Herramientas de usuario

Herramientas del sitio


pamplona_060717

Plaza de Toros de Pamplona

Jueves, 6 de julio de 2017

Corrida de rejones

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de El Capea (1º, 2º y 5º) y San Pelayo, bien presentados.

Rejoneadores:

Pablo Hermoso de Mendoza: pinchazo, rejonazo caído y rejonazo (saludos). En el cuarto, dos pinchazos y rejonazo (saludos).

Leonardo Hernández: pinchazo y rejonazo (oreja). En el quinto, rejonazo pasado y descabello. Aviso (oreja).

Roberto Armendáriz: rejonazo trasero (dos orejas). En el sexto, rejonazo fulminante (oreja). Salió a hombros con Leonardo.

Entrada: lleno

Galería de imágenes: https://t.co/BVwWXBcuN1

Video: https://twitter.com/toros/status/883057530502512642

Crónicas de la prensa:

El País

Por Antonio Lorca. La apoteosis soñada del rejoneador navarro Roberto Armendáriz

En el espectáculo de rejoneo sanferminero ocurrieron dos sucesos curiosos: el primero, que Roberto Armendáriz protagonizó una tarde redonda, una de esas que sueña cualquiera que se enfrenta a un toro en el ruedo; y el segundo es que Hermoso de Mendoza salió de la plaza por su propio pie.

Nadie esperaba el apoteósico triunfo de Armendáriz pues torea poco y ha dedicado gran parte de los últimos meses a recuperarse de un accidente de tráfico que sufrió a finales de marzo. Pero, lo que son las cosas, le tocaron en suerte dos toros de encastada nobleza, y apoyado en una buena cuadra de caballos, acertó con los rejones de castigo, quebró muy bien en banderillas en su primero, -especialmente, montando a Ranchero, un animal valiente que retó al toro en los medios, muy cerca de los pitones-, y mató de un rejonazo algo trasero que fue suficiente.

Otro buen toro fue el sexto, y el rejoneador navarro, henchido de amor propio, clavó con facilidad entre el cariño de sus paisanos y, sobre todo, estuvo muy acertado con el rejón de muerte, en todo lo alto, sin probatura alguna, y de efecto fulminante.

Fue la tarde soñada, pero no perfecta. No puede serlo porque a Armendáriz le falta rodaje, confianza y suficiencia en el toreo a caballo. Ha toreado poco y se le nota mucho. Su falta de recursos la suple con ilusión y valentía, no exenta de cierto grado de temeridad, pero fue un triunfo trabajado y con la suerte como aliada. Se le nota acelerado, no le sobran ideas en la cara del toro, clava despegado, galopa en exceso y a toda su labor le faltó limpieza y serenidad. A pesar de todo, su éxito fue legítimo y ojalá le sirva para relanzar su carrera.

La otra noticia la protagonizó Hermoso de Mendoza, que falló con estrépito con el rejón de muerte en sus dos toros y salió a pie de la plaza en contra de su inveterada costumbre de hacerlo en loor de multitud. Demostró su suficiencia ante el agotado y amuermado primero, con el que jugó sin emocionar a sus paisanos, y se lució ante el cuarto a lomos de Disparate con sus famosas ‘hermosinas’. Volvió a fallar en la suerte final y todo quedó en una nueva demostración de mutuo cariño entre el caballero y su público.

Y al triunfador Armendáriz lo acompañó Leonardo Hernández, un torbellino a caballo, que cortó una oreja de su primero gracias a la vistosidad de su cuadra y no por su toreo imposible ante un toro cansado. Mejor ante el quinto, manso y encastado, que le permitió dar rienda suelta a su juvenil entrega. Falló en un par de banderillas dos manos, pero acertó en su posterior rectificación, y, aunque escuchó un aviso, paseó otra oreja porque supo conectar con los tendidos.

En fin, entretenida tarde de rejoneo, pero no de emocionante toreo a caballo. El público es jaranero, y le basta con que el toro de turno se derrumbe con rapidez, al margen de otras exigencias. Los rejoneadores lo saben y se esmeran más en el espectáculo de sus caballos que en la realización clásica de las suertes. Algún día caerán en su error…

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Leonardo y Armendáriz asaltan el día grande de Pablo

Hermoso de Mendoza y el chupinazo forman una collera histórica. Desde 1990, Pablo I de Navarra no ha faltado a la cita del 6 de julio con Pamplona más que en 1993. Sus deslumbrantes estadísticas se incrementaron el año pasado con un pleno de cuatro orejas que rompía una racha de vacíos por culpa de la espada. El acero mortal volvió de nuevo a dejar en blanco la casilla de los trofeos con la calidad melosa del toro de El Capea. Tan humillado de salida y tan encelado en el toreo de Brindis, un tordo en fase blanca valiente de frente y templado de costado. Sobre Dalí se impuso la potencia de las piruetas desde los cites en corto con los posteriores. Y con Nevado elevó la temperatura con las cortas cuando el murube salmatino ya se derretía.

La determinación del espadazo de Leonardo Hernández fue todo lo contrario. Sólo que vino en el segundo envite. Lo que no fue óbice para que se premiara su vibrante faena con una oreja. La vibración que nacía de las suertes comprometidas más que de la dulzura tibia del toro. Entre Sol, albino y certero caballo que torea con los pechos, y Xarope, viejo guerrero a los violines, llevaron el peso de la faena.

Armendáriz pegó un cañonazo a la puerta grande volcándose en la hora final. Cristalizaban en las dos orejas los alardes últimos sobre Cristal -un desplante con el caballo casi tumbado, como si fuera La Maja de Goya- y sobre todo a lomos de Ranchero, veterano campeón sin gloria en la lucha amarga de su dueño. Hasta que este jueves las saladas lágrimas de la alegría saltaron en el rostro de Roberto al sentir la recompensa.

De nuevo, Hermoso pinchó en el toro de la merienda. Encastado el ejemplar de San Pelayo y con las cosas incómodas de la casta a veces. Pablo, por tanto, no se encontró cómodo pese a los momentos brillantes conquistados sobre Disparate. El maestro vería con disgusto cómo los discípulos asaltaban su gran día y le adelantaban por la derecha en la tierra donde es dios, tótem y mito. Como lo ha sido, y es, en la historia del toreo a caballo. Pero el tiempo también pasa y pesa en el Olimpo.

ABC

Por Andrés Amorós. Feliz chupinazo a caballo en San Fermín

A las doce del mediodía, en la Plaza del Ayuntamiento, ha estallado el chupinazo: un cohete de más de un metro provoca un estruendo como el despegue de un avión a reacción. (El alcalde, de Bildu, se sale con la suya al colocar en el balcón la ikurriña). Miles de personas, apiñadas, se han puesto a saltar, a cantar, a bailar: ha comenzado una Fiesta que durará más de doscientas horas seguidas.

El éxito de la Feria del Toro es espectacular, los llenos están asegurados. En nueve días, entre mañana y tarde, van a pasar por la Plaza 360.000 espectadores (es el mayor acontecimiento de masas de la Comunidad). Los precios de las entradas están congelados desde el 2008. El presupuesto es de 3’6 millones de euros. Los beneficios revertirán en la Casa de Misericordia, propietaria de la Plaza, que acoge a 580 residentes de avanzada edad.

El día del chupinazo se celebra el festejo de rejones, con la Plaza llena. Los murubes del Capea, muy nobles, favorecen el triunfo de los tres caballeros.

Pablo Hermoso de Mendoza torea en su casa. Hace un año, cortó, aquí, cuatro orejas. En el primero, noble, que se para, hace una faena pulcra y elegante, destacando los templados «muletazos» con «Brindis» pero falla al matar. En el cuarto, se luce «Disparate», en la «hermosina», y «Donatelli», en las piruetas, pero pincha.

En el segundo, Leonardo Hernández arriesga con el albino «Sol», levantan ovaciones las cabriolas con «Xarope» pero pincha una vez: oreja. En el quinto, menos codicioso, logra el par a dos manos, corvetas y un rejonazo; nueva oreja. Ha tenido una actuación vibrante y certera.

Para el navarro Roberto Armendáriz, ésta es, año tras otro, la tarde más importante de su temporada. Con el caballo «El Capea», rejonea al toro del Capea: ¡qué redundancia! Con «Ranchero», quiebra en corto. Una labor entusiasta, jaleada por los paisanos: dos benévolas orejas. Vuelve a lucirse en el sexto, con «Farruco», y acierta, al matar, con «Cristal»: otras dos orejas. Un paso muy importante, en su carrera.

El chupinazo ha traído fortuna: salen a hombros Leonardo y Armendáriz; como otras veces, pierde el triunfo, al matar, Hermoso. El primer encierro y la primera corrida a pie nos esperan este viernes, en el día grande del Santo.

COPE

Por Paco Aguado. El triunfo se queda en casa

Por raro acaso en los más de veinte años en que se viene celebrando en Pamplona la corrida del arte del rejoneo, esta vez no hubo orejas para la gran figura navarra, el maestro Hermoso de Mendoza.

Pero, finalmente, el orgullo local quedó más que resarcido, pues la habitual salida a hombros del de Estella la ha protagonizado esta vez Roberto Armendáriz, otro paisano, de Noaín, que ha paseado hasta cuatro orejas por el ruedo pamplonés.

La actuación de Armendáriz ha tenido también su parte emocional, pues el jinete no pudo montar sus caballos hasta primeros de junio, después de sufrir tres meses antes un grave accidente de tráfico que le afectó seriamente las vértebras.

En cambio, tan larga convalecencia no ha sido óbice para que este otro rejoneador navarro se luciera con sus dos toros, y sobre todo con el primero del lote, que fue el más reservón de la enclasada corrida de Capea.

Con éste lo ha tendido que poner casi todo Armendáriz, dejándose ver y atacando, primero de lejos, después en corto, en cada embroque con las banderillas, para matarlo después de un rejonazo de rápido efecto que ha ayudado mucho para la concesión del primer doble trofeo.

Tanto o más decisivo para redondear el “marcador” con otras dos orejas ha sido también el fulminante efecto del rejón de muerte con que acabó con el sexto, un toro muy voluminoso pero con mucho temple en sus embestidas y ante el que Armendáriz ha lucido menos y sin tanto eco en el tendido.

En la salida a hombros le ha acompañado Leonardo Hernández, con un trofeo de cada uno de sus astados. Especial mérito ha tenido su faena al segundo de la tarde, bravo y con calidad, aunque pareció venirse abajo tras el rejón de castigo.

Pero el valor de “Sol”, un caballo albino que se dejó llegar los pitones a la grupa para encerlarlo, ayudó decididamente a que el animal se creciera y facilitara un vibrante final de obra de Hernández.

El quinto, en cambio, se ha parado pronto, y Hernández ha tenido que tirar de repertorio, como en un buen par a dos manos, así como de adornos y alardes para poder cortar esa oreja que impidió que abandonara la plaza por su pie.

La extraña noticia del festejo fue que Hermoso de Mendoza, el culpable de que el rejoneo se haya institucionalizado en los sanfermines, se fuera de Pamplona de vacío.

La explicación de la excepción estuvo, únicamente, en sus fallos con el rejón de muerte, a falta de un caballo mejor capacitado. Pero antes de esos únicos errores, Hermoso dio todo un recital de aciertos, por pureza, maestría lidiadora, temple y naturalidad, ante dos buenos ejemplares en los volvió a hacer el toreo a caballo, en toda la extensión de la palabra.

A la muerte de su primero se produjo la anécdota de la corrida, cuando, en días de especial actividad antitaurina en busca de la gran resonancia mediática de los sanfermines, se arrojaron al ruedo dos activistas antitaurinos.

Para uno de ellos, el ya famoso holandés Peter Janssen, el juzgado de instrucción número 7 de Madrid dictó orden de busca y captura a finales de marzo. ¿Le habrán localizado por fin?.

La Razón

EFE Armendáriz y Hernández triunfan en la de rejones

A la muerte del primer toro se lanzaron al ruedo dos activistas antitaurinos, que fueron desalojados de inmediato por las asistencias.

Por raro acaso en los más de veinte años en que se viene celebrando en Pamplona la corrida del arte del rejoneo, esta vez no hubo orejas para la gran figura navarra, el maestro Hermoso de Mendoza.

Pero, finalmente, el orgullo local quedó más que resarcido, pues la habitual salida a hombros del de Estella la ha protagonizado esta vez Roberto Armendáriz, otro paisano, de Noaín, que ha paseado hasta cuatro orejas por el ruedo pamplonés.

La actuación de Armendáriz ha tenido también su parte emocional, pues el jinete no pudo montar sus caballos hasta primeros de junio, después de sufrir tres meses antes un grave accidente de tráfico que le afectó seriamente las vértebras.

En cambio, tan larga convalecencia no ha sido óbice para que este otro rejoneador navarro se luciera con sus dos toros, y sobre todo con el primero del lote, que fue el más reservón de la enclasada corrida de Capea.

Con éste lo ha tendido que poner casi todo Armendáriz, dejándose ver y atacando, primero de lejos, después en corto, en cada embroque con las banderillas, para matarlo después de un rejonazo de rápido efecto que ha ayudado mucho para la concesión del primer doble trofeo.

Tanto o más decisivo para redondear el «marcador» con otras dos orejas ha sido también el fulminante efecto del rejón de muerte con que acabó con el sexto, un toro muy voluminoso pero con mucho temple en sus embestidas y ante el que Armendáriz ha lucido menos y sin tanto eco en el tendido.

En la salida a hombros le ha acompañado Leonardo Hernández, con un trofeo de cada uno de sus astados. Especial mérito ha tenido su faena al segundo de la tarde, bravo y con calidad, aunque pareció venirse abajo tras el rejón de castigo.

Pero el valor de «Sol», un caballo albino que se dejó llegar los pitones a la grupa para encerlarlo, ayudó decididamente a que el animal se creciera y facilitara un vibrante final de obra de Hernández.

El quinto, en cambio, se ha parado pronto, y Hernández ha tenido que tirar de repertorio, como en un buen par a dos manos, así como de adornos y alardes para poder cortar esa oreja que impidió que abandonara la plaza por su pie. La extraña noticia del festejo fue que Hermoso de Mendoza, el culpable de que el rejoneo se haya institucionalizado en los sanfermines, se fuera de Pamplona de vacío.

La explicación de la excepción estuvo, únicamente, en sus fallos con el rejón de muerte, a falta de un caballo mejor capacitado. Pero antes de esos únicos errores, Hermoso dio todo un recital de aciertos, por pureza, maestría lidiadora, temple y naturalidad, ante dos buenos ejemplares en los volvió a hacer el toreo a caballo, en toda la extensión de la palabra.

A la muerte de su primero se produjo la anécdota de la corrida, cuando, en días de especial actividad antitaurina en busca de la gran resonancia mediática de los sanfermines, se arrojaron al ruedo dos activistas antitaurinos. Para uno de ellos, el ya famoso holandés Peter Janssen, el juzgado de instrucción número 7 de Madrid dictó orden de busca y captura a finales de marzo. ¿Le habrán localizado por fin?. EFE

pamplona_060717.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:25 (editor externo)