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Toros en Pamplona

Miércoles, 10 de julio de 2013

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Victoriano del Río, inservibles en general.

Morante de la Puebla: Bronca y pitos

El Juli: silencio y palmas

Alejandro Talavante: ovación y palmas

Entrada: Lleno.

Video resumen del festejo: http://canalplus.es/toros

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Llegó la corrida grande, la de máxima expectación, el cartel preferido en Pamplona y no pasó nada. Como en el latino parto de los montes. Lo primero es que los toros no sirvieron: los de Victoriano del Río, sin casta, sin raza, sin fondo y rajaditos dieron pocas opciones al lucimiento, salvo el tercero que desaprovechó, en gran parte, Talavante. La cuestión es que para llevarlos a Pamplona los toros se escogen por cuerna, por cara, por aparato, por perchero, lo que ustedes quieran. Y no por reata, por hechuras de embestir, por tipología zootécnica adecuada al encaste…En fin, que no sirvieron. Así, Morante, que volvía a la Misericordia tras cuatro años, tenía cantadas las broncas. Aunque haga lo mismo que otros a los que no echan broncas. El Juli se estrelló con sus dos enemigos porque la voluntad no basta. Y Talavante, queda dicho, tuvo alguna opción con el primero, pero no con el que cerraba plaza. Así que ahora pongan ustedes todos los tópicos esos de corrida de expectación, etc.., pero las figuras tampoco animaron estos Sanfermines que necesitan ya un aldabonazo de calidad y de triunfo. Veremos si es Fandiño o Perera, bazas en las que todos confían u otro que aparece como outsider.

Crónicas de la prensa:

ABC

<img src="http://www.portaltaurino.net/archivos/18961328200600.png"/>Por Andrés Amoros. Los toros y las espadas fallaron en el cartel estelar de San Fermín

En un ambiente de enorme expectación, con la Plaza abarrotada, llega el cartel estrella de la Feria: tres figuras y los toros, apetecidos por todos, de Victoriano del Río. Seriamente presentados, dan menos juego del esperado: justos de fuerza y casta, deslucidos, acaban aburriendo a los toreros y al público. Además, los tres diestros han estado desafortunados con los aceros.

Vuelve a Pamplona, después de tres años, Morante de la Puebla. El primero, alto, serio, espera, embiste con brusquedad: Morante logra dibujar sólo algunas verónicas. En varas, el toro es reservón, se duele, no está para quites; corta en banderillas. No parece fácil ni claro. Lo prueba el diestro pero se vuelve rápido, mira, va a peor. Como suele hacer en estos casos, Morante no se da coba: corta la faena y mata mal, con apuros. (Una de las veces, la espada vuela al callejón, con gran peligro). Ni el toro se ha entregado ni José Antonio ha estado nunca a gusto: la decepción es lógica y los descabellos repetidos provocanla bronca.

Es muy querido El Juli en esta Plaza, donde siempre ha dado la cara. Sale con más alegría el segundo, lógicamente (se llama «Jocundo»). Es serio pero mete bien la cabeza: El Juli veroniquea, ganándole terreno, hasta la boca de riego. Ordena que le piquen poco y quita por chicuelinas, con el compás abierto (¿un recuerdo de lo que hace José Tomás?), rematando con una bonita larga. Hay expectativa de faena. Brinda al doctor Val Carreres. Con dos muletazos, ya está en el centro: conduce las nobles embestidas pero el toro, justo de fuerzas, se queda corto y, muy pronto, se raja. Se desinfla como un globo, decían los revisteros. Otra decepción. Al hilo de las tablas, mata a la segunda.

Pasa Alejandro Talavante de la fiesta nupcial a los cánticos de los mozos pamplonicas. El tercero es alto pero humilla bien, en el capote. Lo alivian en varas. Brinda al público. En el centro, comienza por estatuarios y un muletazo cambiado, ganándose pronto al personal. El toro se mueve mucho, sin clase pero sin plantear grandes problemas. Las series de muletazos son desiguales: lo mejor, como de costumbre, la facilidad con que corre la mano izquierda; lo más aplaudido, alguna improvisación. Al final, este «Diamante», que ha brillado bastante, también se raja. Mata a la segunda, al encuentro, y se esfuma el posible trofeo.

El cuarto, también serio, sale echando las manos adelante, tampoco le permite a Morante estirarse con el capote. El toro se llama «Esmerado» pero no se esmera embistiendo: le falta codicia; en banderillas, se derrumba. ¿Se ha lastimado en varas? Embiste a la muleta descoordinado. Entre caídas y brincos, la faena no remonta, aunque Morante dibuja algún derechazo estimable. Se acaba aburriendo José Antonio y se aflige al matar: otra vez, pitos. No han podido ver a Morante en Pamplona: ¡vaya tarde «esaboría»!

Lidia El Juli con el capote al quinto, de pelo rizado, también justo de fuerzas. La segunda vara apenas existe. Brinda al público, con la duda de si el toro aguantará. Sin forzarle, con suavidad, va enseñándole a embestir. Protesta la res al final de los muletazos, se va quedando corta. La técnica de Julián brilla especialmente en los naturales; se justifica pero no logra el brillo apetecido. Pincha en hueso tres veces antes de la estocada.

El nombre del sexto, de Cortés, levanta ilusiones: ¿hay algún «Valenciano» totalmente malo? El toro empuja en el caballo y mete bien la cabeza en la muleta, con bondad, pero se apaga, transmite poco. Los voluntariosos muletazos de Talavante apenas tienen eco: ha tenido el mejor lote (que, en todo caso, ha valido poco).

Marca

Por Carlos Ilián. La tarde del clavel, una ruina

Era el cartel más fuerte de estos sanfermines, lo que entre los taurinos se califica como un cartel rematado. Toros de Victoriano del Río, una de las tres ganaderías punteras en cuanto a su cotización, que en Sevilla y Madrid ha tenido este año resultados notables, y para la lidia de los toros de Guadalix de la Sierra tres de las cinco figuras del momento: Morante, Juli y Talavante. Vamos, puro clavel. La gente se relamía ante lo que podía dar de sí esta tarde, después de los petardos anteriores.

Pero las cosas se torcieron desde el principio. De entrada el primer toro ya pregonaba con su falta de casta, su nula embestida y su casi nula movilidad, lo que nos esperaba. Y, en efecto, nos esperaba una corrida absolutamente decepcionante de Victoriano del Río, casi irreconocible por su bajísima casta y su juego pobre, apagado, sin chispa, aunque el tercero se saliera de esta tónica general. Desde luego ese toro tuvo tranco y hasta sacó genio.

Enfrente estaba Alejandro Talavante, dispuesto a hacernos olvidar el torero de clase soberana que lleva dentro, empeñado en torear a distancias siderales y a parecerse cada vez más a Manzanares, escondiendo la patita y componiendo la figura en el último tramo del muletazo. Rescatemos, sin embargo, el torerísimo inicio de faena con unos estatuarios, un pase cambiado y el de pecho sin ceder un centímetro de terreno. De ahí en adelante tiró líneas, dejó todos los espacios posibles, quiso hacer un toreo entre la bisutería y el populismo, muy lejos de aquel Talavante inconmensurable de Zaragoza o el virtuoso del pase natural de Sevilla y Madrid en aquellos momentos en los que era él mismo.

El Juli, se encontró ante un lote zafio, de escaso recorrido, a la defensiva. Julián echó mano de su poderosa muleta para alargar el viaje de ambos toros mucho más allá de lo que éstos admitían. Especialmente meritoria fue su faena al quinto. La espada no está siendo su mejor arma y por ahí se le fue la oreja. El Juli brindó la muerte de su primer toro al doctor Carlos Val Carreres, cirujano feje de la plaza de Zaragoza, quien recientemente solucionó un grave problema derivado de la cornada sufrida por El Juli en la pasada feria de Sevilla.

Morante de la Puebla dejó su sello en unos lances a la verónica en el primero, pero en cuanto percibió la nula embestida de su lote cortó por lo sano. Por supuesto entre el cabreo del personal. Una tarde de lujo pues, que terminó en ruina.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Talavante se deja ir el mejor toro de la corrida estrella

La corrida más esperada de la feria. La corrida estrella. Y hasta el tercero no rompió. Y no del todo. El toro de Victoriano del Río que se lidiaba como tercero apuntaba hechuras y fondo notable. Se llamaba “Diamante”. Y lo era. Especialmente por el izquierdo. O por la izquierda de Alejandro Talavante se vio mejor. Tras los estatuarios, la zurda voló. Largo el recorrido. Ya lo había apuntado al soltar la zurda en el desenlace de la apertura. Ése era el lado. El pitón. Y sin embargo Talavante agarró a la siguiente la derecha, que es una cosita. Volvió por fortuna o intuición a la zocata. Pero aquello volaba tan largo como muy rápido, sin llevar del todo reducido al gran toro, que cuanto más abajo le exigían más despacio respondía. Otra vez intercaló la diestra, por donde el diestro se hace un siniestro. Hubiera cortado oreja de matarlo. Pero entró muy en largo con el toro aquerenciado y cuando mató a toro arrancado no sabía ni por qué. Antes un pinchazo. Fue toro de gran triunfo.

El Juli, que toreó ya sometido con el capote a la verónica en lances de dominio, y que se lució en chicuelinas de compás abierto, brindó al doctor Val-Carreres, que le salvó de la cornada de Sevilla. Al menos eso decía el brindis. Pero el toro tan montado no superó tanto poder. Al largo cuarto lo toreó poderosamente. Muy roto en sus líneas naturales y rectas. Paralelas en deporte olímpico. Sacándole todo y más. Pero lo pinchó.

Morante, por resumir, tuvo dos toros a contraestilo. Un monterazo a Carretero en la lidia del caballazo primero. Luedo su matador fue la brevedad con un toro mirón y orientado y otro agarrado al piso. Desastroso a espadas. Un mitin. En la Pamplona de otros tiempos lo crucifican. Para que luego se quejen.

Talavate con el último se justificó. Y quien quiera más a Orbyt. Se dejó el toro, sin clase.


Pamplona Temporada 2013.

pamplona_100713.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:16 (editor externo)