Sábado, 1º de agosto. Toros de Ventura y Julio de la Puerta, para Diego Ventura (dos orejas y oreja), Enrique Ponce (oreja y oreja), y Javier Conde (pitos y 3 avisos). Primera corrida que se celebra en Andalucía tras el Estado de Alarma decretado por la crisis del coronavirus. Completo la mitad del aforo previsto en tarde noche muy calurosa. Ofició de sobresaliente el diestro Jesús de Almería.
Crónicas
La inseguridad de Javier Conde empañó el regreso de los toros. ABC, 2/08/2020. Por Jesus Bayort. La corrida había sido un éxito mucho antes de que Enrique Ponce reemplazara en el paseíllo la habitual cruz que se hace con la manoletina por una «A». Cosas de enamorados. Esta primera ocasión «postcovid» fue un triunfo en la taquilla y en el corazón de la afición (hasta que apareció en escena Javier Conde). La plaza de Osuna aparentó registrar tres cuartos de aforo, aunque la limitación sanitaria hace pensar que había media entrada.
Diego Ventura se llevó sus propios toros y Enrique Ponce a su compadre Javier Conde. Esta corrida endogámica reafirmó al caballero hispano-luso como máxima figura del rejoneo y sirvió como reconocimiento público al torero de Chiva, primero en echarse la temporada a sus espaldas. Quisieron convertirla en un espectáculo flamenco con un cantaor en directo… y alguno que dio el cante. Las plazas de toros son plazas de toros y los tablaos son tablaos. «Alfileres de colores» es el bucle interminable de estos deplorables festejos. Ya puestos, podrían haber homenajeado a Juego de Tronos, que se rodó en este albero, y todo hubiese quedado más épico.
Centrados en lo importante, Diego Ventura armó un taco en el cuarto y Enrique Ponce se inspiró con el quinto. El caballero rejoneador debutó caballos y sacó a sus estrellas más consagradas: sometió al segundo toro a lomos de «Sueño» y puso a todos los aficionados de acuerdo con el debut de «Capote», un castaño que invita a soñar y parece perfeccionar aún más los logros que ha conseguido con «Dólar». También prescinde del cabezal y las riendas. Ventura está a años luz de todo el escalafón ecuestre.
Enrique Ponce estuvo perseverante en ambas faenas. Alcanzó sus mejores cotas a mitad de la faena al quinto, cuando encauzó sus irregulares embestidas. Perdía las manos en los inicios del último tercio. Su reconocido temple fue la ansiada panacea. Un par de tandas embraguetado hicieron prever un triunfo importante. Hasta que marró con el verduguillo. Todo quedó en una oreja. Con su primero tuvo momentos interesantes, principalmente en el inicio por doblones.
Javier Conde acertó con el color de su vestido. Lo vio todo muy negro. Desde el inicio de su habitual performance con tres latigazos que a punto estuvieron de mandar al animal al triaje de traumatología. Pidió un respiro el torero: solicitó el cambio de tercio y le cedió el testigo a su cuadrilla. La prueba del algodón para José Antonio Trujillo, que aprobó con éxito. Capa y más capa. Y en banderillas se gustó Cándido Ruiz. El oro estaba reservado para los subalternos. Con la muleta no le dio opciones al cantaor ni a calentar la voz. Fue esperpéntico.
Vio como el sexto se estrellaba de salida contra el burladero. Quedó descoordinado y no había bueyes para llevárselo. Ni Javier Conde ni el director de lidia se hicieron cargo de aquel desbarajuste. Aquellas imágenes eran el gozo para el partido Pacma. Y tuvo que salir Ventura para arreglarlo.
Le ahorraremos el disgusto de contarle lo ocurrido con el sobrero, que empeoró considerablemente lo anterior. Aunque parezca imposible. De nada le sirvió a Conde la legión de palmeros que le jalearon en el recibo a la verónica. Aquello era un barco hundido. ¿Lo peor de todo? que fue televisado de Canal Sur. No por él, sino por la imagen que se ofreció en abierto de la tauromaquia.
Ventura y Ponce triunfan en la “nueva normalidad” taurina. EFE, 1º de agosto. El rejoneador Diego Ventura y el diestro Enrique Ponce triunfaron con tres y dos orejas, cada uno, en el festejo celebrado esta noche en Osuna (Sevilla), el primero -en paralelo con Estepona- de la nueva normalidad taurina en Andalucía. Javier Conde no tuvo su día.
La cita acaparaba la atención taurina de esta era pos-covid que obliga a reducir el aforo de las plazas de toros en un 50 % y llevaba aparejada, además, el indudable morbillo de contemplar vestido de luces a Enrique Ponce, uno de los protagonistas que han marcado el guión de la crónica rosa en las últimas semanas.
Abrió plaza el rejoneador Diego Ventura, que brindó su primer toro al empresario Antonio Osuna, verdadero catalizador del evento.
El jinete de La Puebla del Río se encontró con un ejemplar manso y rajado, muy difícil de sujetar y de escaso celo, con el que tuvo que hacer un auténtico esfuerzo para calentar el ambiente, especialmente con los caballos “Lío” y “Dólar”.
El cuarto, otro toro marcado con el hierro del propio jinete cigarrero, fue otra historia. Ventura se templó a lomos de “Sueño”, acortando los terrenos en una labor ceñida y muy entregada que vivió su momento más intenso clavando sin cabezada a lomos de una cabalgadura debutante llamada “Capote”. Las cortas cayeron al violín aunque al rejón de muerte le faltó contundencia.
Ponce abrió el turno de los de a pie con un toro corto de bríos que brindó al público. El animal se defendía en la muleta de puro flojo aunque el valenciano acertó a cogerle el aire, especialmente por el lado izquierdo, en una faena templada y dicha de menos a más en la que siempre faltó toro.
El quinto de la noche fue un animal un punto distraído y descompuesto que acabó entregándose en una faena que encontró su mejor trazo en unos muletazos diestros, muy relajados, que metieron al público definitivamente en la canasta. El trasteo, culminado con nota por el lado izquierdo, fue finiquitado con buenos pases por bajo y una estocada entera que no bastó.
El malagueño Javier Conde, por su parte, sorteó en primer lugar un toro suelto y de aire manso con el que no terminó de apostar nunca en una labor deslavazada y falta de confianza en la que acabó cortando por lo sano.
El sexto titular se descordó al salir contra un burladero. Fue sustituido por un sobrero de la misma ganadería después de ser descabellado por Ventura desde el callejón. Conde logró expresarse con el capote aunque su faena, una vez más, careció de la firmeza necesaria y acabó diluida en un mar de dudas y en una demostración de la incapacidad más absoluta hasta escuchar los tres avisos.
Al final de la noche, Ventura y Ponce se marcharon a pie de la plaza, rehusando de salir a hombros por prevención y como medida de seguridad en una “nueva normalidad” marcada por la que la distancia social y el uso de mascarillas.