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Plaza de Toros de Las Ventas

Martes, 30 de mayo de 2017

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Montealto desiguales presentados, nobles y sin emoción.

Diestros:

Leo Valadez: de sangre de toro y oro. Dos pinchazos, media y dos descabellos. Aviso (silencio). En el cuarto, estocada perpendicular y descabello. Aviso (silencio).

Diego Carretero: de grana y oro. Dos pinchazos, estocada y descabello (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada (saludos).

Andy Younes: de lila y oro. Estocada y dos descabellos (palmas). En el sexto, estocada defectuosa (palmas de despedida).

Entrada: tres cuartos de entrada (18.051 espectadores)

Galería de imágenes: https://www.facebook.com/pg/PlazaLasVentas/photos/?tab=album&album_id=1307242382705204

Video: http://vdmedia_1.plus.es/topdigitalplus//20175/30/20170530215023_1496173917_video_2096.mp4

Crónicas de la prensa:

ABC

Por Andrés Amorós. Apuntes en un cartel internacional en San Isidro

En el vigésimo festejo de la Feria, cartel internacional de novilleros: un mexicano, un español y un francés. (Los tres tienen 20 años y están en su tercera temporada con picadores). Es una prueba clara de la universalidad que la Tauromaquia tiene, como cualquier otro arte. Y eso no choca de ningún modo –como algunos creen– con el hecho de que sea la Fiesta española por antonomasia. Ya en 1899 lo proclamaba el Conde de las Navas, en su monumental obra «El espectáculo más nacional». Basta, para advertirlo, el simple sentido común. No todos los españoles son aficionados a los toros (ni a cualquier otro arte). Hay muchos aficionados excelentes fuera de España. Todo eso no impide que, en el mundo entero, se identifique al toro con España y se vea la Fiesta como una de las señas de nuestra identidad. (Igual que sucede, por ejemplo, con el Renacimiento y Florencia; o con el jazz y Nueva Orleáns).

Los novillos de Montealto, variados de pelaje, son nobles y muy manejables, aunque les falta algo de transmisión.

El mexicano Leo Valadez es un diestro bullidor, «todoterreno». En el primero, que embiste con templanza, comienza de rodillas, en el centro; encadena suaves muletazos por los dos lados; muestra facilidad pero no llega a emocionar como la nobleza del toro permite. La espada es su punto flaco. Muestra su soltura con las zapopinas, en el cuarto, que se viene arriba; el trasteo gana interés pero la faena no se redondea y vuelve a matar mal. Ha demostrado más oficio que inspiración.

Sorprendió gratamente Diego Carretero, en Fallas. Recibe con larga de rodillas y verónicas cargando la suerte al segundo, un colorado «Caramelo» que protesta un poco. Traza derechazos con buen aire pero no logra acoplarse del todo. Mata feamente, a la tercera. El quinto, un bonito melocotón, es brusco, puntea en las telas. Diego sufre un desarme en el inicial «cartucho de pescao». Los enganchones deslucen la faena y el arrimón no agrada a todos. Sufre un trompazo en una inoportuna bernadina y reincide, cubriéndose con una toalla la rota taleguilla. Logra la buena estocada a la segunda. Además de la entrega, se le ve con buen aire pero le falta madurar.

Se presenta el francés de Arles Andy Younes, de cara aniñada: ha toreado bastante y destaca por la finura de su estilo. El precioso tercero pelea bien en varas. Saluda Morenito de Arles. En la muleta, el novillo sale desentendiéndose. Andy apunta pinceladas estéticas y mata con decisión, saliendo con la faja y el chaleco rotos. En el sexto, abusa de desmayar los muletazos, compone la figura sin el necesario mando. Tiene gusto pero le falta naturalidad.

Todo ha quedado en apuntes, detalles, esbozos… Está bien pero conviene aspirar a lo que Eugenio d’Ors llamaba «la obra bien hecha», y Rafael el Gallo, «lo bien arrematao».

Posdata. Es frecuente que se anuncien toros con nombres femeninos: «Investigadora», «Hebrea»… Quizá la documentación se refiera a la vaca madre pero no tiene sentido. Conviene respetar la lógica.

COPE

Por Sixto Naranjo. Diego Carretero puso la raza

Hubo pique de quites con el cuajado primero. Por templadas gaoneras Diego Carretero y por crinolinas Leo Valadez. El novillo de Montealto cantó su buena condición. Embestida templada y enclasada. Siguió así en el comienzo de faena de Valadez. Todo muy correcto en la faena del novillero mexicano. Irreprochable técnica, temple por ambos pitones y solvente resolución. Pero faltó alma al trasteo para llegar al tendido. Demasiado sobrado para un novillo tan fácil.

El cuarto fue el animal más fino de lámina y vareado del sexteto. Y de nuevo duelo entre Valadez y Carretero. El mexicano por lopecinas y el albaceteño por chicuelinas. Éste de Montealto fue un ejemplar que fue de más a menos en el tercio de muleta. Comenzó con chispa en un par de tandas por el pitón derecho. Mandón Leo, aguantando incluso un parón del novillo. Pero a partir de ahí, todo fue a menos. Al natural el toro se lo pensaba más y cuando embestía lo hacía con escaso celo. Ya en corto, el utrero del hierro madrileño acabó muy parado.

Se gustó en el saludo a la verónica Diego Carretero. Echó los vuelos y lo trajo muy toreado. Éste segundo fue otro novillo con tanta nobleza y clase como escaso empuje. Para Madrid demasiado soso. El albaceteño volvió a demostrar como lo hizo en la novillada inaugural de la temporada madrileña, que posee un concepto clásico y puro del toreo. Dejó muletazos de gran empaque sobre todo en redondo. Pero todo quedó sin rematar.

El melocotón quinto fue un utrero con cuajo que trajo hechuras de torito. Carretero tiró de firmeza ante las embestidas cada vez más cortas de su oponente. Intentó correr la mano con temple y pulso. Todo con mucho aplomo para que el toro lo agradeciese. Alargó la faena y en el cierre por bernadinas llegó el susto. Fue arrollado violentamente y ya en el suelo recibió un fuerte pitonazo que le destrozó la taleguilla. Con el susto en el cuerpo y tras comprobarse que no llevaba cornada, el albaceteño volvió a la cara del novillo para finalizar el epílogo que había dejado inconcluso. Un pinchazo previo a la estocada dejaron el premio final en una ovación que reconoció la disposición y la raza del novillero de Hellín.

El burraco que enlotó en primer lugar Andy Younes no tuvo la clase que sacaron los dos novillos lidiados con anterioridad a él. Se movió el de Montealto, pero con más brusquedad en los viajes. Firme el torero galo, intentando correr la mano con limpieza, lo que no siempre consiguió por la condición del novillo.

Con el sexto, muy cómodo de cara, Andy quiso tirar más de estética que de mando en una faena de más voluntad que resultados.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. ¿Qué tal las fresas?

Por el día de San Fernando, allá por los 90, quienes no peregrinábamos a Aranjuez, ni a los toros de clavel, ni a las megafiestas reventonas de Pedro Trapote, fardábamos con recochineo de la novilladas triunfales que se perdían los de la beautiful en Madrid. De nuestra derrota de tiesos hacíamos victoria de ricos.

Cuando hoy vuelvan los peregrinos arancetanos, de Leo Valadez contaremos poquito. A su novillo de Montealto, de amable expresión, un punto montado y una bondad simplona, le faltó humillar algo más en los finales de muletazo. Como se abría y se desplazaba tanto, Valadez y todo su resuelto oficio se quedaban descolocados. Aunque cuando más se descoloca el mexicano es con la espada, como ya le sucedió en la extraordinaria novillada de Fuente Ymbro que levantó el telón en Madrid.

Con una larga cambiada de rodillas y un ramillete de enfibradas verónicas, recibió Diego Carretero al castaño y guapetón segundo. Los estatuarios del prólogo de faena y un par de tandas de templados derechazos prometieron. La obediencia del utrero de Agustín Montes se veía ligeramente frenada de manos. Sincera y fácil hasta ese punto de menos. La buena planta de Carretero creció con los pases de pecho. Bajó la intensidad en los viajes zurdos que se venían por dentro. Y bajó todo a la vez.

Debutó en Madrid Andy Younes con su sereno desparpajo de niño bueno. El burraquito de Montealto se empleó en el caballo. Pero a partir de ese momento mostró escaso interés. Suelto y mirando las telarañas de Las Ventas, que hay unas cuantas. Younes le puso la chispa de un jaleo de cambiados en el principio de faena. Y educada voluntad por extraer lo que no había.

Leo Valadez amplió con el altón cuarto su repertorio con el capote: si ya había participado en otros turnos por chicuelinas, crinolinas y caleserinas, ahora se aplicó por zapopinas. Recitan los alumnos de las escuelas taurinas las suertes como se cantaba en el colegio la tabla periódica. Como casi siempre, se ponía desde los tendidos el acento en las carencias del ganado, que si no había ritmo, que si no descolgaba lo suficiente, que si el fondo… Lo cierto es que Valadez le pegó 80 pases.

A la agradable cara del amelocotonado quinto no le respaldaban sus bastas hechuras. Embestía bruto. Desarmó a Diego Carretero del cartucho de pescao de la obertura de faena. Cuando le exigía por abajo, se tragaba los derechazos a regañadientes. Más raza en Carretero que en el apretado novillo. En la despedida por bernadinas, el volteretón le partió la taleguilla. Envuelto en una toalla por pudor, repitió con redaños la invención del maestro Bernadó. Y saludó la única ovación.

En el loable esfuerzo de la nueva empresa por buscar novilladas bonitas no debería confundirse la afabilidad de las caras con las hechuras. Porque la clave está en las hechuras. En el tipo. Y el sexto, pese a su cara, tampoco era bonito. Manejable y sin clase por dentro. Topón. Andy Younes sorteó el peor lote. Quiso de nuevo con su valor y frescura. La frescura que se marchitó con la embestida mortecina. La tarde de San Fernando no fue como aquellas de los 90. Y a los de Aranjuez hoy les preguntaremos por la fresas.

El País

Por Antonio Lorca. Jóvenes, bravos, nobles y sin alma

A la tarde le faltó alma; le faltó sentir, vivir, embestir, torear… Hubo de casi todo, pero faltó emoción.

La novillada de Montealto fue preciosa de hechuras -menos el feo sexto-, variada de capa -un negro, dos salpicados, un colorao, un melocotón y un castaño-, bravos todos en los caballos, alegres casi todos en banderillas y nobles en la muleta; pero a los seis les faltó carácter en el momento final; fue la suya una nobleza sosa y fría.

Y alfo parecido le ocurrió a la terna de jóvenes espadas: la bravura -el valor- y la nobleza se les supone, pero no la personalidad, y esa asignatura no la aprobaron; demostraron que conocen el oficio para su corta edad -el francés Younes cumplió ayer veinte años-, pero a los tres les faltó el necesario sentimiento para expresar ese misterio que todo torero que se precie dice llevar dentro de sí.

Al mexicano Leo Valadez, por ejemplo, se le nota placeado, y es una enciclopedia con el capote: recibió a su primero con unas cordobinas, participó en dos quites, uno por templadas chicuelinas y otro por crinolinas; en otro quite al tercero se lució por caleserinas y gaoneras; saludó al cuarto por verónicas y chicuelinas, y terminó por zapopinas. No se le puede pedir más. Bueno, algo más, sí: que muletee más ceñido, con más sentimiento, con más alma. En una palabra, que toree en lugar de dar pases. Y que no sea pesado. La cantidad no tiene nada que ver con la calidad. Y Valadez no encontraba el momento para acabar.

Algo bueno tiene Carretero que no acabó de explicar. Será hondura, seguro, pero la lección la dejó a medias. Recibió al primero con una larga cambiada de rodillas en el tercio y un manojo de verónicas aceleradas y apasionadas. Fue corta su disertación ante este novillo, y embarullada ante el quinto, -a pesar de un par de tandas de redondos estimables-, que le propinó un volteretón cuando ensayaba unas ajustadas bernardinas. La primera impresión fue preocupante por la taleguilla rota y la mancha de sangre en el muslo derecho, pero, por fortuna, todo quedó en un susto y en una ovación de desagravio. Se cubrió sus vergüenzas con una toalla y volvió al tajo.

Y Andy Younes no tuvo el cumpleaños soñado. Ni todos los días se cumplen veinte abriles ni se presenta uno en Madrid. Tuvo el lote más soso, pero él no dijo nada.

Eso sí, los tres iniciaron la faena de muleta a sus primeros novillos de forma primorosa.

Valadez se hincó de rodillas, dibujó dos redondos, se cambió de manos para un largo natural y, ya de pie, cerró con un pase de pecho, que levantaron los ánimos

Carretero, por estatuarios, muy firme la planta; intentó ante el quinto el cartucho de pescao de Pepe Luis Vázquez, pero el novillo le robó la muleta.

Y Younes se plantó en la boca de riego y saludó al tercero con tres pases cambiados por la espalda y otros dos del desprecio que hicieron creer lo que luego no fue.

madrid_300517.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:10 (editor externo)