Inaugurada el 16 de septiembre del 2000 por Jesulín de Ubrique, Víctor Janeiro y Fernando Cepeda, con reses de Hermanos Tornay.
Aforo: 1.500 localidades.
Categoría: 3ª.
Propietario: Ayuntamiento de Ubrique.
Fiestas: del 14 al 16 de septiembre. Novilladas en verano.
Vieja Plaza de Ubrique
Inaugurada el 10 de junio de 1909. En situación de abandono. Construida por el propietario Francisco Guerrero Corrales y el industrial Manuel Janeiro Córdoba. Ambos socios, que fueron los primeros empresarios taurinos que se conocen en Ubrique, dirigieron una instancia el día 1 de junio al alcalde, Miguel Bohórquez Oliva, participándole que poseían un local destinado a “espectáculos públicos como corridas de toros, capeas, etc.” en el lugar denominado Algarrobal, situado en los extramuros de la ciudad, e instaban a la primera autoridad municipal a que por su conducto se solicitara la pertinente autorización del gobernador civil para su apertura.
Los solicitantes aseguraban que la plaza recién construida reunía las debidas condiciones de seguridad para el público y la enfermería surtida de material y de los medicamentos necesarios para las curas que en ella pudieran practicarse.
El Ayuntamiento, en sesión pública celebrada el día 5, daba cuenta del escrito y acordaba por unanimidad acceder a lo solicitado. La documentación remitida al gobernador iba acompañada de los certificados del médico e inspector local de Sanidad, Francisco Reguera Romero, en el sentido de que la enfermería poseía todas las condiciones necesarias, y de los maestros albañiles Francisco Aragón Venegas y Diego Tamayo Carrasco, quienes garantizaban que la nueva construcción se encontraba en “inmejorables condiciones de solidez, firmeza y seguridad”.
El gobernador autorizaba con fecha 7 de junio la apertura del local para que se pudieran celebrar en la villa corridas de toros. Pero no decía nada de la populares capeas, que, como se sabe, aunque toleradas, casi siempre estuvieron fuera de la ley. Este sería un asunto polémico que traería de cabeza durante los años posteriores a la recién creada Empresa Taurina de Ubrique, que vería cómo no iban a autorizarse numerosos festejos por tener el carácter de capeas. La autoridad gubernativa obligaba a los empresarios a demostrar que los diestros anunciados tenían el oficio necesario para dirigir la lidia, para lo cual debían remitirse carteles impresos justificativos de sus actuaciones en otras plazas.
En una primera relación de festejos enviada al Gobierno Civil se solucionaba el problema evitando el empleo de los términos “corridas de toros” o “capeas”, y expresando que la empresa deseaba dar “espectáculos públicos de su clase en la Plaza de Toros”. Dicha relación es la primera programación taurina de Ubrique, en la que se anunciaban nada menos que 23 festejos. Los ubriqueños pudieron disfrutar de una verdadera temporada de toros durante el verano de 1909 con espectáculos todos los domingos y festivos.
Guerrero y Janeiro recibieron la autorización gubernativa el 9 de junio, y un día después, coicidiendo con la festividad del Corpus, podía inaugurarse la plaza. El festejo consistió en una capea compuesta por cuatro vacas y un toro de muerte llamado “Jindama”, de la ganadería de Diego Marín, de El Bosque, que lidió Antonio Guillén “Rondeño”.
Desde entonces, la plaza tuvo una importante presencia en el ciclo festivo ubriqueño y una indudable influencia en los hábitos y costumbres de nuestros antepasados, ya que no iban a faltar los festejos, al menos la tradicional corrida del Corpus y durante la feria de septiembre.
Por su arena pasaron figuras de diferentes épocas como Bombita, Chicuelo, Cagancho, Juan Belmonte, Niño de la Palma, Gallito, Gitanillo de Triana, Manolete, Pepe Luis Vázquez, Bienvenida, Dominguín y Antonio Ordóñez. Además, el coso fue testigo una verdadera edad de oro del toreo, cuando se recogieron las enseñanzas de Joselito y Juan Belmonte. Texto de Antonio Morales Benítez (Asociación Papeles de Historia).