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PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS

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Lunes 21 de mayo de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Dos toros de Antonio Bañuelos (1º y 4º, correctos de presentación y de juego desigual. Engañoso el 4º, que se arrancó de lejos en el caballo y tuvo más genio que entrega). Un remiendo de Couto de Fornilhos (5º, grandón y deslucido). Un sobrero (2º bis) de Aurelio Hernando (manso y deslucido), otro de Carmen Segovia (3º bis, feo de hechuras y noble) y uno más de Hnos. Domínguez Camacho (6º bis, con movilidad pero sin entrega).

Zotoluco. Silencio en ambos.

Diego Urdiales. Saludos y silencio tras aviso.

Morenito de Aranda. Oreja tras aviso y silencio tras aviso.

Entrada: tres cuartos de entrada.

Crónicas de la prensa: COPE, El País, El Mundo, La Razón, EFE, Marca, Diario de Sevilla.

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COPE

Por Sixto Naranjo. Un nuevo petardo ganadero entre espejismos

Otro festejo insufrible esta vez de tres horas de duración. Otro petardo ganadero que hay que apuntar al debe de la empresa. Un festejo tras otro, la semana y media que llevamos de Feria ha sido una continua pasarela de corridas rechazadas y parches infumables. Lo de este lunes fue otra muesca más que ya no extraña a nadie y que se vive con resignación desde los escaños del coso madrileño.

La corrida de Antonio Bañuelos quedó diezmada en el reconocimiento veterinario matinal. Cuatro toros quedaron enchiquerados y sólo dos murieron a estoque en el ruedo. Un remiendo de Couto de Fornilhos con más de seiscientos kilos, un sobrero de Aurelio Hernando, otro de Carmen Segovia y un último de Domínguez Camacho fue el muestrario de hierros que desfilaron por Las Ventas. Cinco ganaderías para seis toros. Casi una corrida concurso.

Y poca historia que contar. Lo positivo, una oreja de Morenito de Aranda, un tercio de varas protagonizado por el picador azteca Nacho Meléndez al cuarto y dos buenos pares de Luis Carlos Aranda, no quedaron más que en espejismos. En esa teoría de querer ver el vaso medio lleno o medio vacío. Porque ni el trofeo paseado por el burgalés tuvo el peso que Madrid demanda para su obtención, ni el cuarto de Bañuelos hizo pelea de bravo en el caballo de Meléndez. Se arrancó de lejos, sí, pero se escupió del peto sin empujar ni apretar. Bien el picador por su toreo a caballo, pero mal por el toro. Espejismos de primavera. Por el contrario, lo más torero, sin lugar a dudas, el tercio de banderilleras de Luis Carlos Aranda al sexto. Torería y eficacia en dos pares que levantaron la ovación más sincera de la tarde.

La oreja de Morenito de Aranda llegó en el tercero, un sobrero de Carmen Segovia que sustituyó a uno de Bañuelos que quedó descordado en el ruedo en el primer capotazo del burgalés. El de Segovia, feo de hechuras, al menos tuvo nobleza en sus embestidas pese a que comenzó algo rebrincado. Pese a que comenzó al natural su faena Morenito, con varias tandas de buen trazo pero sin rematar, lo mejor llegó al final, con dos tandas a derechas más rotas y un final con ayudados muy toreros. La espada viajó delantera y necesitó de un golpe de descabello. El dadivoso público pidió una oreja que el palco no dudó en conceder.

El sexto de Couto de Fornilhos se derrumbó en el tercio de banderillas y hubo de salir, tras la pertinente ovación a Florito, un tercer sobrero de los Hermanos Domínguez Camacho. Se pitó antes de salir la indicación del peso en la tablilla, 487 kg. Un toro que se tapó por la cara pero al que se protestó por su escasa culata y remate. Hubo fibra en el saludo capotero de Morenito y el el toro hizo una palea de manos a más en el caballo. Tras el mencionado tercio con Luis Carlos Aranda como protagonista, el animal llegó a la muleta con movilidad. Cierto que faltó clase en sus embestidas, pero había emoción. Morenito planteó batalla en el tercio, por la derecha, con altibajos en el temple y en el mando. No terminó de apostar Morenito y la faena se fue diluyendo entre la desidia de unos tendidos de los que ya huían despavoridos muchos aficionados.

Volvía Eulalio López ‘Zotoluco’ tras siete años a Las Ventas. Torero figura en su país que nunca ha terminado de entrar en España. Sorteó el lote de toros del hierro titular sin mucha suerte. El que abrió plaza, al que recibió con una larga en el tercio, fue violento y nunca humilló. El mexicano lo intentó con voluntad pero escaso mando.

El cuarto fue un toro que se arrancó de lejos al caballo de Nacho Meléndez. Perfecta la lidia del piquero por elaboración y ejecución de los dos puyazos que llegaron tras derribar el toro al caballo en el primer envite. Pero después, en vez de emplearse en el peto, el toro salió de najas cada vez que sintió la puya. En la muleta, el toro se comportó con más violencia y genio que casta y Zotoluco no llegó nunca a someter las descompuestas embestidas del de Bañuelos. En ambos fue silenciado.

Quien de nuevo vio truncadas sus ilusiones en esta plaza fue Diego Urdiales. El riojano, todo firmeza y decisión, se las vio en primer lugar con un sobrero de Aurelio Hernando áspero al que robó a base de firmeza y colocación varios muletazos de mérito. Se valoró el esfuerzo en forma de ovación. Pero donde no hubo opción ni para el arrimón fue con el torazo de Couto de Fornilhos que tenía enlotado en quinto lugar. Toro mirón, brusco y sin opciones al que pasaportó con dignidad Urdiales entre la compresión el público.

El País

Por Antonio Lorca. Un picador de bandera

Viajó desde su México natal integrado en la cuadrilla de Zotoluco; responde al nombre de Nacho Meléndez y es hijo de otro afamado varilarguero que, según un vecino paisano suyo, ya ganó hace años en esta plaza el premio al mejor picador. Pase lo que pase hasta el final de la feria, mucho y bueno deberá ocurrir para que este señor Meléndez, de figura oronda y categoría suprema como torero, no se haga acreedor de todos los premios.

Es difícil hacer mejor la suerte de picar. Se colocó donde debe, frente por frente a la puerta de chiqueros, movió el caballo con donosura, levantó con energía el brazo derecho y llamó al toro mostrándole la vara. Le dio el medio del caballo, acudió al cite el toro y la puya quedó clavada en el morrillo del animal que, en cuanto sintió el hierro, puso pies en polvorosa. Pero la suerte estaba hecha como mandan los cánones, en todo su esplendor, y así lo notó la plaza, que vibró como en las mejores tardes. Repitió la suerte de igual manera, volvió a clavar en todo lo alto, y fue tal el encontronazo entre toro y caballo que equino y picador saltaron por los aires, y se dieron un costalazo en la arena de padre y muy señor mío. Pero Meléndez ni se inmutó; se levantó, se limpió la arena de la taleguilla y, a pesar de su rellena estampa, se subió a la silla en un pis y pas y, por si quedaba duda, otra vez llamó al toro con alegría y clavó en todo lo alto.

Qué pena que el animal saliera suelto en los tres envites, señal inequívoca de su mansedumbre, pero la plaza, puesta en pie, ovacionó largamente al picador mexicano y le rindió los honores que merece un torero heroico y artista.

Gracias a Meléndez se pudo aguantar la interminable y soporífera corrida, que acabó pasadas las diez de la noche, y en la que salieron al ruedo toros de cinco ganaderías, y ninguno que mereciera la pena. Toros grandones en su mayoría, mansos, broncos, duros de roer, deslucidos y muy descastados. Una auténtica mansada, sin una gota de bravura.

Y otro torero hubo en la plaza; este es español de Aranda y se apoda Morenito. Volvió a evidenciar que tiene maneras de torero hondo y exquisito; se lució a la verónica al recibir a uno de los devueltos y en un quite al sexto. Le costó entender al tercero, al que muleteó acelerado y destemplado hasta que en dos tandas finales con la derecha interpretó el toreo con templanza y ligazón. Le concedieron una oreja de poco peso que bien se pudo quedar en una vuelta al ruedo.

De escasa presentación era el tercer sobrero, pero todo un derroche de codicia y genio. Un toro muy complicado, que tenía mucho que torear y que exigía una muleta poderosa que, quizá, no era la de Morenito. No le perdió la cara, pero el toro ganó la pelea.

Zotoluco tiró de oficio para pasaportar a su complicado lote. A sus 25 años de alternativa, no está para dejarse la vida en el empeño, y se limitó a justificarse. Urdiales, por su parte, valiente, no le perdió la cara a los suyos, muy complicados.

La Razón

Por Patricia Navarro. Un buen Morenito y nueve toros

Hasta que Morenito se hizo presente en el ruedo con su primer toro, pero ya sobrero, el titular se quedó inédito en el primer lance, no nos despejamos de la pesadilla del día anterior. La hipotética e hiriente despedida de El Fundi, que según pasa el tiempo, más cabrea la esencia y las «circunstancias». La corrida, formada por dos hierros, uno de remiendo y otro titular, y una retahíla de sobreros, nos arrojaba a un tedio insoportable. Otra vez. Otra vez Madrid. Once corridas de San Isidro más una de la Prensa. Morenito de Aranda no perdió el tiempo ni nos lo hizo perder. Cada paso, cada gesto, tenía un fin. Y eso que el sobrero de Carmen Segovia no lo puso fácil en los comienzos. Capote en mano todavía, al cite del torero, se asustaba el toro, duelo de temores en la arena de la monumental. Morenito se rehizo, prieto el ánimo, de plomo la convicción e interesó en los comienzos e ilusionó en los remates. El toro iba y venía sin molestar demasiado, dejándose, muy manejable, pero la fogosidad fue pasajera y en la segunda tanda de naturales poco quedaba ya. Morenito encontró en el pitón diestro el filón. Dos tandas, atacando al toro, ésa era la tecla, y un resorte en las 20.000 personas que veían el espectáculo. Con dos tandas, ¿diez pases? puso de acuerdo a todos. Lo que vino después tuvo cadencia y torería justo antes de meter la espada. Y la hundió. Paseó una oreja. Cambiaba ya la proyección de la tarde: a la puerta grande le había quitado un cerrojo. Brilló Morenito con el capote en el sexto. Y hasta ahí pudimos leer, el toro se desmoronó en un par de banderillas y volvimos a empezar: pasaban de largo las dos horas y media de festejo. El sobrero de Domínguez Camacho, de escaso peso y descarados pitones, llevó consigo el mal ambiente. Cumplió en el caballo, arreó Morenito en el quite, y se desmonteró Luis Carlos Aranda en banderillas. Para él fue el brindis. El toro tuvo carbón, movilidad, violencia y era muy rebrincado en el viaje, pero transmitía. Morenito hizo el esfuerzo, no era fácil encontrar el temple en esa consecución de hachazos, y con una notable actitud dejó entreabierta la puerta grande, pero pisó con aplomo Madrid. Tardes así deben tener billete de vuelta.

Diego Urdiales no mató ni un toro del hierro de Antonio Bañuelos con el que se anunció. Se las vio con un sobrero de Aurelio Hernando, contagiado de mala baba, que se entretuvo en derrotar con violencia en la firme muleta del riojano. Hizo todo y más. Y los pitos, leves de Madrid, sobraron. El quinto de Fornhilos tampoco le dejó espacio vital para levantar el vuelo. Nada aportaba y nada trasmitía.

Zotoluco volvía a poner a México en el corazón de Madrid. Siete años después de la última tarde de este veterano diestro en la Monumental. Con una larga cambiada en el tercio buscaba la reconquista. Luego el toro se lo puso imposible. Sin humillar, sin entrega y arrollando, en el mejor de los casos. Lo mató con dignidad.

El quinto fue toro de contradicciones. El picador Nacho Meléndez lo bordó. Emocionó el tercio de varas porque el toro iba en la distancia, pronto, pero no empujó a la hora de la verdad en el peto. Cuando llegó la última hora, el destino final, fue toro exigente, muy difícil, de apostar y jugarse la vida sabiendo que había muchas papeletas de perderla. Zotoluco echó mano del oficio para salir del paso. Su picador se había llevado la gloria de Madrid a caballo. El público llevaba en los alto, nueve toros y tres horas de festejo.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Morenito corta una oreja a un sobrero de Carmen Segovia

Tras la tempestad, la calma. O al menos una tarde apacible en lo climatológico. Porque de apacible tenían poco las hechuras del primero de los cuatro de Bañuelos, alto y hecho cuesta arriba frente a un torero como Zotoluco hecho cuesta abajo. Que humillase hubiera sido un milagro. Eulalio López estuvo en profesional por el pitón menos malo que era el izquierdo, lo que no significa ni mucho menos que fuese bueno. Lo mató con habilidad por los blandos.

El segundo de Bañuelos fue devuelto en el segundo par. Semejante toro destartalado blandeaba y más con la colaboración de una media verónica por abajo de Morenito y un capotazo de brega inoportuno. El sobrero de Aurelio Hernando era una caballo, y como tal embistió. Caballos por toros. Urdiales le buscó todas las vueltas y el pitón contrario con valentía. E insistencia. El mulo solo se defendía.

Tercero de los “toros del frío” también devuelto. Salió escurrido y cojintranco y se daño todavía más en un semivolatín que lo inutilizó. Fue apuntillado. El sobrero de Carmen Segovia, basto y cabezón, cinqueño de volumen cuajado, fue buen toro finalmente tras masear en el caballo. Morenito de Aranda estuvo muy decidido desde la brega inicial. Centrado en los medios. Principió con torería y abrochó con un cambio de mano. La primera mitad de la faena transcurrió al natural y mejoró sobre la mano derecha casi frente por frente a la boca de toriles con tres series de redondos en las que el bruto la tomó por abajo, con recorrido y humullación. Encajado Morenito de riñones, corrió la mano. Adornos por bajo finales. Estocada atravesada y descabello. Cayó la oreja.

El picador Nacho Meléndez cuajó con el cuarto un gran tercio de varas. Entre tanto, un quite por chicuelinas de Urdiales con prestancia. Y durante la bravura en largo del toro en el caballo. Un derribo y un puyazo en la yema. Ahí se acabó la bravura del de Banuelos. Rebrincado, arisco y cabroncete en la muleta defensiva de Zotoluco.

El remiendo de Couto de Fornilhos era una mole enorme de 658 kilos. Un animal largo como un tren y alto como una montaña. A Urdiales lo superaba en altura. Moruchón de embestida. Imposible humillar; un milagro pasar. Para matar, un trago.

Un sexto de Couto de Fornilhos tambien devuelto en el caballo. El sobrero cinqueño pasado de Dominguez Camacho era todo cuernos. Cumplió en el caballo. Un quite de Morenito ligero con media a la cadera. Pero cabeceaba y reponía con nervio. El matador lo brindó a Luis Carlos Aranda.

EFE

Por Juan Miguel Núñez. Morenito, agallas y torería

Galimatías de ganaderías. Hasta nueve toros saltaron al ruedo, de cinco hierros diferentes. Parecía octubre, cuando se acostumbra la limpieza de corrales. Sorprende que en San Isidro, en mayo, ocurran estas cosas, con la cantidad de toros que hay en el campo.

Lo peor es que por las apariencias, exceptuando los dos de Bañuelos, el resto dejó mucho que desear. Pues se entiende que para una feria de tanta importancia y tan temprana en el calendario hay que buscar el equilibrio y la armonía, un tipo de toro cuyas hechuras ofrezcan verdaderamente garantías de embestir, aunque el juego final no deja de ser una sorpresa.

Toros con aspecto de bueyes de carreta, que por su propia configuración se suelen correr en el Levante, con tanta tradición en los encierros callejeros, donde el mastodonte es el epicentro de los festejos populares. No es de recibo que se estén lidiando tantos de estos en Las Ventas de Madrid. ¿Cuánto supone de ahorro tamaño despropósito en el presupuesto global de corridas en el San Isidro de este año?

Pero la tarde tuvo otro semblante de mucha más relevancia que no puede debe quedar opaco por el desdichado aspecto ganadero: la faena de “Morenito de Aranda” al tercero.

Precisamente un toro con esa deplorable fisonomía, que, menos mal, terminaría siendo la excepción que confirma la regla. No fue fácil sujetarlo en el capote, sin embargo, cuando metía la cara no se desplazaba mal.

Brusco en el primer puyazo, gateó a la salida y se fue suelto del segundo encuentro con el caballo. Ya en la muleta hubo buenas formas por parte de “Morenito” en las probaturas, poniéndose a torear por el izquierdo con mucha seguridad, convencido de que llegaría a encontrar el buen fondo que el toro podía esconder.

Y así fue. Perdiéndole pasos por ahí, medio le desengañó. Más complicado por el otro pitón, obligaba a perderle pasos entre pases. Hasta que se plantó de una vez el torero en su apuesta. Y atacó, quedándose muy quieto, en una tanda a derechas, algo apabullante.

El toro ya no tuvo más opción que la huida hacia adelante, donde le esperaba “Morenito”, tragándole, para llevarle por la senda de la emoción cuyo desenlace fue el triunfo. ¡Qué tres derechazos y el de pecho! y otra tanda de igual guisa. Y todavía cuatro “cositas” de mucha enjundia torera a base de recortes y trincheras.

Definitivamente el de Aranda de Duero se salió con la suya, más aún al meter la espada y descabellar a la primera. La oreja que paseó fue el veredicto unánime de la plaza, hasta ahora el triunfo de más peso en la feria.

Lástima que con el sexto bis, pasado de temperamento, no fue posible redondear. Como le había pasado antes al mexicano Zotoluco, también con muy buena actitud en su lote, incluso queriendo torear a su pésimo cuarto como si fuera un toro bueno. Y con Urdiales, valiente a carta cabal en el segundo y queriendo mucho frente al quinto. Menudos toros para intentar darle “fiesta”. Por eso, loor a los toreros.

Marca

Por Carlos Ilián. Un tercio de varas y tres horas infumables

A las diez de la noche finalizaba esta corrida de tres horas y un desfile de mulos y los respectivos sobreros que sustituyeron a los toros devueltos. Un espectáculo infumable, uno más que añadir a esta feria de la crísis y que por barata está saliendo cara. Me refiero a lo costosa que le sale al aficionado por el lamentable resultado artístico de la misma. En las tres horas de corrida hubo de todo y casi todo malo. Pero algo se puede reseñar como positivo, faltaría más. Y lo mejor, con diferencia lo ejecutó un picador, de nombre Nacho Meléndez y mexicano por más señas.

Emulando a otro paisano suyo, Efrén Acosta, ha puesto la plaza en pié en el tercio de varas del cuarto toro. El mexicano tuvo torería para citar levantando el palo y manejó muy bien los tiempos para dejarse ver y soltar con aplomo la puya, señalando arriba en tres ocasiones, dos de ellas viniendo el toro muy de largo, sufriendo adremás un espectácular derribo en el primer encuentro. Un gran tercio de varas lo que ya es casi una rareza en estos tiempos.

Ese fue el momento más torero e importante en esta insoportable lidia de mulos de ayer. En esa lidia destacó Morenito de Aranda en su primero, no dejándose tropezar la muleta para liuego recoger ese fruto del temple en dos tandas sobre la mano derecha de gran ejecución y que le valieron una oreja, lo que en esta feria es todo un botín.El sexto, muy agresivo y poco castigado, lo desbordó por completo. Diego Urdiales se fajó a cara de perro con el segundo para robarle imposibles muletazos, como imposible fue el mulo que lidió en quinto lugar.

Zotoluco se depidió ayer de Madrid y el hombre pasó casi de puntillas, intentando con decoro solucionar la papeleta que le correspondió. Tragó de verdad en los naturales al primero y tiró la toalla ante el mal estilo y los hachazos del cuarto.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Nueve toros, tres horas y un trofeo

En Madrid, en el ganado, de mal en peor. Se aprueban toros con más pinta de búfalos que de toro bravo. Loor al volumen; no al trapío. Lo de ayer fue insufrible. De la corrida de Bañuelos, remendada con dos de Couto de Fornilhos, fueron devueltos tres titulares -uno al desplomarse- y los otros dos por flojedad, sustituidos por un astado de Aurelio Hernández, otro de Carmen Segovia y otro de Domínguez Camacho. En cuanto al juego, el denominador común estuvo marcado por la mansedumbre y el mal estilo. Todo ello fue decisivo para un espectáculo que parecía no tener fin: tres horas y dos minutos.

De la terna compuesta por Eulalio López Zotoluco, Diego Urdiales y Jesús Martínez Morenito de Aranda destacó el burgalés, quien consiguió un trofeo de su primer oponente tras una faena con más detalles que armazón.

Morenito, al sobrero del hierro de Carmen Segovia, de volumen exagerado, que manseó y al que le costó humillar, lo recogió con buen aire a la verónica. Tras un buen inicio muleteril, rematado con un precioso pase del desprecio, el torero apostó por los terrenos de fuera. Allí, lo sobó mucho por ambos pitones. Por fin, naturales aislados con gusto. Y con la diestra llegó una serie espléndida, con ligazón. Otra entonada, la remató con un personalísmo pase de pecho. Lo mejor llegó en el epílogo, con apuntes de pinturería de gran calidad, en los que prácticamente ligó una trincherilla, un pase de la firma y otro del desprecio. Y estocada al primer envite para conseguir el citado premio.

El sobrero de Domínguez Camacho, cinqueño, fue protestado por falta de trapío. Fue el que mejor se empleó en varas. En la muleta no permitía dudas. Morenito, que volvió a brillar con el capote, con tres verónicas y una media se esforzó con un astado que precisaba los muletazos por abajo.

Zotoluco, con el montado y cornidelantero que abrió plaza, que manseó de lo lindo, estuvo dispuesto. Lo recibió con una larga cambiada de rodillas junto a tablas. Con la muleta, trasteo serio por ambos pitones, con un animal que apretaba por el pitón derecho y acometía rebrincado por el izquierdo. El mexicano mató de feo bajonazo. Como segundo oponente, un ejemplar altísimo, que derribó a Nacho Menéndez en el primer puyazo; saliendo suelto. El picador azteca, moviendo bien el caballo, recetó una segunda vara que fue muy ovacionada. Zotoluco realizó una labor desigual que comenzó con unos interesantes doblones y cerró de manera encimista, con un animal que se quedaba muy corto. De nuevo, mal con los aceros.

Diego Urdiales se las vio en primer lugar con el sobrero de Aurelio Hernando, serio, que lanzó hachazos por doquier, y ante el que cumplió en una labor seria y muy meritoria. Con el elefante quinto, aleonado, alto y largo -¡658 kilos!-, Urdiales no llegó a cogerle el aire al burel, que entraba en muchas ocasiones al paso, y dio un mitin con los aceros.

Total: nueve toros, tres horas y un trofeo.


©Imágenes: 1. Morenito de Aranda observando a su inválido primero de Bañuelos. | EFE 2. Morenito de Aranda durante la faena con la muleta a su segundo toro. | EFE

Madrid Temporada 2012.

madrid_210512.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)