Viernes, 1 de marzo. Novillos de La Cercada para Carlos Domínguez dos orejas y siencio, Sergio Sánchez dos orejas y ovación y Sergio Domínguez El Mella dos orejas y dos orejas.
Sábado, 2 de marzo. Toros de Puerto de San Lorenzo para José María Manzanares palmas y ovación, Alejandro Talavante oreja y dos orejas y Andrés Roca Rey ovación tras petición y palmas.
Domingo 3 de marzo. Matinal. Novillos de Ganadería Talavante para Manuel Román, ovación/silencio, Marco Pérez, Javier Zulueta, que debutó con caballos, oreja/oreja, y Tomás Bastos, que también debutó con caballos, ovación/oreja.
Domingo 3 de marzo. Toros de García Jiménez y Olga Jiménez para Morante de la Puebla ovacion y silencio, Juan Ortega oreja y ovación y Andrés Roca Rey oreja y ovación.
Los retazos de toreo caro de Juan Ortega y el valor de Roca Rey en el descafeinado final de la Feria. Por Sandra Carbonero
Después de los ocho novillos de la matinal, los aficionados seguían queriendo ver toros. La plaza de Olivenza volvió a poblar sus tendidos para ver otro “cartelazo” muy apetecible, pero a la postre fue el único en el que ningún torero salió en hombros. El encierro de García Jiménez al que le faltó raza fundamentalmente condicionó el triunfo de la terna. No obstante, mirando la cara de la moneda, se vivieron momentos con detalles del toreo de Juan Ortega y el valor innato de Roca Rey.
“Napolitano”, un precioso segundo, fue devuelto al romperse el pitón al rematar en el burladero. En su lugar saltó al ruedo “Ilustrado”, de La Ventana del Puerto, al que Juan Ortega le instrumentó verónicas armónicas. El sobrero apretó en el caballo, donde fue castigado fuerte, pese a no estar sobrado de fuerza. El quite por delantales tuvo mucho sabor como el inicio para sacarlo a los medios. El animal nunca embistió con entrega, pero el sevillano fue constituyendo una labor meritoria en la que hubo naturales de uno en uno con temple. Por el pitón derecho quiso echarle mano en más de una ocasión. Lo mejor, los molinetes barrocos con los que abrochó, enroscándoselo al cuerpo. Tras la estocada paseó su primera oreja en Olivenza.
Ortega le rectó varias verónicas gustándose a “Esaborío”, que hizo quinto. El sevillano dibujó un quite con cuatro cordobinas sublimes que remató con una media a cámara lenta. Bonito fue también el inicio por alto para llevárselo fuera del tercio. Fue una faena de detalles porque el de García Jiménez pronto rehuyó hacia tablas tras una serie de mando y despaciosidad. En esos terrenos firmó otra de bello trazo, jugándose la cogida. Mató de un pinchazo y estocada y fue ovacionado.
A revienta calderas salió Roca Rey en su primero, sacándolo por el palo tradicional hasta los medios donde ejecutó ajustadas chicuelinas. Aún más lo fueron las del quite que combinó con saltilleras. Brindó a su amigo Cochicho. El prólogo de la faena puso al público en pie. Echo rodillas en tierra y se pasó por la espalda a milímetros al toro en repetidas ocasiones. Prosiguió con la diestra con dos series de muletazos profundos en las que el de García Jiménez mostró clase y una gran fijeza, embistiendo por bajo. Por el izquierdo tenía mejores principios que finales. Le tragó mucho en el cierre por circulares invertidos con el toro acariciándole con el hocico la taleguilla. Precisó de dos golpes de verduguillo tras la estocada y cortó una oreja.
“Herrero”, el astado de mayor volumen de la tarde, cerró el festejo al que recibió por verónicas Roca Rey. Fue en dos ocasiones al encuentro con el caballo porque en el primero casi derribó al picador sin que pudiera ejecutar la suerte. En el centro del platillo estructuró el peruano la faena con un oponente con recorrido, que acudía al cite de largo, pero algo informal en la embestida. Poco a poco se fue apagando y la labor tomó menos transcendencia, volviendo a pegarse otro arrimón. Lo sentenció con una estocada tendida y fue ovacionado.
Morante dejó un par de verónicas de buen trazo y una media “marca de la casa” en el saludo al primero del hierro de Olga Jiménez. “Discreído” fue medido en el castigo porque se atisbaba su corta durabilidad. Cuando el de La Puebla cogió la muleta, se hizo un silencio especial en Olivenza. Expectación que correspondió con algunos detalles muy toreros. Acabó con él con media estocada efectiva.
Con un ramillete de verónicas cadenciosas recibió Morante al cuarto. No andaba sobrado de fuerzas, ni tenía condición para durar en la muleta. Con mucho gusto empezó a dos manos junto a tablas en un inicio que dios esperanzas. Todo cambió tras series en las hubo ligazón. Ante la falta de raza del animal optó por abreviar.
El poder de Marco Pérez y el temple de Zulueta triunfan en la matinal de Olivenza. Por Sandra Carbonero.
Los cuatro novilleros hacían el paseíllo desmonterados en la matinal de Olivenza. Las cuatro presentaciones, dos de ellas con debut con picadores incluidos, han sido muy distintas. Entre el Tormes y el Guadalquivir se dilucidó el festejo en el que hubo un gran ambiente de público. Marco Pérez volvió a pasar arrollando con dominio y poder, mientras que Javier Zulueta enloqueció con su temple y empaque.
“Rescoldo”, un novillo bien hecho, abrió la matinal. Manuel Román movió bien las muñecas en el recibo con una media con mucho gusto. Durante el variado quite que estaba ejecutando, el utrero enterró los pitones en el albero pegándose una voltereta. El cordobés lo dominó desde el inicio por bajo a un oponente que tenía fijeza, pero ocasiones echaba la cara arriba y, por el izquierdo, aún era más irregular. Al volver a la mano diestra extrajo las tandas más compactas en corto.
El cuarto, “Labrador” de nombre, estuvo justito de raza y tenía una embestida informal. Román lo mimó, intentando que rompiera hacia adelante, pero la labor no terminó de calar en los tendidos.
Marco Pérez recibió a portagayola a “Hozaino” a la que le siguieron dos largas cambiadas más, verónicas acompañadas con la cintura, chicuelinas y una rebolera. Todo un despliegue como carta de presentación. El de Talavante, que estaba justo de fuerzas, recibió un puyazo bajo. Brindó el salmantino a Daniel Luque que presenciaba el festejo desde el callejón. Pronto lo vio con la claridad que es habitual en él y se puso a torear con un magisterio impropio de su edad. Un novillo con muchas teclas al que condujo con la diestra componiendo siempre la figura, con profundidad y mucha suavidad. Acabó metido entre los pitones hasta que llegó la voltereta. Volvió a la cara del animal y sin despegar las zapatillas le pegó varios circulares invertidos y una trincherilla muy torera. La espada cayó alga baja y cortó una oreja.
Marco repitió la hazaña anterior con el sexto. Caminó hacia chiqueros para ponerse a portagayola. En el mismo terreno, se puso en pie para sembrar verónicas ganándole terreno hacia los medios. No fueron tan lúcidas como esperaba porque el utrero embistió con genio enganchándole en alguna ocasión. Se resarció con un bonito quite por delantales en lo que ya se atisbó el peligro sordo que tenía por el pitón derecho. Sin inmutarse y clavado en el centro del platillo comenzó con pases cambiados y un par de muletazos de categoría. Con su rotundidad, “Cristal” se sintió podido, pero el novillero de Salamanca lo sostuvo con pasajes meritorios en lo que hubo mucha profundidad. En el epílogo se pegó un soberano arrimón. Una estocada fulminante y de nuevo, otro premio. La primera puerta grande de su carrera y parece que serán muchas.
“Encumbrado” salió perdiendo las manos en el percal de Javier Zulueta. Apretó el del hierro de Talavante en el caballo, donde fue muy castigado con un puyazo trasero. El sevillano cautivó desde la primera serie en los medios con despaciosidad. Imprimió cadencia y bien gusto en los naturales y una trincherilla a cámara lenta. Cerró con otra más por el pitón derecho con profundidad y ligazón y unos ayudados por alto muy estéticos. Pinchó antes de enterrar la espada y paseó el primer trofeo de su nueva etapa.
Con empaque y torería saludó a la verónica Zulueta a “Panaderito”. Lo midió mucho en el castigo porque no andaba sobrado de ninguna cualidad. Tuvo el bonito gesto de brindarle a sus compañeros de cartel. Las trincherillas con las que se lo sacó a los medios gozaron de temple, al igual que el resto de la faena. Cinceló naturales eterno con un clasicismo de gran altura. Sevillanía a raudales en cada cambio de mano. Una faena para paladear con novillero que había enamorado a los aficionados de su ciudad, pero que llega para hacerlo también con el resto del mundo. Tomás Bastos se fue a la puerta de chiqueros para recibir a “Ponderado”, el novillo de su debut con los del castoreño. Quitó en los medios por gaoneras con ajuste y una rebolera, mientras que arriesgó en banderillas clavando hacia los adrentos en tablas. Brindó a sus maestros Luis Reina y Cartujano. Aunque había embestido bien en los primeros tercios, al llegar al último buscó las tablas rehuyendo la pelea y queriendo echarse hasta que lo hizo.
Bastos quería cambiar su sino con el último, así que volvió a irse a portagayola. “Pajarito” metió bien la cara en los lances de recibo, así como en las chicuelinas que instrumentó el portugués. Volvió a tomar los palos arriesgando de nuevo. Brindó a su apoderada Cristina Sánchez y su marido. Se fue a los medios para iniciar con pases cambiados y por alto. Fue entonces cuando por fin pudieron verse sus buenas maneras con un novillo con recorrido y clase. El novillero quiso llevarlo siempre por bajo en una faena de menos a más. Con la espada no estuvo acertado y perdió una posible oreja.
Faena bordada en oro de Alejandro Talavante en una desapacible tarde en Olivenza. Por Sandra Carbonero.
La tarde de hoy en Olivenza pintaba bastos. En las horas previas, la lluvia se hizo presente junto a un fuerte viento. A las cinco y media, ante la incertidumbre y en el enfado del público, los areneros comenzaron a retirar la lona. Con quince minutos de retraso dio inicio el paseíllo siempre con la vista puesta en el cielo. Una tarde de las que llegas a tu casa empapado y con frío y que hubiera sido para el olvido si un Alejandro Talavante no se hubiera adueñado del escenario con una mágica faena al quinto. El único ejemplar del encierro del Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto que dio opciones de triunfo, ya que careció de raza.
Con unos bonitos delantales hasta acabar en el centro del platillo saludó Talavante a “Relicario”, que saltó en quinto lugar. Tras cumplir en varas, quitó por gaoneras a pies juntos con mucho garbo. De rodillas quiso empezar la faena tras el brindis al respetable, pero el animal resbaló tras él en un pase cambiado por la espalda y tuvo que levantarse. Con verticalidad, toreó por alto para continuar por el pitón derecho, que era por donde tenía mayor calidad. El extremeño lo entendió desde el primer instante dibujando dos series rotundas con gran naturalidad y personalidad. Cambió de mano y, aunque por ahí le costaba más, hubo algunos naturales en redondo de un trazo armónico. Al volver otra vez con la diestra, plasmó una tanda magistral con ligazón y despaciosidad en la que hubo improvisados pases por la espalda y cambios de manos para enmarcar. Lo cerró para entrar a matar con doblones y un natural de categoría. Se tiró a matar a por todas, dejando una estocada algo delantera y caída. Cuando finalmente atronó, Manuel Izquierdo fue a apuntillar y el toro se levantó y le pegó un arreón librándose milagrosamente de la cornada. Después del susto, los tendidos se tiñeron de blanco pidiendo los trofeos para una faena bordada en oro para el recuerdo.
Antes de cortar esas dos orejas, paseó otra del segundo. “Calesero” salió embistiendo con genio y arrollando el capote de Talavante. Cuando fue a colocarlo al caballo, el extremeño resbaló en un charco pudiendo ser cogido. Tras una suerte de varas discreta, dibujó un cadencioso quite por chicuelinas que culminó con una rebolera. Javier Ambel sobresalió en sus dos pares de banderillas. El de La Ventana del Puerto tenía mejores inicios que finales y le faltaba un punto de fuerza. El torero extremeño estuvo muy firme, cincelando naturales caros, enroscándoselo a la figura, pese a las dificultades que le rodeaban. Tomó la diestra para acabar con una serie con ligazón y temple. La estocada, que fue en dos tiempos, cayó en todo lo alto con fin fulminante.
“Cartuchero”, un animal de amplias hechuras, metió bien la cara en el recibo de José María Manzanares, que no pudo lucirse porque le molestó el viento. Lo condujo con suavidad en los primeros compases, tomando el burel con ritmo las telas. Continuaba el viento, dejando al descubierto al alicantino que estuvo en situación de peligro en más de una ocasión. Tras una buena tanda de poder con la diestra, la lluvia apareció por primera vez, mientras Manzanares intentaba torear al natural ayudándose de la ayuda. Luchó contra el temporal y contra complicado animal. La última serie con una serie por el pitón derecho fue la que tuvo mayor ligazón y eco en los tendidos. Fue un cañón con la espada.
A la salida de “Lenguilarga”, que hizo cuarto, empezó a diluviar en Olivenza. Pero si la lluvia apretaba, Manzanares salió apretando más con un bonito recibo a la verónica. Por abajo y con temple, empezó el alicantino la labor de muleta. Sólo esa tanda duró el del hierro de La Ventana del Puerto, que se cruzó la plaza hasta llegar a los tendidos de sol buscando resguardarse. Esa falta de raza hizo que plantease la faena allí, donde hubo algunos muletazos con estética. Una labor justa en tiempos que sentenció con otro estocadón.
Roca Rey prendió la mecha con unos lances ganándole terreno hacia los medios donde instrumentó tijerillas. “Carcelero” fue muy medido en varas, de donde salió algo descoordinado y buscando las tabas ya. Después de un tercio de banderillas en el que apretó, el peruano lo sacó fuera de las rayas de picar en una primera tanda a media altura y sin apretarle. En la siguiente, lo toreó en redondo llevándolo embebido en la muleta. El animal se sintió podido y ya cantó la gallina. Lo intentó sostener, pero al final tuvo que irse tras él hacia tablas. Optó por el arrimón en esos terrenos con pases cambiados y circulares invertidos.
Al sexto, “Cardilisto” de nombre, lo recibió con solvencia. Un toro que se dolió en varas y careció de raza. Pocas opciones parecía tener Roca Roca y así resultó ser. El del Puerto de San Lorenzo era incierto, tirándole gañafones al pecho. Tuvo que abreviar. Mañana tiene otros dos para resarcirse.
Tres gallos de pelea. Por Sandra Carbonero. El dicho de que Extremadura es tierra de toros y de toreros, queda más que confirmado que no es un tópico, es una realidad. Un ejemplo de ello es la tarde vivida hoy en un épico inicio de la Feria de Olivenza. La terna de novilleros de la tierra formada por Carlos Domínguez, Sergio Sánchez y Sergio Domínguez “El Mella” salieron en hombros mostrando cada uno sus credenciales para llegar lejos. El otro protagonista fue Miguel Moreno. El ganadero de La Cercada llevó una extraordinaria novillada con cuatro ejemplares de buenas condiciones que fueron ovacionados en el arrastre.
La tarde se había puesto cara ya a la salida del tercero. Sergio Domínguez “El Mella” dejó como carta de presentación un gran saludo con verónicas a cámara lenta ganándole terreno. “Puñalero”, un colorado de bonitas hechuras, peleó en el peto de Antonio Torrado, que realizó una buena suerte de varas. Al igual que sus compañeros, no dejó escapar ni una oportunidad y quitó por gaoneras con un bonito remate a una mano. Lo citó en los medios por estatuarios. En eso terrenos cimentó la faena con un animal que el único defecto que tenía era que le faltaba un punto de fuerza. El novillero estuvo inteligente, dándole tiempo entre serie y serie. Dibujó naturales con profundidad, de uno en uno, pero con bello trazo. Con el útero ya venido a menos, firmó una tanda con la diestra más compacta. Una labor de poder que finiquitó por manoletinas y una estocada. Paseó las dos orejas.
La locura que desató El Mella no acabó ahí. Cuando la tarde empezaba a decaer, la levantó con una larga cambiada con la que recibió a “Corremantas”. Después, lo colocó galleando en el caballo, que terminó derribándolo. El público continuó de su lado con un quite variado en los medios. En el mismo sitio y de rodillas, comenzó con pases cambiados para ligar en redondo. En mitad de la faena, al citarlo por el pitón izquierdo, el novillo hizo por él, llevándose enganchada a la muleta y al novillero con ella. No le quedó nada por hacer al de Barcarrota, que exprimió al máximo al animal en una labor entregada. Otra estocada y otras dos orejas.
Sergio Sánchez salió a por todas con un arrebatado saludo de rodillas junto a tablas que cerró con una media a una mano. El quite fue en el centro del redondel, por tafalleras ajustadas y un bonito remate. Y en esa misma línea continuó escribiendo su faena. Volvió a ponerse de hinojos en el inicio del último tercio con pases cambiados, y ya de pie mirando hacia el tendido. “Limonero”, otro enclasado animal, se venía pronto a las telas del extremeño que con la personalidad que lo caracteriza lo condujo al natural con largura y temple. Haciéndolo todo con mucha naturalidad y firmando pases de pecho de pitón a rabo. Mató de una estocada y las dos orejas cayeron en su esportón.
El quinto, cuando Sergio Sánchez estaba dejando ver sus buenas maneras con el percal, se pegó una costalada. El prólogo de faena de muleta fue angustioso. Lo citó de largo, mientras que el de La Cercada acudió raudo, pero al cuerpo del novillero propinándole una fortísima voltereta. Sin mirarse, volvió a la cara del animal y firmó la misma serie rotunda con la que quería iniciar. Sin dar un paso a atrás, tomó la zurda dibujando algunos naturales sueltos a un utrero de embestida irregular. Con un valor seco, se metió entre los pitones, jugándosela, mientras que “Alcohólico” le miraba los muslos. Dejó una estocada caída por lo que tuvo que conformarse con una ovación. No obstante, Sergio Sánchez reafirmó que su toreo sigue in crescendo y hay ganas de volverlo a ver pronto.
“Agitador”, un novillo bien hecho, abrió la Feria de Olivenza. Carlos Domínguez le instrumentó un ramillete de verónicas ganándole terreno hacia los medios. Tras cumplir en el peto, dejó verónicas de mano baja templadas en el centro del ruedo. Entre las dos rayas de picar, echó rodillas en tierra toreándolo en redondo en un inicio con mucha emoción. El de La Cercada tenía fijeza y clase. Un bravo ejemplar que estuvo metido en la muleta desde el primer momento. Hubo algunos naturales de peso, con un animal acariciando el albero con el hocico. Acabó en las cercanías con circulares invertidos y bernardinas. Tras una estocada fulminante paseó las dos orejas.
El cuarto saltó al ruedo más desentendido, sin dejar que Carlos Domínguez se luciera. “Travieso” ya atisbaba otra condición distinta a la de sus hermanos anteriores. Se frenaba en el capote y embestía sin entrega. Y así fue. El extremeño hizo las cosas bien, intentando que rompiera hacia adelante. Pero con la diestra se cruzaba y por el izquierdo era tardo. Optó por meterse en los terrenos de su oponente en una labor de largo metraje. La estocada cayó contraria tras un pinchazo y fue silenciado