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Plaza de Toros de Las Ventas

Martes, 21 de mayo de 2019

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de El Pilar, con romana y bien hecha. Encastados, con peligro y con complicaciones de principio a fin - (con transmisión el primero, codicioso el segundo, noble el tercero, con calidad el cuarto, con peligro el quinto y encastado con peligro el sexto.

Diestros:

Juan del Álamo: de caña y oro (vuelta al ruedo tras aviso, silencio y silencio por el que lidió por Gonzalo Caballero)

José Garrido: de catafalco y oro (silencio tras aviso en ambos)

Gonzalo Caballero: de grana y oro (ovación - herido)

Parte médico Gonzalo Caballero: “Herida por asta de toro en cara externa tercio medio del muslo izquierdo, con una trayectoria ascendente de 25 cm. que produce destrozos en músculo tensor de la fascia lata, vasto externo e isquiotibiales y alcanza cara posterior del fémur contusionando el nervio ciático, alcanzando isquion. Es intervenido bajo anestesia general en la enfermería de la plaza. Se traslada al Hospital La Fraternidad. Pronóstico: Grave. Firmado: Dr. D. Máximo García Leirado”.

Parte médico de Juan del Álamo: “Lesión de isquiotibiales en muslo izquierdo, pendiente de estudio radiológico. Policontusiones. Pronóstico: Leve, no le impide continuar la lidia. Firmado: Dr. D. Máximo García Leirado”.

Entrada: 14.666 espectadores

Incidencias: Antonio Chacón se desmonteró tras parear al quinto. Al finalizar el paseíllo, los aficionados del tendido 7 desplegaron una pancarta que rezaba: “Fuera del palco”, en referencia al Presidente de la corrida, Gonzalo de Villa tras otorgar la segunda oreja a Miguel Ángel Perera el pasado 15 de mayo.

Imágenes: https://www.las-ventas.com/la-tarde-tras-el-objetivo/las-ventas-21-de-mayo-de-2019

Video: https://twitter.com/i/status/1130937027736821761

Crónicas de la prensa

Portal Taurino

Por Alberto Bautista. Solvencia de Juan del Álamo y dramática cogida a Gonzalo Caballero

Ingrato encierro de la ganadería salmantina, con un sexteto que puso en peligro a la terna. Caballero se llevó un cornalón de 25 cm. al entrar a matar al tercero. Del Álamo dio una vuelta al ruedo, y José Garrido resultó silenciado.

Una bronca épica precedió el paseíllo con el tendido 7 al unísono protestando pancarta en mano “Fuera del palco”, en clara referencia al Presidente Gonzalo de Villa Parro, tras sus últimas y controvertidas decisiones presidenciales: Puerta Grande (que no era) a Miguel Ángel Perera el día del patrón, y vuelta al ruedo (irrisoria) a un toro de Saltillo el pasado San Isidro. El espectáculo no acabó ahí. Una pareja de agentes de la Policía Nacional se acercaron in situ, con el fin de desalojar a los aficionados. Una autentica vergüenza sin paliativos. ¿Dónde quedó la libertad de expresión?

De la bronca se pasó a los sustos y miedos, porque la corrida del Pilar aparatosa de pitones, y amalgama de bravura y complicaciones por doquier, no dejó a nadie indiferente. Fue muy interesante y mantuvo el interés entre los aficionados, no así entre los tres que se pusieron delante para dar cuenta de ella, en una ingrata tarde. Porque ingrata fue la tremenda cornada que sufrió en sus carnes Gonzalo Caballero (otra vez) tras resultar cogido al entrar a matar al tercero, tras una actuación de corte clásico donde abundó la firmeza y la disposición. Faena larga que no logró calar entre el público ante un toro bueno con transmisión. El drama otra vez presente en la plaza. Cornada de 25 centímetros que contusiona el nervio ciático. Un trago. Le operaron en la enfermería. Un auténtico peaje está pagando el de Torrejón en Madrid, donde el pasado año volvió a resultar cogido de gravedad en la corrida goyesca.

La solvencia de Juan del Álamo se hizo visible en sus tres turnos (despachó el de Gonzalo Caballero), aunque con múltiples carencias. Tuvo tres toros para haber salido a hombros, pero no tuvo alma ni condición. Dio una vuelta al ruedo ante el bravucón primero. Faena de exposición y emoción del que resultó volteado de manera espeluznante, aunque se recompuso toreando en redondo midiendo mucho su oponente. El cuarto fue otro encastado toro del Pilar, pero el público estaba con más con la mente en la terrible cornada a Gonzalo Caballero, y no le echó cuentas al salmantino. Finalmente con el sexto, un galán de 619 kilos de peso, el salmantino se entretuvo en ligar pases al complejo burel en una labor de compromiso pero de poco fuste. Estocada y silencio.

José Garrido, es una caricatura de lo que fue. Un auténtico bluf. Su primero soltó la cara en cada viaje y se quedó a mitad del muletazo. Con el quinto, si que es cierto que el toro fue muy complicado y que vendió cara su vida, pero el extremeño no anduvo confiado y tomó muchas precauciones de principio a fin, siendo silenciado en sus dos turnos.

El País

Por Antonio Lorca. Grave cornada a Gonzalo Caballero

Gonzalo Caballero es carne de cañón, un torero que huele a hule. Rara es la tarde que no acaba en la enfermería. Y en su única comparecencia en San Isidro ha sido fiel a su tradición. Parecía que se salvaba en su primero, pero resultó dramáticamente cogido a la hora de matar. Se tiró encima del toro, y, antes de salir volteado, el pitón entró en el muslo izquierdo del torero, que quedó inerme en la arena, inmóvil, hasta que fue socorrido por las asistencias.

Ciertamente, su labor con la muleta había captado la atención del público con estatuarios iniciales y tres tandas de derechazos de buen tono. Tras un intento por naturales, dos circulares por la espalda y unas bernardinas algo alocadas llegó la cornada y ahí acabó la feria de San Isidro para este valiente torero que no acaba de encontrar el camino para zafarse de los pitones.

Juan del Álamo, por su parte, llegó a la plaza medio adormilado y el primer toro le propinó una voltereta tan escalofriante que lo dejará despierto durante varios días. Afortunadamente, no hubo sangre, pero el golpe fue morrocotudo.

Andaba el salmantino haciendo lo que podía, -bien poco, por cierto-, muleta en la mano izquierda, con un toro encastado y fiero al que nunca entendió, cuando el animal lo enganchó por la espalda, y lo lanzó por los aires con tal fuerza que el torero dio una vuelta completa sobre sí mismo antes del tremendo costalazo en la arena; allí, el toro lo buscó con saña y, por suerte, no hizo diana. Pero Del Álamo quedó hecho un guiñapo, lo llevaron a rastras hasta las tablas, lo abanicaron, le echaron agua por el cuello y volvió renqueante y molido a la cara de su ‘amigo’. Aún tuvo agallas para trazar una tanda de derechazos de mejor factura que los pases insulsos y destemplados en los que había basado su labor. Se perfiló para matar, cobró una estocada, pero el animal se sintió algo molesto y lo persiguió con furia y evidente ánimo que acabar lo que no había conseguido en la voltereta. Del Álamo, que no estaba para carreras, no tuvo más remedio que hacer acopio de fuerzas y poner pies en polvorosa. Felizmente, el asunto no pasó a mayores.

Tampoco destacó ante el cuarto, el más noble del encierro, al que dio muchos pases entre la indiferencia popular. Y lidió sin brillantez el sexto por cogida de Caballero: las seis verónicas iniciales fueron extraordinarias y así finalizó su tarde maratoniana.

También compareció José Garrido, pero con pocas ideas, y superado por las dificultades de su lote. En el sexto ‘pidió perdón’ con un templado quite a la verónica.

¿Y los toros? Encastados, algunos bravos en el caballo, fieros y dificultosos, como debe ser el toro de lidia. Pero la terna no estuvo a la altura requerida.

La tarde había comenzado calentita: tres pancartas en el tendido 7 pedían el cese del presidente, el mismo que erróneamente permitió la salida a hombros de Perera. Tras los gritos de ‘fuera del palco’, se presentó una pareja de la policía pidiendo las telas, lo que aumentó la algarabía. Ante la protesta mayoritaria, los representantes de la ley optaron por la retirada.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Caballero taladrado: 25 centímetros de cornada

Esperaban las escopetas cargadas al presidente Gonzalo de Villa. Que le puso a Perera en la vitrina su sexta Puerta Grande como matador. No olvidan tampoco los duros del «7» la vuelta al ruedo de coña a un toros de broma de Saltillo en 2018. Y lo quieren fuera del palco. Contra sus pancartas, mandó Villa a la madera. Cuando afloraron pañuelos en honor de Juan del Álamo, sus bracitos se alejaron de las tentaciones. Como no cuajó la petición, la vuelta al ruedo fue premio de ley para Del Álamo.. Que se dolía aún de un violentísimo y seco volteretón. El toraco de El Pliar lo lanzó a la estratosfera en giro coperniquiano. El pitón izquierdo fue un misil directo al cuerpo. La caída contra el ruedo retumbó. Y allí abajo, en los infiernos, los cuernos le escanearon cabeza y cuello. Uffff. Escapó por milímetros. Volvió a ponerse sobre la más asequible mano derecha: el bruto arreaba con los pechos. Recto, fuerte y por las nubes. Hubo un momento, quizá en la tercera serie, antes del talegazo, en que pareció que lo tuvo en la muleta. Vibraba el suelo. Como cuando pasa el tren. Una emotividad cierta se desprendía de aquello Su esfuerzo cobró mayores ecos en la estocada. En el último arreón de la bestia, en el estertor de la muerte. Juan sin miedo volvió a escapar, cojitranco y maltrecho.

También irradió dureza el corpulento Medicillo. Que no entraba aún en la zona más descarada de la corrida, casi enteramente cinqueña, de Moisés Fraile. Ya se cruzaba por dentro con el capote. Y en esas se llevó puesto a José Garrido. Un pitonazo le marcó la barbilla como para hacerle el hoyuelo de Kirk Douglas. El toro siguió embistiendo por dentro en la muleta, andarín hacia el torero en los primeros muletazos de cada tanda. Incómodo y sin celo, cada vez con menor empleo y más distraído. Garrido quiso por las dos manos con tesón y sin fortuna.

De milagro en milagro viajaba la tarde. Hasta que los milagros cesaron y el armadísimo tercero le metió el pitón entero a Gonzalo Caballero. Que se tiró contra la artillería espada en ristre, concediéndole al toro pocas opciones. Como sería la suerte de kamikaze, que la cornada se produjo en el exterior del muslo de la pierna de salida. Caballero quedó inmóvil sobre la arena. Hasta entonces no sólo habían sucedido los milagros de sus compañeros. Pues que embistiese bien Medicino, después de aquella lidia nefasta, también es atribuible a la divina providencia. GC aprovechó su descolgada, noble y generosa condición -especialmente por el derecho- en rondas cortas espaciadas con tiempos largos. Hasta que al toro le costó más al natural. Su técnica limitada tampoco ayuda. En dos circulares completos se lo sacó por delante como en los coreados pases de pecho. Después, ya no hubo manto protector. Y el derrote arriba taladró a Gonzalo Caballero. Que casi cuenta sus tardes por las cicatrices de su cuerpo.

La tarde de El Pilar, marcada como valle antes de la cima de Roca Rey, se hacía más dura según transcurría. La movilidad se escondía dentro del grandísimo cuarto. Y esa movilidad camuflaba todo lo demás. Juan del Álamo le cogió bien distancia, velocidad y altura. Que era la suya sin terminar de humillar. Lo tapó y enredó con lúcido entendimiento. Su notable hacer no contó desgraciadamente con la rúbrica de la espada. Feamente enterrada. A Garrido también se le atragantó el acero. Pero, sobre todo, la correa, el hilo, los frenazos sobre las manos, los recados por las corvas, el malaje del astifinísimo del quinto. Todavía el sexto lo superó por volumen y testa. La cosa es que en los capotes se dejó como ninguno. Del Álamo voló sus verónicas sobrias. Después, el zamacuco no se salía de la muleta. Como la tarde. Que nunca dejó salió de su dureza inicial.

ABC

Por Andrés Amorós. Cornada grave a Gonzalo Caballero en Las Ventas

Después del paréntesis del fin de semana -rejones y novillada-, vuelve el plato fuerte, las corridas de toros, con el primer percance de la Feria: el valiente Gonzalo Caballero sufre una cornada grave en el muslo izquierdo, al entrar a matar con su habitual rectitud, sin tomarse ventaja alguna, después de una faena templada, que hubiera tenido premio. Los toros de El Pilar han sido nobles, en general, pero los diestros han tardado en cogerles la tecla y han matado mal. Todo ha quedado muy a medias y con el pesar por el percance del bravo torero madrileño.

El primero va a más en la muleta. Juan del Álamo tarda en centrarse pero logra series vibrantes de derechazos. Sufre una fuerte voltereta, con mala caída. Se valora el gesto de volver al toro, disminuido. Estocada: aviso, petición y vuelta, con protestas. En el cuarto, noblote pero soso, logra algunas series lucidas, gracias a su entrega. Para prender la mecha, hace falta que él ponga mucho. El toro no humilla y pincha bajo. Por la cogida de Caballero, mata el ultimo: se luce en las verónicas; con la muleta, intenta torearlo bien, aunque el toro flaquea un poco, no se entrega del todo, y la faena no cuaja (la tónica de esta tarde). Mata caído. En términos de boxeo, combate nulo.

José Garrido parece haber perdido el rumbo, tan prometedor, que mostró en Bilbao hace años, como novillero y como matador. Torea bien de capa, es lidiador completo pero quizá le falta flexibilidad para adaptarse a las condiciones de las reses. El segundo, muy largo, con el pelo del invierno, sale con pies, embiste brusco, a pesar del buen puyazo de Aitor Sánchez. Garrido realiza un trasteo esforzado, con momentos de apuro y una colocación poco ortodoxa, sin llegar a dominar ni estar a gusto. Suena el aviso antes de entrar a matar, cosa que logra a la segunda. En el quinto, saluda Chacón, en banderillas. El toro humilla pero es pronto y pegajoso; Garrido no se lo quita de encima, pasa varios momentos de apuro. Con su experiencia… Mata mal. No ha tenido una buena tarde.

El madrileño Gonzalo Caballero ha llevado siempre la bandera del valor y de las grandes estocadas, ha sufrido no pocos percances. Condicionó su carrera el haber tomado la alternativa demasiado pronto. No torea mucho. El tercero sale embistiendo a oleadas pero mejora, en la muleta. Dándole distancia, humilla y repite. Logra una serie emocionante de muletazos, muy lentos. Quizá es la vez que le he visto torear con más calidad. Entra a matar recto como una vela y el toro le hiere, muy certero, con un pitonazo seco, además de darle una tremenda vuelta de campana. Queda inerte, con una cornada de pronóstico grave. Ha dado la talla como muletero y como matador. Deseo que se reponga muy pronto.

Postdata. Me alegra que Bisbal haya llenado el Olympia, en París, con 2.000 espectadores. Pablo Aguado ha reunido, en Las Ventas, a más de 21.000; otros diestros, lo mismo, a lo largo de más de treinta días seguidos. Pero la izquierda radical que pretende gobernar Madrid lanza soflamas contra la Fiesta Nacional. Unidas Podemos quiere un referéndum para prohibirla, obviando que está protegida, en toda España, como parte de nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial. Si lo ignora, malo, si lo calla, peor. Errejón, el de las tres comidas diarias en Venezuela, quiere que no haya dinero público para la Feria de San Isidro, sin concretar a qué dinero se refiere… porque no existe. Y Carmena, que pretende ser sucesora de Tierno Galván, ignora que éste calificó a los toros como «acontecimiento nacional» y sentenció: «Ser indiferente ante un acontecimiento de tal índole supone la total extrañeza respecto del subsuelo psicológico común». Parece que está retratando a estos populistas. La ignorancia y la demagogia no les importa: todo vale, con tal de arañar unos votos.

La Razón

Por Patricia Navarro. Toros anti Pacma para toreros valientes

Quizá llevaba tres naturales, no más, ni tan siquiera creo que llegara cuando el toro, que era un huracán en la muleta, uno de esos toros para que el Pacma montara su película ficticia y la hiciera viral, solo que este toro de El Pilar medía cada muletazo, cada instante, cada respiración. No permitía dar alas a esa ficción de Laura Duarte, la candidata del Partido “animalista” que se esfuerza en hacer pasar los bueyes por todos bravos. Los de El Pilar tuvieron fiereza y un volcán en su interior. Fue ese primero un toro encastado al límite. No abrió la boca ni de casualidad. Y en ese tercer muletazo, al natural, el toro se metió por dentro y la cogida a Juan del Álamo fue una barbaridad por la crueldad del golpe. Giró con tal violencia que al caer resultó como si le expulsara a los infiernos y hasta sonó. Se repuso, desmadejado le había dejado al toro, y volvió a la cara del animal que no era cualquier cosa. Cuando lo sometió por la derecha, el de El Pilar viajaba hasta el final con mucha transmisión. No había acabado una embestida y pedía la otra. Fue por ahí por donde planteó faena Del Álamo. Más en búsqueda que encuentro en el primer tramo: si no iba dominado el toro por abajo hasta el final protestaba. En una tanda le cogió el aire perfecto y ambos fueron más. Se tiró a matar en mitad todavía de la conmoción general y le pegó un arreón tremendo. Una estocada caída fue el cierre de un esfuerzo enorme. No era fácil estar delante. El presidente, con el que hubo quejas nada más empezar el festejo por sus decisiones en otras tardes, esta vez no la concedió. Firme y sincero estuvo con el cuarto, que desarrolló movilidad y casta, aunque le faltó entrega, embestía a media altura y con un punto de sosería que hacía más difícil que aquello trascendiera. A menos se fue el sexto, que tuvo muchas cosas buenas en los primeros tercios. Del Álamo aportó voluntad de principio a fin.

Le lanzó por los aires también el segundo a José Garrido de manera espectacular. Todavía con el capote. Tiró de arrestos después porque el de El Pilar pesaba mucho, embestía por dentro y salía desentendido. Hizo el esfuerzo y le tragó. No era tarea fácil. Espectacular de cara era el quinto y llegó al último tercio con toda la fiereza a cuestas. Reponía una barbaridad. Era casi imposible intentar ligarle, siempre le tenía encima Garrido. Hizo una faena larga buscando un hueco en el toro que ni tan siquiera sabíamos si existía.

Derecho se fue con la espada Gonzalo Caballero y lo pagó. La cogida de nuevo tormentosa. No sabemos que pasó, pero no fue capaz de levantarse de la arena. Había sido muy abanto el tercer toro, pero agradecido después en la muleta del madrileño, que apostó desde el principio y el del El Pilar tuvo entrega en las telas y repetición. Fue mal final para Caballero, que ya no pudo salir de la enfermería y al parecer llegó, como habíamos visto sobre la arena, sin sensibilidad en la pierna… Toros anti Pacma, encastados y con mucho que torear, para corazones a prueba de bombas.

Madrid Temporada 2019

madrid_211019.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:08 (editor externo)