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Plaza de Toros de Las Ventas

Sábado, 21 de mayo de 2016

Corrida de rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de El Capea

Caballeros rejoneadores:

Sergio Galán: ovación y ovación.

Diego Ventura: ovación y ovación.

Leonardo Hernández: dos orejas y dos orejas.

Destacaron:

Entrada: Lleno

Galería de imágenes: http://www.las-ventas.com/noticia.asp?codigo=7064

Video:http://www.plus.es/toros

Crónicas de la prensa:

ABC

Por Andrés Amorós. Leonardo Hernández: cuatro orejas y Puerta Grande

En la segunda jornada de rejones del ciclo, un nuevo lleno. El gran atractivo es Diego Ventura, la máxima figura actual, que la vez anterior estuvo cumbre (aunque el Presidente no se enteró). Los toros del Capea –encaste Murube– dan buen juego en general; sobresale el excelente tercero. Leonardo Hernández aprovecha el mejor lote para dos faenas emocionantes, bien rematadas, que le valen el doble trofeo en sus toros y abrir la Puerta Grande. Sin suerte en el sorteo ni al matar, Ventura vuelve a exhibir su magisterio.

El primero embiste templado, sin gran emoción. El limpio clasicismo de Sergio Galán brilla con los «muletazos» de «Ojeda» y las piruetas en la cara de «Titán». Mata con acierto: petición. También es bueno el cuarto. Con «Capricho» torea con el sombrero y se adorna, dejándolo sobre el testuz. «Apolo», su estrella, baila en la cara del toro; se luce Sergio al clavar a dos manos, en corto. Por el descabello pierde la oreja.

El segundo es encastado, con dificultades. Diego Ventura levanta un clamor con «Nazarí» al dar una vuelta entera a dos pistas, arriesgando mucho, y con el albino «Remate», al violín. Pierde el trofeo al matar. En el reservón quinto, vuelve a entusiasmar «Duende» con pasadas que parecen imposibles; «Nazarí», con valor extraordinario, aguanta derrotes a la altura de la silla; «Remate» clava en una moneda. Es faena de dos orejas pero el rejón de muerte rebota en otro rejón y este accidente enfría al público. Con el peor lote y poca suerte al matar, ha vuelto a estar a un nivel altísimo.

Galopa con ritmo el excelente tercero y Leonardo Hernández lo aprovecha plenamente, en una faena emocionante: se mete por dentro con «Amatista»; con su hijo, «Despacio», forma un lío, quebrando muy en corto; se adorna con «Xarope», dándole con la cabeza al toro, en un alarde de elasticidad, y mata certero: dos orejas. También es bueno el sexto: Leonardo se luce con «Calimocho» (nieto del mítico «Cagancho»); deja llegar muy cerca al toro con el albino «Sol», de Peralta; da espectáculo con «Xarope». Vuelve a mostrarse segurísimo al matar y el público exige las dos orejas. En total, cuatro y la salida triunfal por la Puerta Grande.

Posdata. Recuerdo la sentencia del maestro Ángel Peralta: «Torear es engañar al toro sin mentir, con la verdad por delante, y se debe hacer tanto a pie como a caballo».

La Razón

Por Ismael del Prado. Leonardo, un torbellino de puerta grande

Como el torbellino que no conoce la calma. Con una espartana tenacidad sin opción de apaciguar el clamor de la masa, Leonardo Hernández volvió a conquistar ayer Madrid. Su garra contagió al tendido desde el primer segundo en una faena al tercero sin fisuras, plagada de emoción y tramos de gran intensidad. Cumbre sobre «Despacio», con el que dejó dos banderillas soberbias. Citó muy en corto. A un metro escaso de las astas. Dando todas las ventajas al toro. Y quebró ceñidísimo. Antes, pegó auténticos muletazos con «Amatista» toreando de costado y se lo dejó llegar muy cerca. Después, vibrante con «Xarope», en un frenético carrusel al violín de cortas. El único lunar, el rejón, trasero y muy caído, pero de efecto fulminante para atar una nueva salida en volandas calle Alcalá arriba.

Por si acaso, también se procuró las dos orejas del sexto. Otro toro de bandera de un notable encierro de la familia Capea. Una labor a más, que creció en el tramo final de nuevo con «Xarope» como pro-tagonista. Más efectista, pero igual de convincente para el público. Ligó las arrancadas del burel con «Sol» en los pasajes más brillantes. Enterró el rejón hasta los gavilanes y su rival rodó sin puntilla. Cuatro orejas, quizás con una del sexto pudo ser suficiente.

Diego Ventura regresó ayer a Las Ventas, ese mismo escenario donde nos regaló una faena antológica que, sin embargo, no fue premiada con la Puerta Grande por la autoridad. Misterios sin resolver. Como el del propio Ventura con los aceros en Madrid. Una docena de Puertas Grandes ya en el esportón, cuántas llevaría sin esos fallos. Sólo pensarlo abruma. Perdió el premio con los aceros en el segundo. Animal manejable, pero algo atacado de kilos, problema que acusó durante su lidia. Pese a ello, el hispano-luso sacó partido gracias a la torería de su gran estrella, «Nazarí», que lo llevó cosido a la grupa ofreciendo siempre el pecho. Una vuelta completa de costado al anillo. El albino «Remate» hizo honor a su nombre en el carrusel de cortas al violín. Pero, una vez más en Madrid, el rejón de muerte mancilló una labor sin mácula. Mismo obstáculo en el quinto, manejable que se vino a menos, al que templó una barbaridad de nuevo sobre «Nazarí». De lado a lado, toreó a dos pistas. Milimétrico. Al violín dejó las cortas con «Remate» para avivar al respetable, pero luego llegó la cruda realidad del rejón. Otra oreja al limbo. Sin Puerta Grande. Lleva 12. Pero la 12+1 deberá esperar. Como mínimo hasta 2017.

Rompió plaza un «murube» de Capea que tuvo nobleza y ritmo en el galope. Lo supo ahormar de salida con «Amuleto». Lo paró en un palmo de terreno. Luego vinieron buenos momentos de rejoneo clásico sobre «Ojeda». Hubo pureza. Para calentar al tendido ya apareció después «Titán», con sus vistosas piruetas en la misma cara de la res. Certero con rejón y descabello, se pidió el trofeo, pero todo quedó en una fuerte ovación. En el cuarto, volvió a gustar por su clasicismo. Rejoneo sobrio, sin alharajas. Los mejores momentos llegaron con el precioso perla «Apolo», que pisó terrenos muy complicados. Elegancia, sin premio, por la suerte suprema. Podrá desquitarse en siete días. Dentro de quince, volverá ese tornado llamado Leonardo Hernández. Ayer fue devastador.

El Mundo

Por GONZALO IZQUIERDO BIENVENIDA. Puerta Grande de Leonardo, que roba el sueño a Diego Ventura

La tarde no podía ser ni más veraniega ni más torera en Madrid. Veraniega por la temperatura, torera por la brillante ausencia del viento maldito de Las Ventas que tantas faenas degrada a lo largo de la Feria pero que hoy ni sumaba ni restaba. En el cartel la terna de triunfadores del 2015. Los tres jinetes que abrieron la Puerta Grande de Las Ventas. Los tendidos llenos comentaban con ilusión que Ventura volvía 15 días después de una gran actuación. Los toros de El Capea aumentaban la expectación ya que los hierros del maestro se han convertido en los últimos años en predilectos de los rejoneadores.

Leonardo Hernández desorejó al tercero en una faena muy intensa ante un gran colaborador de San Pelayo, Canastito de nombre. Tras una lidia perfecta con Champán en la que midió con un rejón el ímpetu probón de la salida que tuvo Canastito. Confió Leonardo en el murube y llevó a cabo una faena muy del gusto de Madrid. Distancia, pecho por delante y gusto en el embroque. Con Amatista y Despacio, padre e hijo respectivamente, desplegó todo un repertorio de alto escuela rematados con quiebros trepidantes. La asombrosa elasticidad del pacense ligó con la flexibilidad de Xarope con el que se adornó acercando su cara a la testuz. El rejón entró fácil y certero. Faena grande de Leonardo Hernández. Ante el sexto, Leonardo tuvo que sacar la artillería ante un toro más parado que tuvo obediencia y nobleza. La vibración contagiada subía por los tendidos como la euforia tras un gol en las gradas del Bernabéu. Madrid de nuevo disfrutó con la apasionada faena del extremeño y premió, con cierto exceso, la buena actuación con doble trofeo. Entrega desbocada.

Narciso apareció como un tiro desde la oscuridad del chiquero y de sopetón se topó con Sergio Galán que le esperaba en la puerta de toriles a lomos de Amuleto. Una portagayola más en la feria de los esfuerzos y los sustos como armas de levantar el ambiente. Pronto y en la mano, la máxima del maestro, toreó en redondo Galán a Narciso que pese a tener ritmo propio del encaste Murube no terminó de tener el celo necesario para emocionar. Tras la potencia de Amuleto llegó la caricia de Ojeda con el que Galán dejó batidas lucidas. El público entró de verdad en la faena con tres piruetas en la propia cara que remató con tres banderillas cortas a matacaballo que produjo una ovación cerrada y algún trompicón. Tras un rejón de escaso efecto, Sergio cogió la muleta. El toro, ya mermado, no obedeció al conato de macheteo que apuntó el conquense y recibió una ovación tras emplear el descabello. El traje corto, los zahones, la huida del caballo de fondo recordaba a la estampa de la Diosa Rubia del Toreo, Conchita Cintrón, que deseaba pinchar los toros para echar pie a tierra y dejar unas pinceladas de su gracia torera limeña con aroma sevillano que tanto cantaron los toreros de su época.

El cuarto de la tarde no terminó de emplearse a los cites de Galán. La faena fue de más a menos con la guinda elegante de la rosa en todo lo alto. A Sergio no le ayudó actuar detrás del alboroto de Leonardo y el público no siempre valoró los detalles de la faena. La nueva utilización del descabello tras el rejón de muerte no ayudó a que se calentara el ambiente.

El segundo de la tarde apuntó violencia en sus derrotes. No se arrugó Ventura que lo dio todo para tratar de conseguir su 11ª Puerta Grande. Con Nazarí llegaron los auténticos quilates de la faena. El propio equino es un completo portento de belleza, valor y torería. Hay caballos que hacen al torero como hábito al monje.Nazarí tiene una elegancia natural que en un ruedo y con su gallardía se traduce en airosa torería. Ventura clavó en todo lo alto buscando la reunión en todos los encuentros. La preparación del lance, el prólogo del embroque, la antesala de la verdad se tornaron esenciales en una faena muy acertada con auténtico sentido del espectáculo. Otra joya de la cuadra de Ventura es Remate. Su aspecto albino, tan buscado por los caballistas en las ganaderías, provoca tanta grima su mirada como admiración su talento. El toro metió una marcha más al notar en cercanías a Remate, que solucionó con brío después de que Ventura dejará tres banderillas cortas en lo alto. El desatino con los aceros dejó sin premio una buena actuación.

Ante el segundo de su lote Ventura no pudo desarrollar todo lo que se esperaba. El toro reservón fastidió a Diego la venganza fraguada hace quince días. Se reservó la estrella de aquel día, Sueño, para torear con él en el quinto. Sueño consiguió por momentos despertar el celo del toro que se enfadaba al sentir las banderillas. El público entró en la faena que tuvo más de espectacularidad que de reunión. La elevada de Remate queda para el recuerdo antes del carrusel con las cortas. El pinchazo y el rejón tardón enfrió el ambiente.

madrid_210516.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)