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Toros en Pamplona

Domingo, 14 de julio de 2013

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Miura, bueno el cuarto, con dificultades los tres últimos

Rafaelillo: Vuelta y silencio

Javier Castaño: silencio en su lote

Jiménez Fortes: oreja y silencio

Entrada: Lleno.

Video resumen del festejo: http://canalplus.es/toros

Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Bueno, pues pobre de mí o pobres de nosotros, que se han acabado las fiestas de San Fermín. Porque, se reconozca o no, es la Feria del toro. Sevilla son sus casetas, Madrid no tiene Feria, pero en Pamplona toda su Feria gira en torno al mundo del toro, las 24 horas durante ocho días y medio, 204 horas. Menos veinte minutos este año por aquello de la ikurriña. Y se acabó con la de Miura, una miurada típica, con un buen toro, otros que medio te dejan estar y otros imposibles. Rafaelillo, especialista, hizo lo suyo, como otros que han vivido de las de Miura durante décadas, valentía, regates, forcejeo y decisión para matarlos. Javier Castaño además de eso suele torearlos, pero no fue su tarde y menos aún con la espada. Jiménez Fortes se llevó el único trofeo de un buen toro, con el que pecó hasta de inexperto y novato. Mira que tocarle la cara, si lo viera don Eduardo o don Antonio. Por eso se llevó dos fuertes revolcones, pero al final con valor y buen uso del estoque se llevó la oreja, aunque para lo más críticos estuviera por debajo del toro de Zahariche. Los premios los previstos: Fandiño, Dolores Aguirre, Fuente Ymbro…Unos Sanfermines en los que ha habido pocos triunfos sonados, muchas orejas baratas y notables petardos ganaderos.

Crónicas de la prensa:

El País

Por Antonio Lorca. La gestión de un inmenso valor

No cabe duda de que Jiménez Fortes posee una cualidad imprescindible para ser figura, cuál es un valor indiscutible, que le permite transmitir una serenidad en la cara del toro que puede sonar a inconsciencia. Se enfrentó por vez primera a los toros de Miura y lo hizo como quien torea de salón; y, claro, se llevó dos volteretas impresionantes en su primero, que permiten calificarlo de alocado e irreflexivo.

Pues no está claro el asunto de la gestión del valor inmenso que posee este torero y su presunta precipitación juvenil. Es meritorio que reciba a su primero de rodillas en la puerta de chiqueros; después, la cogida, impresionante, llegó tras un imprevisto resbalón en la cara del toro, y este aprovechó para buscarlo con saña, levantarlo en peso y propinarle un costalazo contra el piso de la plaza, de esos que solo aguantan toreros de tan corta edad. Después, quiso muletear al miura como si fuera un juampedro y, quizá, no alcanzó a entender su nobleza del modo que el animal requería; tanto es así, que dio la impresión de que le perdió el respeto a su oponente y, ahí sí, llegó otra voltereta, en esta ocasión por exceso de confianza, de la que, de nuevo, salió milagrosamente ileso.

Pero aprendió la lección, lo que dice mucho y bien de la cabeza de este torero. Cuando se presumía que saldría en el sexto a revientacalderas para abrir la puerta grande, se vio, por el contrario, a un joven asentado, sereno, sin arrollar la razón, dispuesto a exprimir el escaso recorrido y la falta de casta de ese toro que no le permitió redondear una tarde en la que tenía puestas todas sus esperanzas. Pero demostró que no le avasallan las prisas, que es capaz de pensar y gestionar su valor, por lo que se le puede presumir un gran futuro.

La corrida fue decepcionante, porque, a excepción del noble tercero, predominó la brusquedad, la falta de fuerzas y de casta. Pero se pudo contemplar a un sobrado Rafaelillo, experto en estas lides, ante el dificultoso primero, al que mató de una gran estocada, en un derroche de entrega y pundonor, y motivado siempre a pesar de la escasa condición del animal. Imposible fue el cuarto, y se limitó a sortear sus tornillazos.

Tampoco tuvo suerte con su lote Javier Castaño, otro especialista, ni estuvo a la altura requerida en el uso del estoque. Tuvo la mala suerte, además, de que la espada, rebotada tras un pinchazo al quinto, lo hiriera en la cara de carácter leve.

Comenzó su faena al segundo sentado en una silla, lo que tiene poco sentido, más allá de componer una imagen añeja. Templó la embestida con suavidad, pero al toro le faltó la entrega necesaria para generar emoción. Muy parado fue el sexto y le costó un mundo mandarlo al otro barrio.

Otra vez triunfó su cuadrilla, aquella que dio una vuelta al ruedo en San Isidro: en esta ocasión, David Adalid, atropellado sin consecuencias en su primer par, y Fernando Sánchez, volvieron a demostrar que el tercio de banderillas puede y debe ser un derroche de torería. Ambos fueron obligados a saludar. Cuando hay emoción, hasta los mozos paran de cantar.

ABC

<img src="http://www.portaltaurino.net/archivos/18961328200600.png"/>Por Andrés Amoros. Jiménez Fortes da un paso adelante con los Miuras en San Fermín

Si los Miura siempre atraen por su singularidad y su historia, más aún, este año, después del gran éxito de Sevilla. Los de esta tarde, abiertos de cuerna, variados de pelaje, varios, agalgados (¡y pesan más de 600 kilos!) ofrecen un juego variado. Además de cortar una oreja al tercero, el mejor, Jiménez Fortes da un paso adelante en su carrera. Muestran su profesionalidad Rafaelillo y Javier Castaño; sigue brillando su magnífica cuadrilla, con grandes pares de David Adalid. Pendientes de los toros, no nos hemos aburrido ni un momento.

Rafaelillo torea los Miuras con una fractura en la mano: ¿quién dice que los toreros no son héroes? Está abonado, en San Fermín, a esta divisa. Recibe con tres largas de rodillas al primero, que se orienta en banderillas. Rafael se pelea con él, le busca las vueltas con oficio y lo despacha con un gran espadazo arriba (antes, esa estocada valía ya una oreja): petición y vuelta. También recibe de rodillas al tercero, de embestidas cortas; difícil, en banderillas; en la muleta, se vuelve muy rápido, busca por los dos lados, quiere coger moscas: sin duda, el peor. Un diestro menos experto hubiera pasado un quinario. Brega sobre las piernas, regateando. Mata con habilidad, a la segunda.

El segundo es un precioso salinero, de capa antigua. Echa bien el palo Alberto Sandoval (sobrino del gran Tito, que hoy va con Jiménez Fortes). En banderillas, David Adalid recibe un topetazo en el pecho (la famosa carga de un «Mameluco») y se la juega en el otro par: saluda, con Fernando Sánchez. Sentado en una silla, Javier Castaño le da tres muletazos; lo lidia muy seguro, profesional, pero mata a la segunda. El quinto, de 650 kilos, «Mascota», no es un animal de compañía (¿lo verán algunos diputados?) sino un torazo. Lidia bien Marco Galán: reúne magníficamente, con los palos, David Adalid, que saluda. Flojea el toro, quizá lesionado. No es suficiente el temple de Castaño, que resulta empalado por la rodilla. Pincha y, al saltar la espada, le corta en la mejilla: algo aparatoso, por la sangre, pero leve. Su forma de matar no está al nivel de su lidia: debe arreglarlo.

Apuesta fuerte el valeroso Jiménez Fortes al pedir los Miuras, con los que debuta. (Había pedido matar él sólo los seis: hubiera sido excesivo). Recibe al tercero a portagayola: resbala luego y sufre una gran voltereta. Repite la larga cambiada: ¡qué valor! Embiste el toro bonancible y el diestro, tranquilísimo, le saca muletazos por los dos lados. Le pierde el respeto al toro y sufre otra voltereta. Le falta madurez técnica pero le sobra valor. Entrando de lejos, estocada: oreja. El sexto, largo, humilla pero no se entrega, corta en banderillas, flojea. Jiménez Fortes no se arruga, le planta cara, resuelve dignamente la papeleta. Vuelve a matar con decisión.

Marca

Por Carlos Ilián. Miura echa el cierre con una moruchada infumable

Final triste de unos sanfermines donde el toro bravo, en general, ha brillado por su ausencia. Y ha sido la corrida de Miura, a la que aquí se le guarda una exagerada pleitesía, la del cierre, con un espectáculo deprimente de mansedumbre, invalidez y la ausencia total de casta. Nada que ver con la corrida de la pasada feria de Sevilla, que casi parecía de una ganadería comercial aunque se anunciara de Miura. No, ayer en Pamplona hemos vuelto a la cruda realidad de seis moruchos, con escasa fuerza y que topaban en vez de embestir.

Es el género que deben tragarse, una tarde y otra, gente como Rafaelillo que se fajó con el primer morucho entre regates y algún muletazo y al que mató francamente bien. No es de extrañar su alegría después de ha verse quitado de encima semejante mulo. El cuarto morucho ya no le dio ni la opción del regate y el banderazo. Javier Castaño, cuyos subalternos Adalid y Sánchez entusiasmaron en banderillas, hasta quiso recrear la decimonónica suerte de la silla, pero enfrente no había un toro bravo porque aquello tan solo era carne y mansedumbre. El quinto, para colmo, estaba inválido perdido.

Jiménez Fortes se fue a portagayola y en un barullo después de ejecutar la larga cambiada fue volteado de fea manera. Parecía que aquello era debido a la fiereza del miura. Pero qué va, en realidad el animalito era muy bondadoso como se demostró en la muleta. Fortes le cortó una orejita porque mató de una estocada al borrego, sí ¡un borrego de Miura!, ver para creer. El animal tomó dulcemente la muleta y Fortes lo templó con reposo. En el sexto se conformó con unos muletazos desaliñados ante la morucha embestida de aquel armario con cuernos de 650 kilos de carne y ni un gramo de casta.

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Jiménez Fortes corta la única oreja con el mejor toro de Miura

La miurada de despedida de los sanfermines se estrenó con un toro larguísimo, cárdeno y huesudo con la cara muy abierta. Rafaelillo lo saludó con tres largas cambiadas de rodillas, y a cada larga el miura se daba una vuelta al ruedo abandanto. Hasta que Rafael lo recogió sobre las piernas con su cara tan abierta por la esclavina. Esquivel agarró dos puyazos en todo lo alto. Esperó y cortó en banderillas. La feota embestida fue como apuntaba, con la testa siempre por el palillo, pero manejable por su fijeza. Rafelillo basó la faena en la mano derecha queriendo tapar mucho a su altura. Un macheteo final tuvo su sabor antiguo. Superior el estoconazo. Se pidió la oreja, que quedó en una vuelta al ruedo con fuerza.

El salinero miura que hacía segundo sacudió la cara en el capote de Javier Castaño con violencia. Se le picó muy trasero y se escahifolló el pitón derechos como una brocha. David Adalid se dejó mucho ver en un par que no midió. El ataque del toro a la altura del pecho lo derribó con estruendo. Afortunadamente no pasó del susto y su siguiente par lo resolvió ganando la cara con anticipación. Como su compañero Fernando Sánchez. Tampoco como para destocarse. Castaño empezó la faena sentado en una silla y eso fue lo de mayor quietud, porque luego el miura se vino muy abajo, se quedaba muy corto y siguió con la cara por las nubes.

Jiménez Fortes había hecho el gesto de apuntarse a la miurada. Y se fue a portagayola Librada la larga, pareció resbalar o que las piernas no respondieron bien (viendo dos trances apurados luego de la faena es que de piernas es torpón). El caso es que, a merced el torero, los momentos fueron de verdadera angustia. Trató de zafarse en el suelo pero al final el toro hizo de su cornamenta una pala y lo elevó por el mismo vientre. Si llega a calarlo, lo revienta. Descalzo y maltrecho siguió la lidia del negro y fino miura que humilló como ninguno hasta entonces. Y con franqueza. Fortes lo toreó como embestía, muy despacio, con asentamiento de plantas. Hasta cuatro series de nota. Pero, pasado el ecuador sin fruto de la izquierda, obedeció órdenes y se hincó de rodillas cuando el toro no estaba para eso. Como se le quedaba ya encima, el hombre trataba de levantarse con la muleta por allí enredada y las piernas sin respuesta ágil. Dos veces así en minutos de peripatética fatiga, como cuando a un boxeador se le aflojan las rodillas, con la cornada revoloteando el cuerpo grande de Fortes en el suelo. Se libró con las cuadrillas muy cerca y el apoderado, el de las órdenes “sabias”, dando muchas voces desde el callejón. Cobró una soberana estocada perfilada muy en largo y se embolsó una oreja.

David Adalid se desquitó realmente con el imponente quinto de inmenso morrillo. Soberbias las dos reuniones, sacando los brazos desde abajo y majestuosa salida. Saludó en solitario. No tuvo la tarde Sanchez y este domingo Tito Sandoval iba con Fortes. Todo el trapío del cinqueño miura se venía abajo sin fuerza alguna. Desde luego la violencia de quitarse de Castaño en el inicio de faena no ayudó en nada: lo tiró de mala manera. Después ya se quedó parado. El salmantino fue volteado sin consecuencias. Más consecuencias tuvo el rebote de uno de los pinchazos. La espada le cortó en la mejilla.

Qué lejos quedó la corrida de Sevilla de esta. El sexto, también de magnífico porte, ya apuntó de salida su escaso poder para 650 kilos. La misma tablilla que el anterior. Había nobleza en su interior pero ni motor ni tracción para desarrollarla. Fortes cumplió hasta apurar y cerrar por manoletinas.


Pamplona Temporada 2013.

pamplona_140713.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:21 (editor externo)