Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


madrid_190512

PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

<img src="http://www.cope.es/file_upload/imagen_noticia/2012/05/289481_1337465041.jpg"/>

Sábado 19 de mayo de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Torrestrella (bien presentados a excepción del 5º, suelto de carnes y lavado de cara. Conjunto noble, justo de casta aunque sin terminar de romper). Un sobrero (5º bis) de Encinagrande (feo de hechuras y deslucido).

Juan Bautista. Silencio en ambos.

Matías Tejela. Vuelta tras petición y silencio.

El Payo. Silencio tras aviso y silencio.

Entrada: casi lleno.

Incidencias: presidió el festejo desde el Palco Real la Infanta Elena.

Crónicas de la prensa: COPE, EFE, El País, La Razón, El Mundo, Marca, Sur.

COPE

Por Sixto Naranjo. El extraño caso del doctor Matías y Mr. Tejela

Se abrieron los cielos sobre la capital de España a eso de las siete menos cuarto. Agua, granizo, vendaval… Con la tormenta azotando el coso venteño comenzó el paseíllo. Anunciar a los toros de Torrestrella y caer agua ha sido todo uno tanto en Sevilla como en Madrid. Si bien, en la capital del Reino la lluvia cayó solo hasta el segundo toro.

La corrida de Álvaro Domecq Romero tuvo una presentación impecable a excepción del más vareado quinto, al que restó entidad su lavada cara. Encierro de noble condición al que le faltó romper en el último tercio.

Un ejemplo de esto fue el segundo, un precioso burraco, precioso de hechuras, corto de manos que apuntó una nobleza y clase desde que tomó por primera vez los vuelos del capote de Matías Tejela. Un capote del que surgieron los mejores lances del festejo. Verónicas a compás, de cargar la suerte, jugar los brazos y ganar terreno hacia los medios. La media de Tejela de remate, ceñida y deslumbrante. Después, galleo para llevar al toro al caballo. La plaza con un torero de dos caras. El doctor Jeckyl y Mr. Hide del escalafón que este sábado sacó su cara de torero enrazado y capaz de lo mejor. Lo que será un misterio sin resolver será el por qué no saca esta cara siempre.

El toro de Torrestrella tuvo la correa justa en el último tercio. Tejela comenzó con varios cambiados para después trenzar varias tandas a derechas templadas, tirando del toro. Hubo también otra entonada seria al natural a la que faltó algo más de reunión. Pero hasta ahí duró el toro. Quiso alargar el trasteo Tejela, amontonándose un punto antes de remontar con unas bernadinas que fueron preludio de una estocada de perfecta ejecución. Muerte de bravo del ‘torrestrella’ y petición mayoritaria de oreja. El presidente Julio Martínez consideró que no era así o que lo realizado no era merecedor del trofeo, por lo que Tejela se tuvo que conformar con la vuelta al ruedo.

Justo de todo menos de puntas salió el quinto al ruedo. Sin mucha fijeza pero con nobleza, el de Torrestrella no terminó de romper. Quiso Tejela, templó por el derecho, pero el toro duró un suspiro.

El francés Juan Bautista firmó un pacto de no agresión con su lote. Su primero se movió sin terminar de descolar ni de pasar en la muleta y el cuarto fue ese toro medio que en Madrid no ayuda a absolutamente nada. Y eso, absolutamente nada, es también lo que se recuerda de la actuación del diestro galo.

Quien dejó una imagen paupérrima fue el mexicano Octavio García ‘El Payo’. Atrás queda la imagen de aquel novillero que encandiló a Las Ventas en el ciclo ‘Ocho Naciones’ y en una posterior novillada de La Quinta. El Payo estuvo desconfiado y sin sitio toda la tarde, sin saber por donde meter mano a sus dos toros. Ni el entipado tercero, ni el precioso y cuajado de capa sarda que hizo sexto presentaron unas dificultades que sí pareció ver el torero azteca. En ambos además estuvo horrible con la espada y terminó siendo pitado tras sus dos actuaciones.

EFE

Por Juan Miguel Núñez. La lluvia y Tejela

El diluvio en el paseíllo, mientras la gente se resguardaba en el interior de la plaza. Las galerías atestadas y los tendidos desérticos. Así empezó la corrida, con el más absoluto de los desprecios a los derechos de los espectadores, condenados a sentarse en la piedra bajo el aguacero, sin opción a devolver el billete.

No hace un mes, el 29 de abril, habían caído cuatro gotas a media tarde, pero a la hora de hacer el paseíllo no llovía. Era una novillada y apenas se habían vendido entradas en la taquilla. Se suspendió entonces “por lluvia”, climatología que no tiene ni punto de comparación con la de hoy, con el aforo de la plaza prácticamente vendido.

Es la forma de cuidar al público de los toros, que dicho sea de paso, transige y no protesta. Público educado y condescendiente, no hay duda.

Y menos mal que, después de todo, valió la pena tanta incomodidad entre paraguas y chubasqueros sólo por ver a Tejela en el segundo de la tarde. Un Tejela que como en sus mejores tiempos mostró mucha voluntad y muy buen argumento artístico.

Buenos lances en el recibo, una chicuelina ligada a un galleo por detrás y el remate de la larga cordobesa. Airoso capote de Tejela, que volvió a lucir en un quite por chicuelinas.

La faena de muleta, prologada con dos pases cambiados por detrás de mucho ajuste, tuvo mucha actitud y sobre todo aptitud. Las series fueron necesariamente cortas para dosificar el empuje del toro, que iba progresivamente a menos.

La limpieza, la ligazón y el sentimiento dieron hondura al toreo fundamental. Muy asentado Tejela, firme y convencido de la importancia que tenía aquello. Hay que advertir que el toro empezó a quedarse cortito a mitad de faena, aportando cada vez menos. Hubo todavía unas emotivas bernadinas. Un espadazo puso rúbrica a la obra que el presidente no quiso premiar.

El quinto no fue toro propicio, de medias arrancadas y “sin transmisión”, que aunque humillaba no remataba los viajes, saliendo con la cara arriba. Aquí estuvo Tejela menos confiado, incluso desanimado.

A Bautista tampoco le acompañaron los toros. Su primero, agarrado al piso como dicen en México, más que embestir daba topetazos. Y aunque quiso mucho el torero francés los parámetros de la faena fueron la falta de ritmo y la escasa profundidad. El cuarto también anduvo escaso de fuelle y la faena se vino pronto abajo.

El derrotado de la tarde fue el mexicano “El Payo”, que no estuvo cómodo en ninguno de sus dos toros. Su primero, de embestida irregular, casi le desbordó. El sexto se desplazaba mejor, pero otra vez no se centró “El Payo”.

La terrible cornada de Querétaro en diciembre de 2009, cuando estuvo a punto de perder la vida, quizás todavía le esté pasando factura. La gente le pitó sin piedad.

La Razón

Por Patricia Navarro. Resurrección de Tejela a la verónica

Nos mojamos/calamos aún antes de dar comienzo el festejo. Granizo incluido en pleno mes de mayo y en el corazón de Madrid. Los toreros tiraron para adelante y el público también. Lleno en los tendidos. «No hay billetes» de paraguas y chubasqueros. La recompensa vino antes de lo que acostumbra esta plaza de sueños y desvelos. El segundo. Precioso toro, como casi toda la corrida de Torrestrella, ligera de peso, variada de capa, enseñando las puntas y bonita de estampa. Y falta de casta, con mejores principios que finales.

La joya de la corona fue el segundo, que cantó de salida lo que tenía dentro. Pero el milagro nunca se obra solo. Matías Tejela, reconvertido, ilusionante, desbordado por dar la cara, pisó el ruedo para darnos un recital de toreo a la verónica. Inmenso. Las manos muy bajas, dando el medio pecho al toro, tirando de cadera para arrebatarse en el desenlace del lance, y un temple, una lentitud en el ritmo que incendió la plaza en segundos. Otros necesitamos después para digerir lo que había sido toreo bueno. Caro. Siguió ahí, apretando esa tecla que le había permitido ponerse en contacto directo con el público: llevó al toro al caballo bonito y más todavía el remate. Y el quite por chicuelinas entre puyazo y puyazo le quedó perfecto. Luciano Briceño cogió bien al toro, sobre todo en el segundo envite, cortito y en lo alto. Matías, tras brindar a la Infanta Doña Elena que nos acompañaba una tarde más, esperó en el centro. Sabía lo que había: Torrestrella para disfrutar. Un pase cambiado por la espalda y ese toro que baja revoluciones, que reduce la embestida para convertirse en pura miel. Era faena «made in Madrid», de las que con veinte muletazos el lío entra de lleno en la memoria histórica de la plaza. Sacó Tejela algunos pases buenos, por naturales, su más estética versión y el toro fue perdiendo ímpetu. Alargó el madrileño: aguantó en cercanías y brilló, eso sí, en las bernadinas finales antes de cobrarse una estocada soberbia. Sobresaliente comienzo, notable final; intermedio nebuloso. Cosas buenas aunque sin llegar a cuajar. Se le pidió el trofeo. El conjunto lo merecía. Y el presidente la negó. La bronca se oyó desde el Bernabéu.

Peor fue la cosa cuando la pitada recayó en un Payo alejado de la versión española que nos había llegado del torero mexicano. No quiso ni pudo plantarle cara al tercero, manejable y sin fondo, ni al sexto, que fue toro rematado, serio, con movilidad aunque se acostaba un poco. No estuvo. Se ausentó toda la tarde.

En el segundo habíamos visto lo mejor. Y lo último. La lluvia nos dio tregua, lo que ocurrió en el ruedo no. Tejela no volvió a destacar con el deslucido quinto, irregular en sus arrancadas, y Juan Bautista vio cómo su faena al cuarto transcurrió entre silencios. Se dejó el toro, sin violentar, pero irregular, sin fondo ni gracia. Tampoco rompió la cosa en la faena al primero, bajo la lluvia, intermitente también. Noble el animal, se desplazó sin llegar a descolgar el cuello y sin emocionar.

El capote de Tejela y ese toreo a la verónica lo tuvo todo. Sin más. Así somos capaces de resucitar en un segundo.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Matías Tejela da la única vuelta al ruedo

Cayó la mundial quince minutos antes de la novena de San Isidro. Y durante los primeros tercios del primer toro. De Torrestrella. 'Pocosol' se llamaba. Y tan poco. Juan Bautista brindó a la Infanta Elena, que ocupaba el Palco Real: “Por España, por la Fiesta y por Francia”. El toro, que había hecho sonar el estribo en el caballo, se movió con la cara a media altura en la muleta, muy apoyado en las manos y, por tanto, sin terminar de viajar. Bautista midió en tiempo la faena y no intentó sacar de donde no había.

Matías Tejela dio un recital con el capote a la verónica. Un saludo abundante en calidad y cantidad hasta los medios, donde surgió una media soberbia. El torrestrella apuntaba unas hechuras sensacionales, bellísimo, bajo, burraquito, sueltecito de carnes, guapo… Y una embestida de dulce, brava en el caballo, en el galleo con el capote a la espalda, de frente por detrás, en el quite por chicuelinas que volvió a terminar en otra media verónica de auténtico lujo. Prometía el toro. Y prometió Tejela, que brindó al público. Un inicio para asustar más que para la definición cualitativa del toro: dos pases cambiados por la espalda librados con un molinete. Un gasto absurdo para un toro que luego tendría los pases contados. Siguió Tejela sobre la mano derecha copn largura y en otra serie igual, pero no con tanta templanza. Un tirón y perdió el toro las manos. Funcionó la muñeca del alcalaíno por la izquierda más que el ajuste. En la otra por venir, el toro anunciaría que el final se acercaba. Tejela le buscó de nuevo el pitón derecho, el pitón contrario, para exprimirlo. La llama se apagaba. Lo alegró por bernadinas y se cobró una estocada por arriba. El toro aguantó con bravura la muerte. La plaza se pobló de pañuelos. El presidente, tan puntual para el aviso, obvió la mayoría. A la faena de muleta, yo le hubiera sumado las esculturas con el capote. A lo mejor se habría decidido don Julio. Paseó la vuelta al ruedo contrariado el matador.

El Payo sorteó un toro negro y bien hecho que no terminó de humillar con un punto incómodo y gazapón. Pero noble en su caminar, pues caminando embestía. Tampoco el mexicano asentó las zapatillas nunca. Muchas dudas y escasa confianza. No lo vio claro tampoco con la espada.

El castaño cuarto desafiaba al cielo con un pitón derecho descarado. Juan Bautista empezó por la izquierda para cambiar de idea. Manejable el torrestrella sin irse nunca del todo tras la muleta. Faena burocrática.

El quinto, castaño y listón, más despegado del suelo, zancudote y montado, parecía de otra corrida, también por la cara, más abierta y lavada. Suelto en los tercios previos. Sin embargo, este 'Aguafiestas' respondió a la línea general de la corrida de Torrestrella de no romper en su noble condición. Ligero Tejela. Aun así más dispuesto que otras tardes.

Precioso el sardo sexto. Serio y cuajado. Payo se dobló sin excesivas confianzas. Y siguió por el mismo rumbo. El mexicano ha sido un torero muy castigado y este sábado se le amontonaron todo en la cabeza. El toro no marcó una línea diferente al resto. Dificil de ver así.

El País

Por Antonio Lorca. El despertar de Tejela

Matías Tejela estaba dormido (al menos, lo parecía), y ayer despertó del sueño. Algún malpensado lo achacó a la granizada que cayó momentos antes de comenzar el festejo y al aguacero posterior, con el primer toro ya en la arena. Pero, no. Tejela venía ayer dispuesto a reverdecer laureles y casi lo consigue.

Salió un burraco caribello de preciosa estampa en segundo lugar, y lo recibió con unas verónicas apasionadas, con las manos bajas, ganando terreno en cada una de ellas. Y la sorpresa cundió por los tendidos: “Este no mi Tejela, que me lo han cambiado”. Lo llevó al caballo con gallardía torera, —se lució el picador Luciano Briceño en la ejecución del segundo puyazo—, y llamó gratamente la atención al ejecutar un precioso quite por chicuelinas muy ceñidas. Cuando brindó a los tendidos, se barruntaba faena grande. Comenzó con dos pases cambiados por la espalda, y se mostró ilusionado y desconocido por su entrega, por su entusiasmo, por su corazón… La primera tanda con la mano derecha resultó honda y ligada, con encomiable decisión; templados y suaves los naturales posteriores, y, así, en una labor de más a menos, acabó con unas bernardinas ejecutadas con gusto. Mató bien, pero no se le concedió la oreja. ¿Por qué?

Quizá, porque Tejela despertó, pero no resucitó. Fue un torero vibrante y ambicioso, pero evidenció los defectos que le han llevado a esa etapa irregular que atraviesa en estos momentos. Qué gran faena si se hubiera cruzado como mandan los cánones; si no hubiera abusado del pico ni de la muleta retrasada… En fin, que Matías Tejela dijo que quiere enderezar su carrera, y tiene condiciones para ello, pero aún está en los inicios de esa nueva etapa.

No mejoró en el anovillado cuarto, en el que algún muletazo resultó templado en el contexto de una labor deshilvanada en la que volvió a hacer lo que sabe bien de verdad: colocarse al hilo del pitón y muy despegado. Pero, bienvenido sea el despertar de un torero que puede ser muy aprovechable para la fiesta.

Casos distintos, aunque no distantes, son los del francés Juan Bautista y el del mexicano El Payo. Rayaron ambos a muy escasa altura y a los dos se les hace un favor con apreciación tan generosa.

Llovía a cántaros cuando Bautista muleteaba sin orden ni concierto al descastado primero, que embestía de uno en uno; y entre las escasas condiciones del animal y el aguacero, aquello quedó muy deslucido. Con enorme movilidad salió el cuarto; tanta que se quería comer el capote que le mostraba Bautista. Y lo consiguió: se lo comió y desbordó al torero. Resultó que pronto se le acabó el brío al animal, y Bautista aún tuvo tiempo de demostrar que su toreo es superficial y anodino. No lo abroncaron, pero se ganó una regañina.

Las broncas se las ganó a pulso El Payo. Ausente, desmotivado, medroso, sin sitio, sin voluntad de pelea… El torero pasó un muy mal trago porque no supo o no pudo solventar con bien su papeleta. Muy vulgar ante su soso primero, y a punto estuvo de protagonizar un mitin ante el sexto, un precioso toro que embistió con nobleza y se fue al desolladero sin que le dieran oportunidad de lucimiento. Una pena para el toro y una desgracia para el torero.

Sur

Por Barquerito. Tejela se arranca con el mejor de los seis toros en San Isidro

El primer toro de Torrestrella que se lidiaba en Madrid al cabo de ocho años de ausencia se soltó y jugó en los primeros tercios bajo recio aguacero. No fue toro con fortuna: un primer puyazo corrido porque fue imposible cortar el viaje y el toro se dolió; el segundo puyazo fue un exceso y, sin llegar ni a apagarse ni a aplomarse, resultó toro a menos. Lo tuvo en la mano Juan Bautista. Bello el arranque con doblones suaves de horma y no castigo. Una faena escolástica, suficiente, despegada, a ratos tangente y a veces secante. Echó antes de tiempo la cara arriba el toro. Una estocada caída.

El segundo galopó de salida. El galope era de bravo y Tejela se echó adelante. Lances embraguetados, firmes, enrabietados también, de sacudir más que mecer, más de manos que de brazos. Se jalearon. Y una revolera de remate. Y todavía el detalle de intentar poner y dejar en suerte al toro con el quite por las afueras y el broche de una larga cordobesa. Triple brindis de Tejela: al palco el reglamentario, a la infanta Elena el de cortesía y protocolo, y a la gente, que se frotaba las manos. Un buen apunte de Tejela con la izquierda, una tanda de bernadinas a brochazo, un precioso muletazo cambiado antes de la igualada y una estocada trasera. Casi una oreja.

Iba a ser constante de la corrida de Torrestrella el ir de más a menos. Salidas fulgurantes: el cuarto tomó engaños como en estampidas, el sexto con llamativa agresividad, el quinto con alegría, el tercero no tanto. Vida en el primer tercio: Juan Bautista quitó por chicuelinas en el primero toro de El Payo, Tejela por lo que quisieron ser gaoneras en el segundo de Juan Bautista y el propio Juan Bautista por lances que el genio sordo del sexto de corrida frustró. Y hasta ahí las señales de humo.

El sexto sacó pinturas de guerra y vino a ser con mucha diferencia el toro más torvo, artero y difícil de toda la feria. Un cromo, pero una pesadilla. Sufrió lo no escrito El Payo, porque los ataques por la mano derecha del toro eran al pecho y por la izquierda, incierto y correoso, se volvía con intenciones.

Desacierto con la espada

No tuvo fortuna en el reparto de toros el rubio torero de Querétaro, tan querido en Madrid en sus días recientes de novillero atrevido. Único negro zaino del sexteto, el tercero, bien sangrado por Tito Sandoval en dos varas buenas, duró muy poco. Sólo podía domársele a base de bajarle la cara. Pero entonces habría perdido las manos. Muy desacertado El Payo con la espada: dos pinchazos, entera atravesada, nueve descabellos.

Castaño lombardo, el hermoso cuarto, librado con carácter y temple en el saludo por Juan Bautista se arrancó y peleó de bravo en dos varas, pero fue luego más frágil que bravo. Una faena lineal del torero de Arles. De las de no descararse ni esconderse, de fácil solución y, por tanto, cómoda. Y una estocada marca de la casa.

Tejela se había quedado con la miel en los labios en la primera baza. Y se quedó en la segunda. Un quinto toro retinto, zancudito, cornicorto pero ligeramente cornipaso, alto de cruz, un punto cara de rata y por tanto degollado, y de brío más codicioso que formal. Otro toro sin fortuna, pero pronto en banderillas, llorón luego, de no parar pero de acabar de darse ni de descolgar. Alguna claudicación. Faena segura pero de trámite de Tejela. Un pinchazo, media tendidísima y dos descabellos.

Marca

Por Carlos Ilián. Tejela y un buen Torrestrella

Antes y durante la primera parte de la corrida cayó la mundial sobre la plaza. Granizo y viento como para arrugarle el ánimo a cualquiera. No era el mejor marco para una tarde de toros pero aquello fue para adelante y a la gente no le importaron ni la lluvia ni el frío para casi llenar la plaza. Y esto sí que es una buena noticia y lo mejor de este San Isidro. En plena crisis y cada día la plaza de Madrid a tope. A ver qué otro espectáculo puede presumir de meter todos los días y durante un mes seguido una media de 21.000 personas en un recinto.

El desarrollo de la lidia no correspondió, en general, al entradón que registró la plaza, pero la bella lámina de los toros de Torrestrella y la disposición, ¡por fin!, de un Matías Tejela que ya le vé las orejas al lobo y ha salido a por todas, compensaron en parte la asistencia de público. Desde luego que si Tejela saliera todas las tardes tan dispuesto comop ayer otro gallo le cantaría. Se empleó de verdad con el capote, galleando por rogerinas, en chicuelinas muy apretadas y en verónicas de cadencia. Y para su suerte se llevó el únco torrestrella con fondo, al que toreó de primor sobre la mano izquierda y muy templado en los redondos.

Mató de una gran estoc ada y le negaron en el palco una oreja legítima. El quinto fue otra cosa, derrumbándose en cuanto Tejela le bajaba la mano. Y así no hay forma de el más mínimo lucimiento. Juan Bautista estuvo breve y aseado ante un lote tan insulso como frío estuvo el torero. Y el mexicano El Payo anduvo a la deriva, icapaz de afrontar un compromiso como el de ayer. Si no se está en condiciones de venir a Madrid más vale quedarse en casa para evitar males mayores. Y hoy los sufrió de a kilo.


©Imagen: Preciosa media verónica de Tejela a su primer toro. | las-ventas.com

Madrid Temporada 2012.

madrid_190512.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:21 (editor externo)