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Ante el Real Círculo de Labradores y Propietarios de Sevilla. Sábado, 22 de abril de 2017

PREGÓN TAURINO Fernando Fernandez-Figueroa Guerrero Presidente de la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería

Iltmo. Sr. Presidente del Real Circulo de Labradores y Propietarios de Sevilla Sres. vocales de la Junta Directiva. Querida Rosario. Excma. Sra. Delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Sevilla, estimada Esther, gracias por tu confianza. Ilustres autoridades Sres. ganaderos, toreros , amigos y aficionados.

Gracias por vuestra presencia.

No puedo comenzar mi intervención sin antes agradecer a mi presentador sus cariñosas e inmerecidas palabras que provocan cierto rubor en quien en la Presidencia de la plaza de toros de la Real Maestranza, en una corrida de toros cualquiera , no está muy acostumbrado, precisamente, a recibir palabras agradables. Gracias Juan Antonio.

Para mi es un honor y una satisfacción participar como pregonero en la antesala de una de las liturgias que , teniendo como protagonista a Sevilla, acontecen cada año como un símbolo de identidad de nuestra ciudad, de nuestra provincia, de nuestra región y de España: la feria taurina en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

Y este simbolismo se acrecienta al considerar el lugar en el que se celebra este acto: el Real e Ilustre Circulo de Labradores y propietarios de Sevilla porque, precisamente, es el entorno rural, en el campo, vinculado directamente a la agricultura y a la ganadería, donde la fiesta de los toros y la tauromaquia tienen sus raíces más profundas . Y es que Sevilla , cosmopolita y abierta , ahora moderna y emprendedora, sigue manteniendo la componente rural como seña de identidad propia y parte esencial de su idiosincracia.

La cultura sevillana presenta ante el mundo con orgullo, como peculiariedad diferenciadora, la fiesta de los toros. Y junto a ella caballos, campo , ganado, flamenco que no son estereotipos obsoletos ni anacrónicos sino nuestras raíces expresadas a través del arte ante las que debemos obviar cualquier complejo.

¡Cuánto le ha dado Sevilla al arte en cualquiera de sus múltiples manifestaciones!.

En una sociedad con cada vez menos raices culturales afianzar las nuestras no es sino manifestarnos ante el mundo tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos, pero siempre con nuestras costumbres, forma de entender la vida, y manifestaciones culturales de las que presumir y enorgullecernos.

He tenido la oportunidad de disfrutar de muchos pregones taurinos enfocados desde las distintas ramas de la ciencia y del saber. Filósofos, antropólogos, periodistas, literatos, poetas han hablado en Sevilla de toros y muy bien , por cierto. Entonces ¿que podría aportar yo, un sencillo jurista que presume de haber querido ser torero y que, eso si, tiene el orgullo de presidir la plaza de toros más hermosa y entendida del mundo?.

No esperen un pregón en poesía virtuosa con rimas asonantes -reconozco mi absoluta incapacidad para ello- , ni les voy a hablar de toros celebres lidiados en esta plaza, ni de toreros sevillanos. Permítanme que hoy me sincere taurinamente ante Uds. y déjenme contarles lo que siento, lo que para mi es la fiesta de toros, el mundo del toro en la ciudad de mis sueños y tan cerca de la plaza de toros de nuestra vida: La Maestranza de Sevilla.

Por tanto, lo que ahora comienzo a desgranar no será tampoco un intento de justificación de la fiesta ante los que no la entienden o no la quieren entender. No perderé tiempo ni les daré protagonismo. Solo pedirles respeto a aquellos que en nombre de la libertad prohíben y cercenan costumbres populares que a ellos no les gustan pero que , bendita democracia a la que precisamente apelan, no saben respetar. La democracia es, ante todo, tolerancia y respeto.

Antes bien quiero prevenirles que las reflexiones que ahora se suceden, teniendo como único capote y muleta la palabra, pueden tener la incoherencia de lo disperso, pero el atractivo –Dios lo quiera y uds. también– de lo variopinto.

La primer reflexión que quiero traerles enlaza con el origen de la tauromaquia, y, para ello, debemos preguntarnos sobre qué idea , o qué situación o acontecimiento surgió la tauromaquia como algo único, especial, inigualable, como un juego del hombre con la muerte ante un animal salvaje.

La filosofía que presidió los primeros enfrentamientos entre el hombre y el toro partían de considerar un combate entre un hombre, paradójicamente armado solo con un trapo en la mano, con un animal salvaje que, al defenderse hiere o mata. La idea esencial era alcanzar un imposible: se estudia el animal salvaje, sus reacciones, sus querencias, sus comportamientos; se racionaliza su bestialidad y se obliga al torero a cumplir una serie de reglas, que hagan que ese espectáculo brutal se convierta en un espectáculo artístico, donde la inteligencia del hombre prime, siempre y en todo momento, sobre la irracionalidad de la bestia: había nacido la LIDIA.

Con el paso del toreo a pie, las auténticas leyes de la lidia las constituyen las primeras tauromaquias, como la de Pepe Hillo en 1796 o la de Francisco Montes “Paquiro” en 1836, o la del rondeño Pedro Romero.

Así, se escriben las auténticas reglas del toreo que constituyen los cánones clásicos sobre los que después se asentará toda la historia de la tauromaquia.

Sobre estos orígenes, y asentada en esas bases, se desarrolló la fiesta de toros y se implantó definitivamente y para siempre en nuestras conciencias, en nuestra sociedad, en nuestro lenguaje, en nuestra forma de entender la vida.

Por eso, Antonio García-Baquero afirmaba que es habitual que la fiesta de toros provoque una interesante respuesta apasionada, que puede cristalizarse tanto hacia la adhesión como hacia el rechazo y que, en cada período histórico, como era de esperar, tales opciones se hayan envuelto en los ropajes argumentales que en esa época disponían del prestigio social necesario para explicar las conductas y valores.

Participo de la idea de que la consolidación de la fiesta brava a través de los siglos, su aceptación por el pueblo y su consideración como una costumbre típicamente hispana y latina, manifestación de su acervo cultural, constituyen materia suficiente para su defensa y promoción. Aunque no debemos menospreciar la amenaza que estamos sufriendo. Una amenaza que proviene, a mi forma de ver, no solo de los detractores de la fiesta, sino del posicionamiento de los toros en el amplia oferta lúdica que existe hoy en dia en las sociedades modernas.

En efecto, en los años 30, 40 , 50 y 60, los toros eran “la fiesta nacional”. Habia pocas alternativas lúdicas y festivas en una España por desarrollar; si acaso el futbol. Hoy, un siglo después, la “fiesta nacional” es Internet y las redes sociales, luego el futbol, el cine, el turismo rural… Es decir, el ciudadano tiene cerca de él, y a veces a precios más económicos, una oferta de diversión plural y dispersa, de tal forma que, a los “toros” podemos seguir llamándola “fiesta nacional” como símbolo de identidad cultural propia pero no como antes que, además, era la opción básica de ocio del pueblo español.

Por ello comparto las palabras de José María de Cossio que en 1942 decía: “la fiesta de toros no es tan solo una diversión más o menos recomendable desde el punto de vista moral, pedagógico, estético o sentimental, sino un hecho de profunda significación en la vida española y de raíces tan hondas y extensas que no hay actividad social o artística en que no se encuentren sus huellas”.

Coincido con Rogelio Reyes cuando afirma que nada habría que objetar a los actuales detractores de los toros si sus legítimas discrepancias no vinieran envueltas en el prurito de prohibicionista que se está imponiendo en la vida española. No basta con atacar a la fiesta, cosa que a los aficionados a ella, vistos los precedentes históricos, ni puede ni debe extrañarnos. Lo novedoso es la voluntad de ir desterrándola del horizonte mental de los españoles. Si no puede suprimirse, hay que silenciarla, eliminarla de las pantallas televisivas, relegarla a horarios extemporáneos o reducirla al morbo de la cogida. La inmadurez de la democracia española y el complejo de inferioridad que en este terreno nos aqueja no permiten ni siquiera reconocer su enorme peso histórico y su fuerte arraigo cultural. Menos mal -!quien nos lo iba a decir!- que siempre nos quedarán los franceses, inmunes por fortuna a tan ridícula obsesión por la autocensura.

Siendo esto cierto, nuestro futuro va a depender de la capacidad de atracción de nuevo público no aficionado. Y digo “no aficionado” porque el aficionado ya acude a los toros de por si, al que debemos mantener y no defraudar para que no abandone esta inigualable afición. Unicamente atraeremos nuevo público y mantendremos al aficionado cerca de los toros cuando hagamos a la fiesta interesante, real, creible, íntegra y pura. Sin credibilidad no hay fiesta… sin autenticidad no hay riesgo y sin riesgo… no hay toros. Si disminuimos, adulteramos o camuflamos el riesgo y el interés vamos enterrando poco a poco a nuestra fiesta nacional.

El torero es, en verdad, el último gladiador de la historia. Pero ¿cómo pueden existir gladiadores en el siglo XXI, en la era de las tecnologías y de la globalización? Pués, precisamente por la grandeza atemporal de un hombre que se juega la vida ante un animal salvaje y que, además, en ese juego con la muerte, crea arte.

Reflexionen conmigo: El toreo es la única manifestación artística que crea arte desde el miedo.

Es cierto, el torero es el último gladiador de la historia, si, pero un gladiador que cualquiera que se acerque por primera vez a la fiesta puede tildar de insensato o de loco pero, créanme, bendita locura, pues como afirmaba Aristóteles, “Hay un rincón de insensatez en el cerebro del más cuerdo.”

Por eso, en los toreros, como sucede con el maestro que es homenajeado hoy, se conjuga la temeridad del loco con el conocimiento del sabio.

Debemos desengañar a todos los que creen que las modificaciones del Reglamento Taurino es la única solución de todos los problemas que ahora aquejan a la fiesta. Nada más lejos de la realidad. El Reglamento Taurino es el teatro, el simple escenario, pero aficionados, empresarios, ganaderos, cuadrillas, matadores, Administración y todos los que intervienen en la fiesta son los guionistas, directores, productores y actores de su propia obra y de ellos, solo de ellos, depende la buena representación o no de la obra (la corrida de toros) en el escenario puesto a su disposición (el reglamento taurino).

Por todo ello, la fiesta brava no es, al menos para quien les habla, un espectáculo de muerte y sufrimiento regulado por un Reglamento. El que así lo ve no es capaz de interiorizar en el fondo, se queda en lo superficial.

La fiesta brava tiene distintos componentes que la hacen especial: la admiración al toro bravo, el cuidado de la ganadería y sus tradiciones, la exaltación del arte y la belleza estética no son sino variables de la misma afición que la complementan y enriquecen. No hay nada más serio, profundo y respetuoso que la muerte de un toro bravo con casta en la plaza. ¡Con que indignidad mueren los animales en el matadero!.

La fiesta de toros no es solo una manifestación cultural, ni siquiera, que también, un sector económico de primer nivel que mueve miles de millones de euros. Son el amor al campo, la preservación de la dehesa como espacio natural único, el cuidado de una raza , de un encaste, o la pedagogía de sus principios de vida y defensa, los que constituyen pilares esenciales de la fiesta… ¡Han visto uds. algo más armónico, equilibrado , pacífico y estético que un amanecer en el campo bravo.!

El mundo de los toros permite que un animal, el toro o la vaca, llamados a morir en el anonimato en cualquier matadero de España si no fuera por la fiesta, puedan dejar grabado su nombre para la historia.

Cuando es la vaca, en el tentadero, su bravura y nobleza le hacen salvarle la vida siendo ésta el germen de muchas líneas genealógicas de las ganaderías que perduran a lo largo de los años, lo que los ganaderos llaman “las reatas” que no es si no su historia y la de su propia familia. No es extraño oírles decir a los ganaderos: “esta vaca o toro viene de la guitarra o de la malagueña o de la torera”. Es la ley natural de la selección de la especie.

En cambio, si es el toro, su nombre puede quedar en la historia bien porque murió matando -Islero, Pocapena, Bailaor, Avispado,… - bien porque murió con el orgullo y el respeto de una plaza que puesta en pie, probablemente con los pelos de punta, le aplaude al unísono mientras altivo, aunque muerto, es arrastrado en una gloriosa vuelta al ruedo.

Y todas esas labores de selección y crianza, de cuidados y atenciones bajo la atenta mirada del mayoral y de los vaqueros, los grandes olvidados del campo bravo.

Señoras y señores, el taurino respeta al toro bravo por encima de cualquier otra visión parcial, distorsionada o tendenciosa. Ejemplar único, netamente español, de bella estampa, fuerza, poderío y agilidad. Destacaba Jaime Ostos el peligro de este animal capaz de alcanzar la velocidad del caballo de carreras, frenar en seco y volverse en un palmo de terreno. Todo ello sin esfuerzo aparente.

El toro bravo es tan de verdad, tan único, tan puro, tan noble, que es el único animal de la naturaleza que vuelve al sitio donde se la infrigido un castigo. ¡¡Esa es la verdadera bravura¡!

En este contexto reconocemos distintos ámbitos y aspectos o consideraciones que, si me apuran, constituyen la verdadera esencia de la Fiesta de toros y que prácticamente es imposible encontrarlos en cualquier otra manifestación cultural o artística.

Las ideas que ahora comparto con uds. constituyen el alma de la fiesta que, como la fé, no se ven ni se tocan, pero que está ahí como pilar esencial que se acrecientan y resplandecen sobresalientemente en una plaza de toros como la de Sevilla.

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El miedo. “El miedo es libre y no tiene límites”. Aunque el miedo se “disfrace” de responsabilidad, el miedo es EL MIEDO. Me refiero al miedo de los toreros como manifestación del dolor físico. El que se tiene en una plaza de tientas ante una erala o, sobre todo, en una plaza de toros al de las patas negras con el morrillo astracanado que te mira fijamente como diciéndote “ te voy a quitar la vida”.

!Quien no recuerda a Juan Belmonte cuando, en la magnifica biografía de Chaves Nogales decía: “ el miedo no me ha abandonado nunca, es siempre el mismo. Mi compañero inseparable.”

Pero, realmente, como se suele afirmar ¿ sólo los toreros de arte tienen miedo?. Yo creo que no puede haber toreros cobardes sino, únicamente, toreros que pasan más miedo que otros porque creo sinceramente que, todo el que dice que no pasa miedo delante de los toros, o no es sincero ,o es un pobre loco. De la misma manera sí creo que hay toreros temerarios. La diferencia entre el valiente y el temerario es que el valiente supera el miedo, y el temerario lo niega.

De igual modo que no puede haber toreros sin valor, creo que no puede haber toreros sin miedo. Los buenos toreros dan la impresión de ser valientes a partir de su propio miedo, superándolo. Francisco Montes “Paquiro” afirmaba que el verdadero valor es aquel que nos mantiene delante del toro con la misma serenidad que tenemos cuando éste no está presente; es la verdadera sangre fría para discurrir en aquel momento con acierto qué debe hacerse con la res.

Y junto al miedo, el riesgo, el sacrificio, el sufrimiento,… indisolublemente unidos a los toreros desde que debutan, hasta que se retiran. Nada más grafico para expresarlo que el titulo de la biografía que Larry Collins escribió sobre Manuel Benítez “El Cordobés”. Tiene como título la parte final de la frase que el Cordobés le dijo a su hermana Angelita cuando ésta , el mismo dia que toreaba su primera corrida como matador , le pidió que dejara los toros y buscara otro trabajo humilde. El contestó …“ esta tarde te compro una casa…. o llevaras luto por mi”. Ese es el título de la obra “… o llevaras luto por mi”. El sufrimiento y el sacrificio en el toreo. Por eso, El toreo es el arte que mejor expresa la vida, la muerte, la astucia, el miedo, la pasión, la agonía, la inteligencia, la angustia y el buen gusto.

No hay en el mundo un ritual tan didáctico, trágico y bello como son los toros.

Y tras el miedo, la verdadera materia prima de la fiesta : los criterios de selección de los ganaderos.

¿Bravura o nobleza? ¿ Pujanza o dulzura? ¿Casta, genio, picante o armonía, temple en las embestidas, suavidad?. Hay ganaderos que prefieren tentar las vacas de añojas, la mayoría de eralas e incluso, algunos les gusta las vacas de utreras e incluso de cuatreñas. Unos les dan a la pelea con el picador la nota decisiva, otros en cambio, valoran más las aptitudes en la muleta. En definitiva, diversidad autodidacta patrimonio inmaterial exclusivo de los ganaderos.

También es pilar de la fiesta “La torería”. Ese saber estar y desenvolverse por la plaza y fuera de la plaza. Andarle y lidiar a los toros con garbo, gracia y armonía, sentimiento y profundidad. ¡Han visto uds. alguien que le andara a los toros con más torería que Antonio Bienvenida, Paco Camino o en la actualidad a Morante de la Puebla¡

Pero señores, la torería no es coto exclusivo de los toreros sino también de los aficionados….Yo no he pegado trincherazos más profundos ni naturales más largos que por el Paseo Colón cuando en la Maestranza ha ocurrido algo que , en un abrir y cerrar de ojos, se ha convertido en leyenda. Por un momento me he sentido torero como otros muchos aficionados, y eso, también es torería.

¡Que bonito es ver salir a la gente toreando por el Paseo Colón de Sevilla!

¿ Acaso muchos de uds. no han sentido esa torería en su alma y se han sentido toreros cuando desnudos , en el cuarto de baño , con una simple toalla en la mano han soñado bordar el toreo con una verónica interminable? También es patrimonio y pilar de la tauromaquia la estética de ejecutar las diferentes suertes del toreo. La ortodoxia/heterodoxia de las distintas suertes de la lidia. Un trincherazo de cartel o “ el salto de la rana”. Gustos para todo.

Cambiarán las formas del toreo, pero nunca podrá cambiar su verdad: someter con la inteligencia, valor y armonía a un animal hasta su muerte.

Desde aquí pido un favor: que nadie se crea que es el estandarte poseedor y custodio de la ortodoxia y pureza de la fiesta. A veces , cuando un público ruge , amenaza y se encrespa en algunas plazas queriendo imponer su criterio , no es que falle la fiesta, sino que falla el papel del público. Se convierte en un público fuera de lugar, precisamente siendo el toreo un arte basado en los lugares, en el sitio, en los terrenos, en el silencio respetuoso ante quien se está jugando la vida. Ese saber ser y estar es lo que diferencia a Sevilla de cualquier otra plaza del mundo. Permitanme afirmar que Sevilla no es indolente ante lo que pasa en el ruedo , sino que realiza siempre una “crítica silenciosa”.

Dentro de ese patrimonio inmaterial que supone la tauromaquia se encuentra, como ya apuntamos antes, su carácter de fuente de inspiración de los artistas: pintores , poetas , escultores, músicos, filósofos… ¡Cuán ligado a estado el mundo de los toros a la intelectualidad!: Ernest Heminway, Gerardo Diego, Ortega y Gasset, Picasso , Alberti y tantos otros numéricamente inabarcables.

¡Hay algo más estéticamente serio que el mausoleo de Mariano Benllure a Joselito en el cementerio de San Fernando de Sevilla !

También es parte esencial de la tauromaquia que la hacen única, el respeto a los ritos y las supersticiones , ese halo entre lo humano y lo mágico , o lo humano y lo sobrenatural que es lo supersticioso. Forman parte de la tradición histórica del toreo. ¿Cómo se va a regular la interminable soledad del torero en el hotel cuando comienza el rito de vestirse de luces con la única compañía del mozo de espadas? Aunque pudiera parecer lo contrario, el torero, muchas veces incluso acompañado, está solo. Donde más intensamente se aprecia la soledad de un torero es , paradójicamente, en el cuarto del hotel lleno de gente antes de la corrida…

¿Quién puede adentrarse en el silencio nervioso del picador con la única compañía de su cigarrillo mientras calienta con su cabalgadura en el patio de caballos ?. ¿ Quién se pone en la piel del Presidente en la Plaza de Toros de Sevilla, el Domingo de Resurrección con las figuras del toreo en el cartel?. O ¿quién sabe que pasa por el cuerpo del ganadero o del propio mayoral el dia que lidia su corrida de toros en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla?

Ritos y supersticiones. Montera boca abajo o montera boca arriba. ! El AMARILLO!. Nunca entendí bien lo del amarillo cuando las vueltas de los capotes y los forros de las muletas son amarillos.

Ritos y supersticiones. ¿Acaso no es la superstición la que nos lleva a pensar que cada tarde de toros es irrepetible?

Pero, en verdad, son las emociones y las sensaciones las que nos hacen amar a todo lo que rodea el mundo del toro.

Por ejemplo, en una corrida cualquiera ,pasar de la nada , del aburrimiento , del tedio a la expectación , a saltar del asiento, a ponerte los pelos de punta o saltársete las lágrimas ante un quite a la verónica, un puyazo llamando de lejos con una arrancada al galope, ante un par de banderillas cuadrándose en la cara y asomándose al balcón, ante un pasadoble oportuno en el silencio del respeto o ante la gloriosa vuelta al ruedo de un toro bravo y noble que es despedido con una cerrada y emotiva ovación.

Esa es la magia del toreo y por eso los toreros son magos y por eso en los tentaderos no gustan los mirones ni los intrusos, como cuando los magos ensayan sus trucos porque , en el tentadero, el torero no torea para nadie, solo para él y para el ganadero, y nadie tiene derecho a contemplar a los magos en su intimidad.

Además, todas estas emociones y sensaciones dependen del azar, de la suerte . Reflexionaba Felipe Benitez, en su libro “Palco de Sombra”, que el pago de una entrada a lo único que da derecho cierto es a sentarse, a ver hacer el paseilllo y a que salgan seis toros. Todo lo demás es puro azar, y el azar no se compra ni se vende, ni mucho menos se alquila, por un par de horas.

Y qué me dicen señores aficionados de “los tiempos del toreo ”. Aquel tiempo que se inicia cuando a uno le entra “el gusanillo” de querer ser torero y que se refleja con la frase que Joselito le dijo a su madre con 9 años de edad: “mamá déjame ser torero, que se me está pasando la edad”. O el tiempo, el momento, en que se está preparado para pasar de novillero a matador o incluso, ya de matador, el que se precisa para “estar de verdad” en la cara de los toros, o el propio tiempo que necesitan las ganaderías para seleccionar, para corregir, para encontrar su propia identidad. Cuestión de tiempo y capacidad.

El tiempo si, pero el tiempo lento, pausado, como se hacen las cosas en el toreo, como aquellos lances de Gitanillo de Triana de los que se decían que cada uno de ello duraba “un minuto de silencio” .

El “TEMPUS” en el toreo y en la vida…

Todo lo dicho son algunas de las esencias de la fiesta brava en estado puro.

Más , ello no obsta a realizar un proceso de reflexión. Permítanme que les invite a pensar si la fiesta debe evolucionar en alguna de sus aspectos.

Me atrevo a invitarles a poner en entredicho algunas de las regulaciones actuales de una corrida de toros , al menos ponerla en un posible debate:

Por ejemplo, si no debemos al menos plantearnos, si hoy en dia es admisible para el propio aficionado que cualquier torero o novillero pinche 5 o 6 veces al entrar a matar un toro, o que se le den 5 o 6 o más descabellos. ¿ Acaso eso no es una sangre innecesaria en la fiesta? En la actualidad los pocos toros que se mandan al corral , sobre todo después de los descabellos, lo hacen casi en la agonía de la muerte, tambaleantes, moribundos, ensangrentados, dando una imagen triste y penosa. Además, si me apuran, casi ha dejado de ser un desprestigio para el torero dejarse vivo un toro.

Y Señoras y Señores realizo la anterior reflexión porque como aficionado defiendo con todo convencimiento que los toros tienen el derecho a morir en la plaza con la misma dignidad con la que pelearon por su vida durante la lidia.

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Evolución o involución. Cuestión de gustos y convencimientos en los que , seguramente , nunca todos nos pondremos de acuerdo. No se trata de perder la credibilidad, la realidad, la pureza de la fiesta, se trata de matizar o limitar lo que sobra de ésta .

Comprendo el posible malestar por estas opiniones de aquellos que, autoatribuyendose el papel de puristas, se resisten a los cambios. Pero les recuerdo que también hubo opositores cuando en los años 20 se decidió proteger con petos los caballos de picar porque decían “supondría la muerte de la fiesta”. Aunque fue una medida traumática en cierta forma dado el protagonismo que en aquel entonces tenía la suerte de varas, ¿quien puede imaginarse hoy una plaza de toros con tres o cuatro caballos muertos con las tripas esparcidas por el suelo agonizando delante de todo el mundo? ¿ Còmo estaríamos ahora si en aquel momento hubieramos seguido la opinión de los más inmovilistas?.

Y, ¿qué opino yo de todo esto? Permítanme que les de mi respuesta citando una de las frases que más aplico en todos los aspectos de mi vida de Hannah Arendt: “Tenemos que mirar al pasado, con ojos de futuro”.

Pero, compartan conmigo otra consideración. La corrida de toros puede analizarse con un paralelismo asombroso con la vida misma. Que, ¿en qué se parece una corrida de toros a la vida?. Veamos.

Cuando eres joven, inmaduro, en la infancia y adolescencia (recién salido del toril) son los brazos de tus educadores -esencialmente los padres- los que te van enseñando a embestir. Tu personalidad no está definida y ellos, con sus capotazos de recibo te van marcando el camino que consideran correcto. El tercio de varas simboliza la dureza de la vida, el sufrimiento, el castigo que tenemos que padecer para templarnos de cara a la madurez. De las banderillas aprendemos que siempre habrá alguien que quiera engañarnos, burlarnos, pero también que no podemos tomarlo como ejemplo a seguir. El toro bravo y noble no acorta terrenos en banderillas, no espera, no quiere a su vez engañar al torero. Embiste recto, franco, como todos debemos caminar por la vida sin hacer caso a esos engaños.

Y llega el tercio de muleta, la plena madurez, donde, si el toro ha sido durante la lidia bravo y noble tendrá siempre el reconocimiento de todos, toreros y público, de igual forma que la persona que ha seguido durante su vida los parámetros de seriedad, formalidad, lealtad, amistad y honradez, siempre tendrá su reconocimiento final. Así, cuando fallezcamos, y seamos “arrastrados” por las mulillas de la muerte al desolladero del otro mundo, tendremos el aplauso unánime de los que nos conocieron en reconocimiento de haber vencido, en todos sus tercios, la lidia de la vida.

Pero, tras esta parte de reflexión profunda, me gustaría comentaros, de forma simpática, otra parte esencial de la fiesta brava: la omnipresencia permanente de lo anecdótico, de lo divertido, del humor en el toreo. Teniendo tan cerca la muerte, los toreros suelen tener como válvula de escape a la presión permanente, el sentido del humor.

Aunque parezcan distantes , el miedo , lo serio, es muy afín al humor, lo atrae. No hay cuadrilla que se precie que no tenga de entre sus miembros a alguien con gracia y buen humor, auténticos vividores y contadores de anécdotas de todo tipo.

Veamos algunas anécdotas.

De Curro Romero. Cristina Sánchez se ha convertido en la torera más importante de la historia. Tomó la alternativa el 25 de mayo de 1996 en Nimes de manos del maestro Curro Romero y en presencia de José María Manzanares. El “Faraón de Camas”, sorprendió a una halagada torera con el discurso de la ceremonia: “Cristina, te deseo mucha suerte: Y las vas a tener. Porque el toreo consiste en acariciar. Y las mujeres acariciáis mejor que los hombres”.

Del que más anécdotas se cuentan es de Rafael el Gallo.

Los toreros transcurren las mañanas obsesionados por las condiciones meteorológicas y en una de esas andaba Rafael “El Gallo”. - “¡Maldita lluvia…maldita lluvia!”, exclamó el torero asomándose por la ventana. - “Pero Rafael, si el cielo está azul…”, le dijo su mozo de espadas.  “Pues eso, maldita lluvia. Que no aparece y esta tarde me esperan los “Miuras…”. Otra del “Gallo”: Toreaba Rafael el “Gallo” en Madrid. En su primer toro hizo, además de su conocida “espantá”, una de las peores faenas de su vida torera. Llovieron almohadillas, y el público se hartó de gritarle. Cuando decaído por su suerte, volvió junto a la barrera, Vicente Pastor, que lo apreciaba , se creyó obligado a consolarle. Y así, le dijo, con tal fin:  ¡Hay que ver cómo está el público esta tarde, Rafael!… A lo que el “Gallo” le respondió : - Para vosotros, colosal. ¡“Ya los he dejao a tos roncos”!

La última . Acababan de celebrarse las corridas de la feria de Córdoba. El “Gallo” regresaba en el tren a Sevilla. Durante el trayecto, en el pasillo del vagón tropezó con un amigo que, desde Madrid, se dirigía también a Sevilla. Tras saludarse , conversaron sobre las corridas de Córdoba. Fue el amigo preguntando al “Gallo” por la actuación de todos los diestros, así como el juego que había dado el ganado. Al fin le dijo: - Y tú, ¿qué tal has estado? A lo que el “Gallo” contestó con seguridad: - Pues, mira, de mí sólo sé decirte que las opiniones quedaron divididas. - ¿Entre tú y “Bombita”? – preguntó el amigo. No – respondió Rafael–. Que unos se metían con mi madre y otros con mi padre.

En los doblones finales de mi faena , y antes que la Presidencia me dé el tercer aviso, quiero agradecer al real Círculo de Labradores la amable invitación que me han hecho de compartir con uds. mis ideas y mis reflexiones y felicitarlo por estas iniciativas para defender la fiesta de los toros.

Pregonar la fiesta de toros en Sevilla significa poner por delante la verdad , la sinceridad , la profundidad de la tauromaquia porque , como bien dice mi amigo y matador de toros, Jesús Cardeño, “torear es engañar al toro con la verdad”.

Pero, mi intervención tiene la estocada en todo lo alto. Se muestra agonizante. Antes de que caiga “rodá”, sin puntilla, mi dos últimos ayudados por bajo.

El primero es pedirles a aquellos de uds. que sean aficionados que les transmitan a sus hijos algunas de estas ideas, de estos valores , no para que sean toreros, sino para que entiendan, vivan y se desenvuelvan por el ruedo de la vida con la seriedad y el buen hacer de los profesionales cabales del toro, que hay muchos. No podemos olvidar que vivir y entender el mundo de los toros es una forma de entender la propia vida y hay, desgraciadamente, muchos toros negros que acechan la cornada a la juventud: la apatía, la violencia, la insolidaridad ,la desesperanza…

No demos por pérdida a nuestra juventud que es el futuro de nuestra fiesta pués como decía San Agustín: “nada está perdido mientras se tenga ilusión por encontrarlo”.

La segunda y última reflexión. También pedirles que me vean por mi exposición de hoy como un sencillo aficionado pensador ya que, como dijo algun autor, el mejor homenaje que se puede rendir a un pensador no es pensar como él , sino pensar con él. Y el mejor testimonio del valor de un pensamiento es que nos permita seguir pensando tras él, hasta llevarnos , si ello fuera preciso, a pensar incluso, contra él.

Y así, como ha pasado este sencillo pregón con uds., se pasó la temporada pasada. Dejamos de sufrir en los tendidos al vecino enterado, al chillón, al maldicente o al sentencioso. Dejamos de leer las crónicas de los periodistas , a veces, en funciones de jueces de lo divino y lo humano. Dejamos atrás las entrevistas en las que los toreros están siempre en su mejor momento, y siempre por encima de los toros, cuando solo les pedimos que estén por delante.

Quedaron en silencio clarines y timbales y la aparición tormentosa de toros con reprobaciones al trapío, y los pitos,y los pañuelos airados …. y las broncas a los Presidentes…

Se guardaron en alcanfor y en forros delicados los vestidos de luces…Se poblaron las dehesas de cuatreños. Volvieron los tentaderos de las eralas para jugarse su paradero y los toreros para inventar la magia del toreo; hicieron propósito de enmienda los toreros abúlicos soñando cuajar faenas de lujo en el ruedo de la imaginación para la temporada siguiente.

Hicieron cuentas los de plata, y comentaron por los bares taurinos las hazañas del maestro, que estuvo cumbre con aquel cinqueño y que, como casi siempre, no le cortó el rabo porque se le fué la mano con la espada…

Crecieron yerbas en el albero, se despintó el rojo de las tablas, aparecerió el musgo en la piedra de los tendidos pero, apenas sin darnos cuenta, vuelve la siguiente temporada de toros. Por eso, en los próximos días, como la primavera, renace la tauromaquia en Sevilla, ya está aquí.

Abran su mente, respiren hondo, pongan sus sentimientos a punto, déjen que la magia del toreo penetre en sus almas, y, sobre todo, vivan la fiesta de toros, disfrútenla, aspírenla…, respétenla…

Y ahora, al final de todo lo dicho comprenderán que aun siendo Secretario General de la Diputación de Sevilla y Presidente de la Plaza de toros de la Real Maestranza, lo que de verdad me gustaría que dijera mi tarjeta de presentación es:

Fernando Fernández-Figueroa Guerrero, Matador de Toros.

pregon_taurino_de_fernando_fernandez-figueroa._2017.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:15 (editor externo)