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Toros en Pamplona

Miérsoles, 11 de julio de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Fuente Ymbro, nobles algunos se dejaron otros con poca transmisión.

Diestros:

César Jiménez, silencio y palmas.

Rubén Pinar, silencio y oreja.

Jiménez Fortes, oreja y oreja, saliendo a hombros por la Puerta Grande.

Entrada: Lleno.

Crónicas de la prensa:

ABC

El valor seco de Jiménez Fortes, por la puerta grande de Pamplona

SEXTO TORO Jiménez Fortes llegó a Pamplona decidido a triunfar y volvió a entregarse con el sexto, de justa casta. Aguantó todo y más con firmeza y se volcó en la estocada, que asomó, y hubo de descabellar. Pese al acero, alcanzó la gloria de la puerta grande. QUINTO TORO El quinto fue un manso que humilló como un avión en sus querencias. Buen toro este de Fuente Ymbro, con su casta, frente al que Pinar hizo una faena dispuesta y con altibajos, rematada de una estocada que dio paso a la segundao oreja de la tarde CUARTO TORO Sin alma el potable cuarto y con menos alma Jiménez. Aburida combinación… TERCER TORO Jiménez Fortes cortó la primera oreja de la tarde. El apabullante malagueño, que abusó por momentos del encimismo, caló con fuerza en el público pamplonica. Se tiró a matar o morir y paseó el citado trofeo. 2º TORO Rubén Pinar lo intentó sin brillantez con el jabonero segundo, demasiado sosete. PRIMER TORO César Jiménez anduvo por debajo del noble primero. Sin alma y sin sitio, no halló el acople con un toro que sustituía a famoso “Infundio”. Mató de pinchazo y estocada.

COPE

Por Sixto Naranjo. Jiménez Fortes sigue creciendo

El matador de toros malagueño Saúl Jiménez Fortes salió este miércoles a hombros del coso pamplonés tras cortar una oreja a cada toro de Fuente Ymbro que lidió. Una oreja paseó también el albaceteño Rubén Pinar mientras que César Jiménez se fue de vacío. La corrida de Fuente Ymbro, de impecable presencia, defraudó por su falta de fondo.

Independientemente del peso de las orejas paseadas, Saúl Jiménez Fortes ha sido otro de los jóvenes que salda su paso por los ‘sanfermines’ con un triunfo que ratifica que todo lo apuntado durante la campaña pasada ha tomado visos y poso de torero con posibilidades.

El malagueño ha cuajado en Pamplona una tarde plena de firmeza con toreo de buen concepto y mejor trazo en muchas ocasiones. A sus manos fue a parar un lote manejable de Fuente Ymbro, que ha lidiado un conjunto con más fachada que fondo. Fortes cortó su primera oreja en el tercero, un animal sin clase ni entrega en los primeros compases de la faena pero que terminó embistiendo con más largura merced al toreo de mano baja y mando del joven torero. Saúl empujó mucho hacia adelante los viajes del ‘fuenteymbro’, cuajando una buena tanda a derechas, templada, ligada y bien resuelta. Fresco de ideas, Jiménez Fortes acabó exprimiendo en las cercanías al toro de Ricardo Gallardo, que en un derrote rompió la banda de la taleguilla del diestro. La estocada de buena ejecución y rápidos efectos facilitó la concesión del trofeo.

En el sexto, Jiménez Fortes cortó la segunda oreja que le valía como pasaporte para abandonar el coso pamplonés en volandas. Este sexto fue un toro manejable al que el malagueño entendió perfectamente por el pitón derecho, por donde llegaron los mejores pasajes de un conjunto macizo que acabó de nuevo con un arrimón previo a una estocada contraria que necesitó de dos descabellos. El margen de mejora de Jiménez Fortes todavía es amplio, pero lo apuntado este miércoles en Pamplona hace albergar justas esperanzas en este torero.

Una oreja de mucho menor peso sumó el albaceteño Rubén Pinar con el quinto, un toro mansito y rajado pero que embistió con temple y recorrido cuando se le taparon querencias y se acertó a llevarlo embebido en los vuelos de la muleta. Pinar no lo consiguió siempre, por lo que a la faena le faltó un punto de continuidad y rotundidad. Pero un final de rodillas y una gran estocada volcándose sobre el morrillo hicieron posible que Pinar pasease su trofeo. Antes, en su primero, el de Tobarra estuvo fácil con un toro noblón que acabó apagándose como una vela.

Abría el cartel César Jiménez, que se ha mostrado gris y espeso especialmente con el primero, un toro bravo en el caballo pero que después acusó su pelea en el caballo, terminando muy desfondado. A pesar de ello, el de Fuente Ymbro tuvo nobleza y quiso seguir las telas del torero de Fuenlabrada, que construyó una faena mecánica y sin alma. El cuarto fue otro toro venido a menos con el que César Jiménez se enmarañó en una labor de largo metraje y escasa brillantez.

EFE

Por Juan Miguel Núñez. Jiménez Fortes debuta en Pamplona con una meritoria puerta grande

Hay muchas circunstancias para desvirtuar en Pamplona el toreo grande cuando se busca un triunfo de clamor que lleve el respaldo de la gente. En esta plaza y ambiente lo que pega es el adorno, lo superficial y, dicho sin ánimo de menospreciar, lo bullanguero. Es el camino más fácil para llegar al tendido, que generalmente se plantea la corrida como una mera diversión. Aquí se disfruta poco de lo bueno.

Por eso tiene tanto mérito la salida a hombros del debutante malagueño Jiménez Fortes, premiado con sendas orejas en sus dos astados. El joven espada planteó dos faenas desde la más absoluta seriedad, a base de firmeza y valor, mucho de esto último, pero también y sobre todo ajustándose a los cánones del más puro clasicismo.

Estático en el planteamiento por su apabullante quietud. Y más que estético en la interpretación, cuajó las suertes más puras con una impresionante hondura. Eso tiene mucha tela en un torero tan joven.

Arrebatadora actitud la de Jiménez Fortes desde que se hizo presente en su turno de quites al segundo de la tarde. Ya en el primero de los suyos, por gaoneras, dejó muy claro su importancia con el capote.

Y con la muleta, desde la apuesta de dejar al toro más crudo en varas en varas en función de lo poco que venía aportando la corrida, acertó el torero en la distancia, la altura y la velocidad del toro.

Sin preámbulos y muy apretado en las formas. El toreo fundamental en su expresión más solemne. Pura armonía y despaciosidad. Y como apéndice al guión del clasicismo, dos concesiones al sol, con sendos molinetes de rodillas, también ajustadísimos para que no faltara nada en el contento general.

Tras la estocada arriba, fuerte y muy ruidosa petición del doble trofeo, que el presidente, sin criterio, dejó en una sola oreja.

Jiménez Fortes volvió a la carga en el sexto con tanto valor y seguridad. Otra vez el toreo de mano baja, sintiéndose mucho. Muy plantado en las cercanías, y entre series la torería en la manera de ir y venir de la cara del toro.

Un animal, por cierto, agotado también como prácticamente toda la corrida, pero al que le buscó más vueltas para acabar pegándole pases de extraordinaria factura. Manoletinas finales de gran valor. Esta vez la suerte suprema no fue tan limpia, pero aún así cayó la oreja que le iba a poner en la Puerta Grande.

A Rubén Pinar le tocó un primer toro sosito y sin apenas aliento, cortito de embestida, con el que apenas ir más allá de las probaturas. El quinto, también manso, buscando constantemente la huida, sin embargo, terminaría tragándose un trasteo en el que fue fundamental llevarle muy cosido, tapándole la salida. Meritoria, esforzada, encimista y bullanguera son los calificativos que definen la faena que terminó en oreja. Jiménez tuvo un primer toro en el límite de las fuerzas y de la raza, con el que no se entendió. Y el cuarto se vino también abajo en la segunda parte de una faena en la que asimismo faltó más alma por parte del torero.

El País

Por Antonio Lorca. Fortes huele a triunfo

El joven torero malagueño Jiménez Fortes se presentó en Pamplona y cayó de pie. Cortó una oreja en cada toro y salió a hombros, pero eso es lo de menos. Lo importante es que se mostró como un torero cargado de futuro. Lleva dos días en esto y aún es mucho lo que le queda por aprender; ni siquiera sus dos faenas fueron macizas y merecedoras, quizá, del premio mayor, pero dejó claro que tiene valor, que viene a por todas, y que le acompañan una seguridad, una firmeza y una disposición más que suficientes para aspirar a la condición de figura.

Huele a torero; huele a futuro por su forma de moverse en la plaza, por su colocación delante de los toros, por su manera de citar y correr la mano; porque ejecuta las suertes con ceñimiento y ligazón, y, sobre todo, porque desprende personalidad y su toreo llega a los tendidos con la convicción de que aquello tiene fondo.

Así lo cantó en un ajustado quite por gaoneras a su primero, al que le hizo una faena irregular en la que destacó una tanda de derechazos ligados y algunas ráfagas de buen trazo antes de cobrar una estocada volcándose materialmente en el morrillo del animal. Pero, al poco tiempo, la plaza entera estaba convencida de que en ese muchacho espigado hay un torero en ciernes. Y esa buena impresión la corroboró en el sexto, más soso que el anterior, pero al que no le perdió la cara y consiguió muletazos henchidos de torería. Lo dicho: su tarde no fue apoteósica, pero dijo que quiere ser torero, lo que no es poco.

No es ese el caso de César Jiménez, que ayer parecía el referente de los defectos del toreo moderno. Le tocó en suerte el toro más potable de la tarde, el primero, y a punto estuvo de dormir a la concurrencia con su empeño de componer la figura y sus aburridas maneras de entender el toreo. No es posible llamar la atención si uno se coloca siempre despegado, no se cruza nunca, la suerte siempre descargada, sin hondura ni gracia, y en lugar de trazar muletazos emborrona con trapazos la buena embestida del toro. Más de lo mismo le ocurrió en el cuarto, soso el toro e insípido el torero.

A Pinar le tocó un animal de casi seis años en primer lugar; el pobre anciano estaba agotado y hundió la ilusión del muchacho. Se entregó ante el huidizo quinto, y le cortó una de esas orejas extrañas que se conceden en esta plaza después de una buena disposición y una aceptable estocada.

Marca

Por Carlos Ilián. Jiménez Fortes firma una tarde importante

Hace un año los toros de Fuente Ymbro dieron un soberbio espectáculo en Pamplona por su casta y su clase, tal vez una de las corridas mas completas de la temporada 2011. Este año el ganadero ha enviado seis ejemplares impresionantes por su trapío. Lo que se define en el toreo como un corridón. Pero a los de Fuente Ymbro les ha sobrado carrocería y les ha faltado motor. Los toros, excepto los dos últimos, han llegado a la muleta muy apagados, sin fondo.

En todo caso la seriedad de la corrida, sus defensas astifinas y pavorosas y el aspecto general, le añaden un plus de mérito a los toreros que ayer se pudieron delante y muy en especial al malagueño Jiménez Fortes que dió todo un recital de firmeza, de valor auténtico y, cuando sus toros se lo permitieron, de un toreo sólido, muy bien construido. Su faena al tercero fue modélica, muy bien resuelta. El toro embestía rebrincado, había que templarlo y Fortes lo hizo en los derechazos de poder y temple y en una tanda por la izquierda.

En el quinto, que fue a más, el malagueño estuvo más intermitente, en una faena a fogonazos. Lo suficiente para cortar una oreja de las de aquí…y salir en hombros. El primer toro de Rubén Pinar no podía ni con el rabo, asfixiado por el exceso de kilos. Pero el quinto, un manso de libro, metía la cara de lo lindo y el albaceteño lo aprovechó en una faena intermitente, muy templada en los momentos en los que se sintió a placer y muy efectista en su final.

César Jiménez brujuleó. no se encontró a gusto nunca con su lote y fue un torero desdibujado, lejos de la buena cara ofrecida últimamente.

La Razón

Por Patricia Navarro. Jiménez Fortes, rumbo al éxito

Se echó el capote a la espalda a sangre y fuego. Tercer Fuente Ymbro de la tarde. El toro, de imponente cornamenta, en las tablas y el torero en el centro. Esperó la huracanada embestida inmóvil, sagrada paz la de Jiménez Fortes. Emocionante quite, apurado según avanzaban los lances. No perdió el tiempo después. Había venido a torear y eso hizo. El toro protestó en el engaño con cabezazos. Ante eso Fortes imprimió suavidad a la muleta. Leves toques, imperceptibles para tirar del toro, para disfrazarlo. Y firmeza resuelta para quedarse cerca del animal. No se pasó de faena, el tiempo justo, prendió espada y paseó oreja. Antes, ya al final, en un pase de pecho le cazó por la pierna, un jirón en la taleguilla, impoluto el trono del valor. Encastado fue el sexto, aunque al final se rajara. Era fuenteymbro para culminar la puerta grande. El aplomo de Fortes arrasó, porque da un paso más y no se vislumbran, ni tirando de imaginación, fisuras en su puesta en escena. En la faena alternó, de manera desordenada además, el toreo profundo, de mando y buenos cimientos con el recurso de los circulares. Alargó el trasteo, se dilató la espada, pero la oreja cayó con justicia. Más allá de los matices, la forma de estar de un recién alternativado. Valor. El suyo contrastado.

Quiso saltar al callejón el quinto y se acomodó en tablas con querencia marcada, determinada, pero la manera en la que tomó la muleta después, cuando Rubén Pinar se la dejó puesta, fue brutal. Acudía muy despacio, muy entregado y haciendo el avión una y otra vez hasta parecer que las cinco arrancadas eran en realidad sólo una. Lástima que intercalara esa calidad con huidas a tablas. Tras perder el rumbo el trasteo Pinar se lo encontró al calor de tableros, ya más automático el toreo. La espada entró y trofeo se llevó. Protestó en el engaño el segundo, poca casta, mínima emoción.

César Jiménez pasó inadvertido por Pamplona. Se puso de rodillas para comenzar la faena al primero, que fue manejable pero justo de fondo y motor, con la casta en entredicho. La faena le quedó aseada y deslavazada la del cuarto. Toro enorme. Grandísimo. Impresionante. El toro embistió con nobleza, sin grandes alardes, pero dejándose. La faena de César Jiménez salió tibia, y no sólo porque fuera el toro de la merienda.

Los tres toreros de ayer mataron en Pamplona un corridón, mastodónticos toros. De trago. Miedo puro para los que somos mortales.


Pamplona Temporada 2012

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