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Plaza de Toros de Las Ventas

Sábado, 26 de mayo de 2016

Corrida de rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Benítez Cubero, el 5º de Pallarés.

Caballeros:

Rui Fernandes: ovación y silencio.

Sergio Galán: oreja y oreja.

Joao Moura hijo: ovación y silencio.

Destacaron:

Entrada: Media plaza

Galería de imágenes: http://www.las-ventas.com/noticia.asp?codigo=7108

Video: http://bit.ly/1Z6d2cj

Crónicas de la prensa:

La Razón

Por Ismael del Prado. Galán, Puerta Grande contra los elementos

Cemento, mucho cemento. Demasiado para estar en San Isidro. Hasta poco si tenemos en cuenta el contexto. Tarde tormentosa y ese huracán futbolístico de una ciudad colvulsa en plena final de la Champions. Siendo Madrid el epicentro de semejante tsunami entre las dos aficiones de la ciudad quizás, sólo quizás, hubiera convenido adelantar clarines y timbales. Por aquello de no tirar piedras contra nuestro propio tejado. Si hasta Granada, a cientos de kilómetros, se cubrió las espaldas… Incomprensible sin sentido. Pese a ello, la media entrada, siendo condescendientes, de fieles que ocuparon su localidad en la piedra pudieron disfrutar con la tercera Puerta Grande de Sergio Galán en otros tantos San Isidro. De vacío se había ido Sergio Galán hace justo una semana. No quiso repetir balance siete días más tarde. Una oreja paseó del segundo, justo de fuerzas, con el que demostró la profundidad de su cuadra con «Descarado» y el bayo «Trópico». Pero fueron las piruetas de «Titán»y, sobre todo, con «Óleo» un poderoso carrusel de cortas en un palmo, muy reunido, las que acercaron el trofeo. El rejón de muerte, en todo lo alto. De efecto fulminante. Rubricó su enorme tarde con los aceros con otro gran rejón al buen quinto. Lo enceló en una baldosa con «Amuleto». Luego, templó con «Ojeda» toreando a dos pistas. Auténticos muletazos en los cambios de pista. «Apolo» pisó terrenos muy complicados, con torería, y se lo dejó llegar muy cerca. El carrusel de cortas con «Óleo» fue la guinda. Oreja de ley.

Joao Moura y «Perera» fueron protagonistas en el tercero. El luso toreó muy templado de costado y llevó templada la embestida de un animal exigente y con fijeza al que quebró muy ajustados en banderillas. Arriesgó en los embroques, pero un pinchazo en la suerte suprema hizo que cualquier opción de triunfo se desvaneciera. Cuando asomó el sexto, poco más de un millar de valientes quedaba en el tendido. Aguacero puro. Torrente de valentía de Moura, en esas condiciones, una quimera, rejonear. El ruedo, un barrizal ya. Brilló sobre «Xeque-Mate» con los garapullos. Esfuerzo sin premio por el acero.

Otro portugués, Rui Fernandes, esperó al que rompió plaza, que salió con muchos pies y tuvo codiciosa emoción, en la boca de chiqueros sobre «Canario». Emocionantes arrancadas, que luego refrendó en banderillas con «Cervantes». Ahí, llegó lo más destacado. Buena doma y técnica refinada, sin estridencias. Clasicismo. Luego, el filo del rejón viajó muy trasero y en los blandos, razón por la que el presidente se mantuvo firme pese a la mayoritaria petición. Nada que ver con el noble cuarto -para entonces la desbandada ya había comenzado- al que quebró de salida en los medios con el primer rejón de castigo y que posibilitó buenas banderillas a lomos de «Estoque». Sin embargo, marró en uno de los ramos y enterró el de muerte en los blandos. Silenciado. La tarde era de Galán. Puerta Grande en San Isidro, la Champions del toreo.

El País

Por Antonio Lorca. Puerta grande para Sergio Galán

El caballero Sergio Galán salió por la puerta grande de Las Ventas tras cortar una oreja en cada uno de sus toros después de sendas actuaciones académicas en las que hubo efectividad con rejones y banderillas, pero poco lucimiento. Mató bien y se llevó un premio a todas luces excesivo, pero justo porque así lo solicitó el público presente.

Hizo frío, mucho frío, despejado estaba el cielo cuando comenzó el festejo, pero comenzó a oscurecerse hasta que cayó una tromba de agua que perjudicó especialmente a Joao Moura cuando lidiaba al sexto de la tarde.

Los toros de Benítez Cubero ofrecieron un juego más que aceptable, pues persiguieron con codicia a las monturas y derrocharon templaza y buen estilo, que es lo que se le pide a estos animales para los que tan pocos premios se reservan en las ferias. Como salen con los pitones despuntados… Como si a los demás, a sus hermanos de la lidia a pie, no les tocaran las puntan de sus defensas.

En fin, que la corrida ofreció posibilidad de espectáculo que la terna no aprovechó como debía. Y no por falta de entrega, sino porque los tres caballeros ejecutan un rejoneo que suena a épocas ya pasadas; como si no hubieran entrado aún en la modernidad de las nuevas tecnologías de un toreo a caballo que exprime las suertes y lleva la emoción y el entusiasmo arrebatador a los tendidos.

Ninguno de los tres lo consigue. Poseen buenas cuadras, bien entrenadas, pero se empeñan en clavar no ya a la grupa del caballo, sino allá donde le llega el largo del brazo. Y eso está muy feo; repiten y repiten pasadas en falso; ejecutan las suertes despegadas y tienen una concepción del temple tan aceptable como superada por quienes figuran en la primera división especial del rejoneo.

Dicho lo cual, quede constancia de que el portugués Rui Fernandes protagonizó una actuación muy decorosa; ventajista, eso sí, pero valiente y decidida. Su momento culminante lo protagonizó al acudir al encuentro del cuarto en el momento en que salía de chiqueros y clavó un rejón de castigo tan espectacular como atolondrado.

Frío y académico, como siempre, Sergio Galán todo lo hace fácil, pero le cuesta un mundo conectar con los tendidos. Sus faenas estuvieron presididas por la efectividad -ventajista también-, pero le faltó el entusiasmo necesario para que su triunfo fuera apoteósico. No se equivocó el presidente cuando le concedió una sola oreja del quinto a pesar de la reiterada petición del respetable.

Moura templó bien, se dejó tocar los caballos en demasía y quebró muy lejos del toro. Aguantó el tipo con el chaparrón y el suelo embarrado, y mató mal. Cuando terminó, la gente había huido de la lluvia y el caballero se marchó en silencio. Tampoco es eso, porque estuvo a la altura de sus compañeros.

ABC

Por Andrés Amorós. Sergio Galán gana su Champions

La tarde de la final de Champions –y con un horario que se solapa– se programa un festejo de rejones sin primeras figuras: ¡sorprendente! Al cerrarse los carteles de San Isidro, no se sabía que iban a jugar esa final dos equipos madrileños. Pero dejar todo como está no parece la mejor solución (o sí, diría Rajoy). ¿Por qué no se han adelantado los rejones al sábado por la mañana o, en todo caso, a las 18 horas, para que los aficionados pudieran ver las dos cosas? Ya sé que un cambio exige publicidad y permite la devolución de las entradas pero hubiera sido mucho más lógico.

El ruedo está en regulares condiciones, después de un fuerte chaparrón. Los toros de Benítez Cubero y Pallarés dan buen juego. Sergio Galán corta un trofeo en cada toro y abre por séptima vez la Puerta Grande.

El primer toro sale con pies pero flaquea. Rui Fernandes lo recibe a portagayola, se luce al girar en la cara con «Etcétera» y mata con eficacia. Mejora en el cuarto, clava bien de salida; acierta –como su nombre manda– con «Estoque»; el toro «Limeño» le deja que le cuente todos sus quiebros, pero «Fado» no aporta un final alegre.

El madrileño Sergio Galán había abierto ya la Puerta Grande de Las Ventas seis veces. En el segundo, que se para pronto, calientan al público las piruetas de «Titán» y las banderillas cortas, con «Óleo». Mata bien: oreja. En el quinto, otra vez bajo la lluvia, logra «muletazos» vibrantes con «Ojeda» y remata certero con «Apolo», su «Cristiano Ronaldo». Rejón fulminante: oreja y nueva Puerta Grande.

Joao Moura pertenece a la famosa dinastía –radicada en Monforte, en el Alemtejo– del inolvidable «niño Moura», que cautivó a Las Ventas, hace años. El tercer toro tiene nombre de evangelista, «Mateo». (Una señora protesta: «¡Como mi nieto!»). Arriesga con «Perera», conecta con el público pero mata a la segunda. (Debe moderar su gestualidad). En el último, bajo el huracán, casi de noche, clava desigual con «Dallas» y se alarga con el descabello.

Gana Sergio Galán, con justicia, una nueva «Champions». Los dos portugueses se quedan con lo que Fernández Flórez bautizó como «vicegoles». Igual que en Milán, triunfa España.

Postdata. Muchos futbolistas han probado su habilidad frente a una vaquilla: Gento, Segarra, Gensana… En el homenaje del Real Madrid, en sus Bodas de Oro, en 1952, a Vicente Pastor, lidió un becerro Montalvo, el medio izquierdo que acompañaba a Muñoz; dando muchas manoletinas, hizo un gran servicio a la Fiesta: si un futbolista podía darlas, un torero serio las evitaría. (Por desgracia, las volvieron a poner de moda Mondeño y José Tomás). La pasión taurina le costó no pocas multas a Juanito. Ahora, son muy aficionados Míchel, Joaquín y Sergio Ramos (amigo de Talavante, como Calamaro). Y Raúl remató algunas victorias dibujando, con un capote, una media verónica.

El Mundo

Por Íñigo Cresco. Sergio Galán se reinventa a sí mismo por la Puerta Grande

Por séptima ocasión en su carrera Sergio Galán abrió la Puerta Grande. Siete veces a hombros el rejoneador de Tarancón y ayer tras dos faenas que fueron antagónicas. Imprecisa y ligera la primera. Rotunda, profusa y despaciosa la segunda. Como dos caras de una misma moneda. Como la noche y el día, Galán se reinventó a si mismo para sacar frente al quinto ejemplar lo mejor de su tauromaquia que es clasicismo, la despaciosidad y el aire elegante y sutil tanto de su manejo como de sus ejecuciones. Labor merecedora de las dos orejas la de ese quinto que quedó reducida a una por una absurda ley de la compensación que el presidente se sacó de la manga tras haber andado suelto con el pañuelo a la hora de concederle al propio Galán el trofeo en su primero.

El quinto fue un buen toro de Benitez Cubero -este con el hierro de Pallares- con el que Galán se explayó sobre Ojeda, reuniéndose muy en corto y pisando sus terrenos. Y profundizó sobre un gran Apolo, toreando muy despacio, con gran creatividad y en un palmo de terreno. El manejo y la seguridad de un caballo con tronío. Un soberbio par a dos manos en el centro del ruedo resultó excepcional. Clavó rosas sobre Fado antes de tumbar al toro de un rejonazo en lo alto. Antes, una oreja cortó Galán al segundo, un toro con fijeza pero sin empuje al que el de Tarancón ligó una faena de buen oficio en la que destacó montando a Trópico y la espectacularidad sobre Titán. Labor de más soltura que apreturas, rematada de un rejonazo. Dos faenas distintas a todos los niveles y dos orejas de distinto peso. Al final, Puerta Grande justa. Qué es lo vale.

Se movió mucho y bien la corrida de Benitez Cubero. De notable equilibrio las dos faenas de Rui Fernandes que merecieron mayor premio. Muy bien sobre Cervantes en su primero y sobre Azucar en el cuarto. Muy metido el de Monforte toda la tarde. La falta de contundencia con el rejón final fue su cruz.El mismo hándicap corrió Joao Moura que estuvo a buen nivel con sus dos toros. Poderoso frente al exigente tercero montando a Perera, exponiendo en ejecuciones y batidas. Y muy inteligente frente al sexto, que tuvo movilidad pero quería ganar la acción al caballo. Ganó Moura con la precisión de Xaque-Mate. El hierro final ensombreció su actuación.

madrid_280516.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:08 (editor externo)