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REAL MAESTRANZA DE SEVILLA

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Sábado, 28 de abril de 2012

Corrida de toros

FICHA TÉCNICA DEL FESTEJO

Ganadería: Toros de Torrestrella (de buena presentación y juego desigual; 2º y 5º, parados; 3º, 4º y 6º, encastados).

Diestros:

El Cordobés. De rosa pálido y oro. Estocada (silencio); estocada sin puntilla (ovación).

Juan José Padilla. De negro y oro con los cabos negros. Estocada (saludos desde el tercio); estocada (ovación).

El Fandi. De azul pavo y oro. Estocada tendida (oreja); estocada (vuelta al ruedo tras petición).

Presidente: Gabriel Fernández Rey.

Tiempo: fuerte lluvia y viento.

Entrada: casi lleno.

Crónicas de la prensa: La Gaceta, El Mundo, El País, Marca, Hoy, La Razón, Diario de Sevilla, EFE, COPE.

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Puerta de Arrastre

Por Santiago Sánchez Traver

Lo de la lluvia en Sevilla no ha sido pura maravilla, al menos esta vez, que ha caido durante toda la corrida. La de Torrestrella, no sé si muchos lo dirán, ha sido una corrida importante. La lluvia no ha permitido verla en toda su potencialidad, pero merece un sitio de los de antes en los carteles. Al menos tres, tercero, cuarto y sexto, fueron excelentes de embestida y transmisión y alguno más se dejó, siendo los peores los dos primeros. Un gran balance tal como va la Feria. Alvarito Domecq aguantó en su barrera, deseando que la lluvia cesara y se vieran mejor sus toros. El Cordobés estuvo en su línea, en el primero sin fortuna y en el cuarto con su peculiar estilo dio sus tandas para alegría de su público. Juan José Padilla sigue despertando emociones allá por donde va y en cada tarde que actúa, esté como esté. El Fandi ha completado su mejor actuación en Sevilla, aunque la suerte le favoreció en el lote, pero estuvo muy decidido bajo el diluvio y a ambos toros dio muchísimos pases de distintas calidades. Mereció una oreja sin duda, la otra se la negó el presidente que le había dado la primera y que le negó a Fandiño una mucho más merecida. Las cosas del palco. En fin, que íbamos a ver la “corrida del turista”, como la llaman algunos, la antigua “corrida del tomate” que decían otros, y nos mojamos viendo una corrida de toros. De toros de Torrestrella.

Lo mejor, lo peor

Por Juan Carlos Gil.

Lo mejor: la emotividad entre el diluvio

Si los héroes son aquellos seres capaces de sobreponerse a las adversidades sin que se le modifique el semblante y sin que les tiemble el pulso, sin dudas, los toreros son los más egregios representantes de esa estirpe de personas que se juegan la femoral a pesar de las adversidades. La corrida se transformó en un acontecimiento épico desde el mismo momento en que el cielo negro de esta luminoso ciudad decidió caerse sobre el albero maestrante, en varias ocasiones. Arreció el viento y la lluvia en el segundo tercio del tercer toro de la tarde y tanto El Fandi como Juan José Padilla protagonizaron un episodio de grave valentía. Se jugaron el tipo, se asomaron al balcón y clavaron en todo lo alto, sin importarles las inclemencias meteorológicas. Los tres pares de banderillas habría que enmarcarlos como uno de los momentos más trágicamente intensos de esta feria, que ya toca su fin.

El Fandi esculpió la verónica en el saludo capotero al primero de su lote. Con un vendaval inmisericorde no es posible decir el toreo, salvo que las muñecas posean el don del temple y la virtud de la despaciosidad. Así se mostró el torero granadino con la tela rosa, ante un precioso toro, engatillado de pitones, fino de cabos y largo, que se abría en cada suerte capotera. Estuvo muy variado toda la tarde: navarras, galleos por chicuelinas, chicuelinas engarzadas a las talaveranas… Es verdad que el agua le ofreció la posibilidad de cortar una oreja, que en condiciones normales, no habría sido pedida con tanta fuerza.

Padilla interpretó la suerte suprema en el segundo de la tarde como mandan los cánones, marcó los tiempos, se tiró muy derecho y clavó en la yema hundiendo el acero hasta los gavilanes.

Ayer sí acertó nuestro amigo Gabriel Fernández al no conceder la segunda oreja del toro que cerraba el festejo. Bien está que se conceda una oreja por la lluvia, pero dos (una en cada toro) habría sido un despropósito. Ni la faena lo merecía, ni además, después casi nadie protestó la no concesión.

Lo peor: la aparición de la deseada lluvia

Nunca llueve a gusto de todos. Es verdad que la lluvia hacía mucha falta pero por su culpa y por el ventarrón norteño que sopló toda la tarde hubo toros que no se pudieron ver en toda su plenitud. El tercero fue un noble animal que en los medios habría embestido mucho mejor, más largo, más humillado, más templado y no se habría rajado tan pronto. Y el cuarto, que era de una dulce y apetitosa bondad no se habría resbalado tanto y habría desarrollado su bravura. Pero comenzó a caerse y no consiguió afianzarse.

La Razón

Por Patricia Navarro. De toreo liviano y otras cuestiones

La lluvia cayó de manera intermitente. Paraguas abre paraguas cierra. Desde el segundo hasta que El Fandi casi sumó otra oreja del sexto. Qué fatiga. La corrida de Torrestrella, corridón por fuera, grande, descarada de pitones, muy seria y bien hecha, tuvo toros de muy distinto resultado. Juan José Padilla, que pisaba Sevilla por segunda vez en esta temporada, se llevó un lote para hundir a cualquiera. Parado. Paradísimo quedó su primero en la muleta. Antes sí que tuvo que aguantar un tercio de banderillas exigente y brillante por parte de Padilla y Fandi. Primera parte del mano a mano con los palos. Buenos fueron los de Padilla y explosivo el de David Fandila. Nada después. Hasta que se tiró con la espada como si se le fuera la vida. Y por dos. Lo volvió a hacer en el quinto. Tenía la maldición Padilla sobre él ayer. El toro rozó la invalidez y, así, la faena la ruina.

El Fandi se hartó de torear. Y de buscar el guiño de los tendidos de sol, que aguantaban estoicos bajo el paraguas. Vendiendo la mercancía, Fandi, en el sexto, se encaraba con el público para meterles en faena. Sabíamos a lo que habíamos ido. Pero esa tibieza en el ruedo chirría los sentidos. Tuvo el toro virtudes. Se desplazó en la muleta, algo falto de entrega, pero noble sin fisuras. La faena de Fandi, de menos a más, rondó lo superficial sin asomar la intención de profundizar. Eso sí, puso los palos, a pesar de cómo estaba el ruedo de resbaladizo. Con largas cambiadas en el tercio recibió Fandi al tercero. Cumbre Padilla y fantástico par al violín de Fandi. ¡Si todo hubiera quedado ahí hubiera sido perfecto! El toro tenía casta, movilidad y nobleza. Eso sí lo hacía todo a media altura, le costaba humillar. La faena de Fandi consistió en una sucesión de tres y el de pecho. Voluntad sin apostar. Y agua. Mucha agua. Unos miraban al ruedo y otros rezaban al cielo. El estoconazo fue fulminante. Tónica de la tarde. Brillantes espadas. Seis estocadas seis. Seis buenas. Y fulminantes. Decía que el tercero de Fandi la espada entró, el toro rodó, y se le entregó un trofeo. Habíamos visto lo que al menos parte de la gente buscaba (la plaza casi se llenó con este cartel), pero en valores absolutos nada quedaba.

El Cordobés, y su larga carrera forjada en un don de gentes fuera de lo común, pasó con auténtica discreción. Sin salto de la rana y sin fajarse con el toro, ¿qué sentido tenía estar allí? Liviano estuvo con el cuarto, que se llevó a los terrenos de sol para empezar la faena. El toro, noble y a menos correspondió con el tostón. Resolvió con el primero, que dejó cuarto y mitad en el caballo, y quedó reservón aunque se desplazaba en el engaño con nobleza. Lo dicho, una tarde de toreo liviano y otras cuestiones. Ahora la lluvia, ahora el viento… Para eso fueron a la plaza. ¿No?

Diario de Sevilla

Por Luis Nieto. El Fandi, un trofeo en tarde indecente

Además de un diluvio, la tarde ofreció una lectura importante. Dos de las ganaderías condenadas por las máximas figuras: Fuente Ymbro, el pasado 18 de abril y Torrestrella, el viernes, son de las mejores teniendo en cuenta su presentación y juego.

La corrida de Torrestrella no es que fuera espectacular, ni mucho menos. Pero, bien presentada, en el tipo, fue un encierro que estuvo marcado en su mayoría por la nobleza. Tres toros sirvieron -si me permiten ese odioso y novedoso término que se aplica ahora para los toros manejables.

Antes de que la lluvia arreciera camino del ecuador del festejo, alguien comentó en el tendido: -¡Si estos toros caen en manos de Manzanares…! No sabemos que hubiera sucedido, porque la tauromaquia no es ciencia exacta. Pero sí llamó la atención en los aficionados la gran dosis de nobleza de los torrestrellas, la mayoría de ellos en su tipo y bien presentados. Los diestros -Manuel Díaz El Cordobés, Juan José Padilla y David Fandila El Fandi dieron todo cuanto pudieron de sí y no defraudaron a sus respectivos partidarios. De la terna, quien destacó y consiguió el único trofeo del festejo fue El Fandi, quien ha cumplido en esta Feria de Abril en la que ha hecho doblete, dejando mejor imagen que otros toreros, pilares del abono, y que han pasado sin pena ni gloria.

El Fandi, quien ya dio una dimensión casi épica en otra corrida en la que diluvió, desplegó su poderío físico y su entrega en sus dos toros, cuando más arreciaba la lluvia. El negro tercero, bien hecho, persiguió el capote del granadino sin entrega tras dos largas de rodillas, que el diestro dio en las rayas. Como siempre, el granadino desplegó variedad capotera, acompañando a las verónicas, un quite en el que intercaló chicuelinas y tafalleras. Luego, invitó a Padilla en el tercio de banderillas, que cumplieron de manera espectacular. El Fandi comenzó su faena de rodillas en los tercios. Caída un diluvio. Y el diestro, en su variada y pundonorosa faena, logró dos buenas tandas al natural. La estocada fue certera y fue premiado con la única oreja del festejo.

Ante el sexto, un toro de bella lámina, imperó la entrega de El Fandi cuando de nuevo arreciaba la lluvia. Nueva larga de rodillas y variedad capotera, con un quite por navarras. Y nuevo despliegue de conocimientos y facultades en el primer tercio. El toro se rajó pronto e incluso perdió las manos cuando el piso de plaza estaba ya impracticable. El torero basó su voluntariosa faena sobre la diestra. Mató de estocada y hubo nueva petición de oreja, que en esta ocasión no concedió el presidente.

El Cordobés se las vio con el mejor lote. Abrió plaza un precioso burraco, muy en el tipo de la casa, que resultó manejable, aunque con escaso recorrido en la muleta. Con este 'Desganado' Padilla se lució en un quite por chicuelinas y una media. El Cordobés, en las rayas, no pasó de un trasteo superficial, sin obligar nunca al astado. Al 'colorao' cuarto le castigaron en exceso. El Cordobés se entregó en una labor extensa sin calidad.

Juan José Padilla contó con el peor lote. El castaño segundo fue un toro con trapío, que echó las manos por delante. Tras un tercio de banderillas espectacular entre Padilla y El Fandi, fuertemente ovacionado, el astado llegó a la muleta aplomadote. Padilla se justificó en un trasteo con un animal noblote, pero que no se tenía en pie. Al 'colorao' quinto, sin clase y con escasa fortaleza, el jerezano lo recibió con una larga cambiada. Tras verónicas y un galleo por chicuelinas, Padilla cambió el tercio de banderillas con dos pares. Con el ruedo en mal estado, el animal perdió de inmediato las manos y la labor de muleta, dedicada al público, no pudo cobrar altura. Mató de estoconazo. En tarde inclemente, con un ruedo en mal estado y bajo un diluvio, El Fandi triunfó.

COPE

Por Sixto Naranjo. El Fandi 'pesca' una oreja entre el temporal y un palco desnortado

Los negros nubarrones que se cernían antes del comienzo del festejo sobre la Real Maestranza fueron presagio de lo que llegaría después. Los cielos se abrieron en el tercero y un temporal de viento y lluvia descargó sobre el coso de El Baratillo. El ruedo se convirtió poco a poco en una pista de patinaje sobre el que se deslizaron los pupilos de Álvaro Domecq.

Todos estos condicionantes jugaron en contra de una corrida de Torrestrella que, en otras circunstancias, podría haber ofrecido todavía mejor juego. Y digo todavía porque aún con todo a la contra, hubo varios toros de triunfo sobre el albero maestrante.

El lote se lo llevó El Fandi sin lugar a dudas. Si en su primer paseíllo enlotó el mejor ejemplar de la corrida de Torrehandilla, este sábado también tendrá que invitar a cenar a quien haya sacado el papelito con el lote de ‘torrestrellas’ que ha tenido que pasaportar. El toro de la corrida saltó en tercer lugar, ya con el vendaval desatado. El toro, que cumplió en el caballo, rompió a galopar en banderillas, con El Fandi dejando los palos con espectacularidad pero poca reunión en los embroques. El pan nuestro de cada día, vamos. Fue este el clásico animal de Torrestrella emotivo en sus embestidas, que pedía a gritos distancia en los cites para desarrollar toda su codicia. Pero el granadino se empeñó en el cite en corto y por ello el toro le ganó la partida en las primeras tandas de la faena, incluso una de ellas consistió en dos redondos y el de pecho ante la atosigante acometividad del astado. Esta distancia acabó por ahogar al animal del hierro gaditano, que acabó siguiendo la muleta del granadino en todo un recital de toreo vulgar consistente únicamente en sumar pases al por mayor. La espada viajó al primer envite en trayectoria tendida y pese a una petición al límite de la mayoría, el palco dando muestras de una falta de criterio absoluta, concedió una oreja de escaso peso.

El sexto, ya sobre el barrizal, también sacó un fondo de nobleza importante. Tras otro tercio de banderillas más espectacular que ortodoxo, El Fandi trenzó una faena con altibajos tanto en temple como en trazo. El pitón del toro era el izquierdo, por donde se deslizó con largura y temple. Hubo más conexión del torero con el público que con el toro, y por ello, después de otra estocada trasera y desprendida, el festivo público que aún resistía a la lluvia en los escaños maestrantes le pidió una oreja. Esta vez el palco se guardó el pañuelo en una nueva muestra de desnortado juicio. Mal por haber dado la primera, y mal también por no seguir el mismo criterio con similar petición en el sexto y no concederla. Vaya tela señor Fernández Rey.

Otro recital de trapazos ofreció El Cordobés en sus dos actuaciones. El de Arganda del Rey mascacró a sus dos toros en el tercio de varas. Pese a ello, ambos quisieron seguir las telas de El Cordobés. Con el que abrió plaza el diestro quiso mostrar su versión seria, pero la gente acogió con frialdad un quehacer vulgarote y falto de ajuste.

Al cuarto se lo llevó a los terrenos de sol buscando la complicidad del público de aquella zona. El toro sacó buen son y clase en unas embestidas que de nuevo condujo El Cordobés sin apretarse ni atacar de verdad pese que el viento y la lluvia arreciaban con fuerza en algunos pasajes del trasteo. Lo mejor de la actuación del torero madrileño llegó en forma de dos estocadas de buena ejecución y colocación.

Con el peor lote, Juan José Padilla ha pasado con dignidad su segunda tarde en esta Feria. Ni el aplomado segundo ni el flojo y desacompasado quinto dejaron lucirse al torero jerezano, que pasaportó a ambos de forma certera con la espada. Dejo, eso sí, un buen quite al primer toro por chicuelinas que abrochó con una preciosa media.

EFE

Por Álvaro Rodríguez del Moral. Interesante encierro de Torrestrella

La lluvia que venía amagando desde ayer se hizo por fin presente, aunque no impidió que se llegara hasta el final de un espectáculo, el del Sábado de Farolillos, al que se le ha puesto el remoquete de “cartel mediático” desde hace algunos años.

El que se llevó el gato al agua, nunca mejor dicho, fue el granadino Fandi, que ya había dejado buenas sensaciones en su primera comparecencia en el abono, con los toros de Torrehandilla.

Hay que recalcar que El Fandi también tuvo a favor un más que interesante lote de “torrestrellas” y que sus dos actuaciones se entreveraron de esa extraña emotividad que presta la presencia de la lluvia en todas las suertes.

En cualquier caso, el granadino volvió a brillar en lo que mejor domina: los palos, el sentido de la lidia y el manejo del capote.

Su primero fue un toro largo y algo escurrido que anunció cositas buenas desde que salió por la puerta de chiqueros; Fandi lo recibió con dos largas junto a las tablas del tendido 4 a las que siguieron un templado ramillete de verónicas y media verónica de rodillas.

Siguió escenificando la lidia con un galleo por chicuelinas antes de tomar los palos y levantar un clamor con un clásico de su repertorio: ese par de la moviola que ideó el valenciano Vicente Ruiz 'El Soro' que El Fandi clava con precisión suiza; invitó a colocar un par a Padilla y los recortes y adornos finales que compartieron ambos funcionaron con natural sintonía.

El toro era bravo y aunque el agua apretaba fuerte inició la faena de rodillas dando inicio a un trasteo animoso y entregado que no siempre logró apurar toda la calidad del animal.

Pero no hay que quitarle méritos: el gran esfuerzo derrochado bajo la lluvia agradó al público que pidió y consiguió esa oreja que el torero paseó más que feliz.

Pero aún podría haber cortado otra más del sexto, con la tarde definitivamente empapada en agua, gracias a una nueva demostración de entrega, variedad y espectáculo.

Ese toro, que saltó al ruedo a galope tendido tuvo mejor principio que final aunque le permitió colocar un excelente primer par al cuarteo y finalizar el segundo tercio con ese desplante a toro parado que enerva al público.

Con la muleta volvió a intentarlo todo sin desfallecer, con ánimo de agradar a una mojada parroquia que ésta vez no logró la concesión del trofeo.

Padilla sorteó esta vez el lote con menores posibilidades de lucimiento del envío de Torrestrella; El primero no había tenido mal comienzo aunque se desinflaría a lo largo de la lidia; El jerezano invitó a banderillear a su compañero Fandi, que le eclipsó en parte con un sensacional par de moviola aunque Padilla se mostrara magistral con los palos.

Con la muleta fue otro cantar. Rebrincadito y corto de viajes, la porfía de Padilla no tuvo ningún rédito. Tampoco podría hacer nada con el quinto, al que rehusó banderillear y se desinfló por completo en el último tercio.

El que brindó una impresión más penosa fue El Cordobés, absolutamente incapaz de meter mano al temperamental “torrestrella” que salió en primer lugar y absolutamente anodino, amontonando pases, con un cuarto que no tuvo mala condición.

Hoy

Por Víctor J. Vázquez. Jugando con el toro bajo la lluvia

Ayer el cartel de Sevilla era el cartel de la felicidad, la tradicional corrida pop de sábado de feria. Pero, tras un primer toro muy soso que mató un Cordobés algo cabizbajo, irrumpió la lluvia y el vendaval en La Maestranza, convirtiéndose la tarde en algo no sé si más feliz, pero seguro que más interesante y auténtico. Con el ruedo progresivamente empapado y las líneas de picar tiñendo el albero de rojo, los tres toreros adquirieron un repentino aire de cowboys, de personajes de Howard Hawks batiéndose con el toro y los elementos. Padilla que es intuitivo para todo lo que tiene que ver con el corazón y la épica, lo vio muy claro, y cedió uno de sus pares de banderillas a un colosal Fandi que retrocedió lo indecible carrera atrás con el toro, para colocar un grandioso par en los medios de auténtico poder a poder.

Qué gesto de torero el que tuvo Padilla pidiendo ayuda en la consecución de la gloria a quien sabe mejor que él en este arte de banderillear. El toro se vino abajo en el tercer tercio, pero la tarde subía en interés a medida que arreciaba el diluvio. Y es que lejos de tener que simular sobriedades, la lluvia permitió a los toreros mostrar su personalidad más genuina y torera. Ya en pleno río rojo, Fandi devolvió el gesto a Padilla, para banderillear a la par. Pero lo bonito no fue que compartieran los palos, sino que compartieron el albero. El Fandi se dejó llevar por su infantil energía y se puso a jugar con el toro, colocándolo en los terrenos a pecho descubierto, haciendo el quite a golpe de zancada y cerrando el tercio con un sobresaliente par al violín. La faena del Fandi fue caótica y poderosa, desde las chicuelinas y trafalleras con las que recibió al toro, hasta los derechazos de rodillas con los que inicio su faena de muleta. El toro, el mejor del encierro de Torrestrella, se sumó al juego acudiendo embarrado a los toques de un Fandi, no puro, no sobrio, pero sí alegre de repertorio y siempre jugando con el toro al amparo de su valor y condición atlética. En días como ayer uno piensa que si el canon de la tauromaquia fuera la plena gracia apolínea y atlética, el puro juego, El Fandi sería uno de los escogidos. La estocada fue de ley y el trofeo otorgado generoso pero a la par legítimo.

El Cordobés lidió su segundo bajo un imparable vendaval que no le permitió ni un instante estar cómodo, y en esto precisamente estuvo la gracia de la faena. Y es que al Cordobés se le presentó la dificultad de someter a un toro en el sentido más literal de la palabra. Había que aguantar una muleta progresivamente calada que el viento quería arrancar de las manos, había que no tropezarse en un ruedo fangoso, y además había que salir indemne de las acometidas imprevisibles de un animal que perdía el rumbo de la embestida al resbalar sus pezuñas. Era necesario el juego y la lucha con el toro y el Cordobés hizo todo eso y, por ello, se puede decir que se portó como un auténtico matador de toros, con todos los adjetivos honorables que esta expresión conlleva. Lo mismo, podemos decir del señor del western taurino, el heroico Juan José Padilla, quien se quiso comer a su quinto de la tarde, toreando en puro Padilla, tal y como anunciaron sus largas cambiadas y sus eléctricas chicuelinas. El toro se desfondo en el fango, para desesperación de este torero que no imagina la tarde sin el triunfo. Nada grave, Padilla cabalga. El sexto del Fandi fue la confirmación de que el torero había entendido la tarde. De nuevo los recortes, las rodillas en el suelo, las banderillas puestas en plenitud de gracilidad y entrega. En definitiva, los juegos con el toro. Buscó el Fandi la emoción en el último tercio de todas las maneras, pero el animal pronto se hundió en el pozo en el que se había convertido La Maestranza, aun así, tras otra fantástica estocada, hubo petición de oreja, bien denegada, y una merecida vuelta al ruedo bajo el diluvio. La lluvia no estropeó la tarde. Al contrario, gracias a ella La Maestranza se convirtió en Río Rojo, para poder ver a El Cordobés, Padilla y Fandi como lo que son, matadores de toros.

Marca

Por Carlos Ilián. El Fandi corta una oreja y pone el turbo

Ya se sabe que el sábado de feria está reservado para los toreros mediáticos, tan del gusto del público de aluvión que suele inundar Sevilla este día. Gente de los pueblos de alrededor y no pocos madrileños que cumplen con su cita anual en la Maestranza para ver a los que salen mucho en los magacines de la televisión. Aunque faltaba Rivera Ordóñez que ya actuó el domingo día 22. En su lugar se anunció a Padilla que actualmente vive su momento de popularidad por el terrible cogida de Zaragoza. La gente está con él y Padilla hace bien en sacar partido a esta circunstancia en la que le ha colocado el destino.

Para el cartel mediático se anunció una corrida de Torrestrella y celebro que los toros de Álvaro Domecq se lidien en las grandes ferias. Ayer salió una muy seria corrida, que además tuvo movilidad y algunos toros se emplearon en la muleta con codicia y casta, especialmente el tercero, un gran ejemplar. El mal estado del ruedo, por el diluvio que cayo sobre la Maestranza, deslució la corrida porque más de un toro acsusó demasiado la falta de fuerza sobre el barrizal.

En medio de este tormentón El Fandi sacó una buena tajada. Con el magnífico toro que lidió en primer lugar se empleó de verdad con el capote y en banderillas, lo mismo que en la muleta y puso a tope el turbo mientras caía la mundial sobre la plaza. Todo este ambiente le dió vibración a una faena con más intensidad que hondura. El toro merecía más, sin duda. Una estocada fulmiunante facilitó que le pidieran la oreja, con la que dió una vuelta tan contento el hombre. Le pìdiereon la del sexto, otro buen toro, con elm que estuvo más templado. Y lo que son las cosas, esta vez se le negó el palco.

El primer toro de Padilla se paró muy pronto, acusando la paliza en banderillas. El quinto no tenía un gramo de fuerza. En ambos el jerezano cumplió con decoro. La gente estaba con él y Padilla correspondió con su tradicional desparpajo. Además de trastear con enorme entusiasmo ayer estuvo fulminante con la espada. Dos estocadas tiraron sin puntilla a sus toros.

El Cordobés, muy formalito esta vez, pasó su trámite con limpieza, ante un lote de calidad que en otras manos habría lucido el doble. Lo que empieza a ser ya patético es el afán de mantener ese corte de pelo tan de Manuel Benítez. Hombre, usted tiene ya muchos años de alternativa y lo del parecido con su presunto padre ya no vende, ni es un reclamo.

El País

Por Antonio Lorca. ¡Maldito diluvio…!

Bienvenida sea siempre el agua, pero maldito el diluvio que descargó sobre la Maestranza durante la lidia del tercero de la tarde. Tanto rogar por ella, y viene a caer en el momento en que un toro bravo y encastado debía confirmar las magníficas impresiones que dejó desde que salió por chiqueros. La lluvia en tromba lo desdibujó todo y rompió el encanto emotivo de una pelea que se presentaba apasionante. Campana, que tal era su nombre, galopó de salida, acudió con alegría a los caballos, persiguió incansable en banderillas, y llegó a la muleta dispuesto a ofrecer la guinda del bello espectáculo de la bravura. Y tuvo quince o veinte embestidas de categoría, largo, fijo en el engaño y nobilísimo. Pero la atención estaba centrada en esa tormenta antitaurina que destrozó la esperanza. Quede constancia, no obstante, de la calidad de un toro bravo y noble con mala suerte.

Y hubo otros: el cuarto, que no hizo una buena pelea en varas, derrochó nobleza y embistió una y otra vez para que su matador pudiera lucirse a placer. Y el sexto, berreón, aguantó una faena larguísima y no se cansó de embestir con extraordinaria clase. Bajaron la nota los dos primeros, muy descastados, y el quinto, que resultó ser un inválido. En resumen, una buena corrida, con tres toros de categoría.

¿Y los toreros? La familia, bien, gracias. El Fandi derrochó voluntad y entrega, como siempre. Esperó a su lote de rodillas en el tercio, puso banderillas a toro pasado y muleteó como suele hacerlo: mal, para qué vamos a engañarnos. Le dieron la oreja del tercero porque el público era entusiasta y festivalero, pero no la mereció. Y dio unos mil pases en el sexto, y ninguno bueno.

Padilla no tuvo suerte. Puso banderillas en compañía de El Fandi y lo hizo con holgura y corrección, pero sus toros no le acompañaron. El primero, tullido y desfondado, y el quinto, un inválido. Lo mejor, las dos estocadas; sobre todo, la primera, atracándose de toro, y de efectos fulminantes.

El Cordobés lo intentó, hizo lo que sabe -menos el salto de la rana, afortunadamente-, y pasó inadvertido. El que abrió plaza era marmóreo y desabrido, y el cuarto, noble y repetidor. Bueno, pues estuvo más correcto con el primero que con el segundo.

La pena es que la tarde se rompió. Hacía un frío helador, soplaban molestas rachas de viento y, como colofón, la maldita tormenta, cargada de bendita agua, que podía haber esperado un par de horas. Hombre, por favor…

El Mundo

Por Vicente Zabala de la Serna. Triunfo de El Fandi bajo el diluvio en la Maestranza

La tarde pronosticaba agua y no falló. De repente se hizo de noche en el tercero y a lo lejos atronó el cielo. Sobre la Maestranza se abrió un arcoiris de paraguas. Caía el mar. El Fandi se arrodilló y tiró en el tercio dos largas cambiadas. Y en pie templó el capote en verónicas de medio compás o a pies juntos. El torrestrella se cuidó en el caballo. Un quite por chicuelinas y tafalleras. Jarreaba durante el tercio de banderillas compartido con Padilla. El violinazo fandilar cerró el espectáculo. Entre juegos con el toro. En tres zancadas se plantó Fandi en los mismos medios para brindar al respetable. Diluviaba. Otra vez Fandi clavado de hinojos, acortando distancias hasta que el toro se arrancó. Meritísimos los rendondos. El torrestrella la tomaba bien por el derecho. Estrechito de sienes y generoso de cuello. Y le puso la izquierda. Le gusto más. Había motivos. Tres series con parón para cambiar las zapatillas y la muleta. Volvería a la diestra. Podría haber sido mejor toro si no se retrae por la inseguridad del piso. Los toros también lo acusan. Se habia acabado el toro. Vino el arrimón. Y una estocada. Algo tendida. Oreja por derecho.

La tarde la abrió El Cordobés con un burraquito precioso. Molestaba entonces mucho el viento. Díaz no salió de las rayas por ello. Con poquito gas, el toro era un caramelo por el pitón derecho. A la pala del pitón el torero con sus trazas de siempre. Lo mejor de la lidia fue un quite de dos chicuelinas y una garbosa media de Juan José Padilla.

Padilla se encontró con un toro muy rematado desde los pechos a la culata. No pudo haber lucimiento con el capote. Pero en banderillas el tercio con el Fandi fue espléndido. El toro alcanzó la muleta totalmente parado. El volapié sería el volapié de la feria. ¡Qué espadazo en el mismo hoyo de las agujas!

Más abierto de cara el playero castaño cuarto. El Cordobés le dio tela en el caballo. Y el toro tuvo un tranco sensacional en banderillas. Díaz, por llevárselo donde su clientela de sol, se expuso en la zona donde mayor viento hacía. Bueno el torrestrella entre trapazos. Pesaba la muleta por la torrencial lluvia. Y resbalaba a veces el toro, y por no rebalar trataba de agarrarse. Mató bien El Cordobés.

Como una bala salió el bastorro quinto por la puerta de toriles. Escampaba milagrosamente. Padilla le tiró una larga cambiada y lanceó con fibra como respuesta al ímpetu de las embestidas de salida. Buen detalle del presidente cambiando el tercio con las cuatro banderillas reglamentarias sobre el lomo. El ruedo no estaba para bromas, y la cuadrilla tampoco. Mal enlotada la corrida. El lote de Padilla debió abrirse. Los dos más fuerte se juntaron. Y lo más parados para más inri. Otra vez hizo la suerte suprema con bestial efectividad.

Fandi apenas castigó en el caballo al sexto. Un quite por navarras vistosas y otro mínimo puyazo. No le sobraban las fuerzas al torrestrella. Fandila no renunció a las banderillas. Zapatillas de agarre Pirelli. Mucho mérito tal y como estaba el piso de plaza. Y con lo que arreaba el toro enterito como estaba. Se vino arriba. Un tanto alocado e informal. Mejor por la mano derecha. Seguro El Fandi en su profesionalidad y en su incansable entrega. Seria tarde de toros del granadino. Otra estocada, quizá trasera. Se le pidió la oreja con fuerza. Por todas las circunstancias no habría chirriado. Más no se puede dar.

La Gaceta

Por José Antonio del Moral. Triunfa El Fandi contra viento y marea

Retirada de la lona que cubre el ruedo tras mañana más que amenazante de lluvia y mejor entrada en sábado de farolillos. En lo taurino, como en casi todo lo demás, estamos atravesando una especie de liquidación por derribo del que se han salvado muy pocos. Ayer repitieron y finalizaron su feria El Cordobés, Juan José Padilla y El Fandi quien, junto a la ganadería anunciada, Torrestrella”, eran lo más atractivo del cartel. Espero poder decir que lo fueron… Solamente lo consiguió El Fandi que cortó una oreja y le robaron otra absolutamente merecida desde el palco. Dio una vuelta al ruedo. Magnífica la presentación de la corrida con algunos toros buenos aunque afectados por el mal estado de ruedo.

Un tío el burraco que abrió plaza. Y muy montao e imponente pero suelto del capote de Manuel Díaz. El torazo manseó sin fuerza en el caballo. A la inhibición de El Cordobés, respondió Padilla con un buen quite por chicuelinas. Mucho esperó el toro en banderillas. También en la faena. Sin embargo, el toro metió la cara cada vez que embistió. El Cordobés, aunque citando por las afueras, pegó estimables muletazos diestros. No los siniestros porque el toro no se dejó por el pitón izquierdo. Hasta que se paró el burel, anduvo serio el matador, dicho sea en honor a la verdad. Pero pinchó antes de meter una fácil estocada. Desarmado en el saludo del cuarto que cumplió en varas tras perder las manos, El Cordobés renunció a quitar y, con un desatado ventarrón y bajo otro diluvio, muleteó como mejor pudo sin poder evitar las caídas del flojo animal. Otra fácil estocada. Muy hermoso el castaño segundo que remató en tablas y desarmó a Padilla en su primer capotazo. Suelto también, se coló por el lado derecho en un intento de Padilla por ese pitón. Impetuoso en varas, se quedó corto en el frustrado quite del jerezano, pero no tanto en el de El Fandi. Padilla decidió alternar con el granadino que clavó un par colosal. Padilla también se lució correctamente en los suyos. No fue grato ni fácil el toro para la muleta y Padilla hizo lo que pudo al tiempo que se acercaba un nubarrón temible que descargó enseguida. Lo mejor fue la estocada que pegó.

Padilla en veloz en el quinto. Un variado torbellino con el capote. El toro debió marearse. No banderilleó y nadie se lo pidió. El ruedo estaba muy resbaladizo. Pero anduvo entusiasta, hasta después de que el toro se echó. Dejémoslo ahí. Mejor hubiera sido abreviar porque el toro abrevó demasiado. Estoconazo caído.

Bajo la lluvia se lidió el también imponente tercero. La lidia total a cargo de El Fandi. Tronaron las nubes cuando el granadino pegó dos largas cambiadas de rodillas y se templó limpísimo por verónicas. Galleo por chicuelinas y cuidados en varas. Quería entero al toro. Quite por tafalleras y chicuelinas. Alegre el toro en el segundo encuentro. Cortésmente, ofreció palos a Padilla. Impresionante El Fandi en el primer par. Perfecto. Arriesgado el de Padilla bajo el diluvio. Violín de violines el tercero de El Fandi. Ovación de gala. Brindis al públco. Y de rodillas en el tercio con el toro en tablas. El toro se arrancó como un obús y El Fandi lo sometió aguantando una barbaridad. Vibran los redondos. Llueve a mares. Naturales con la muleta empapada y embarrada. Un farol refulge en los charcos. Cambio de muleta y templa con la zurda. Consuma otra tanda por redondos con el toro aquerenciado en tablas. Y otra vez sobre las rayas, circular invertido y de pecho. Cuando entró a matar ya había dejado de llover. Sensacional estocada. Le dieron la oreja que le quitaron en su primera tarde.

A El Fandi le da igual que el piso esté como esté. Se pone las zapatillas con tacos futbolísticos y a navegar. Sexto de la tarde. Larga, navarras en el quite, En banderillas no hay quien pueda con él sea el toro que sea. Por dentro, por fuera, en tablas, en el tercio, en los medios. Conoce los terrenos y las querencias como nadie. Y el único que somete y domina a los toros en el segundo tercio. Aunque solo fuera por ello, lleva doce años en figura del toreo. Pero es que, además, torea. Sin clase, pero torea como ayer también al último de la desapacible tarde aunque el toro resbaló más que él. Bajo otro diluvio lo mató de otro estoconazo. La presidencia le robó una oreja pedida por mayoría con mojado clamor. No hubo derecho. Dio una vuelta al ruedo con la gente enfadada contra el palco.

El Mundo

Por Carlos Crivell. Diversión pasada por agua

Sábado de feria, un día distinto por el público y por la forma de entender el festejo, casi siempre soleado, que en esta ocasión se celebró con la bendita (para el campo) lluvia. Lo que estaba destinado a ser un festejo divertido se convirtió en un ejercicio de entradas y salidas de la plaza conforme el aguacero apretaba más o menos. Quienes aguantaron encima del ladrillo acabaron con reuma para todo el año. Para que se diga que no hay afición.

La lluvia lo modificó todo. La corrida de Torrestrella podía haber sido diferente. Algunos toros hicieron méritos para conseguir el diploma de expertos en patinaje sobre el barro. A los toreros, en estas circunstancias, sólo cabría decirles que son unos tíos valientes y pundonorosos. No es fácil ponerles pegas a unos hombres, vestidos con trajes de luces, que deben crear arte ante unos toros con el piso convertido en un lodazal. En definitiva, que la lluvia atenúa el juicio, aunque el juicio tiene siempre debe estar presente.

Se intuye que la corrida de Los Alburejos podía haber sido mejor con el piso seco. Aún así, el tercero y el cuarto fueron toros de alta calidad. Y el sexto, lidiado cuando ya había el piso parecía una laguna, también dejó muestras de su clase. Los resbalones del segundo, quinto y el mismo sexto ocultaron sus posibilidades.

Para colmo, la corrida era en sus dos terceras partes de banderilleros. Padilla se tapó en el quinto, pero Fandila y el jerezano, en el tercero, colocaron garapullos. Mérito para ellos, pero más castigo para las reses.

La historia de las corridas del sábado de Feria nos recuerda que casi siempre se lidian en esta fecha buenas corridas de toros. La de Álvaro Domecq fue buena; los toros tercero y cuarto, excelentes. Lástima de lluvia que se llevó parte de sus embestidas.

El Fandi cumplió una de sus mejores tardes en Sevilla. Por supuesto, estuvo mejor que en aquellos años en los que cortaba orejas en la misma fecha por labores de escaso calado. Su actuación fue un compendio de entrega, variedad y buenas maneras. Se puede decir que estuvo hecho un profesional de cuerpo entero. El de Granada recibió a sus dos toros con largas cambiadas en el tercio, toreó a la verónica con gusto, hizo quites de distinta factura, colocó siete pares de banderillas, unos buenos y otros a toro pasado, toreó con la muleta con voluntad y desigual calidad y mató bien al tercero y menos bien al sexto, aunque siempre al primer espadazo. Fue El Fandi conocido, tal vez con mejores recursos, de conexión muy fácil con un tendido receptivo, que logró una oreja del excelente tercero y que tropezó con un toro muy apagado en sexto lugar. Pidieron la oreja los feriantes, pero ni la faena ni la estocada baja lo merecían.

La lluvia apretó durante la faena del tercero. Muy buen toro. David Fandila llegó a templarse con la derecha y hasta asentó los pies sobre el anegado albero. Fue una pena no poder presenciar la lidia de ese toro en mejores condiciones.

El otro buen toro del encierro fue el cuarto. Se repitió por enésima vez la historia de Manolo Díaz en un sábado de Feria con un toro excelente. Fue de nuevo el día de la marmota. Una historia ya vivida. Sólo la lluvia, y los problemas que añade, puede ser un atenuante para que el veterano espada no cuajara a tan buen toro. Se limitó a dar pases, mejor dicho tirones, que dieron en tierra con el animal. Para el toro llamado Profesor se sumaron el piso con barro y un matador que le sometía al castigo cruel de unos latigazos sin piedad. A El Cordobés se le puede disculpar con el primero, donde el viento que anunciaba el diluvio por llegar, le molestó mucho. El toro acabó parado, pero Díaz siempre se puso al hilo del pitón. Demasiados problemas para el toro y para el torero.

Mala suerte la de Juan José Padilla. No le cayó en su lote ninguno bueno. El segundo de la tarde tenía pocas fuerzas. Coincidió con el comienzo de la lluvia. Puso los palos con El Fandi, que en lugar de colocar un par de poco castigo para el toro, le puso el de la moviola, lo que obligó al animal a correr detrás de granadino más de lo permitido. A las manos de Padilla llegó sin fuelle ni recorrido. Y ya en el colmo de la mala suerte, el quinto también acusó el estado del piso y que no tenía fuerzas. Padilla le echó toda la voluntad posible, mas era un empeño inútil. En el haber del torero, la gran estocada al tercero, que contará en los premios.

Fue un festejo que estaba llamado a ser un divertimento, pero que acabó en tono menor por culpa de los aguaceros. Lo acusaron más los toros. La de Torrestrella se frenó en un piso plaza imposible. Pero como no hay mal que por bien no venga, ¡qué buena es la lluvia para el campo!


©El Fandi corta oreja en pleno aguacero. Padilla, durnate la corrida/Juan Ferreras (Efe).

Sevilla Temporada 2012.

sevilla_280412.txt · Última modificación: 2020/03/26 12:17 (editor externo)