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Pablo Picasso

El País, 18 de mayo de 1988. Por Rafael Alberti. “(…) Picasso en Europa cumplía 80 años y a su llamada tú tenías que correr, pues iba a celebrarse en su honor, en una plaza improvisada en Vallauris, una corrida de toros, cuyos lidiadores serían Luis Miguel Dominguín y Domingo Ortega, muerto en estos días en Madrid, a sus 82 años? Gran corrida. En el palco de la presidencia, junto a Jacqueline y Jean Cocteau, estaba el gran pianista soviético Richter, mientras a la entrada de la plaza, sin poder entrar en ella, el alcalde de Málaga, venido expresamente para la corrida picassiana, gritaba a Pablo, ofreciéndole una enorme bandeja de boquerones: ¡Pablo, que ya no pueden aguantar más y se van a pudrir' ¡Déjanos entrar! ¡Son boquerones frescos de tu Málaga, Pablo!

Y en la plaza, ante el toro que tocaba a Dominguín, surgió el primer conflicto.

La corrida no era a muerte. La Sociedad Protectora de Animales lo prohibía. Gran consternación y grandísimos abucheos para algunos miembros de la Sociedad allí presentes. Crecía la pitada, mientras Luis Miguel no sabía qué hacer con el estoque en la mano. Pero… de pronto, ¡oh milagro!, Picasso, puesto de pie en mitad de su palco, agitando en mano un gran pañuelo, pedía a los protectores de la Sociedad concediesen la muerte del toro. Y así fue. Toda la plaza de pie, aplaudiendo, contempló cómo aquel toro lidiado por Dominguín, y haciendo de peón Domingo Ortega, caía de una estocada en el centro de la arena desde aquella pequeña improvisada plaza de Vallauris.

pablo_picasso.txt · Última modificación: 2021/06/20 21:14 por paco