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PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

Tarde del viernes, 21 de mayo de 2009

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Cuatro toros de Juan Pedro Domecq (justos de presentación y escasos de fuerzas, destacando 4º y el 6º ovacionado en el arrastre) y dos sobreros (2ºy 3º) de José Vázquez (mansos y deslucidos).

Diestros:

Morante de la Puebla: cuatro pinchazos, media tendida -aviso- y un descabello (silencio); pinchazo, estocada baja -aviso- (oreja).

José María Manzanares: estocada (silencio); gran estocada (ovación).

Rubén Pinar, que confirmó alternativa: media caída (silencio); casi entera muy baja (silencio).

Entrada: Lleno de 'No hay Billetes'.

Crónicas de la prensa: El País, Abc y El Mundo.

Madrid Temporada 2009


El País

Por Antonio Lorca. Las bellas artes, según Morante

Si las bellas artes son un compendio de genialidad, inspiración, creatividad, caricia, armonía e inteligencia, Morante de la Puebla elevó ayer el toreo al cielo merecido por la pintura, la escultura, la música… La belleza, en suma…

El torero sevillano soñó el toreo con el capote en una tarde que ha pasado ya a la mejor historia de la tauromaquia, y dejó a Las Ventas sobrecogida, conmovida, arrebatada y entusiasmada con un derroche de arte sublime y puro barroquismo. Su toreo fue una luz deslumbrante y cegadora que nos reconcilió a todos con la alegría y la intensa emoción que nunca debieron dejar de ser consustanciales a esta fiesta.

Fue Morante un torero transfigurado, valiente, enrabietado, entregado y, a veces, heroico, dispuesto a todo para alcanzar la gloria. Y la tocó con las yemas de los dedos, vaya que si la tocó, y sólo el irregular manejo de la espada le impidió instalarse en ella.

La grandiosa obra la cimentó el genial artista en el cuarto, con el que protagonizó una larga sinfonía con el capote, imposible de describir con palabras, porque fue sentimiento puro, embrujo hechizante y delicada orfebrería.

Salió el toro, cómodo de cabeza como los demás, y Morante lo vio de inmediato. Lo citó desde el centro del anillo y rasgueó cuatro verónicas -las dos primeras, excelentes-, y dos medias extraordinarias. Lo llevó al caballo galleando por chicuelinas vistosas, rematadas con otra media que fue un prodigio de plasticidad.

Cuando los tendidos empezaban a rugir, el torero, de nuevo, en los medios; el capote, por delante; el corazón, a borbotones, y lo vuelve a citar a la verónica. Diseñó, pintó, moldeó y musicó cuatro lances lentísimos, pura cadencia, sentimiento a flor de piel, y trazó otra media endiabladamente bella, con el capote enroscado por todo su cuerpo.

Pero no acabó ahí la obra del artista. Otra vez, ¿otra vez?, el capote acariciado por los dedos, y un quite por chicuelinas con las manos muy bajas, y la plaza ya enloquecida y enfervorizada por tanto resplandor. Otra media inexplicable e inimitable, derroche de arte total.

¡Qué borrachera de gozo! Ahí podía haber acabado la faena; ahí se lo podían haber llevado ya a hombros, porque el arte se disfruta más en gotas de esencia.

Pero quedaba la muleta, y resurgió de nuevo la torería del genio. Unos ayudados por alto y un pinturero kirikiki dieron paso a una tanda de cuatro derechazos inmensos, preñados de hondura y ligazón. El animal comenzó a dar señales de agotamiento, pero Morante lo intentó a pies juntos por la izquierda y algún natural brotó con empaque. De nuevo, ayudados, y un desplante final, con la muleta plegada, torerísimo, dieron paso a un pinchazo que supo a mala puñalada del destino.

La obra de arte estaba hecha. La vuelta, con una oreja en la mano, fue apoteósica. Sólo faltó, quizá, la música celestial de la sevillana Banda del Maestro Tejera, aunque la música callada del toreo tuvo su mejor intérprete en José Antonio Morante de la Puebla, que presentó ante su inválido primero sus mejores credenciales: una chicuelina, pura improvisación, un ayudado por bajo, un recorte, dos molinetes… Notas sinfónicas… ¿Alguna vez se ha toreado mejor con el capote en esta plaza?

No lo tuvieron fácil sus compañeros. Manzanares un cañón con la espada, sobre todo en el quinto, se las vio con un lote soso y descastado, y se lució, con un precioso quite por chicuelinas. Y el joven Pinar se mostró voluntarioso ante el tercero, y fue meritoria su actuación ante el noble sexto. La verdad es que era imposible llamar la atención después del éxito sin precedentes del torero sevillano.

ABC

Por Zavala de la Serna. Y Morante despertó al dios de la verónica

Para los anales del toreo a la verónica hay que anotar una nueva fecha en moldes de oro: Madrid, 21 de mayo de 2009. Firmado: Morante de la Puebla, torero con alma de bolero. La tarde moribundeaba en un doble bochorno, climático y ganadero. Pero el cuarto de Juan Pedro se equivocó, y tras una salida cagona (literalmente), volviéndose al revés, se enamoró del capote de Morante sobre la misma boca de riego. Los lances se desplegaron como pétalos de empaque y sabor apaulado, mecido el viaje, dormido el lance. Veinticuatro mil gargantas cabreadas de pronto enroquecieron. Oles como cañonazos al viento. Y despertó el dios del toreo. No hay plazas a la contra que no se conmuevan con la verdad que liberan unas muñecas, una cintura, un pecho y un compás soñados. Galleó el genio de La Puebla por chicuelinas no al uso, sino voladas tanto con una mano como la que se queda sobre el eje que gira. Y la media fue bárbara. Creíamos de nuevo en los milagros. Pero no habíamos contemplado la gran obra del creador sevillano: un quite a la VERÓNICA (Vera Icon) en honor a los grandes del capote de todas las épocas habidas y por haber… La vida es mojarse: yo es lo mejor que he visto en el toreo de capa en mi vida. Hubo una verónica por el pitón izquierdo, la tercera o la cuarta del quite, de aquí a la eternidad, lenta, callada, estremecida, que levantó el edificio arrancándolo de sus cimientos. Al infierno que te vayas, yo me voy a ir contigo,porque yendo en tu compaña,llevo la gloria conmigo… Se lo cantaron a Cagancho en una soleá trianera. Los tendidos se precipitaban, se agitaban, se convulsionaban ante la revolución morantista. Todo lo que diga está de más, las luces de los genios siempre prenden. La media verónica a pies juntos fue la coda precisa, enroscado el toro en vuelta abelmontada. Cayeron ramas de romero, un éxtasis colectivo sobre la arena. Morante se rompió. Otros versos sueltos por chicuelinas, otros apuntes alados. No picó al juampedro, y aun así el toro se le venía abajo explotado en la calma de un mar de olas que nacían del Sur. La derecha encajada en cintura a juego con el mentón, torerísima, a otro punto de velocidad del capote. Un kikiriquí, el deseo de sentirse con la izquierda, el deseo interruptus con el toro entregado, muy cruzado y provocador Morante. Habría que quemar los reglamentos como libros herejéticos en la Inquisición: ¿quién no se hubiera llevado ayer a Morante de la Puebla a hombros por la calle de Alcalá? ¿Cuándo vamos a ver torear así con el capote otra vez? Esta noche, esta noche, en la madrugada. Una oreja fue lo de menos. ¿Una oreja como cuáles otras? Las lágrimas de Morante regaron el crepúsculo, que sólo transmuta en amanecer lo puro. Sobrero de José Vázquez con nervio -Morante estuvo inspirado en un inicio de faena imposible-, otro frenado para un Manzanares en actitud de ataque con el calamocheante quinto -¡espléndida estocada!- y un sexto con duración y nobleza para el confirmante Rubén Pinar, que cita con la muleta por Despeñaperros. Difícil y bonita fecha. Para enmarcarla: así tampoco habrá visto nunca torear a la verónica.


El Mundo

Por Lucas Pérez. Sinfonía de toreo de Morante de la Puebla

Morante de la Puebla cautivó a los espectadores de la plaza de toros de Las Ventas con un recital de toreo de capa que pasará, sin duda, a las páginas de oro de la Tauromaquia.

Fue en el cuarto de la tarde, un buen toro de Juan Pedro Domecq al que el sevillano recibió con media docena de verónicas templadas, con gusto, con cadencia, ganando terreno y rematadas con dos soberbias medias en el centro del anillo.

Con la plaza enloquecida, Morante llevó al toro hasta el caballo con unas jaleadas y personalísimas chicuelinas al paso de nuevo finalizadas con ese pellizco especial que sólo este torero posee.

Era sólo un pequeño aperitivo de lo que vendría después de la primera vara, pues el de La Puebla del Río se sacó el toro a los medios, asentó las zapatillas y volvió a soñar el toreo de capote a la verónica. La plaza enloqueció, lágrimas en los tendidos y hasta el tendido 7 al completo, puesto en pie, se rindió al magisterio de un torero único.

Segundo puyazo y Morante, pletórico, no dejó lugar a Manzanares a su correspondiente quite y volvió a quedarse solo con el ejemplar. Esta vez fueron chicuelinas, sublimes, que tuvieron como colofón una inolvidable media verónica a pies juntos interminable, de una belleza infinita. El delirio en los tendíos. Palmas por bulerías en Las Ventas. Simplemente Morante.

Quedaba la faena de muleta, pero daba igual. Si en ese momento el sevillano se va a por la espada, a buen seguro se hubiera pedido el doble trofeo. Morante inició su trasteo con ayudados por alto para sacarse al toro a los medios tras lo cual cuajó una serie en redondo de gran profundidad.

Los olés se escuchaban en Manuel Becerra cuando el toro de Juan Pedro no aguantó más. Se apagó su embestida, pero no la torería de Morante que aún tuvo tiempo de regalar a los aficionados alguna de sus gotas de inacabable torería. Se fue a por la espada y, tras un pinchazo, dejó una estocada suficiente para que la plaza solicitase para él una oreja paseada entre la apoteosis general. La fiesta necesita a Morante, un torero único hoy en día.

El resto de la tarde tuvo poca historia. Parecía que el festejo se perdía entre el aburrimiento general de la Feria hasta que salió el mencionado cuarto. Manzanares tiró de raza y tras el espectáculo vivido con Morante, intentó volver a meter a los aficionados en la corrida con un enfibrado toreo de capote por verónica y chicuelinas.

Con el público caliente, el alicantino toreó con su habitual empaque pero en la segunda tanda el toro se vino abajo y con él el intento de faena de Manzanares que, eso sí, dejó la que hasta ahora es la estocada de la Feria.

Completó el cartel Rubén Pinar, que confirmó la alternativa en una tarde en la que la suerte no le acompañó. Sin suerte con su lote, Pinar se mostró voluntarioso con dos toros descastados y sin fortaleza en el último tercio.

madrid_210509.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:22 (editor externo)