¿Renovarse o morir?
por Víctor Huertas, licenciado en Veterinaria, ganadero de bravo y presidente de la Asociación de Ganaderías de Lidia (AGL)
¿RENOVARSE O MORIR?
Sí, han pasado ya más de cien días, se ha hecho muy largo y duro el camino. Hemos sentido irse a amigos, compañeros y conocidos de la forma más triste que pudiéramos imaginar. Y creo que a todos nos ha hecho reflexionar de lo divino y de lo humano, pero sobre todo de la incertidumbre del futuro, tanto próximo como lejano.
Como ganadero he sentido y siento una gran preocupación por la situación de mis compañeros, pero principalmente de todos y cada uno de los socios de la Asociación de Ganaderías de Lidia (AGL), que integra más de 350 ganaderías, con un total de más de 47.200 cabezas de vacuno de lidia inscritas en Libro Genealógico. Entendiendo y sufriendo como mías, porque yo también tengo, esas pérdidas económicas tan brutales.
Y he compartido también la tristeza de tener que tomar la dura decisión de mandar toros y novillos al matadero como única salida, ¡Hay mañanas difíciles de olvidar!
Esta temporada taurina está prácticamente perdida, pero entiendo que, siendo muy duro este hecho, la pregunta más importante es: ¿y las próximas? La crisis económica que se avecina todos sabemos que va a ser muy difícil y, por si fuera poco, la situación de nuestro sector no venía ya siendo buena, ¿será esta la puntilla que sentencie la fiesta brava?
Estos días hemos conocido, y en algunos casos hemos sido testigos directos, de reuniones presenciales o por vídeo conferencias de estamentos de la fiesta con distintos organismos oficiales, estatales, autonómicos, municipales etc. Todas ellas muy interesantes pero con pocos resultados prácticos. Tal vez, y es una visión personal, se ha priorizado más la fotografía que los contenidos, hecho del que con mucha frecuencia erramos en nuestro sector, y siempre se vuelve en nuestra contra.
Aun teniendo razón en el fondo, la imagen no está siendo la más adecuada. Lo cierto es que, por unas causas o por otras los tiempos han cambiado, y quien piense que se puede volver a corto o medio plazo a los dorados años taurinos de las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo, cuando menos, es un iluso.
Estaremos todos de acuerdo en que nuestro espectáculo se asienta en dos pilares básicos, uno es el Toro, centro básico de la tauromaquia, protagonista esencial de la misma, y el otro el Espectador/Aficionado, tanto el de la feria de tronío como el de las más humildes y más aún el del festejo popular tradicional. Ellos son los que realmente mantienen económicamente la fiesta. Sin el uno o sin los otros nada existiría.
A la vista de todo lo que está sucediendo, creo que ha llegado el momento de que el resto de los actores que vivimos por y para el espectáculo demos un paso al frente. Necesitamos una dosis grande de imaginación y valentía para, manteniendo los pilares básicos históricos de la tauromaquia, plantear una adaptación a los tiempos actuales. Adaptación estructural del espectáculo, de valores, de cultura, de estética, de la economía, etc.
Tal vez, en vez de “pedir” deberíamos “ofrecer”, “ilusionar” a una sociedad que en la actualidad no nos conoce lo suficiente.
Entiendo que debe ser un proyecto hecho por técnicos especialistas, los mejores, que representen a todos los sectores, y cuando digo todos digo todos: ganaderos, matadores, novilleros, rejoneadores, toreros de plata, picadores, empresarios, mozos de espadas, médicos, veterinarios, propietarios de plazas de toros estables o portátiles, escuelas taurinas, etc. Pero repito, hecho por especialistas, todos juntos sí, dejando a un lado personalismos y prejuicios que tan mal resultado han dado siempre. Unidos y trabajando codo con codo.
Tal vez peque de pesimista, pero creo que nos quedan muy pocos trenes a los que subirnos y no debemos perder el próximo; dejémonos de mirarnos nuestros ombligos y pongámonos a trabajar, el tiempo es oro y ni el Toro, ni el aficionado nos perdonarán nunca la pasividad.
¡Renovarse o morir!