Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


madrid_190519

Plaza de Toros de Las Ventas

Domingo, 19 de mayo de 2019

Corrida de rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Toros de Fermín Bohórquez correctos de presentación. Desrazados en su conjunto a excepción del 5º que transmitió.

Caballeros rejoneadores:

Andy Cartagena: Rejón (saludos tras petición). En el cuarto, un pinchazo y rejón efectivo (oreja).

Sergio Galán: Rejón (saludos tras petición). En el quinto, rejón (oreja) .

Andrés Romero: Pinchazo y rejón bajo con derrame (silencio). En el sexto, rejón (ovación).

Entrada: Dos tercios.

Imágenes: https://www.las-ventas.com/la-tarde-tras-el-objetivo/las-ventas-19-de-mayo-de-2019

Video: https://twitter.com/i/status/1130227921988276227

Crónicas de la prensa

Las Ventas

Oreja de peso para Galán y otra corta Andy Cartagena en la primera de rejones

Abrió la tarde Andy Cartagena con Cuco para colocar un rejón de castigo. A Lomos de Picasso llegaron los momentos más destacados, además de tres largas, lo movió pegado a la grupa. Tres cortas con Pinta y la estocada cayó caída saludando ovación. Faena a más la del cuarto que fue hilvanando el alicantino. Con Apolo al quiebro, con Cupido y con Luminoso al violín tras moverlo a dos patas. Con Pinta dos cortas y teléfono antes de pinchazo y rejón de muerte tras el que cortó una oreja.

El segundo de Bohórquez manseó de salida y Sergio Galán puso dos rejones de castigo. Bien el conquense en la lidia y controlando los arreones del astado. A lomos de Embroque levantó faena con tres largas, la tercera esperándolo y al quiebro de mucho mérito. Con Titán saliendo con piruetas en la cara del toro y destacar las dos a la par a lomos de Apolo. Toreo del bueno ante el quinto de la tarde. Un toro de Bohórquez que fue a más y tenía enfrente a un jinete que derrochó toreo puro a lomos de Ojeda, Embroque y que levantó a parte de los tendidos con el par a dos manos de Óleo. Faena importante que pasaportó con un certero rejón de muerte. Oreja de peso la de Galán.

Se movió el tercero en faena de altibajos de Andrés Romero. Muy dispuesto el onubense que destacó a lomos de Guajiro pero no acabó de rematar antes de dejar una estocada baja. Faena pulcra de Romero ante el sexto en la que destacaron los dos primeros rejones de castigo con Beirao. En las banderillas largas no acabó de haber precisión en los embroques. Bien con Chamán las dos rosas y el rejón de muerte cayó contrario.

ABC

Por Andrés Amorós. Solo una oreja a Cartagena y Galán en Las Ventas

No hay salidas a hombros, como otras veces, en el festejo de rejones. Los toros de Bohórquez, manejables, transmiten escasa emoción. Andy Cartagena y Sergio Galán consiguen solamente cortar un trofeo.

Ésta es la primera corrida de rejones de las cuatro programadas en la Feria (tres domingos y un sábado). Con todos los respetos, el cambio con respecto a la pasión y la exigencia que hemos vivido en esta semana es demasiado grande. Supongo que, si la empresa lo hace, es porque atrae a un determinado público y porque le resulta rentable. No es un tópico decir que el tipo de espectadores y el tono benévolo son propios de estos festejos. Creo que a otros aficionados también les resultan excesivos estos cuatro festejos. Hoy en día, las cuadras de caballos suelen dar un gran espectáculo pero la falta de casta de muchas reses disminuye la emoción. (Antes, los rejoneadores lidiaban toros de las mismas ganaderías que los toreros de a pie, no había ganaderías especializadas en este tipo de festejos).

Andy Cartagena, discípulo de Ginés, su tío, ya ha abierto esta Puerta Grande diez veces. En el primero, manejable, destaca con «Picasso», de capa espectacular, con pintas, que clava fácil, y en los alardes ecuestres, con «Cafetero». Mata rápido y eficaz: saludos. Se muestra muy seguro y espectacular en el cuarto, levantando entusiasmo: baila con «Cupido» (como cualquier enamorado); camina sobre las patas traseras con «Luminoso», un alarde circense; mata a la segunda: oreja.

Con su sobrio clasicismo, Sergio Galánha salido aquí a hombros ocho veces. El segundo mansea, se para pronto. Lidia bien con «Embroque»; «Titán» lo saca de tablas; clava a dos manos con el veterano «Apolo»; se muestra seguro y eficaz, mata pronto: saludos. Realiza lo más notable de la tarde en el quinto, que se mueve más, le permite mayor lucimiento. «Embroque» torea con la cola; «Ojeda» le da «muletazos»; con «Apolo», clava bien a dos manos. Rejón: oreja.

El onubense Andrés Romero, discípulo de Diego Ventura, ha actuado más en Sevilla –donde arrastra a muchos partidarios– que en Madrid. El tercero embiste pronto y con más celo pero acaba rajado. Andrés clava desigual, tiene problemas con «Guajiro» y mata caído, a la segunda. En el sexto se muestra muy gestual pero irregular, al clavar. Arriesga con «Fuente Rey», roza el percance. Levanta el entusiasmo, al caminar sobre las cuartos traseros, «Jerjes» (el mismo nombre del oratorio de Haendel). Mata a la primera y saluda.

Como solía matizar Eugenio d’Ors, ha habido entusiasmo pero no indescriptible. Estos festejos de rejoneo siguen atrayendo a cierto público pero conviene reformarlos, para que tengan más emoción, y centrarse en el toreo a caballo, más que en los alardes circenses.

Postdata. En su reciente librito «La dignidad del toreo», sostiene Gonzalo Santonja que «el toreo no es una manifestación cultural del pueblo español; es más, mucho más: el toreo es un elemento constitutivo de la personalidad histórica y cultural del pueblo español, viene de antes de nuestro nacimiento como nación». Añado yo: por eso algunos quieren prohibirlo.

La Razón

por Ismael del Prado Galán y la novena Puerta… truncada

ual Roman Polanski, Sergio Galán buscó ayer “La novena puerta”. Esa de la gloria que se abre en plena calle Alcalá. Era suya. Una faena cumbre a un notable quinto “Bohórquez” así lo auguró y hasta el acero lo corroboró. Era de dos… Hasta que el palco se la jugó. Y paseó una. Como Andy Cartagena. Distintos caminos. La elegante pureza del conquense, sin estridencias, frente a los efectismos del benidormí. Para gustos, colores, el que escribe, se queda con lo primero. Esencia pura. Galán buscó encelar a ese zancudo y avacado quinto con “Alcotán”, un precioso caballo perla de nuevo cuño, con el que sólo colocó un rejón de castigo. Este “Murube” fue el mejor del encierro, por codicia, ritmo y transmisión. Buen toro. Lo enceló el manchego con “Embroque”, que lo llevó literalmente cosido al estribo en dos vueltas completas al doble anillo. Cumbre, esos “muletazos” de costado. Temple de diamante y batidas de seda. De tordo a tordo, “Ojeda”, su caballo estrella, lo bordó dándole siempre el pecho al toro, muy de frente, y clavando dos farpas en las que batió muy en corto. También citó a escasa distancia en el par a dos manos sobre “Apolo” antes del epílogo con una rosa. Obra muy importante, que rubricó con un rejón en todo lo alto. Sin puntilla. Los dos orejas parecían rotundas, pero el palco dilató la concesión de la primera oreja hasta el último suspiro impidiendo que el tendido reclamara la segunda.

Antes, esperó a su primero en la bocana de chiqueros sobre “Amuleto”. Allí, recibió a portagayola a un segundo muy distraído y desentendido. Ni siquiera los rejones de castigo lograron darle celo al “Murube”. Salió el tordo “Embroque” con el que hizo dos buenas batidas en sendas farpas, sin embargo, la mejor, llegó al quiebro dándole todas las ventajas al toro que, aunque marcó querencias, se dejó. Doma y pureza del conquense. Se gustó en las piruetas en la cara del astado con uno de los veteranos de su cuadra: “Titán”. Más desigual, el par a dos manos sobre “Apolo”. La rosa final con “Óleo” elevó el tono de nuevo y, después de un rejón algo trasero, saludó una ovación tras petición.

Andy Cartagena enceló al cuarto que tuvo nobleza con “Morenito” y le colocó dos rejones de castigo. Más tarde, quebró con ajuste sobre “Apolo”. Pero fue con los balancines y giros de 360 grados de “Cupido” con el que llegó al tendido. Allanó el camino y “Luminoso”, “andando” sobre los cuartos traseros, enfiló la vereda. Dejó con él, además, dos farpas notables al violín aprovechando el buen son del burel. Dos cortas más y un sinfín de alardes en la cara del toro, como “el teléfono”. Pinchó antes de un rejón de efecto fulminante, que aseguró su trofeo.

Había roto plaza un ejemplar fuerte y acapachado, con cuajo, que salió desentendido y al que Andy Cartagena buscó dar celo con “Cuco”. Se lo dejó crudo, un solo rejón de castigo, y tiró del Appaloosa “Picasso” para torear a dos pistas. Muy templado, fue cambiando el costado dejándoselo llegar muy cerca antes de las batidas al pitón contrario. Cerró con un carrusel de cortas sobre “Pintas”. Luego, se le fue la mano con el rejón de muerte, trasero y caído. Saludos.

Andrés Romero sorteó un tercero con mayor fijeza que los dos anteriores. Tuvo buen son y transmisión en sus embestidas. El onubense sólo le colocó un rejón de castigo sobre “Beirao” y clavó con suerte desigual pese a su disposición, pues marró en varias batidas y quiebros con “Guajiro”. Tras un pinchazo, dejó un rejonazo infame y fue silenciado. También evidenció algún que otro titubeo en las batidas con “Hidalgo” y “Fuente Rey” en la lidia del colaborador sexto, el más pesado del envío, que tuvo movilidad y celo. Los momentos de mayor lustre llegaron en las elevadas sobre “Jerjes” y sendos ramos con “Chamán”. Enterró medio rejón en buen sitio y saludó desde el tercio. Sin oreja como Cartagena y Galán. De él, fue la tarde. La novena Puerta debe esperar.

El País

Por Antonio Lorca. Turbulencias en el rejoneo

La muy prestigiosa Feria de San Isidro no merece un espectáculo de rejoneo como el de ayer. Aburrido e insufrible son algunos de los calificativos que se le podrían aplicar por el juego desarrollado por los toros y las actuaciones de los caballeros.

Ya es hora de que se jubilen los toros de Fermín Bohórquez aunque cuesten más baratos que otros; y más de un rejoneador debiera ir pensando en el descanso a tenor del aburrimiento que provocan sus actuaciones. Practican el mismo rejoneo desde que tomaron la alternativa, no aportan nada nuevo al espectáculo, las mismas piruetas, los mismos trucos, las mismas carencias. Y los espectadores se aburren una barbaridad.

Así, entre unos y otros están acabando con un espectáculo que ha protagonizado páginas gloriosas del toreo a caballo. Hay que acabar de una vez con ese torete desmochado parado y descastado que más bien parece un juguete mecánico y sin vida, y sustituirlo por un toro de verdad aunque esté despuntado. Con los toros de ayer no hay toreo.

Andy Cartagena cortó una oreja gracias a los números circenses de sus caballos y no a su torería. Mejor estuvo Sergio Galán, sobre todo ante el codicioso quinto; destacó en los pares de banderillas a dos manos, y dejó retazos de su superioridad técnica; y Andrés Romero, de la escuela de Ventura, espectacular y animoso, estuvo muy poco acertado.

El buen toreo -el bueno de verdad- es un destello de luz tan fulgurante que hipnotiza, deslumbra y arrebata.

Y se da a conocer con tan escasa frecuencia que la plaza entera guarda silencio cuando se hace presente, los sentidos se afilan y se agitan los corazones.

Algo así sucedió el sábado cuando Pablo Aguado enseñó su torería y contó el prólogo de una tauromaquia eterna, clásica y conmovedora.

¿Emoción? Si lo de Las Ventas fue emoción, grado máximo de la belleza, ante un toro de nobleza pastoril y muy escasa fortaleza, ¿cómo habría que calificar lo acaecido días antes en la Maestranza, que fue toda una explosión de arte supremo?

Los detalles de Aguado fueron precisos y preciosos, pero detalles al fin que supieron, eso sí, a gloria bendita por desconocidos y deslumbrantes.

La silente y entendida afición madrileña disfrutó, y de qué modo, con una suerte de fantasía, un aperitivo, unas gotas del arte del toreo. Conoció lo que se podría llamar una ensoñación de la belleza.

Pablo Aguado es más. O eso, al menos, fue lo que demostró en Sevilla. Madrid solo pudo soñar el toreo con unas pinceladas mágicas. Ojala pronto le salga un toro de encastada nobleza y el sevillano pueda desgranar los capítulos centrales -y verdaderamente emocionantes- de un arte para que el parece elegido desde su nacimiento.

El Mundo

Por Gonzalo Bienvenida. Galán, pese al nuevo listón

La rigurosidad olvidada del palco de Las Ventas los días de rejones pareció llegar de repente este domingo. Quizá se trate del efecto rebote al rabo concedido en el último San Isidro a Diego Ventura. El cambio de listón perjudicó de forma injusta a Sergio Galán que mereció la novena salida a hombros de Las Ventas de su carrera. En suerte le tocó el toro de Fermín Bohórquez de más opciones. Tuvo transmisión pese a su fría salida. Su celo fue despertando, como si de un león desperezándose se tratara.

Galán lo cuajó sin gestos a la galería, metido en sí mismo, creando para él. La paradoja se dio cuando el rejoneador de Tarancón esperaba sobre Alcotán, como una miniatura de cuatro años, la salida del Murube cinqueño. Un año le sacaba, mas la elegancia del fino caballo le aventajaba infinitamente. Galán supo encontrar el fondo del toro de Bohórquez encelándolo con Embroque. Las banderillas en lo alto. Con Ojeda llegó la máxima pureza: muletazos con la grupa que lograban templar la embestida. Pasadas ajustadas. Ni una duda, ni una alharaca. Lo más espectacular fue el par a dos manos con el veterano Apolo. De máxima exposición y clasicismo. La rosa y el rejón de muerte en la misma perra gorda. El presidente remoloneó hasta el último momento la concesión de la oreja. Que debieron ser dos, esta vez.

En su primer turno pechó con un toro desrazado al que lidió con solvencia. Al que no se le pudo reprochar un ápice de entrega fue a Andy Cartagena. Por otro palo, logró una oreja de peso ante el mansito cuarto de la tarde. Todo lo tuvo que hacer el rejoneador de Benidorm: quiebros, regates, piruetas, cabriolas y un espectacular paseo de manos que metió al público en el bolsillo. No se dejó nada en el tintero, tampoco con el que abrió plaza con el que galopó a dos pistas de forma espectacular.

Cerró la terna Andrés Romero que no tuvo suerte en su primer turno y que pareció no encontrar las teclas oportunas con el último. Hubo momentos de interés, especialmente a lomos de Fuente Rey, con quiebros inverosímiles, tanto que rozó el percance. La afición no terminó de entrar en la actuación. Como si el repentino cambio de criterio presidencial hubiera tenido su efecto inmediato en los tendidos.

También pudo contar la falta de raza de la corrida de Fermín Bohórquez que no dio el espectáculo esperado.

Madrid Temporada 2019

madrid_190519.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:16 (editor externo)