de obtener un gran triunfo para encaramarse a la cima del toreo. Pues todo gozo en el más profundo pozo.

El pasado miércoles, Bolívar cortó una oreja a un toro extraordinario, y se ganó, también, una cornada. Dos días después, las Ventas lo recibieron con una tímida ovación de aliento y con inusitada expectación por su gallardía por reaparecer con la herida aún abierta y con la esperanza de que refrendara su éxito. Pues, una de dos: o las secuelas de la herida le han pasado una dura factura, o lo de hace tres días fue un espejismo. Porque el torero que se vio ayer fue una triste caricatura del Bolívar valiente y triunfador.

Comenzó la faena a su primero con un pase cambiado por la espalda que hizo albergar las mejores esperanzas ante un animal sosote, pero constante en su embestida. Parecía asentado y seguro, y que refrendaría su buen momento. De pronto, cita de nuevo con la mano derecha, y el torero parecía transfigurado como por arte de magia. Vamos, que se convirtió en un pegapases infumable: se coloca al hilo del pitón, fuera de cacho siempre, sin cruzarse, desviando hacia fuera la embestida… Un horror protagonizado por un torero desorientado, inseguro, tenso y sin ideas. El noblote toro le ganó la partida de cabeza a rabo. Y salió el sexto, astifino, sobre todo, del pitón derecho, y Bolívar brindó al público en una declaración pública de que venía a por todas. Pues, otro fiasco imperdonable. Dos naturales de bella factura quedan en el recuerdo, en el desorden de una labor premiosa y superficial. El toro tenía casta y exigía lo que el torero no tenía: dominio y poder. Bolívar dio la impresión de sentirse desarbolado e impotente.

Y Tejela mató tres toros y cortó una oreja. Tejela tiene maneras de torero de aroma. Tiene gusto toreando, pero es otro pegapases de los que no se pueden aguantar. No tiene perdón que un torero con sentimiento artístico en las muñecas sea tan ventajista, se coloque tan mal, cite con la muleta siempre retrasada, y permita que entre él y el toro quede otro toro. Eso hizo ante el noble segundo. Ante el quinto, el más aplomado y débil de la tarde, demostró voluntad, pero muy poco sitio. Lo más grave es que se dejó ir un manso nobilísimo que le ofreció las orejas en bandeja, cuando Tejela sólo tenía en su manos bisutería barata; es verdad que su toreo ganó en intensidad, pero por la calidad del toro, que no por la del torero. Le faltó embraguetarse, ponerse en su sitio y torear como es debido. Le concedieron una oreja; pues, muy bien.

Ah! Que alguien encuentre, por favor, al gafe de la feria. Sólo así se evitará que continúen las cogidas.


El Mundo

Por Lucas Pérez. Oreja para Tejela y cornada para Ferrera

Cara y cruz en el noveno festejo de la Feria de San Isidro. La cara para un Tejela más reposado y templado que nunca y cruz para Antonio Ferrera, corneado menos grave por el primer toro del festejo.

Lo mejor de la tarde, por tanto, llegó de la mano de Matías Tejela. De su mano izquierda concretamente. El madrileño tuvo que estoquear tres toros por el percance de Ferrera en el primero, y fue precisamente en el único que no perteneció al hierro titular en el que cuajó una faena de altura que, de no haber sido por un pinchazo previo a la estocada, podría haber sido de dos orejas.

El astado fue un sobrero de Fernando Peña que se vino arriba en la muleta y que embistió con nobleza por ambos pitones. Tejela advirtió rápido esta condición y comenzó a torear con temple por el pitón derecho para despertar a los hasta entonces adormecidos tendidos de Las Ventas.

La faena rompió cuando Tejela se cambió de la muleta a la mano izquierda. Siempre hay que confiar en los buenos toreros y el madrileño a buen seguro que lo es. Toreo al natural de mano baja, profundo y, sobre todo, muy suave y templado. Tres tandas de muchos kilates con la izquierda fueron el paso previo a un epílogo antológico por bernadinas, que puso en pie a los espectadores. Un pinchazo y una estocada desprendida dejaron el premio en una oreja.

Antes de cortar la oreja, el madrileño ya había alcanzado buen nivel en el segundo, un noble ejemplar que no tuvo trasnsmisión pero con el que Tejela siempre intentó hacer las cosas bien. El sexto, sin embargo, no permitió al torero volver a alcanzar el sueño de la Puerta Grande.

Luis Bolívar tuvo el gesto de volver a Madrid 48 horas después de salir corneado en la misma plaza. El colombiano no pareció acusar la herida, pero no pudo repetir triunfo por culpa de un lote que no tuvo fuerza, casta ni transmisión.

Con lleno, se jugaron toros de Toros de Cortés, uno de Fernando Peña (4º bis), que resultó el mejor del sexteto por su nobleza.

Antonio Ferrera, ovación en el único que mató. Matías Tejela, silencio, oreja en el que mató por Ferrera y silencio tras aviso. Luis Bolívar, silencio tras aviso y silencio tras aviso.

Parte médico de Ferrera: Herida por asta de toro con orificio de entrada en el tercio medio del muslo derecho, con una trayectoria de 15 centímetros que causa destrozos en el vasto interno y orificio de entrada y salida. Pronóstico menos grave

madrid_150509.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:21 (editor externo)