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PLAZA DE TOROS DE CALAÑAS

La plaza de Calañas en 1899

Actualmente Calañas no tiene plaza de toros y celebra sus festejos en plazas portátiles. La antigua plaza de toros tenía un aforo de 4.000 espectadores. Inaugurada en abril de 1894, coincidiendo este acontecimiento taurino con la festividad de Nuestra Señora de Coronada, Patrona de los calañeses. Por Antonio Reverte y Bonarillo. En años suscesivos actuaron El Espartero, Algabeño, Emilio Bomba, etc., hasta que la celebración de las corridas de toros se hizo coincidir con la Feria de la Villa, en cuyo primer año (1887) tuvo lugar una corrida y una novillada, actuando en la corrida Litri , Jarama y Parrao, y en la novillada Capita y otro. Desfilaron, además, por el coso taurino calañes “Camisero”, “El Sochantre”, “Peguero”, “El Pino”, “Los Gallos”, “Moreno de Alcala”, “Pazos”, “Machaquito de Sevilla”, “Vela”, “Algabeño Chico”, Revertito“, “Alvaradito” y otros muchos más entre matadores con alternativa y novilleros.

La última corrida que se dio en la plaza de Calañas fue en 1912 y actuaron en ella, como novilleros, “Limeño” y “Gallito III” (Joselito). Las reses anunciadas para esta novillada eran de Concha y Sierra, aunque se lidiaron luego de López Plata. Esta novillada se celebró exactamente el día 23 de Agosto de 1912, último día de feria, ya que las fechas anteriores las tenían comprometidas los toreros con otras empresas. Y esto fue causa de que la corrida no tuviera el lucimiento o éxito económico que era de esperar, si bien los espadas, Joselito sobre todo, hizo galas de su arte insuperable. De ese arte que habría de consagrarlo al correr del tiempo como maestro indiscutible de la tauromaquia. Tenía entonces Joselito 17 años y los honorarios que cobró, justamente con Limeño, ascendieron en total a 7.000 reales. El foro de la plaza de toros de Calañas era de 4.500 espectadores y en ella se lidiaron reses de las ganaderías de Garrido Santa María, Carvajal, Saltillo, Nandín Conradi, además de otras andaluzas y portuguesas.

Se cuenta que la novillada en la que participaron Limeño y Joselito el 23 de Agosto de 1912 en la plaza de Calañas y que había de ser el último de los festejos taurinos celebrados en ella, no estuvo exenta de algunos lamentables incidentes que le restaron brillantez y éxito económico. La fecha 23 de Agosto, último día de feria, no la juzgaban los entendidos en esta materia como la más propicia para la celebración de la corrida. Y sí, por el contrario, la del domingo día 21, primer día de feria. Pero esta última fecha la tenían ya comprometida los toreros en otras plazas. Ante el temido fracaso económico, el empresario de la plaza, apellidado Palomares, huyó de incógnito del pueblo. Y sobre las cuatro de la tarde de ese mismo día 23 de Agosto llegaron los novillos-toros y también los toreros. Estos acompañados por Don José Tejero González y por Don Luis Carvajal. Antes la llegada de toros y toreros se fue animando el público que llenó unos tres cuartos de plaza. Y a las cinco y media, cuando todo parecía estar dispuesto para empezar, los toreros se negaron a salir al ruedo porque, naturalmente, no se les había abonado la cantidad de 7.000 reales estipulada en el contrato, la cual debería percibir antes de dar comienzo la lidia. Los diestros fueron llamados al palco presidencial y allí expusieron las razones de su actitud incomprendida. Y, gracias a la intervención de José Tejero, gran amigo de Limeño y Gallito, se pudo arreglar aquel conflicto que parecía no tener solución. Otro tanto ocurrió con los caballos, cuyo dueño, un tal Vizcaíno, se negaba a que éstos salieran a picar si no se les hacía efectivo el importe o precio fijado por ellos. Pero como decíamos anteriormente, el señor Tejero González supo ser árbitro de la contienda. Y merced a él, todo fue solucionado al fin.

Actuaron también en Calañas, en un festival, las llamadas “niñas toreras” que derrocharon en sus faenas gracia y valor sin límites. Y en honor a este singular y simpático acontecimiento se dice que el conocido vecino del pueblo, Francisco “El Alosnero” puso el nombre de Torera a un denuncio minero de su propiedad que más tarde y por un error de documentos había de aparecer como Torera.

Era costumbre, asimismo, el llevar a hombros hasta el Real de la Feria a los toreros triunfadores en las tardes de corridas. Y en la caseta del Ayuntamiento se les agasajaba con esplendidez, vestidos aún con sus trajes de luces. Fueron muchos los toreros que pasaron por la plaza de Calañas. Y hasta se afirma que uno de ellos, el gran Rafael “El Gallo” tuvo una novia calañesa a la que con frecuencia iba a visitar y de la que el pueblo guarda todavía su recuerdo. Su hermano Joselito y Limeño puede decirse que cerraron definitivamente la plaza de toros de Calañas en la inolvidable corrida del 23 de Agosto de 1912, la última allí celebrada. Esta novillada en la que los matadores pusieron todo su entusiasmo y valor convenció a los aficionados, Gallito III había nacido para triunfar y para morir triunfando, como en su memorable jornada de Talavera de la Reina. A las muchas felicitaciones y saludos recibidos, ya en la estación y acompañados por una multitud de aficionados recibe también Joselito el homenaje de cariño y simpatía de sus “hermanos de raza” los gitanos de Calañas, quien le despidieron entre palmas, cantes y bailes. No cabe duda de que este torero valiente había triunfado y se había ganado el corazón de Calañas.

Dado el excelente sistema de comunicaciones con la capital y demás pueblos de la Sierra, dicen testigos de aquella época que las corridas de toros de Calañas constituían un espectáculo único e impresionante, desplazándose hasta aquí una legión de aficionados de todas las partes para presenciar los festejos que tenían lugar en el pueblo, y que, sin duda, contribuían a su auge y prosperidad.

Hoy, de lo que fue una bonita y bien situada plaza de toros, junto a la estación antigua de ferrocarril, donde se dieron cita las glorias de una fiesta españolísima, sólo quedan algunos restos, mudos testigos en el tiempo, que están dando fe de un pasado cuya evocación llena de nostalgias el alma de cuantas personas conocieron en Calañas la existencia de su plaza de toros.

Sería deseable, pues, el resurgimiento en Calañas de una nueva plaza donde volvieran a celebrase corridas de toros. Estoy seguro, de que sus buenas gentes sabrían agradecerlo y acudirían gozosas a ellas. Por lo que las autoridades que rigen el destino del pueblo deberían tenerlo muy en cuenta. ¿Tendrá Calañas, como antaño, su plaza de toros? Ojalá que así sea, por el bien de la fiesta y por el bien de la villa. Texto de Castabrava.

plaza_de_calanas.txt · Última modificación: 2023/03/27 12:23 por Editor