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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Jueves, 18 de abril de 2013

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Cuatro toros de Daniel Ruiz, 1º, 2º, 3º y 5º; y dos de Parladé, 4º y 6º (desigualmente presentados y juego desigual; mansos y descastados en general, aplaudidos el 1º y los de Parladé).

Diestros:

El Cid. Estocada atravesada (silencio); estocada tendida, dos descabellos (silencio).

Miguel Ángel Perera. Estocada caída (silencio); tres pinchazos, pinchazo hondo, dos descabellos, aviso, tres descabellos, 2ª aviso, cinco descabellos (pitos) .

Jiménez Fortes. Estocada caída (silencio); estocada casi entera, descabello, aviso, descabello (saludos).

Banderillero que saludó: José M. Fernández “Alcalareño” de la cuadrilla de El Cid, en el 4º.

Presidente: Gabriel Fernández Rey.

Tiempo: soleado y muy caluroso.

Entrada: tres cuartos de plaza.

Crónicas de la prensa: Diario de Sevilla, El País, La Razón, El Correo de Andalucía, Toromedia.

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Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Otro pestiño más, y van…En este caso los de Daniel Ruiz, la ganadería titular del festejo, sólo cuatro aprobados, no servían para nada. Que digo yo que cómo serían los otros cuatro rechazados. Sin casta ni bravura, no hubo tercio de puyas, ni falta que hacía, y algunos fueron mansos de premio. El Cid anduvo por allí, si bien es verdad que pudo hacer algo más en el primero el más codicioso en la muleta y en el cuarto Juan Pedro. Se conformó con despacharlos aseadamente. Perera debe estar lamentando su suerte, porque ayer le tocaron dos bichejos descastados y hoy dos mansos integrales, el primero con bastante peligro. Y el de Puebla del Prior venía para otra cosa, y venía bien puesto en la Feria, pero las cosas son como son. Saúl Jiménez Fortes, otro torero con gran disposición en estos momentos, se encontró con un tercero ilidiable y un sexto, también Juan Pedro que pudo salvar la tarde, al que, a base de poderle, hizo faena de gran mérito que mereció oreja, perdida en el golpe de verduguillo. Un apunte: una entrada floja para ser un jueves de farolillos, aunque se esperan llenos para lo que queda: El Juli, los mediáticos, los Miura y todo eso…A ver si vemos algo.

Lo mejor, lo peor

Por Sandra Carbonero

Lo mejor: El esperado Fortes. Al comienzo hablaban de él, y la salida también. Saúl Jiménez Fortes era uno de los atractivos de la tarde para los aficionados. Su frescura, sus triunfos en múltiples plazas y su evolución de cara a esta temporada provocaron el deseo de verlo en Sevilla. Valor seco, arrojo o ganas de triunfar, fueron algunas de las cualidades que demostró el malagueño y que justificó su paso por La Maestranza. Perera, en su segunda comparecencia, no tuvo un buen lote, pero sí es cierto que deja buen sabor de boca, aunque necesita mejorar su relación con la espada. Es inevitable olvidarnos hoy el buen juego del primer toro de la tarde de Daniel Ruiz y de su galope hacia la muleta, o del cuarto, de Parladé.

Lo peor: La ausencia de El Cid. La entrada del coso del Baratillo de hoy, se ha resentido ante la falta de remate del cartel, el apogeo de la Feria y la eminente llegada de una de las ternas del ciclo sevillano más esperadas que tendrá lugar mañana, con El Juli, Manzanares y Nazaré. El Cid volvía, tras el mano a mano con Luque, a hacer el paseíllo en Sevilla. El torero de Salteras ha vuelto a tener de su parte la fortuna en los sorteos de los astados, sin embargo se le ha ido un lote de triunfo una vez más. El Cid debe reencontrarse con su toreo de antaño con el que hoy habría podido salir en volandas. Y lo peor de todo es que debe darse prisa en conseguirlo porque el público empieza a desesperarse.

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. Menú muy pobre y… ¡sin postre!

De nuevo, problemas con el ganado. La corrida de Daniel Ruiz no dio la talla en el reconocimiento veterinario. De ocho toros examinados fueron rechazados cuatro por falta de trapío. Se tiró de nuevo de Juan Pedro Domecq, con el hierro Parladé, para remendar con dos astados suyos un encierro muy dispar en presentación y comportamiento, en el que destacaron por su juego dos buenos toros –primero y cuarto–. Pero en esta ocasión, el encierro dio para lidiarse mejor e incluso triunfar. Sin embargo, la terna se marchó de vacío.

El Cid estuvo por debajo de su buen lote, especialmente el toro que abrió plaza, un animal con codicia y nobleza, con el que se mostró desacoplado. Tampoco acertó en colocación ni estuvo acertado ante el manejable quinto.

Miguel Ángel Perera no pasó de voluntarioso con el segundo, un manso que se vino abajo de inmediato. Con el quinto, con marcada tendencia a tablas, no se hizo con él y pasó las de Caín con los aceros, especialmente en el uso del verduguillo, en el que se produjo una anécdota que pudo acabar en tragedia, cuando el estoque de cruceta, en un intento del torero, salió despedido por los aires -por un testarazo del toro- para estrellarse finalmente contra las tablas.

Saúl Jiménez Fortes se desencantó de inmediato ante la mansedumbre de su primero. Le faltó actitud. Con el que cerró plaza, de Parladé, manejable y a menos, Jiménez Fortes realizó una faena entonada, en la que se entregó con valor, cerrada con manoletinas escalofriantes. Todo ello, tras recibir al toro frente a toriles con una larga cambiada de rodillas. El público le ovacionó su voluntad y estuvo con el malagueño hasta el final, en el que tras una estocada casi entera arriba, pero muy tendida, precisó de dos descabellos, por lo que el posible premio se esfumó.

En resumen, fue un menú muy pobre en lo artístico, con el lío también montado con anterioridad en la cocina con la materia primera -cuatro toros titulares desechados- y en el que incluso falló el postre final. Ese postre que había llegado en días anteriores cuando los comensales están a punto de marcharse y que ha consistido en orejita concedida por un público benévolo para marcharse feliz y contento. Ayer, no hubo contemplaciones: menú muy pobre y… ¡sin postre!

El País

Por Antonio Lorca. Un regalo para don Gabriel

Sería bueno y, además, justo que un mensajero se presentara el viernes de feria, en el domicilio de don Gabriel con un ramo de flores y unos pendientes para la señora, o bien unos bonitos pasadores para él, o, mejor, un jamón de pata negra para toda la familia. La verdad es que se lo ha ganado. Ah, el remitente, Miguel Ángel Perera, matador de toros y agradecido para toda la vida al bueno de don Gabriel.

Por cierto, que el susodicho se apellida Fernández y ejerció como presidente del festejo. Y tuvo un detalle que el señor Perera no olvidará: le salvó la vida. No es que el presidente le hiciera un quite en un momento de apuro, no; más importante aún: le perdonó veinte segundos y evitó que el segundo toro del diestro extremeño fuera devuelto a los corrales. ¡Vaya mancha, señor Perera, que hubiera escuchado los tres avisos en plena Feria de Sevilla! ¿Es o no es para que le regale un jamón a don Gabriel?

Fuera de bromas, la generosidad del usía, bien administrada, por otra parte, le salvó los muebles a Perera, aunque no el bochorno de un recital de incompetencia impropio de quien se considera figura del toreo. Imperdonable su impericia con el estoque y el descabello; imperdonable su actitud cansina y aburrida toda la tarde; imperdonable que pase por esta feria con más pena que gloria. Pero lo peor, por encima, incluso, de su forma insípida de torear, fue el mitin final ante un toro descastado y rajado que no mereció un final tan desagradable.

El toro se fue al desolladero sin que cayera el tercer recado presidencial, pero ello no exime al torero de purgar su particular vía crucis por una actuación lamentable. Lo intentó de veras ante su noblote y soso primero, y todos sus muletazos carecieron de chispa, y nada del más mínimo interés sucedió en el quinto. Bueno, ocurrió que Perera se encontró con un presidente generoso e impidió su hundimiento. ¡A su salud, don Gabriel, y que disfrute del jamón!

El caso de El Cid es distinto. No tendrá que enviar regalo a nadie, pero haría bien si se encerrara unos días en un lugar recatado para meditar sobre su presente. ¿Qué le pasa a Manuel Jesús? Difícil cuestión la que se plantea. Quizá, lo sepa él, o, quizá, no. Lo cierto o, al menos, lo que se vio, es que vive en un naufragio sin madero al que asirse. Da capotazos, y muletazos con la derecha y con la izquierda, y se adorna y se desplanta y sonríe cuando sale de la cara del toro. Pero los aficionados lo miran con cara de estupefacción y sin saber muy bien si aplaudir o devanarse la sesera. ¿Qué le pasa a El Cid? Pues le pasa que se ha convertido en un torero mecánico, acelerado, supersónico, carente de reposo y sosiego, que se cansa de torear y no dice nada; que le falta alma, corazón y vida. Y con tales carencias es imposible emocionar. ¿Pero, por qué se pierde la sensibilidad? He ahí un misterio, y lo cierto es que el toreo actual de El Cid carece de hondura, y lo que transmite es frialdad y una aparente abulia.

Su primero no dejó de embestir con nobleza por ambos lados, y el torero le dio infinidad de muletazos olvidables. Cuando cayó el animal, el público se relegó al torero y aplaudió al toro. ¡Uf! Pero es que se repitió la escena en el cuarto, un toro de menos fuelle, al que le hizo una faena larga, con circular incluido, y el mismo silencio. Preocupante que un torero de su categoría salga de esta feria con tan escaso bagaje. Lo dicho, una reflexión le podría aclarar las ideas.

El más animoso, por edad y necesidad, fue Jiménez Fortes, muy valiente toda la tarde, variado con el capote, siempre muy ajustado a la taleguilla, y esforzado con la muleta. Apretadas fueron sus chicuelinas en dos quites distintos y airosas las gaoneras. En el tercio final, lo intentó sin éxito ante su rajado primero, que decidió abandonar pronto la pelea, y casi consigue dar la sorpresa en el sexto. Lo recibió de rodillas en los medios, y lo muleteó, después, con templanza y ligazón en tandas que desprendieron gusto por lo bien hecho. Le faltó, quizá, enfadarse más y no alargar la faena, porque el aviso final rompió el encanto de un chaval que viene con ganas.

En fin, que habrá que esperar a ver que decide Perera con su salvador. Mientras tanto, el real de la feria es el único bálsamo posible contra una corrida de toros descastados y toreros uniformes, tristones y aburridos, herederos de una fiesta inmovilista y nada innovadora. Todos los toros embisten igual y todas las faenas parecen calcadas. Unos y otros dictaron el discurso de la nada.

La Razón

Por Paco Moreno. Jiménez Fortes, actitud sin espada en otra faena tardía

A punto estuvo otra vez de suceder el milagro. Como en tantas tardes de esta feria, los mejores momentos llegaron en el último sorbo, cuando ya el desencanto hacía presa entre los aficionados. Jiménez Fortes rozó la oreja, pero no pudo ser. Dichosa espada. Perera no tuvo suerte con su lote y El Cid tampoco pudo arreglar su tarde.

El sevillano salió presto a recoger al primero, que quedó emplazado en los medios. Allí fue el torero a buscarlo para, una vez en el tercio, estirarse a la verónica. El animal fue a más y regaló buenas embestidas por ambos pitones. Mostró fijeza y raza. En los medios comenzó la faena El Cid. Correcto, pero sin levantar el vuelo, pues le tropezó la pañosa en ocasiones. Con el cuarto, también de buen son pero más sosito en las embestidas, el torero tampoco acabó de acoplarse. Si bien lo toreó con temple y suavidad en el manejo de su percal, su labor con la muleta tuvo altibajos. Le costó conectar con el público, que apenas se manifestó. En el haber del espada de Salteras algunas tandas con ambas manos, limpias y templadas. En otras, le enganchó mucho más el engaño, por lo que el proyecto no terminó de entusiasmar.

Perera estuvo habilidoso con el capote y muy dispuesto con la muleta ante un burel reservón, que sacó dificultades. Molesto hasta que, al final, se paró. Se estiró a la verónica el torero para recibirlo y aprovechó estas primeras embestidas. Con la franela, compuso una faena entonada, tapando defectos del astado que, sin celo en las acometidas ni fijeza, estuvo a punto de cogerlo en dos ocasiones. Arriesgó sin inmutarse. El segundo de su lote no le permitió ni eso. Era un toro para el puro desencanto y no para plantearle ni siquiera faena. Sin embargo, se lo llevó a los medios y allí construyó una faena que no podía llegar demasiado lejos. Le ofreció sitio y suavidad en los muletazos, pero el astado cantó su mansedumbre para huir de los alrededores del torero, que tuvo luego excesivos problemas con los aceros. Él y el público, pues, en uno de los intentos, el descabello salió catapultado unos diez o doce metros hacia el callejón.

Saúl Jiménez Fortes no pudo pasar de digno y dispuesto con un tercero que no le dejó, ya desde el principio, estar a gusto. Sacó unas embestidas descompuestas y variantes. Todo con brusquedad. Luego se aburrió e intentó irse de la faena. Siempre con evidente peligro. Firme y decidido el malagueño, que apuntó intenciones. No había más que hacer. Esa actitud buena cobró vida y sabor en el sexto. Primero, con un agradable quite por chicuelinas; y luego en una faena bien cimentada, con disposición y entrega. El toro puso la necesaria colaboración y el joven espada, madurez y buenas maneras. Faena de oreja, pero no hubo rúbrica con la tizona.

El Correo de Andalucía

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Un jueves de farolillos con demasiados ladrillos al sol

El jueves de farolillos era un torero taquillero que antes llenaba por sí mismo. No hacía falta esmerarse demasiado en la confección del cartel. Pero ahora no es así y la tarde de ayer reveló la estrecha fortaleza y el débil tirón en la taquilla de estos rellenos inevitables. A pesar del interés que podía suponer para el aficionado el estado de forma de un torero como Miguel Ángel Perera y la ilusionante novedad del bisoño Jiménez Fortes, la plaza presentó un aspecto desolador en un día y una fecha que no hace tanto era llenazo seguro.

La crisis está enseñando el camino a seguir, para bien y para mal. Ignoramos las cuentas de la empresa y tampoco nos interesan. Si los nombres acartelados ayer no tenían el suficiente brillo para sacar al personal de las casetas, el baile ganadero que precedió al sorteo terminó de sentenciar un espectáculo que nunca llegó a serlo. Hay más: el paisaje humano de la plaza de toros de Sevilla ha cambiado para siempre y no es casual; las caras conocidas que antes se saludaban de año en año en los mismos tendidos y se preguntaban por la familia ya no tienen yesca ni ganas para soplarse estos rellenos que tampoco meten en los tendidos al despistado público de aluvíón. La Feria estaba en su yema pero aquí no hay un duro. Sólo valen esos tres o cuatro que usted sabe. No hay que darle más vueltas.

No hubo más: mucho calor y el despilfarro de dos de los toros que más se dejaron en manos de un Cid al que cada vez le vienen más largas las tres o cuatro tardes que le anuncian en Sevilla. Si llegó a taparse con el victorino más potable del pasado martes ayer mostró un completo catálogo de incapacidad. El diestro de Salteras no pierde los papeles; lidia con suficiencia y anda sin apuros en la cara de los toros pero ya es incapaz de dar el paso definitivo para –como ayer- lograr cuajar a ese primer ejemplar de Daniel Ruiz que se le vino como un tren desde el primer cite en los medios. La faena de El Cid, larga y ancha, estuvo plagada de pases de todas las marcas pero no logró apurar, ni de lejos, la calidad de ese ejemplar que podía haber cambiado el signo de una tarde que empezó a flaquear a la vez que el diestro sevillano tomaba más precauciones de la cuenta. A su labor le sobraron cites fuera de cacho, tirones y demasiadas prevenciones y así es imposible. Y tampoco iba a lograr cambiar el signo de la tarde y de su particular Feria de Abril –la empresa y el torero deben pensar si merece la pena estirar tanto la cuerda- con el cuarto de la tarde, otro animal no exento de posibilidades al que plantó cara por el pitón izquierdo sin terminar de apostar toda la baraja. No duró demasiado, pero tampoco le sacó el jugo que merecía a la vez que el toro –un remiendo de Parladé- se iba quedando tan corto como el ánimo de su matador.

Perera repetía en el Baratillo y volvió a intentarlo todo aunque esta vez no todo le salió. Firme y macizo en el planteamiento de faena al segundo de la tarde, el diestro extremeño no logró sacar agua de ese pozo seco, un animal soso y deslucido, muy corto de viajes, que acabó sorprendiéndole hasta desarmarle en el final de una faena que culminó de una estocada caída. Pero la espada no iba a funcionar con la misma contundencia para finiquitar al quinto, un toro que se empeñó en aliarse con el reloj para que sonaran dos avisos mientras Perera trataba de descabellarlo sin tino a pocos segundo del tercer recado. Antes había logrado llevarlo por donde no quería ir hasta que, rajado por completo, renunció a la pelea.

La tarde parecía haberse hundido en ese momento pero Jiménez Fortes, el valiente malagueño al que hay que seguir de cerca, nos despertó de la espesa siesta con un trasteo valiente y entregado que tuvo enfrente al tercer toro potable de la decepcionante tarde de ayer. Las ideas no siempre fluyeron con la suficiente claridad pero el hijo de la famosa Mari Fortes –aquella pionera del toreo femenino- cuajó un puñado de buenos muletazos que llegaron a ser ilustrados –¡oh milagro!- por la música de Tejera. Faltó redondez a su labor pero sobre todo faltó el refrendo de la espada para poder rascar ese trofeo que le habría venido como agua de mayo. Carretero pasó un quinario para banderillear al tercero, un ejemplar manso y deslucido que sólo embistió topando. De cortos viajes, distraído y esperando siempre con la cara alta, sólo dejó a su matador mostrarse tesonero y matarlo como Dios manda. Un rollo, vamos. Pero este viernes torea El Juli.

Toromedia

El Cid, Perera y Jiménez Fortes se van de vacío

No hubo triunfos en la décima del abono sevillano. Los diestros Manuel Jesús 'El Cid', Miguel Ángel Perera y Jiménez Fortes se fueron de vacío en una tarde que estuvo marcada por la escasa colaboración de los toros de Daniel Ruiz. Fueron los toros de Parladé que completaron la corrida los que más opciones dieron.

El Cid saludó bien de capa a su primero. El toro estaba justo de fuerza y para colmo dio una voltereta después del primer puyazo. Estuvo bien El Boni en banderillas y El Cid brindó al público y se dejo llegar al toro de lejos, citando desde los medios para dejar una primera serie ligada. La segunda fue buena y también ligó en la tercera. Por el izquierdo el toro protestó más pero el de Salteras también consiguió meterlo en una serie. A partir de ahí el toro empeoró y la faena no pudo tener continuidad. Mató de estocada. Silencio.

El Cid recibió al cuarto, del hierro de Parladé, con lances flexionando la rodilla. En banderillas saludó Alcalareño tras dos buenos pares. En la muleta logró una segunda serie por el lado derecho rematada y también algunos momentos al natural. La faena fue larga sin lograr la necesaria conexión con el público. Mató de estocada tendida y dos descabellos. Silencio.

Destacó el quite por chicuelinas de Fortes al segundo, pasándose muy cerca al toro. Perera se encontró con un animal que se quedaba corto en la muleta. Muy reservón, el de Daniel Ruiz puso a prueba al torero, que se mostró firme, ligando una segunda serie con mérito. Siguió intentándolo hasta que el toro le dio dos sustos tremendos. Estocada desprendida. Silencio.

El quinto no permitió a Perera luciese de capa y en la brega llevó siempre la cara alta, sin entregarse nunca. El torero brindó al público y fue haciendo la embestida del toro en la primera serie y salvó los tornillazos del toro en la segunda a base de temple. A continuación se rajó el de Daniel Ruiz y la faena tuvo que concluir. Estuvo mal con la espada, tanto que casi le echan el toro al corral. Sonaron dos avisos.

El tercero de la tarde no humilló nada en el capote, impidiendo el lucimiento de Jiménez Fortes. Lo cuidó en el caballo y comenzó la faena de muleta con estatuarios, siendo desarmado. El toro no respondió en la muleta, sin humillar, saliendo con la cara alta y rajándose ya en la segunda serie. Obviamente la faena no pudo tomar vuelo. Mató de estocada baja. Silencio.

Jiménez Fortes se propuso levantar la tarde y se fue a portagayola protagonizando un recibo vibrante. Hizo un quite por chicuelinas rematado con una buena larga. La faena comenzó con poca fortuna al ser desarmado en el primer muletazo. Comenzó de nuevo y ligó la primera serie. Por ese pitón derecho la faena se entonó y sonó la música después de una serie muy lograda. Cambió a la zurda y logró algunos muletazos estimables. La faena mantuvo el tono y la remató con manoletinas. Mató de estocada atravesada y tuvo que descabellar dos veces.

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Sevilla Temporada 2013.

sevilla_180413.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:12 (editor externo)