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Plaza de Toros de Pamplona

Miércoles, 6 de julio de 2017

Corrida de novillos

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Novillos de El Parralejo bien presentados; de mucha calidad el 3º en su contado poder; bueno el 5º a menos; extraordinario el 6º.

Diestros:

Javier Marín: de azul marino y oro. Media tendida (oreja). En el cuarto, pinchazo y estocada atravesada y contraria y varios descabellos. Aviso (silencio).

Jesús Enrique Colombo: de nazareno y oro. El segundo fue apuntillado (silencio). En el quinto, gran estocada (dos orejas). Salió a hombros.

Toñete: de azul marino y oro. Tres pinchazos y estocada (silencio). En el sexto, cuatro pinchazos y estocada. Aviso (silencio).

Galería de imágenes:

Video: Video: https://twitter.com/toros/status/882707480429703169

Crónicas de la prensa:

ABC

Por Andrés Amorós. Salida a hombros en San Fermín de Colombo, promesa cierta

Dos días antes del primer encierro y uno, antes del chupinazo, abre la Feria una novillada del Parralejo, varias veces triunfadora en esta Plaza. Siguen mostrando su nobleza pero varios acusan escasez de fuerzas. Todavía no asisten las peñas pero hay una gran entrada. El venezolano Colombo confirma la gran impresión que dejó en Las Ventas.

El navarro Javier Marín, en su última novillada, se entrega en el primero, desde los faroles de rodillas iniciales hasta la media de rápido efecto: oreja generosa de los paisanos. En el cuarto, manejable pero soso, vuelve a entregarse, con escaso brillo, y falla con los aceros. ¿Está maduro para la alternativa?

El venezolano Colombo, triunfador en San Isidro, juega en banderillas con el segundo, maneja con facilidad los trastos pero el novillo se echa y lo han de apuntillar. En el quinto, se luce en un quite vistoso; banderillea con rotundidad, en cualquier terreno; encadena derechazos de rodillas; muletea con gusto, seguridad y variedad. Sufre una voltereta y una patada en la cabeza. Agarra una gran estocada y corta justamente dos orejas.

Toñete, medio navarro, es hijo de Antonio Catalán, un conocido empresario. Logra suaves muletazos en el tercero, muy noble, flojo, pero mata mal. En el último, realiza un trasteo valiente y de línea clásica pero vuelve a fallar en la suerte suprema. Maneja mejor la muleta que el capote y la espada. Habrá que esperar.

Aunque sólo ha podido matar un novillo, Jesús Enrique Colombo sale a hombros y, sobre todo, demuestra que es una promesa cierta.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Colombo descerraja la puerta grande con la fuerza de Venezuela

En el minuto de silencio por el alma de Iván Fandiño, regresó aquella brutal imagen suya a portagayola por gaoneras aquí en Pamplona. Las buenas gentes que cuajaban una gran entrada respetaron su memoria. Y luego se entregaron con el empuje de su paisano Javier Marín, que fue la entrega personalizada. De rodillas por faroles en la apertura del saludo y de rodillas por derechazos en la obertura de faena. El novillo de El Parralejo se dejó sin maldad ni excelencias en su escasa humillación. Y entre la voluntad de todos -novillero, utrero y público- se concedió una oreja voluntariosa.

La potencia del venezolano Colombo con las banderillas fue la única fuerza viva sobre el ruedo ante el moribundo aliento de su novillo, que pareció entre mareado y enfermo desde que salió del caballo. Y finalmente se echó para ser apuntillado.

Tras el contado poder del tercer utrero, habitaba una calidad mayúscula. Toñete pulseó con expresión las embestidas preñadas de clase desde su colocación clásicamente enfrontilada. Por abajo hacía Cantaor el bello gesto de planear. Dulce y rítmico cante el suyo. La bonita faena se afeó con los pinchazos en mal sitio.

Subió de cuerpo el trapío de la novillada con el cuarto. Marín se despidió de Pamplona -brindis incluido a la Casa de Misericordia- antes de su próxima alternativa en Tudela. Otro enemigo de cara alta. Todavía más elevada la testa de éste que la del anterior de su bolita. JM volvió a darlo todo. Pero los aceros se le atravesaron.

Jesús Enrique Colombo fue el grito de libertad de su pueblo ante el quinto. Ante la única bala de El Parralejo en el tambor de su suerte, Colombo estuvo sensacional en su estilo, un espejo de El Fandi. En las verónicas de corte clásico, en el quite por caleserinas, en el poderío rehiletero y en el arranque de faena de rodillas, en poner más -y superar una voltereta- cuando el buen novillo ya ponía menos y en el rotundo espadazo que también es arma del granadino: El Fandi venezolano descerrojó la puerta grande con la fuerza de aquel César Girón de su tierra. La fuerza de Venezuela en lucha contra la opresión chavista.

El último vino a echarle un pulso de calidad a Cantaor y lo ganó. De Cantaor a Hostelero, el lote fue el soñado por Toñete, que se sintió con la mano izquierda lentamente. La espada fue la losa de su actuación.

La Razón

Por Paco Aguado. Jesús Enrique Colombo, a hombros en la novillada de apertura

Desde hace ya más de una década, los Sanfermines se abren en día laborable y con una novillada que se vive, desde el tendido, en un contexto muy distinto al de los días de encierro, jarana y corrida de toros. Un público familiar, que acude a la plaza a las ocho de la tarde en la víspera del chupinazo, sin peñas ruidosas ni alcohol que distorsionen sus ovaciones, acaba siempre premiando con generosidad a los novilleros que se encargan de este prólogo taurino pamplonés.

Y así sucedió hoy con el venezolano Jesús Enrique Colombo, al que le dieron la dos orejas que avalaron su salida a hombros por una faena sólo estimable a un quinto novillo que tuvo nobleza pero que se acabó sólo un poco después que sus anteriores cuatro hermanos de camada.

Colombo, que vio cómo su primero se echaba irremediablemente al principio de la faena de muleta, desfondado tras dos duros puyazos, pudo sacarse la espina con este otro, al que toreó con variedad de capa, banderilleó con facultades y muleteó con ligereza antes de que el animal perdiera celo.

Sólo que una aparatosa voltereta, de la que el venezolano resultó ileso, y sobre todo una excelente estocada, cobrada en total rectitud, calentaron al tendido lo suficiente como para que se le pidiera esa excesiva segunda oreja que la presidencia acabó concediendo.

Pero el primer trofeo de estos Sanfermines lo había paseado antes precisamente un novillero navarro, el cirbonero Javier Marín, que se despedía hoy del escalafón menor con la vista puesta en la alternativa que tomará en la inmediata feria de Tudela.

Marín demostró estar bien preparado para el doctorado profesional, en tanto que lució muy por encima de los dos novillos de su lote, tanto el del triunfo que abrió plaza como el cuarto, que tuvieron en común su falta de raza y de entrega.

Pero gracias a su buen oficio el navarrico sacó lo mejor de ambos desde que comenzó su actuación con dos largas afaroladas. El acierto al manejar la muleta a media altura, con temple y gusto incluso en la apertura de rodillas, le valieron la oreja del primero, que pasaba sin emplearse, y le ayudaron también a asentar y a hacer ir a más al flojo cuarto, al que no mató bien.

De origen navarro es también Antonio Catalán “Toñete”, hijo de un importante empresario de hostelería, que se presentó hoy en Pamplona sin lograr obtener trofeos, aunque dejara algunos detalles estimables.

Pese a que se le vio poco ducho en el manejo del capote, que sostiene de manera muy peculiar, se le apreció mucha más soltura con la muleta, que movió con suavidad y pulso para sacarle buenos pases a un tercer novillo endeble En cambio, con el sexto, el mejor utrero del sexteto por la profundidad y claridad de sus embestidas, a Toñete le faltó más aplomo para sacar mucho más que unos cuantos excelentes pero aislados naturales sueltos, antes de mostrar, como con el anterior, que tampoco anda suelto con la espada.

pamplona_050717.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:21 (editor externo)