Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


madrid_200519

Plaza de Toros de Las Ventas

Lunes, 20 de mayo de 2019

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de Conde de Mayalde correctos de presentación, encastada y con movilidad a excepción del segundo y tercero - (noble con calidad el primero, deslucido el segundo, a menos el tercero, de encomiable tranco y a más el cuarto, manejable con clase el quinto y con duración el sexto).

Diestros:

Rafael González: de gris plomo y plata (ovación con saludos y oreja)

Marcos: de verde botella y oro (silencio y silencio tras dos avisos)

Fernando Plaza: de malva y oro (silencio tras aviso y ovación con saludos tras aviso).

Incidencias: Miguel Martín y Fernando Sánchez, saludaron una ovación tras parear al quinto de la tarde. Al finalizar el paseíllo, se guardó un minuto de silencio en memoria del ganadero Fernando Domecq, fallecido en Madrid en el día de hoy tras una larga enfermedad.

Entrada: dos tercios de plaza en tarde agradable - (16.810 espectadores).

Imágenes: https://www.las-ventas.com/la-tarde-tras-el-objetivo/las-ventas-20-de-mayo-de-2019

Video: https://twitter.com/i/status/1130576422538502146

Crónicas de la prensa

Portal Taurino

Por Alberto Bautista. Oreja para Rafael González ante una excelente novillada del Conde de Mayalde

Con el mejor lote González paseó una oreja, gracias a un soberbio estoconazo. Fernando Plaza, volvió a captar la atención gracias a su temple y naturalidad. Marcos silenciado en su lote, ante una notable novillada del Conde de Mayalde.

Con reminiscencias talavantistas el novillero Fernando Plaza, volvió a lucirse en la primera novillada de la feria de San Isidro. Ya lo hizo durante su presentación en la pasada feria de la Comunidad de Madrid. La mano izquierda, el gusto y la plasticidad en dos obras compactas, fueron las virtudes que desarrolló en sus dos turnos ante una encomiable novillada del Conde de Mayalde. Plaza puso el toreo, el trofeo fue obra de Rafael González con un lote de puerta grande, tras cortar un apéndice del cuarto, en una faena mediocre rubricada de una sensacional estocada. En estos tiempos de faenas interminables, la tarde y los novillos (a excepción de segundo y tercero) con repetición y movilidad no iba a ser para menos. Los dos primeros del cartel, Rafael González y Marcos dieron muchos pases, pero no llegaron a transmitir la calidad de sus respectivos lotes. El primero de la tarde, fue un encastado novillo que dio opciones de triunfo a González en una labor donde la armonía, la despaciosidad y la ligazón; fue la tónica predominante. Una vez más, el lote le sirvió el triunfo en bandeja, pero no supo aprovecharlo.

Cómo tampoco supo verlo, Marcos; novillero cuajado pero que taurinamente no dijo absolutamente nada. En su primero se enroscó en una faena kilométrica, y con el quinto volvió a quedar caricaturizado. Muchos pases y toreo en redondo, pero ninguno de ellos para el recuerdo. En contraposición, encontramos la frescura de Fernando Plaza con un concepto del toreo sin estereotipos. Distinción y torería, en dos faenas de corte artista. Talavante en el recuerdo, con una mano izquierda prodigiosa. Se estrelló contra un tercero parado y de corto viaje, en el que quiso hacer el toreo de temple al natural, pero fue silenciado. Volvió por sus fueros frente al sexto, en otra faena al natural de manera intermitente pero de mucha exposición. La ovación con saludos tras fallar con los aceros retumbó los cimientos de la Monumental, en una tarde triste tras el fallecimiento del que fuera ganadero de Jandilla primero, y Zalduendo después; Fernando Domecq Solís. Descanse en paz.

El País

Por Antonio Lorca. Una cruel paradoja

Qué mala suerte que te toque un buen novillo en Las Ventas; sobre todo, si es de tan exquisita calidad en su embestida que más que novillo parece un cordero y más que noble hace las veces de tonto.

Qué cruel paradoja esta de soñar noche tras noche con ese animal al que le puedas hacer la faena de tu vida, esa que te encumbre y te abra las puertas de una alternativa de lujo; y que llegues a la plaza de Madrid y salga ese novillo bonito, un juampedro artista, bien hecho, mansurrón en el caballo, sosón en banderillas y repetidor, fijo y humillado en la muleta, y que embista veinte o treinta veces con esa calidad que soñaste. Que surjan los muletazos unos tras otro, con la mano derecha ahora y la izquierda después, y que no se oiga un olé en los tendidos.

Algo peor: que percibas que la gente se aburre, que bosteza y pide a gritos que acabes cuando antes con esa mortecina labor que a nadie interesa.

Qué mala suerte que te toque un buen novillo en Las Ventas y no seas capaz de hacer realidad el sueño de tu vida, pero así de dura es esta profesión.

Rafael González recibió a su primero de rodillas en los medios y a duras penas consiguió darle una larga afarolada; después, se plantó en el tercio, juntó los pies, y ofreció un recital de toreo de capa espectacular y torero en el que combinó aceptables verónicas, ceñidas gaoneras y una vistosa revolera final. El festejo no podía comenzar de mejor modo.

Pero llegó la prueba final e importante del examen cual es la faena de muleta. El novillo, que manseó con descaro en varas y acudió sin ganas a los rehileteros, embistió con sorprendente calidad, una y otra vez, al cite del joven torero. Sin chispa, con un toque de tontura animal, como un corderito fiel y amoroso, pero no se cansó de embestir. Y ahí radicó el problema: esos novillos exigen un artista exquisito, de los que son capaces de erigir en cada muletazo un monumento al arte del toreo. Y esa es una cualidad reservada a unos pocos elegidos.

Total, que Rafael González, primoroso con el capote, parecía el oficiante de un funeral de tercera muleta en mano. La gente se entretenía con las pipas, hablaba con el de los refrescos y se contaba sus cuitas mientras el novillo humillaba el hocico y no se cansaba de obedecer. Ni las bernardinas finales animaron al desalentado público. Algo parecido le sucedió en el cuarto, de menor calidad que el primero, pero igualmente bonancible, Una gran estocada final de efecto fulminante le permitió pasear una oreja que fue un premio excesivo.

Lo mejor de la lidia del lote de Marcos fueron los pares de banderillas de Domingo Siro, Miguel Martín y Fernando Sánchez. Puede parecer duro, pero la realidad no tiene vuelta de hoja. Se le ve al novillero experimentado, pero, como a su compañero, se le vio con escasas ideas y superado por la calidad de sus novillos. También dio muchos pases, pero ya se sabe que torear no es cuestión de números. Total, que tampoco Marcos demostró calidad a la altura de la dulce nobleza de sus oponentes.

Más elegante y asentado, Fernando Plaza inició su primera faena de muleta con estatuarios que hicieron albergar una esperanza baldía por la sosería del novillo y la aparente tristeza del torero. Mejoró ante el sexto, noble como sus hermanos aunque con menos movilidad, y Plaza dibujó algunos naturales de trazo largo y bella ejecución. Se oyeron entonces los primeros olés. El asunto no pasó a mayores porque el torero alargó la faena y cansó a la parroquia a pesar de sus buenas maneras.

El Mundo

Por Gonzalo Bienvenida. Talavante tiene relevo

Respetuosamente Madrid reconoció con su silencio la obra de Fernando Domecq. Impepinable homenaje en la catedral del toreo. Como gran aficionado que fue, habría disfrutado de la novillada origen Domecq del Conde de Mayalde y de la tarde que Fernando Plaza que tanto recordó a uno de los toreros de Fernando, Talavante. Plaza volvió a Madrid tras impactar hace veinte días. Participó en los tres quites que le correspondieron: sedosas gaoneras a pies juntos, tafalleras con templadas cordobinas e impertérritas saltilleras. Tras cada lance un suspiro del respetable. Plaza no cambió el gesto. Un toreo tan puro requiere un punto de emoción en el enemigo: su primero pecó de soso dentro de su nobleza pero Plaza hilvanó naturales ajustadísimos, de exquisito, temple y vertical estética. El sexto tuvo la chispa del manso y fue entonces cuando Madrid volvió a entender la inmensidad de los naturales de Plaza. Fueron perlas aisladas unas veces, hilvanadas en una sola tanda tan sólo una vez. Todas coronadas siempre con el asentado broche de los pases de pecho a la hombrera contraria. Su forma de andar, de citar, de colocar las plantas de los pies, llevaba a confundirlo a veces con el propio Alejandro Talavante de aquellos inicios de la mano de Corbacho. Tan salvaje, tan de verdad. De rodillas había visto las puntas pasar sin inmutarse en el prólogo de la desordenada faena. Se arrimó porque quiere ser.

El gato al agua de lo llevó Rafael González que cortó una oreja fruto de su actitud de novillero. El ansia del novillero, su entrega, es incuestionable: saludó por gaoneras tras una portagayola, largas cambiadas, variedad de quites, un explosivo cambiado por la espalda y una fulminante estocada. Esas fueron las claves para conquistar el triunfo. El cuarto fue un torrente de calidad que fue apagándose y pese a que al primero le faltó un punto de humillación al final de los muletazos, el lote fue de Puerta Grande.

Al primero de Marcos le faltó poder mientras al rebrincado segundo requirió una distancia que no encontró siempre el novillero. Madrid sigue esperando a Fernando Plaza.

ABC

Por Andrés Amorós. Excelente novillada del Conde de Mayalde en Las Ventas

Se guarda un minuto de silencio por el fallecimiento de Fernando Domecq, ganadero de Zalduendo. Entre sus toros, recuerdo yo de modo especial a «Lazarillo», con el que, el 21 de abril del 2006, realizó Enrique Ponce su faena cumbre, la que le hizo entrar definitivamente en Sevilla. Descanse en paz Fernando Domecq.

Las novilladas son el futuro de la Fiesta. (Y el público joven, por supuesto). Ahora mismo, son un grave problema, al que se buscan pocos remedios. Hacen una excelente labor los certámenes de novilladas; cerca de Madrid, el «Alfarero de Plata», de Villaseca de la Sagra. Algunas ferias no programan ni una novillada porque atraen poco público. Por eso, tienen menos posibilidades de curtirse los novilleros: bastantes, que actúan en Las Ventas, acusan falta de preparación para esa exigencia. (Antes, Vistalegre cumplía ese papel). La pescadilla que se muerde la cola… Está bien que la Feria de San Isidro ofrezca tres novilladas.

En Gijón, donde suele lidiar, he visto buenos encierros del Conde de Mayalde, encastados y nobles. Así han sido también los de esta tarde pero sólo Rafael González corta un trofeo.

Recibe Rafael González a portagayola al primero, que mansea en varas, derriba; va a más, saca casta, repite. El diestro se queda muy quieto y los muletazos tienen eco. No mata bien. Ha sido un excelente novillo. Al cuarto, que repite incansablemente, lo recibe ya por chicuelinas; comienza de rodillas, no regatea entrega, en una faena voluntariosa, larga y variada. La estocada, de efecto fulminante, le vale la oreja (la cuarta que consigue en esta plaza).

Marcos es hijo del empresario Maximino Pérez, nieto del ganadero Domingo Hernández. Se nota que ha toreado bastante, en el campo. Ese estilo campero le da soltura en el manejo de los engaños pero puede no ser suficiente para emocionar al público. (La historia nos ofrece muchos ejemplos de hijos de toreros o ganaderos). Dejó la profesión y volvió a ella. En el segundo, se lucen, con los palos, Fernando Sánchez y Domingo Siro. Comienza con tres cambiados (la moda actual). El novillo es noble pero se para pronto. Marcos luce su buen estilo pero el trasteo no cala. Mata con decisión, atravesado. Recibe a portagayola y con faroles de rodillas al quinto. Saludan Miguel Martín y Fernando Sánchez. Luce Marcos sus buenas maneras en una faena larga pero desigual. Mata a la tercera. El novillo tarda en caer y suenan dos avisos.

Fernando Plaza es hijo de un banderillero de la cuadrilla de Talavante: en su estilo se advierte claramente la huella del maestro. En el tercero, que aprieta en el caballo, torea vertical, solemne, suave. Tiene buen concepto pero poca experiencia (lleva sólo un año con picadores). No mata bien. Brinda al Fundi, Rafael de Julia y Miguel Rodríguez. Traza buenas tandas de naturales, con gusto y personalidad, en una faena desigual pero prometedora. Mata contrario: aviso y saludos.

Hemos visto, esta tarde, tafalleras, saltilleras, pases cambiados, del desprecio, manoletinas, bernadinas… Lo que ven hacer a los maestros actuales. El ejemplo de Pablo Aguado les debería hacer volver a la verónica y el natural.

La Razón

Por Patricia Navarro. La otra historia de Plaza y el trofeo de González

veces con poco se dice mucho. Incluso todo. Por eso sólo hizo falta el comienzo de faena de Fernando Plaza al tercero para ver un concepto bueno en su manera de estar por la plaza, de querer echarle los vuelos de los trastos, de la verticalidad, de la cadencia, de otra historia que se sale de la vulgaridad de muchos días. Esa perfección imperfecta como es el arte. El novillo tuvo buen ritmo, pero toda la sosería del mundo a cuestas. No fue faena grande la que hizo al tercero, pero tiene personalidad, eso que tanto se busca y poco se encuentra. Tiene algo, que ni se quiere definir, pero te hace querer volver a verle. La espada no fue, más bien quedó el aroma. Y la esperanza del sexto. Se movió mucho a punto de irse en todo momento. De rodillas el comienzo, aunque los naturales buenos vinieron justo después. No fue una faena maciza, tuvo desigualdades, como las tenía la informal embestida del novillo. Pero se ve su manera de hacer las cosas, su parsimonia, su valor sincero y luz sobre el futuro. El resto, se aprende.

Mansito en varas y a su bola durante parte de los primeros tercios fue el novillo que abrió plaza. Punto y aparte en el momento de la soledad, el momento de la verdad. Ahí el de Conde de Mayalde rescató toda la fijeza que no había tenido hasta entonces y se entregó en la muleta con plenitud, repetición, franqueza y transmisión. Rafael González su matador se fue a portagayola, puso variedad en el saludo de capa e imprimió a la faena firmeza siempre y oficio y estuvo más entonado por el pitón diestro. No tan fino después y totalmente desafinado a la hora de matar. El novillo merecía la excelencia.

Bueno resultó también el cuarto, muy presto a los cites y boyante. Rafael sumó de su parte todo un despliegue de valentía y raza, sobre todo en los comienzos de rodillas, en la arrucina por la espalda y puso ganas después en el toreo fundamental, pero aquello no acababa de llegar al tendido ni lograr la entidad suficiente para el éxito. Apuró la faena con manoletinas y se ganó el trofeo con una estocada a carta cabal, en el mismo hoyo y de efecto fulminante. No perdonó ni medio quite, ni antes ni después.

Un ritmo bueno tuvo el segundo, pero le duró poco el ímpetu y por vía directa la transmisión. Marcos estuvo solvente con el animal, pero sin romper la frialdad. Se fue a portagayola con el quinto a lo que siguieron varias largas de rodillas. Ganas había. Y compromiso. Miguel Martín y Fernando Sánchez lo bordaron en banderillas y se desmonteraron. La faena al novillo que tuvo raza y cosas buenas contó con altibajos. La cumbre fue una tanda diestra y el resto más desordenado. La espada se dilató y retornamos al punto de partida de la frialdad.

La tarde tuvo matices, muy diferentes y una novillada de Conde de Mayalde que tuvo que torear.

Madrid Temporada 2019

madrid_200519.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:23 (editor externo)