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Plaza de Toros de Pamplona

Martes, 11 de julio de 2017

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Jandilla, salvo el 1º de Vegahermosa , dieron juego siendo muy buenos 2º y 5º.

Diestros:

Miguel Angel Perera: Silencio y ovación.

Cayetano: Oreja y oreja.

Andrés Roca Rey: Oreja y oreja, cogido al matar al sexto pasa a enfermería.

Incidencias: Roca Rey pasa a la enfermería tras ser cogido al entrar a matar a su segundo.

Parte médico: “Herida por asta de toro en cara interna de muslo izquierdo con dos trayectorias, una en profundidad que diseca músculo recto interno y adductor mayor con contusión del adductor mediano de 10 cm de profundidad y otra de 10 cm en dirección distal. Presenta también varetazo y contusión abdominal siendo la ecografia Normal. Pronóstico reservado. Intervenido por los Dres: Hidalgo-Oteiza-Menéndez-De Carlos. Firmado: Dr. Ángel M. Hidalgo, cirujano jefe de la Plaza de Pamplona”.

Entrada: Lleno

Galería de imágenes:

Video: http://www.movistarplus.es/video/feria-de-pamplona-11-07-2017?id=20170711222339&p=1

Crónicas de la prensa:

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Cayetano triunfa en su debut en Pamplona con Roca Rey, que vuelve a caer herido

El habitual lleno de Pamplona se desbordó como el río Arga con las lluvias de invierno. La expectación elevada al cubo colgó el cartel de “no hay billetes” con una fuerza ensordecedora. El regreso de Roca Rey a la plaza que consolidó en 2016 su ascensión a la cúpula del toreo -dos tardes épicas y cinco orejas- y la presentación de Cayetano aquí donde se hunden sus raíces rondeñas. El terremoto del Perú reaparecía después de la cornada de Badajoz (22 de junio) y el nieto del inolvidado Antonio Ordóñez debutaba tras casi 11 años de alternativa. El cóctel se antojaba infalible en taquilla.

Cayetano golpeó primero. En perfecta sintonía con los parámetros de la idiosincrasia pamplonica. Y se clavó de rodillas para librar un par de largas cambiadas tan bien voladas como las verónicas que siguieron. Siempre ganando terreno. El castaño jandilla de finas hechuras concentraba la esencia del toro de Pamplona en su cara. Pronto y alegre en su galope y claro y humillador en el embroque. El matiz de la querencia hacia los terrenos de sol que marcó entre puyazos provocó que Rivera trabajase en una brega afanosa que no se le dio. Luego ese punto de fuga sería definitivo avanzada la faena. Cayetano anduvo listo en lo que duró. Brindó al personal entusiasmado con su mera presencia. Y rodilla en tierra dibujó una obertura de tintes ordoñistas que derivó en una cadena populista de molinetes. En redondo corrió la mano con largura exterior. Fácil y fresco. Para cuando presentó la izquierda el jandilla se rajó en huida a tablas. Allí el torero volvió a conectar cabeza y viveza por circulares para la galería. Su determinación y clarividencia le empujaron a sacar al jandilla, ya escarbador, a la misma boca de riego. Un espadazo desató la pañolada masiva. Cayó la oreja impepinable e incluso se pidió la otra con pasión desaforada y frenada por el palco.

A Roca Rey lo de Cayetano le supuso una rebelión interna. Como el gallo al que le pisan el corral. De pronto y de salida, el capote ya estaba en su espalda. Rivera había despertado a la bestia. Como si le hiciera falta. A aquellas gaoneras de salutación se respondió él mismo con un quite por caleserinas. Apenas picado el toro de amplia cara, Roca Rey continuó con su ataque en tromba. De rodillas trazó incluso un trincherazo. La gente loca. Las excelencias de la embestida, que se soltaba al ser podida, no abundaban; el limeño aportaba todo lo que faltaba. Embraguetado, atalonado, hundido. Firmeza de columna por encima del clasicismo cortocircuitado. Algunos naturales sobresalientes. Y el tremendo arrimón final. Los pitones lamiendo la taleguilla. Una arrucina inverosímil. El desplante a cuerpo limpio y las manoletinas. Un pinchazo, estocada y un trofeo de ley.

Miguel Ángel Perera, sin opciones con el jandilla de la apertura, que no sólo no humillaba, sino que pegaba un taponazo por definición, disfrutó de un cuarto llamado Procesado. Un buen toro para una faena templada y sólida. Prologó con el sello de la casa por péndulos y ligó un trío de tandas despaciosas. La serenidad de la veteranía contenía un peso macizo que los tendidos embebidos en la merienda no supieron valorar. Algo a menos el toro ya desde el paso por la izquierda, MAP apuró por circulares. Un pinchazo hondo dejó la cosa en una ovación.

El quinto portaba una seriedad acongojante. Probablemente el de más trapío de la carrera de Cayetano. No se arredró el veterano debutante. Creció la embestida en entrega y humillación. Desde los lances rodilla en tierra a la apertura de faena en sabrosos ayudados por alto. La fijeza de Historieta no era ninguna vaina. Rivera Ordóñez hilvanó una faena maja, que diría un navarro. El sitio entre pases y el manejo de las distancias adquiría una sensación de conjunción por el notable ritmo del toro; la ejecución clásica y atemperada más que ajustada embellecían el contenido. El desplante de rodillas espartaquista sedujo por completo a las masas. La trayectoria tendida de la espada acarreó el uso del verduguillo. Pamplona se volcó con un cariño inmenso a Cayetano y le entregó la llave de la puerta grande. Un buen debut en el 50 aniversario de la presentación de su llorado padre, el gran Paquirri, en San Fermín.

A Roca Rey se le partió increíblemente la espada cuando se tiró a matar al jabonero sexto. Tal era la fuerza. El jandilla, que se había violentado siempre en las distancias cortas, no perdonó y le volteó con certera puntería. Roca Rey se resistió a ser llevado por las cuadrillas. Pero finalmente se desmadejó. El público conmocionado pidió la oreja. Y el presidente la concedió. Como para endulzar el amargo final de la buena corrida de Jandilla.

El País

Por Antonio Lorca. Roca Rey reaparece y vuelve a ser cogido

Roca Rey reapareció y volvió a ser cogido en el último instante. La corrida acabó con sangre del torero, que fue herido en el muslo derecho al entrar a matar al sexto de la tarde. Se partió el estoque al tiempo que el toro lo empitonó y lo corneó en el suelo. Cortó, no obstante, la oreja después de una actuación entregada y poco lucida ante un toro de calidad, como toda la corrida.

Si quieres triunfar en Pamplona, ponte de rodillas. Así lo hicieron Cayetano y Roca Rey y acertaron. Pero los verdaderos triunfadores de la tarde fueron los toros de Jandilla, mansos, nobles, encastados y gran clase en el tercio final.

Cayetano cayó de pie en Pamplona; de algo tiene que servir pertenecer a la familia que pertenece y salir, día sí, día no, en las revistas del corazón. Esta plaza, visto está, también sucumbe a la crónica social. Cortó una oreja de su primero, que no la mereció; el problema es que le pidieron con fuerza las dos. Y no la mereció, a pesar de su entrega porque estuvo por debajo del muy noble toro. Lo recibió con dos largas cambiadas de rodillas en el tercio y dibujó una verónica de alta gama. Se abstuvo en el tercio de quites, brindó al respetable, se puso de rodillas, y así muleteó por alto, se adornó con varios molinetes y las peñas entraron en caja. Ya de pie, el asunto fue diferente: el toro embistió humillado, con largura, fijeza y transmisión, y Cayetano lo muleteó despegado con la mano derecha. Hubo una tanda aceptable y se acabó la historia. El animal amagó con rajarse, pero acudió a cada cite por el pitón izquierdo, y ya nada fue igual. Un natural hondo hubo, y poco más. Dos circulares, miradas al tendido y una buena estocada. En fin, que cayó de pie como hombre popular, pero como torero dejó que desear.

Aún mejor fue el quinto en la muleta, al que Cayetano toreó otra vez despegado, con unas formas superficiales y huecas. A toda su labor le faltó unidad y ligazón y le sobró celeridad. Lo más destacado, una tanda con la mano izquierda. Al final, otra vez de rodillas para torear por alto, y un desplante dando la espalda al toro que acabó con el cuadro de las peñas. A pesar de una media tendida, un aviso y dos descabellos, salió por la puerta grande.

Roca Rey reapareció en San Fermín tras su última cornada y volvió por sus fueros de torero valiente que derrocha firmeza y entrega y conecta con facilidad con el tendido. Torear, toreó poco, pero demostró que sale a por todas, y que es un revulsivo necesario para la fiesta actual. Fácil y variado con el capote, también brindó a los espectadores y se hincó de rodillas para encandilar a las peñas. Asentado y seguro, con un toreo más bullanguero que hondo -un natural fue excelente-, dos muletazos cambiados por la espalda, un circular y una arrucina, solo paseó un trofeo porque pinchó antes de cobrar una estocada trasera.

Por primera vez en esta feria salió al ruedo un toro normal; entiéndase, un toro bien presentado y armado, pero muy lejos de los descarados pitones de los días precedentes, y de los gigantones de cuatro patas que han dado tan mal juego. Ya así fueron los seis de la tarde. El primero manseó en el caballo, mostró escaso celo en los capotes, no destacó en banderillas, y en el tercio de muleta tuvo tanta fijeza como aspereza. Acudía al cite con la cara humillada, pero soltaba un tornillazo al final del recorrido. Total, que Perera, que era su lidiador, dio muchos muletazos, con más eficacia que confianza, y comprobó que no era un toro solamente noble, y sus dificultades emborronaron el toreo moderno del torero extremeño. Mató mal, de una estocada en los bajos, y quedó la impresión de que hubiera sido necesario un mayor compromiso del matador y algo menos de conformismo.

Mejoró sensiblemente el torero ante el cuarto, toro noble y de excelente clase, y demostró Perera que al público navarro le importa más la merienda que el buen toreo. Su faena, templada, poderosa y profunda, pasó desapercibida. Estuvo a la altura del buen toro, sobre todo por el lado derecho, y dibujó una buena tanda de naturales.

ABC

Por Andrés Amorós. San Fermín: a hombros Cayetano, herido Roca Rey

Llegan a San Fermín las figuras y aumenta todavía más, si cabe, la expectación. Con ellas, sus ganaderías preferidas. Los toros de Jandilla, menos aparatosos que los de días anteriores, dan muy buen juego: Cayetano sale a hombros y Roca Rey no puede hacerlo, al caer herido.

Miguel Ángel Perera sigue su camino independiente. El primero pega derrotes, al final de cada pase. Parea bien Curro Javier. Perera se muestra poderoso, firme, en una labor más profesional que brillante. La espada queda desprendida. Al cuarto, lo lidia con primor Curro Javier (en Sevilla, le hubieran ovacionado) y mejora, en la muleta. Comienza Perera con los habituales cambiados; se queda muy quieto, corre bien la mano, llevándolo prendido, en naturales hondos, mandones. Al final, el toro se raja a tablas. Una faena clásica, insuficientemente valorada, por ser la hora de la merienda.

Debuta en Pamplona Cayetano, a sus 40 años, en esta segunda etapa de su carrera. El segundo, de 505 kilos, tiene un trapío normal, no exagerado. Lo recibe con largas de rodillas. El toro galopa, repite, transmite mucho. El comienzo, con molinetes de rodillas, conecta con los mozos de las peñas. Siguen series vistosas pr los dos lados y encadena circulares invertidos. Mata en los medios, con decisión: oreja. El toro ha sido bueno y la faena, estimable. Recibe al quinto con lances rodilla en tierra, al estilo de Antonio Ordóñez, su abuelo. Saluda Iván García, por un gran par. Brinda al diseñador navarro Míkel Urmeneta. Torea Cayetano con gusto y empaque a un toro que, como sus hermanos, ha ido a mucho mejor. Después del clasicismo, recurre a los rodillazos y el desplante. Me ha gustado más en este toro: a pesar de los aceros, oreja.

Reaparece esta tarde Andrés Roca Rey, después de su último percance; por valiente que sea, están abundando demasiado. Es, sin duda, la gran sensación, a sus 21 años. El año pasado, en San Fermín, salió a hombros, las dos veces. Este año, es el único diestro que torea dos tardes y se le espera, lo cual también implica exigencia y responsabilidad de primera figura. En el tercero, para al toro, echándose el capote a la espalda, algo muy poco frecuente. Miden mucho el castigo; quita por caleserinas. De rodillas, improvisa un trincherazo. Ya de pie, liga con facilidad muletazos de mano baja, mandones, y levanta un clamor, en el arrimón. Mata a la segunda pero el toro tarda en caer: oreja. Además del valor sereno, evidente, piensa en la cara del toro, algo nada fácil, y se mete en su terreno con gran seguridad.

En el jabonero último, quita por saltilleras, cambiándole el viaje, en el último momento. Domina al toro en derechazos de mano baja y aguanta, cuando protesta. Al matar, se rompe la espada y sufre una cornada, en el muslo izquierdo, de unos 12 centímetros. Se lo llevan a la enfermería, mirando cómo cae el toro: nueva oreja. Sigue apabullando pero no le deben coger tanto los toros.

El tópico es inevitable: Cayetano sale a hombros; Roca Rey no puede hacerlo, aunque tenga derecho, por estar en la enfermería: las dos puertas de la Fiesta.

Posdata. «Al mediodía del 6 de julio –escribe Hemingway– la fiesta estalló. Era una fiesta y duró siete días». Además de la alegría de vivir, es la fiesta del toro. Cualquier día, el aficionado puede asistir al encierro, las vaquillas, recortadores, lecciones para niños, el apartado, la corrida, el toro de fuego, el encierrillo: una jornada entera en torno al toro. Como definió Lorca, el «negro toro» sigue recortándose sobre el «blanco muro» de España, aunque algunos no quieran al uno ni a la otra.

pamplona_110717.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:17 (editor externo)